Por un lado, Silvia empezaba a cogerle gusto a eso de mandar, de sentirse poderosa, pero más si cabe, con una pareja que nunca lo había hecho de forma inversa. Ellos al mismo tiempo se excitaban más que nunca con ese juego. Los ojos vidriosos de la condesa así lo anunciaban.
A qué hombre no le gusta escuchar que una hembra pida la verga con gran excitación e incluso necesidad, porque no me negarán que hay mujeres que necesitan ser cogidas.
Un dia me dijo, sabes amor, ya no aguanto más te necesito, quiero que me hagas el amor, yo le dije, pero tu esposo no se va de viaje, ella me dijo, lo sé, pero puede ser mañana, él entra a su trabajo a las dos, va a venir aca a las cinco por unas cosas y se va a una sucursal en otra ciudad a entrega
Bueno esto que contare es algo que paso y sigue pasando, tengo una tia madura la cual me calienta mucho y me gusta, la verdad que cada ver intento estar con ella pero se me hace difícil ya que no es de este ambiente, pero la voy remando y en el relato le cuento un poco mi historia
Tímidamente acerqué mi mano a tu pierna y la posé en tu rodilla. Te miré a los ojos y no vi signos de evitar el roce. Por lo que, seguí ascendiendo por tu pierna, por el interior de tus muslos.
En el fondo la situación le había excitado, eso de cumplir órdenes la estaba poniendo, nunca se había sentido así. Muy bien, toma esto y ve haciéndoles pasar por orden. Unsinn fue llamando a las/los candidatos a la vez que con una sonrisa se dirigía a su nuevo jefe.
Tu morenito, ven aquí y véngate de esta puta que te mordió la polla. Rómpele el culo. El negro se puso detrás de la morena, se escupió un poco en la punta de su polla y de un solo golpe atravesó el culo de esta hasta más de la mitad de su grande y gorda verga. La morena chilló
Germán terminó también sudoroso la clase y dando unas palmadas comunicó su fin a las alumnas. Estas, la mayoría de ellas jadeando y sudando copiosamente, se dirigieron rápido a las duchas. Germán mientras iban saliendo se había situado en la máquina de hombro y ahí esperaba tranquilo que fueran salí
Elijo un corsé negro de cuero que me levanta los senos y los deja al aire. Resalta mis caderas que son cruzadas por las tiras de las ligas que van a sujetar mis medias. Las elijo negras, ahumadas, que contrastan con mi piel bronceada.
Aquel día al ir a hacer mi colada, me la encontré, ahí, en ese cesto estaba. Una tanguita de encaje negra, que apenas podría tapar una minúscula parte del sexo de su poseedora. Pedazo de zorra ha dejado esta tanga en la lavadora para que sepa que es una puta, murmuré.
Al llegar allí, creyó haber encontrado el paraíso. Todo era verde con abundancia de comida, Isseyon comió hasta hartarse, sus restricciones se habían terminado. De pronto sintió un pinchazo en su espalda y la luz se apagó.
Ella estaba resplandeciente y sólo por eso me sentía satisfecho. Por otro lado, resultaba curioso que en nuestros encuentros fuera de mi casa, me tratara de usted y con tanto respeto, como el cura que era.
Zoey empezó a lamer el empapado coñito de Silvia, con auténtica maestría. Dominaba la técnica a la perfección. Inicialmente lo hizo por sus labios, abriéndolos con sus dedos alcanzó el clítoris con su lengua. Lamía muy lento y muy húmedo, succionando de vez en cuando. cosa que le hacía estremecer.
El chaval tenía una vista preciosa a través del cristal del ascensor. Cuando llegamos arriba, tiré de la falda de Esperanza abajo para que no fuese enseñando el culo y guiñé un ojo al chaval. Seguro que esta noche se hacía una paja pensando en ella. Salimos y pedimos una mesa