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El diario II

Serie: El diario

El diario II

Lunes 19

Esta mañana ha aparecido ante mí vestida con una tanguita transparente y unos zapatos de tacón altos y finos. Y se ha enfadado mucho porque no la he admirado como debía, por lo que se ha retirado y cuando al rato ha vuelto a salir, me he enseñado un nuevo artículo en el que se dice:

“Siempre que aparezca ante ti con alto y fino tacón, ya sea en público y o en privado, te has de arrodillar de inmediato y poner las palmas de la mano boca arriba y extendidas en el suelo, a mis pies, por si me apetece clavártelas con ellos al suelo. Pisarte las palmas de las manos con mis finos y altos tacones. Este gesto simbólico sin importancia tiene la trascendencia de hacerte ver que siempre estoy por encima de ti, que me perteneces y que mi poder sobre ti no tiene límites”.

Yo lo he aceptado, claro, y he corrido a añadirlo a la página web. Y luego me ha llamado a su lado, me ha llevado al cuarto de baño y se ha sentado en el borde de la bañera, mientras yo me arrodillaba entre sus muslos. ¿Cómo lo ves?, me ha dicho.

Y yo he mirado su sexo, los labios de su sexo a través del tanga transparente y le he visto los labios, aunque algo tapados por el vello.

Entonces le he bajado la tanguita y le he recortado los pelos de su sexo con unas tijeras con el fin de que se vean bien los labios, nítidos y nada oculte la raja de su hermoso coño.

Y mientras lo hago me dice que debo cuidarme de ella, de que esté siempre guapa para sus machos y de que se le vea bien el coño para poder excitarlos adecuadamente. Y entonces me humilla con el cariño y la ternura que sólo ella sabe darme.

– Cómo se llama, cariño, al hombre que le arregla el coño a su mujer para que los disfrute otro, para que se lo folle otro.

– Cornudo, mi amor.

– ¿Cómo dices?

– Cornudo, amor mío, se le llama cornudo

– Menos mal que lo sabes, me alegra que seas consciente de ello, de que eres un cornudo consciente y gozoso, que es feliz ofreciendo a su mujer para que se la follen otros. ¿Y dime cariño?, ¿crees que es posible que haya alguien en el mundo más cornudo que tú, con una mayor vocación de cornudo sumiso que tú?

– No, mi amor, yo en eso soy único.

– Es que como encuentre un cornudo mejor que tú te dejo por él.

Eso me ha dicho ella aunque yo sé que no es cierto, porque me quiere mucho y se cuida de mí. Lo dice para azuzarme, para que me aplique y no decaiga en mi vocación de cornudo sumiso, pero yo sé que nunca me dejará porque aunque parezca que no, me ama con toda su alma.

Miércoles 21

Esta mañana me ha dicho que ha encontrado algo ásperas sus braguitas, las adoradas bragas tanga que yo le mimo, lavo y cuido a mano, y se ha enfadado.

Dice que como siga así de descuidado me va a prohibir que me las ponga todos los días cuando ella se las quita, porque probablemente estén así porque yo las uso, sucias, cuando se las quita todos los días.

Y ese si que sería un gran castigo porque dejaría de sentirla a ella todo el día, incluso cuando voy por la calle, y de que mi pito toque la sagrada tela que ha estado cerca de su hermoso coño. Y para castigarme me ha anunciado que a partir de ahora mi estado natural será el de la castidad, el de sentirme puto y cornudo, y humillado al no poder gozar mientras que ella lo hace con quien quiere, cuando puede y como quiere.

– Pero tú eres mío, solo mío y hasta tu pensamiento me pertenece, por lo que como mires a otra por la calle, te capo y no lo digo en broma.

Así es que me ha dicho que llevaré el cinturón de castidad permanentemente y sólo me lo quitaré de vez en cuando, cuando vaya a acariciarme con los pies, por ejemplo, para mantenerme encadenado a un deseo permanente que no puedo satisfacer y que me sienta así más puto, sumiso y cornudo.

– Como a mí me gustas; y recuerda que me enamoré de ti porque eras muy sumiso, muy tierno y muy consentidor y, sobre todo, cornudo.

Hasta ahora era al revés, ella me decía: Vas a estar quince días y estaba. Ahora no, ahora será siempre con él, siempre casto y estaré en algún momento sin él, cuando ella quiera. Pero poco tiempo, me ha dicho.

Viernes, 23

Ella me ha confesado que ha tenido una relación lésbica con su amiga Eva (que también disfruta de su marido cornudo sumiso) y que a partir de ahora ella, Eva, también me va a hacer cornudo, para aumentar mi humillación y sumisión, al ser cornudo tanto por hombres como por mujeres, lo que amplia las posibilidades de serlo.

Y tiene razón porque al verla follar con Eva, con otra amiga, aumenta la sensación de humillación porque es una historia entre mujeres que desprecia al macho y sólo recurre a él para su placer, como semental.

Ella dice que así, al verlas amándose en la cama mientras que yo me arrodillo, podré saborear la sensación de ser sólo un eunuco de dos diosas, de dos reinas, de dos amazonas que se aman entre ellas y se dan placer sin necesitar al macho.

Ellas solas se bastan, lo que aumentará mi humillación al ser consciente de que no me necesitan a mí para darse placer, de que no les sirvo para nada, excepto para hacerlas gozar al humillarme que es lo único que les excita de mí: mi capacidad de humillación.

Según me ha contado en un e-mail que me ha escrito desde la casa de su amiga Eva y en un intervalo de la fiesta, ha tenido el honor de observar, en situ, como el marido de Eva es obligado a presenciar sus cuernos vestido con un liguero y con el cinturón de castidad, mientras que con su delantal de propaganda hacia de chacha.

“Se los puso a su marido conmigo y con 2 sementales andaluces –me ha dicho en su correo-, que también les iba el tema, y he tenido una relación lésbica con Eva porque hemos perdido todos la cabeza y ha sido increíble: los 2 machos cabalgándonos sin cesar y su marido allí observándonos a nosotras en un 69, mientras lamíamos los rabos de los 2 chicos, ¡y que rabos!: Los 2 superior a 23 cm por lo menos, mientras que la polla de su marido es ridícula a su lado. Lo tiene domado por completo y tengo ganas tenerte a mi lado como cornudo, para disfrutar de las sensaciones que a ella le da al humillarlo porque sus orgasmos son increíbles desde que ve como su marido es cornudo sumiso”.

Domingo, 25

Hoy he amanecido sabiendo que ya estoy en castidad por ti, ama Carolina, porque te has dignado a ordenarme que lo esté y me he sentido feliz al saber que soy otra vez tuyo, que estoy otra vez en tus manos y bajo tus deseos y caprichos. Me gustaría que fueras domándome como Eva a su marido para hacerme tuyo, a tu gusto, a tu semejanza. Que me quietaras mi personalidad y metieras la tuya para ser solo un objeto a tu capricho, a tu placer.

Que me moldearas como el barro para convertirme en tu esclavo cornudo que te ama y que es feliz asumiendo tu personalidad y siendo tuyo. Seré así sólo un instrumento de tu placer porque mi placer es ver que tú lo tienes, al humillarme. Te quiero, amor mío, haz conmigo lo que quieras.

Y ella al leerlo me ha dado un beso muy tierno en los labios y me ha dicho que me ama, y que anoche llegó tarde porque conoció a un valenciano y se enrolló con él.

– Y cuando le conté que tú estabas en casa esperando mi vuelta para recoger con tu lengua mis fluidos y su corrida, se puso tan caliente que cuando estábamos follando, mientras se lo decía, se corrió como un animal. Así que yo le seguí contando cosas y su polla se endureció de nuevo, porque por lo

Martes, 27

Y después de leer mi diario de ayer, me ha felicitado, me ha besado con suma ternura y cariño, lamiéndome los labios como tanto me gusta.

Y le he preguntado por qué y me ha dicho que porque me quiere y es muy feliz con mi entrega, con mi sumisión sin límite que la hace sentirse amada cada segundo del día con un amor total y una entrega sin parangón.

– Y ahora imagínate en nuestra cama mientras te miro fijamente a tus ojos –me ha dicho cogiéndome con cariño por la barbilla-. Y que tú observas sentado en el sillón cómo un semental africano me perfora mi culo mientras mis gemidos te van haciendo una y otra vez más cornudo. Piensa en eso mientras friegas los platos y me limpias la bañera: quiero bañarme.

Y me he ido a fregar los platos, a corregir la página web en la que cuento lo que ella me ordena y cuando he terminado me he ido a limpiarle la bañera para su baño cotidiano, mientras que ella se ha puesto a ver la televisión y a pintarse las uñas, porque quería estar preparada pues por la tarde venían sus amigas a tomar el café.

Y han venido y se han sentado en la sala de estar. Yo les he servido el café, mientras que ella miraba mi braguita tanga y mi delantal de doncella francesa. Han dicho que eran muy bonitas, las braguitas y muy coquetas, que me quedaban muy bien.

– ¿Dónde se compra las braguitas el cornudo? –le ha pregunta su amiga Rosa, a mi querida Carolina.

– Son las mismas que uso yo, cuando por las mañanas me las quito se las pone él, para que sienta todo el día en su sexo la tela que ha tocado mi coño; pero cuando voy a comprarlas lo llevo conmigo a la lencería y le hago que se las pruebe delante de la dependienta, para humillarlo en público delante de ella.

En esta casa tenemos los dos muy claro quién lleva de verdad las bragas.

Luego han llamado por teléfono a su amante y cuando ha venido, ellas se han sentado en sus butacas en círculo, me han colocado a mí y a su amante dentro, y entonces Carolina ha dejado sus tetas al aire, en mi cara y yo, claro, que siempre ando desnudo, me he arrodillado ante ella, como tengo escrito y firmado en mi contrato.

Luego ella me ha llevado mi cabeza a la entrepierna de su macho, mientras sus amigas se miraban y regocijaban, y le he abierto la bragueta, le he sacado su polla, que si es polla, mientras que lo mío se llama pito, y he acercado mi cara para besársela Pero ella me ha dicho que no, que parara.

– No puedes besarle la polla a un desconocido –me ha dicho, con razón -. Es de mala educación.

– Lo siento, soy el cornudo de Carolina y te suplico que te folles a mi mujer –le he explicado yo.

– ¿Sólo eso? –me ha preguntado ella.

– Bueno, te suplico que te la folles por el coño y por el culo, lugar que yo tengo prohibido y que sé que jamás podré follar.

– ¿Sólo eso?

– Y que te corras sobre sus hermosas tetas, sobre sus oscuros y grandes pezones, que yo no puedo chupar sin su permiso.

– ¿Y qué más?

– Y que la trates como el macho que yo no soy, y le des el placer que se merece una mujer como ella.

– Que bien enseñado lo tienes –le ha dicho su amiga Rosa

– Pues para mí gusto todavía le falta –ha contestado ella, llevando mi cabeza a la polla de su macho para que se la bese.

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