Segunda cita real con la hermosa Elen hembra voluptuosa de (25 años) yo de 52, soy la fruta prohibida y a ella le encanta descubrir y desarrollar su sexualidad, con quien quizá tiene la edad de su padre, pero la mira con ojos de lujuria y deseo.
Continúan hasta que él se incorpora, te abraza por la espalda, te dice que es una delicia como te mueves, te dirige hacia la cama y te tumba boca abajo y acaricia tus nalgas, las aprieta de forma deliciosa, las besa y muerde con una delicia que me hace rabiar pero me gusta observar cómo lo disfrutas
Esas palabras me encendieron y estiré mi mano para asir su dura polla, pero él me paró, me quitó la mano y la llevó sobre mi cabeza. Aquí, putita, mantén las manos ahí, no las muevas o tendré que dejarte así. Obediente me agarré las manos y las mantuve sobre mi cabeza.
Una tía le da la oportunidad a su sobrino de trabajar como interno en el hospital que ella dirige, tras una confrontación donde el carácter rebelde de su sobrino choca con la responsabilidad laboral de ella caen en una charla de compresión mutua y algo más allá del trato entre colegas y parientes.
Mi mano incansable repasaba esos labios vaginales totalmente húmedos. Recorría esos pliegues con lentitud, extrayendo gemidos de la boca de Monique, que ahora ya meneaba mi polla arriba y abajo. Los dos nos mirábamos y nos besábamos al ritmo de nuestras manos.
Por fin la lengua pasó entre tus labios que se abrieron a ella como una flor carnívora en busca del mosquito. La punta de la lengua rozó tu clítoris y creíste morir, te relajaste y te dejaste ir. El orgasmo fue fuerte e intenso, te dejó completamente rendida. La lengua no paraba.
Los días siguientes al trío inesperado con mi amigo, mi pareja algo incómoda me preguntaba qué había pasado. Yo, también algo incómodo, evadía la conversación. Luego no volvió a tocar el tema. Retomé el contacto con mi amigo luego de un par de semanas, sin mencionar lo sucedido. Tampoco nos volvió a
Cuando le clavé mi polla en lo más hondo, Mariela salió disparada y quedó tumbada jadeando sobre la cama. Me duele el coño cabrón y el culo. Tú lo pediste.
Empecé a recordar al tipo ese, la mujer obesa y el látigo. Pero no podía recordar más que las voces del tipo al correrse. Mi mente se fundía en negro después de escuchar las voces. Me dolía todo el cuerpo, para la única vez que no me habían follado, me habían dejado para el arrastre.
Ese meneo suave sobre mi polla que me proporcionaba la morena hacía que mi excitación creciera al máximo. Bajé mi mano buscando las bragas de la rubia, pero para mi sorpresa, no tenía. Metí dos de mis dedos en su coño y los meneé con rapidez. La rubia gemía y movía sus piernas