Capítulo 1
Esa mañana cuando Eva se aprestó a ver los mails recibidos, se extrañó e interesó a su vez, por uno que llevaba por “asunto” una pregunta: “¿Te animarías?”. Tuvo el presentimiento que no se trataría de una publicidad donde buscarían venderle algo, y efectivamente así fue.
Comenzó a leer y a medida que avanzaba la lectura no sabía si reírse, indignarse, enojarse o apretar la tecla “delete” sin más miramientos.
Pero no. Siguió hasta el final, a pesar de que tuvo que dedicarle varios minutos ya que el mail era sumamente descriptivo, minucioso, en todo el planteo que presentaba.
En síntesis, para no redundar en todos los detalles que el autor del mail había considerado, se trataba de una propuesta y un ofrecimiento a la vez.
Esta persona, que era hombre, le decía que era amigo de una amiga de ella, que por el momento no podía aclarar su identidad, que sabía algunas cosas de su vida personal, del momento particular por el que ella estaba pasando en su vida familiar, y que le proponía un “juego”, pero a la vez “una actividad cibernética”, de la que no iba a arrepentirse y que le podría abrir, si ella estaba dispuesta, un flanco diferente en su vida, que le sería útil para su estado de ánimo, y para derribar ciertas barreras que la vida alienada que solemos llevar en las grandes ciudades, nos compulsan permanentemente.
Se trataba lisa y llanamente de establecer con este “ciber-interlocutor” una fluida comunicación basada única y exclusivamente en el plano erótico, donde ella pudiera desplegar ante este personaje “conocido-desconocido” algunas de sus fantasías sexuales, sus frustraciones, sus deseos, en fin, todo lo que sintiera poco a poco ganas de transmitir, de soñar, de volar….siempre y exclusivamente referido a lo sexual ¿Y cuál sería el beneficio según este sujeto? Liberar su vida erótica, explayarse, sentir que le contaría a alguien concreto aunque desconocido (y en eso también consistía el “juego”) fantasías que jamás hubiera pensado atreverse a contar; entonces, eso traería como resultado, un humor diferente en su estado de ánimo, una distracción del momento difícil por el que estaba viviendo, un descubrimiento de facetas suyas como mujer, etc., etc. A su vez, el gurú le iría sugiriendo, a medida que ella le transmitiera sus fantasías más guardadas, algunas estrategias, recursos para poder satisfacerlas, pero todo a su debido tiempo, sin crearle a ella el más mínimo de los inconvenientes
Al llegar al final lanzó un grito de bronca diciendo: “¡Pero qué se cree este tipo!! Está loco!! Cómo voy a escribirle eso a un desconocido, cosas que después podría ser usado en mi contra!!» Se refería a que podría traerle problemas en su matrimonio, a pesar de que a esa altura, ya el vínculo estaba muy deteriorado…. Cerró el correo, se fijó la hora, y se dio cuenta que era tardísimo, que llegaría tarde a las entrevistas citadas en su estudio contable.
Mientras viajaba hacia la city en el metro, volvió a pensar en ese misterioso mail, y a ratos se sonreía, en otros, su rostro se encrespaba, repasaba una a una las explicaciones y luego se detuvo en pensar quien podría haber sido la amiga que le dio sus datos a ese personaje.
Se dio cuenta al repasar la lista, que tenía tres o cuatro lo suficientemente zarpadas para ofrecerse a algo por ese estilo, que más que amigas eran conocidas del trabajo que solían contar anécdotas muy sexualizadas donde se atrevían a cosas que ella nunca se hubiera imaginado
Trabajó mucho esa mañana y también por la tarde, por lo que ese tema del mail quedó en el olvido.
El regreso a casa continuó con los trajines diarios: algunas discusiones con sus hijos, el asistir a la mucama con la cena, algún llamado familiar a responder, la ropa para el día siguiente, el faltante de elementos en la alacena y Juanita que le taladraba la cabeza con sus quejas y que no le alcanzaba el tiempo para todas las tareas domésticas que había que cumplir en la casa….. “Basta!!” pensó, y fue a tomar una ducha.
Cuando cerró la puerta de su baño sintió un gran alivio. Tal vez era el único lugar en su casa donde podía estar un rato tranquila. Prefirió llenar la bañera y relajarse de las tensiones diarias. Así lo hizo.
Mientras pasaba una esponja suave por su cuerpo volvió a acordarse del mail de la mañana, y en ese estado distendido y casi alegre, se escuchó a sí misma decir: “¿Y por qué no? En realidad ahí reparó que entre todas las sartas de barbaridades (¿lo eran?) que ahí planteaba, decía que ella crearía un mail especial para establecer el correo, y que el mismo sería el secreto entre ambos.
Por supuesto, ahí es cuando pensó que no correría ningún riesgo porque su identidad estaría totalmente protegida en la red, para cualquier extraño. Sintió una especie de escalofrío erótico que recorrió todo su cuerpo cuando la idea se le iba concretando más en su mente, y tuvo la necesidad de frotarse fuertemente el clítoris con la esponja ya que su calentura había llegado al extremo de no poder aguatar una descarga
Se podría decir que cuando salió de la bañera, ya mucho más aliviada, la decisión de que sí lo haría, estaba tomada. «¿Qué perdería?» pensó, y por el contrario podría ser una experiencia que la sacara un poco de esa tediosa rutina diaria….
(Continuará….)
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