Eran las seis menos diez cuando apareció. Me desilusioné al verla entrar con su horrendo uniforme, aunque en las manos traía algo… Así terminó el último capítulo…
-Nacho. -Lo siento Raúl, yo no tengo dinero, me lo tienen muy controlado. -Jajajaja, no es dinero, quiero follarme a tu abuela. Se quedó paralizado y blanco, pero más paralizado me quedé yo cuando consiguió responder… -Nacho. -Ufffff, no conoces a mi abuela, pero si te da igual…
Le solté un bofetón con todas mis ganas, me estaba aficionando… -Tú decides… Decidió, vaya si decidió, me adelantó y con la seguridad de que su hermana no se iba a despertar, me cedió el paso… Así terminó el último capítulo…
Julia, una jovencita angelical, está a punto de descubrir por las malas que sus actos tienen consecuencias. A sus recién 18 años cumplidos descubrirá que la vida no es un cuento de hadas si no un cuento perverso que esconde placeres insospechados para su inocente mente
Deseaba sentir el cinturón de piel impactando en sus nalgas, dejando a un lado su papel de madre y esposa ejemplar, para transformarse en algo sucio y vulgar, que merecía ser disciplinado.
Ya he escrito algún relato sobre la humillación de ser alimentado a la fuerza. Es un fetiche más o menos reciente y queda mucho por descubrir. He recibido algún correo de alguien que también le ha interesado y me propuse escribir un cuento. Espero que les guste, sino te gusta este tipo de humillación mejor no seguir leyendo.
La doctora Elizabeth Pain continúa castigando y humillando a su victima, aprenderá a no entrometerse más en asuntos ajenos. No le da la más mínima posibilidad de escapar.
Se desnudaron por completo y se prensaron en un largo y mojado beso, ella le tocaba el miembro y las bolas con las dos manos mientras su cuello era humedecido por unos labios impacientes y se dejaba acariciar las nalgas por él.