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Esclavos en una isla

Esclavos en una isla

Esta historia fantasiosa ocurrió en uno de los tantos sueños eróticos que se apoderan de mí.

Íbamos en un enorme barco 50 mujeres, todas completamente desnudas, atadas y amordazadas, éramos esclavas, unos hombres llegaron a nuestro pueblo y secuestraron a todas las mujeres que vivíamos allí, todas teníamos entre 25 y 40 años de edad, algunas éramos casadas, otras solteras, otras viudas, la cuestión era que pretendían poblar una isla desierta en el pacífico, y entonces nos llevaban para someternos como sus esclavas y así poder adueñarse de nosotras, claro que a la fuerza.

Nos encontrábamos todas juntas, la mayoría descompuestas por el movimiento del barco y por supuesto muy asustadas ya que no sabíamos lo que se proponían esos inadaptados, ellos se burlaban, nos miraban de una manera asquerosa, algunos nos mostraban sus penes erectos, otros nos toqueteaban como adelantándonos lo que nos esperaba, se peleaban entre ellos con cuantas se quedaría cada uno y a cuales elegirían.

Dentro del grupo de mujeres algunas estaban demasiado asustadas como para hacer algo que nos pudiera ayudar a todas, pero otras, estábamos dispuestas a no dejarnos dominar por ellos, una de las mujeres se destacaba del resto, y fue precisamente ella la que logró salvar a la mayoría, ella era una mujer de un carácter muy firme y algo rudo, se llamaba Marcela, hizo un gesto con la mirada a uno de los tipos, entonces él se acercó y le sacó la mordaza, ella le dijo que tenía sed, y que le alcanzara algo de beber, (como las mujeres somos más astutas que los hombres), él no sospechaba que ella tenía otras intenciones, además como se la quería ganar para que al llegar a la isla pudiese usarla, entonces trajo el agua, mientras le daba de beber con el vaso, él lo inclinaba demasiado entonces el agua caía sobre sus senos y él los lamía, yo los observaba y podía ver en los ojos de Marcela el asco que le proporcionaba eso, pero disimulaba muy bien, incluso le mostraba una sonrisa algo lasciva.

El tipo parecía que babeaba de gusto. Se olvido de un pequeño detalle, como estaba ansioso por seguir lamiéndole los senos olvido el vaso al costado de ella, luego los otros le gritaron que la dejara que cuando llegáramos a la isla, sería el momento de actuar y no ahora.

Marcela fue moviéndose con su cola hasta lograr tomar el vaso ya que tenía las manos atadas, de alguna manera se las ingenio para golpearlo contra la madera y lo partió, tomo un trozo de vidrio y logro cortar la cuerda, todas estábamos atadas con la misma cuerda, una sentada al lado de la otra, entonces ella fue pasando el trozo de vidrio y una a una lo fuimos cortando, pero seguíamos en la misma postura para que ellos no sospecharan nada, y esperar así a la más mínima oportunidad para lograr salvarnos, tampoco podíamos hacer mucho ya que estábamos en el medio del océano y lo más seguro era que nos muriéramos ahogadas o que nos comieran los tiburones, por lo pronto no había mucho por hacer, el viaje era agotador y ya estaba oscureciendo, ellos levantaban algunas velas, bajaban otras, por suerte parecía que nos habían olvidado.

Lo que no sabíamos era que se venía una enorme tormenta, de pronto el barco comenzó a moverse cada vez más, no teníamos de donde sostenernos, y golpeábamos contra las paredes del barco, ellos se olvidaron de nosotras, solo intentaban salvarse ellos mismos, cada uno se coloco un salvavidas, con una cuerda bajaron un bote al mar y se fueron en él dejándonos abandonadas y solas allí, olvide decir que el barco se estaba hundiendo, una vez que ellos se alejaron Marcela se quito la venda de la boca y comenzó a calmar a todas las mujeres, algunas vomitaban, otras gritaban histéricas, otras lloraban. Busqué desesperadamente si habían quedado salvavidas pero ellos se los llevaron a todos, el barco no tenía rumbo estaba completamente descontrolado y cada vez más dentro del mar que fuera.

Marcela se comportaba como la líder del grupo y comenzó a impartir órdenes, yo no tenía problema en aceptarlas ya que no quería encontrarme en el lugar de ella, además entendía que era para el bien de todas, algunas mujeres no querían someterse a lo que ella decía entonces se formaron dos bandos, Marcela pregunto quienes sabían nadar y un grupo de mujeres levantó la mano, yo me incluía en ese grupo.

Ella dijo que buscáramos algún tipo de herramientas, comenzamos a buscar por todas partes mientras el grupo de mujeres que estaban en contra de ellas decidió lanzarse al agua.

Ella trata de convencerlas pero no hubo caso, ellas se perdieron de vista en el mar.

Encontramos algunas herramientas y con ellas comenzamos a cortar trozos de madera del barco, en total éramos casi 30 mujeres, cada una se apodero de un trozo de madera y cuando el barco se hundió, flotábamos sobre ellos, tratamos de no separarnos, cuando aclaro a lo lejos se veía algo que parecía ser tierra, fuimos nadando hacia allí en forma muy lenta ya que estábamos agotadas y el sol era demasiado fuerte.

Llegamos a tierra cuando estaba oscureciendo nuevamente, debido al gran agotamiento nos quedamos dormidas en la orilla sobre la arena.

Al día siguiente y para sorpresa nuestra estaban nuestros secuestradores haciéndonos guardia, ellos nos estaban esperando, fue algo que nadie imaginaba, nos llevaron hacia un lugar que habían armado en forma de jaula y nos metieron allí, antes de eso tomaron a dos compañeras y las violaron, las colocaron contra un árbol con los brazos atados como abrazando el tronco del árbol, ellos formaron dos filas, algunos elegían a una y otros a la otra mujer, ellos estaban en hilera masturbándose sus penes y riéndose cada vez que uno terminaba se oían los aplausos, y luego continuaba el siguiente, todas veíamos el espectáculo, luego mas tarde volvieron y dijeron que querían a dos más, esta vez me eligieron a mí a y Marcela nos dijeron que teníamos que ir a buscar algo de comer y que no se nos ocurriera escapar porque matarían a las demás, salimos a buscar, fuimos recogiendo algunas frutas y encontramos unos hongos, enseguida me di cuenta que eran venenosos, los recogimos y cuando llegamos se los dimos, ellos estaban hambrientos y además de eso (ignorantes) se los devoraron, no paso mucho tiempo hasta que se quedaron dormidos.

Sacamos a las demás mujeres, y entre todas fuimos atándolos de pies y manos, lo curioso de todo esto fue que buscamos árboles que estuvieran separados a una distancia de la altura de un hombre mas o menos entonces los colocábamos en el medio de los árboles y atábamos sus manos en un árbol y sus pies en el otro, para entenderlo mejor quedaban boca arriba como si los atáramos a la cama, las manos en la cabecera y los pies en la parte de atrás, se entiende?.

Los hongos no los habían matado solamente los habían dormido, entre todas estábamos seguras de algo, nos íbamos a vengar de ellos de la misma manera con que abusaron de nosotras. Nos separamos en grupos de dos y algunas de tres y cada grupo se encargaba de uno de los desgraciados, en general todas hicimos lo mismo, comenzamos caminando por encima de ellos totalmente desnudas, algunas los mordían, otras los arañaban, ellos no podían hablar; tenían sus bocas tapadas, les poníamos bichos que le caminaran en el cuerpo, arañas, cangrejos, todo lo que encontrábamos, ellos se retorcían pero solo lograban que se nos ocurrieran más maldades.

Algunos de ellos tenían la desfachatez de estar excitados lo cual despertaba más la furia nuestra, solo queríamos verlos sufrir y no gozar, comenzamos a desfilar frente a ellos meneándoles la cola, algunas chicas se toqueteaban, se besaban, incluso se masturbaban, se lamían, todas estábamos excitadas, pero no íbamos a permitir que ellos gozaran nuestros cuerpos.

Solo se trataba de que sufran, comenzamos a bailar y a jugar el juego de la botella solo que con sus penes, algunas lograban la penetración pero cuando ellos demostraban que la estaban pasando bien, los dejábamos así sufriendo en esa agonía de estar en el límite y que luego se corte todo el placer.

Nos poníamos entre 3 mujeres y nos disputábamos el pene con la boca, el tipo se retorcía no puedo asegurar si de placer o de dolor pero que la estaba pasando mal de eso estoy segura, pero la que se pasó con la idea que tuvo fue Marcela ya que al día siguiente fuimos a buscar mas comida, los obligamos a comer nuevamente los hongos, solo que de a uno por vez y cuando se dormía les decíamos a los demás que observaran lo que les esperaba, lo poníamos boca abajo y con un palo lo violábamos por detrás, era un placer ver la cara de terror que ponían los demás sabiendo que muy pronto uno a uno iba a probar ese delicioso palo en su ano, así hicimos con todos, cuando despertaban en sus caras se notaban que ellos eran nuestros rehenes y nuestros esclavos y que lo seguirían siendo por todo el tiempo que habitáramos en la isla.

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