Holas! Mi nombre es SANDRAA y les quiero contar sobre como inicie en el mundo de la zoofilia, verán, tengo 22 años y está historia es de unos ocho años atras.
Al otro día salimos por la mañana, y fui la última en salir, y tomé a mi marido y lo besé. Le dije, 'Luego vuelvo, amor, cuídate. Lo siento.' Ya más tarde pasaría un familiar para recogerlo y llevárselo a su casa para cuidar de él.
Instintivamente sacó la lengua para lamer mis labios y cara, fue un momento divertido en verdad y me gustó tanto que repetí la acción, su lengua era tibia y húmeda, su pelaje era muy suave y se sentía rico su cercanía y el calorcito que emanaba, estando frente a él, abrí la boca y saqué la lengua
Me levanté de la cama solo para quitarme el resto de la ropa y acomodarme mejor y así dejar expuesto mi sexo para el perro, para ese entonces ya me estaba calentando en verdad y comenzaba a lubricar, me recosté para darle acceso a esa rasposa lengua, jamás se me hubiera ocurrido convertirme a zooíli
Lupita, una bella mujer de 32 años, piel morena, cabello oscuro, largo y lacio, con unos mechones morados, su cuerpo curvilíneo, piernas bien torneadas, trasero redondo y firme.
Memo, un niño de tan solo 5 años, se encontraba jugando tranquilamente en su cuarto, sumido en un mar de bloques multicolores. Había construido una torre impresionante y anhelaba compartir su logro con su mamá, Isela.
Una noche, después de que Memo se quedara dormido frente al televisor, Betty se encontró sola en la casa. Recordó que Duque, el enorme perro guardián, estaba afuera en su jaula. Una idea traviesa cruzó por su mente.
Cuando comenzó a presionar con su nudo en la entrada de mi vagina, sentí que era más grande de lo que yo había pensado, y debo admitir que el miedo creció en mí, pero la calentura del momento fue más fuerte, y decidí seguir adelante, entregándome así por completo.
La perversión y la locura a veces son parte de la extrema excitación donde el cuerpo reacciona por instinto y el morbo te arrastra sin medir las consecuencias hacia lo desconocido.