Me dirigí a la parada del autobús y como era costumbre estaba especialmente abarrotada, pero tuve suerte de estar de los primeros y conseguí un buen sitio, casi al final, al lado de una ventana.
Quiero que me masturbes y te tomes toda mi leche, así que me arrodillé y me metí su verga a la boca mientras se la corría y a pesar de su edad, tenia una verga de tamaño considerable, que en ocasiones chocaba con el fondo de mi boca y me producía cierto ahogo.
Nuestra amiga Cristina nos dijo que era un chico normal, que como amante bien, pero lo sentía un poco tímido, que no se soltaba, enseguida pensé que los años le habían pesado, ella tiene 23 años, es una potra y lo debe haber exprimido.
Se levantó bruscamente, me echó boca arriba y puso su pene cerca de mi boca... yo no sé cómo entendí lo que quería... lamí su pene y lo mojé bien... él con la otra mano, sacaba más jugos de dentro mío y los untaba entre mis senos... puso su pene entre ellos y yo lo presioné cerrando mis tetas una contra otra... las cuales lo rodearon fácilmente y cubrieron una buena parte de él...
Se metió en la ducha con nosotros y lo primero que hizo fue cogerme el pene y tocarme una lujuriosa paja, con la otra mano le metió dos dedos a su madre en la cocha y después me dio un morreo en la boca que me dejo loco.
Ella se incorporó al verla y se la metió a la boca, haciendo que me corra dentro de ella mientras me la mamaba. Me miraba a los ojos mientras me chupaba la cabeza del pene, y parecía una puta cuando le chorreaba mi leche por la boca.
Como el pene no estaba del todo fuera no lo podía colocar como el de un hombre a 90 grados así que me dio la espalda y lo poco que vi fue que tomo el pene y jugo un rato con el pasando la punta por toda su vagina, ese masaje ya lo conocía ya que ella hacia lo mismo conmigo para excitar su clítoris y lubricar la punta de mi pene para la penetración
El tipo se corrió y como seguía con su erección, se lo metió entre el chocho, y se pudo de tal manera que los demás pudieran juguetear con el culo de mi mujer, y todos se lo hicieron uno a uno, mientras el seguía esforzándose por delante.
Empezó poco a poco, metiéndole sólo la punta, moviéndola en círculos, haciéndole disfrutar y sufrir a la vez, gimiendo como una gata en celo, hasta que al cabo de un rato estaba pidiéndole que se la follara ya.
Mi pequeña, mi chica, mi María, estaba siendo follada en un sándwich. Tuve que disculparme un momento e irme al servicio a hacerme la paja más monumental que jamás me había hecho. Cuando volví poco quedaba ya por contar. Hasta cuatro veces repitieron el numero. Mientras, ella repetía lo puta que era, que era una zorra barata, que la reventaran a pollazos…