Capítulo 12

El anuncio XII

Los trillizos Solsona eran los típicos niños ricos que no se les ponía nada por delante. Ellos eran muy conocidos en la élite, además de por su incontable fortuna, porque se habían tirado a todas las chicas ricas de su entorno. Ya que ellas se les rifaban, locas por tener algo con ellos… los más ricos, los más guapos, los mejores amantes… pero los hermanos Solsona ya se habían follado a todas y estaban en otra onda, intentando descubrir nuevas sensaciones, deslumbrando con su labia, con sus deportivos, pero, sobre todo, porque los tres, eran tres apuestos mancebos casi idénticos. Cerca del uno noventa, con unos cuerpos torneados, musculados en el gimnasio y muy bronceados, eran un portento sexual, extremadamente bien dotados, con unos apéndices de más de veintidós centímetros cada uno.

Los Solsona siempre habían estado muy unidos y aunque se ligaban a todas las mujeres que querían, alguna vez por separado, siempre intentaban hacerlo todo en común, hasta el sexo, porque para ellos era especial, cuando lo realizaban los tres a la vez. Estos especímenes de la naturaleza, de gran porte, belleza de adonis, pollas perfectas y enormes. Tenían, además, la facultad de eyacular muy, pero que muy abundantemente.

Toño, Juan y Froilán, estaban tumbados en sus hamacas y tres putas de lujo arrodilladas a sus pies, intentaban a todas luces tragar al máximo de sus tremendas pollas, aunque era imposible.

  • Estas putitas no lo hacen mal. – decía Juan, apretando la cabeza de una negra de ojos enormes, que atrapaba su polla entre sus gruesos labios.
  • Joder, una pasta nos ha costado. – repetía Froilán, al que una exuberante rubia le lamía los huevos.
  • Eso digo yo, que salió de mi bolsillo. – decía Toño, con su polla entre las tetas de una morena, que se afanaba en que este se corriera.
  • Venga, putitas, ¿podéis hacerlo mejor o no? – repetía Juan con desidia, viendo que las preciosas chicas, apenas lograban sacar lo mejor de ellos.

Las chicas, contratadas a través de una agencia de modelos de alto standing, intentaban satisfacer los caprichos de los trillizos, pero ellos parecían buscar algo más, siempre exigiendo un punto más a esas sesiones.

  • ¿Sabéis lo que molaría, hermanos? Follarnos a unas trillizas. – dijo Juan mientras veía la boca de la negra succionando su bálano.
  • Joder, Juanito, tu sueñas… eso va a ser muy difícil. ¿Dónde las conseguimos? – comentó Toño.
  • Y además que quieran follar con nosotros. – apuntó Froilán.
  • Con dinero todo es posible.
  • Joder, parecéis tontos – intervino Froilán – llamemos a don Pablo, seguro que nos lo puede conseguir.
  • Los otros hermanos sonrieron ante ese apunte del hermano más acertado, porque siempre solían quedar satisfechos con los servicios que contratan con don Pablo, muy distinto a todo lo que solían vivir… ciertamente eran servicios exclusivos. Pero eso era casi un imposible, Pablo, siempre hacía todo lo posible por conseguir sus caprichos, aquello era casi un sueño.
  • Vale, le llamas tú, Toño y pagale lo que sea, venga, que negocias mejor que nosotros. – dijo Juan.
  •  Joder, siempre me dejáis a mí todo lo difícil.
  • ¡Venga tío! – le alentaba Froilán.
  • Bueno, no hay problema, pero no creo que Pablito nos consiga eso. Estáis flipando.

Toño pensó que aquello era perder el tiempo, pero sacando su polla embutida entre las tetas de la morena, se metió en la casa y marcó el teléfono de Pablo, pensando que siempre le tocaba todo a él, sus hermanos simplemente se apuntaban a la fiesta y él tenía que organizar, hacer las fiestas, contratar los músicos, el local, los viajes y las chicas…

  • Pablo, amiguete, soy Toño Solsona, el de los trillizos. –
  • Hombre Toño ¿Qué tal estáis? Hace mucho que no sé de vosotros. ¿No quedasteis satisfechos de la última chica que os mandé? Por lo que me dijo le llenasteis todos los agujeros y quedó fuera de juego para una temporada, porque os gastáis unas buenas herramientas.
  • Sí, jjajaa, Pablito, tienes razón, aquella muñequita era toda una bomba, nunca nos fallas, pero esta vez necesitábamos algo más, no sé.
  • Joder, Toño, siempre poniendo el listón alto.
  • Sí, jeje… lo que sea para buscar placer, jajaja
  • Sois insaciables, pero has llamado al sitio correcto. Al menos, puedo intentarlo ¿Qué buscáis?
  • Pues mira, mis hermanos y yo queremos unas trillizas.
  • Joder, Toño, uffff eso es imposible.
  • Esa palabra no existe para ti.
  • En serio, es muy difícil.
  • Ya se lo decía yo a estos que Pablito conseguía cualquier cosa, pero eso…

Pablo pensó rápido, pues sabía que esos tres hermanos podrían tener una buena alternativa y se le ocurrió que Silvia, Helena y Ángela podrían ser perfectas para ese plan.

  • ¿Sabes!, no tengo trillizas, pero tengo dos hermanas y la hija de una de ellas, si os va bien. Pero son algo caras, ya sabes por lo de la familia.
  • Joder, ¿tienes dos hermanas y una hija?
  • Sí, no son trillizas, tienen edades diferentes, lógicamente.
  • Pablo mentía a medias, pues, al fin y al cabo, Silvia y Helena, sí eran las hermanas verdaderas y Ángela podría pasar perfectamente por la hija de una de ellas.
  • Mola eso ¿Cuánto sería, Pablo?
  • Pues 30000.
  • Joder, Pablo, ¿esto también es por la guerra de Ucrania?
  • Si, no nos llegan los microchips, jajajaja.
  • No sé….
  • Toño, estas tres hembras son tremendas… te lo aseguro, además, sin límite y te garantizo que ellas cumplen.

Toño negoció con Pablo los detalles de esa nueva sesión, que, aunque era algo cara, sabía por su experiencia que no les iba a dejar insatisfechos… Cuando regresó al jardín les comentó el detalle a sus hermanos

  • Chicos, he hablado con Pablo y me dice que no puede conseguir a las trillizas.
  • Bueno, eso estaba medianamente claro – apuntó Froilán.
  • Pero… Tiene dos hermanas y la hija de una de ellas.
  • ¡Qué bueno! – dijo Juan apartando la boca de la chica que no conseguía hacerle correr. Ella sacó su boca con las babas aún colgando.
  • Pero son treinta mil “tariles”. – les aclaró Toño a sus hermanos.
  • Coño, el Pablito, cómo se cotiza, cada vez sube más la tarifa.

Sin duda, Juan era el más animado a seguir con ello, pero quiso aclarar:

  • Bueno, para mi va bien, ¿está todo incluido? Azotes, latigazos, folladas a tope, bueno, ya sabes…
  • Me ha dicho que barra libre. – dijo Toño.
  • Pues ya estás tardando en llamarle y decirle que sí.
  • Cabrones, vosotros no os mováis. – volvió el otro protestando para volver a confirmar el pedido con Pablo.

A 100 kilómetros de allí, Pablo había reunido a las tres chicas en la suite del hotel y ellas venían dispuestas a un nuevo reto. Pablo les fue explicando.

  • Bueno, creo que las tres estáis más que preparadas para un pedido muy especial.
  • ¿Más especial que lo hecho hasta ahora? – preguntó Silvia.
  • Sí, en realidad os necesito a las tres juntas. – aclaró él.
  • Qué bien, trabajar las tres juntas. – dijo Ángela ilusionada.
  • Bueno, es delicado… no podemos fallar.

Pablo les fue explicando con detalle, cómo eran los hermanos, bastante especiales en sus peticiones, con esas pollas enormes y que les gustaba participar a la vez, algo que sería de mucha utilidad en el estudio, según les decía.

  • Yo por una polla gorda, hago lo que sea. – dijo Ángela.
  • ¡Y yo! – dijeron las hermanas a la vez.
  • Bueno, pues vosotras sois hermanas y ella tiene que ser hija de una de vosotras.
  • Pues de esta – apuntó Silvia refiriéndose a su hermana – para eso es la mayor.
  • ¡Cabrona! – dijo la otra riendo.
  • Perfecto, lo voy organizando, Adrián os llevará a la casa de la sierra de los Solsona.
  • Ummm, Adrian, qué bien folla el cabronazo. – apuntó Ángela recordando esos momentos con él.
  • Bueno, de momento no folléis con nadie hasta el sábado, estos hermanos os quieren al cien por cien, ah y.… por cierto, quieren que llevéis únicamente estas túnicas. – dijo entregándoles esas prendas.

Las chicas se despidieron y por el camino las dos hermanas comentaban lo ilusionadas que estaban en ese nuevo proyecto.

  • Espero estar a la altura. – dijo Helena.
  • Si Pablo ha confiado en ti, es que puedes hacerlo.
  • Tengo un poco de miedo.
  • Es sólo al principio, pero, aunque sea un trabajo duro, merecerá la pena.
  • Gracias por darme esta oportunidad, hermanita, aunque me hayas colocado a una hija de diecinueve.
  • Es lo que hay, tú eres la mayor, pero para esto soy la veterana y puedo elegir.
  • Joder, es un montón de pasta, ¿Qué habría que hacer? – preguntó Helena intrigada.
  • Pues espera de todo, hermana. Estos ricos están muy salidos y no hacen cualquier cosa, seguro que anal, vaginal, oral, bukkakes, sado. Todo aquello que puedas imaginar y lo que no también jajaja.
  • Suena fuerte, pero a la vez muy tentador

Silvia miraba a su hermana sorprendida, porque se identificaba con esa ilusión que veía en el brillo de sus ojos.

  • Helena, seguro que lo disfrutas, pero entiendo que el sopetón asusta. Eso me pasó al principio. – le recordó Silvia.

Las hermanas se despidieron y Helena le puso una excusa a su marido para no tener sexo esa noche, ni durante el resto de la semana… al fin y al cabo, necesitaba estar en plenas facultades, aunque estaba muy caliente con la sola idea de tener sexo con desconocidos… Desde luego, con su marido ya resultaba demasiado monótono y aburrido, siempre lo mismo y muchas veces ni se terminaba corriendo. Pero ahora, desde que había tenido esas primeras pruebas con Pablo, estaba excitada y quiso guardar esa excitación hasta el sábado, aunque pensó en masturbarse, no lo hizo, cumpliendo su promesa, a pesar de ser realmente difícil.

El sábado, Pablo recogió a las tres chicas en su limusina, conducida por Adrián. Esta vez no había sorpresas, ya que las tres debían llevar una túnica. Se trataba de tres prendas prácticamente transparentes, en las que no había que añadir mucha imaginación. Don Pablo, situó a las tres en el asiento posterior del coche y las observó atentamente… podía adivinarse en cada una de ellas sus curvas, con sus pezones bien definidos, así como sus rasurados coños cuando la tela se pegaba a su cuerpo… y las tres calzaban zapatos de altísimo tacón. Todas iban iguales vestidas con esas sensuales túnicas, únicamente Silvia se había anudado unos cilicios a la cintura y marcaba aún más claramente sus curvas, especialmente sus pechos. Con el pelo al viento, estaba radiante, pero las otras dos no le andaban a la zaga… Helena se había maquillado muy bien y al trasluz del sol que entraba por la ventanilla se podían apreciar sus grandes y preciosos pechos. Con esos pezones como casi un pequeño meñique parecían querer reventar la fina tela que la cubría. Su pelo algo suelto sobre sus hombros y una pequeña diadema, resaltaba en ese rostro blanco, en cambio Ángela con una coleta alta en su pelo rubio y sin maquillaje, daba el aspecto de ser mucho más joven de sus «19 años».

  • ¡Guuuuaaauuuu estáis espectaculares! – exclamó Pablo.

Adrián no lo dijo, pero sus ojos y su sonrisa parecían corroborarlo.

  • Poneros cómodas, os sirvo una copa. – les dijo Pablo.
  • Muchas gracias. – respondieron las tres casi a la vez.

Les sirvió las tres copas de champagne y les fue comentando cómo debería funcionar todo… que se trataba de nuevos caprichos de esos tres hermanos, pero que confiaba en que ellas desarrollaran en primer lugar su papel de familia… Aunque Helena y Silvia lo tenían fácil, al ser realmente hermanas, Ángela también jugaba con Helena, llamándola mami de vez en cuando.

  • Helena, te noto inquieta – le comentó Pablo a la hermana mayor.
  • Sí, estoy como un flan. Muchas gracias don Pablo, por los piropos y por el trabajo que nos estás ofreciendo.
  • Seguro que lo haces muy bien, mujer, ya me lo has demostrado estos días, así que déjate llevar.
  • Gracias.

Adrián tenía una vista inmejorable a través de su espejo retrovisor. Esas tres mujeres con sus túnicas, parecían realmente ninfas… Desvió el coche a través de una verja que se abría automáticamente adentrándose en la gran finca, por el camino que los llevaba a la mansión de los trillizos.

La enorme casa, era presidida por una gran fuente con delfines de piedra. En la puerta, les esperaba un impresionante muchacho de más de dos metros que los salió a recibir, abriendo la puerta de la limusina.

  • Vengan conmigo, los señores les están esperando. – les dijo el joven.

Pablo caminó delante y llegaron hasta un inmenso salón que presidía el jardín y la piscina donde los tres hermanos tomaban el sol y bebían sendos cócteles.

Tras saludar a todos, Toño le entregó el talón convenido y Pablo hizo pasar a las tres mujeres al jardín para situarlas en línea frente a los trillizos que las miraban extasiados.

  • ¡Joder! – exclamó Froilán, incorporándose sentado en su hamaca al ver a esas tres bellezas juntas, alzadas en sus tacones y mirando al suelo, ofreciendo sus impresionantes cuerpos que se podían ver claramente bajo esas túnicas transparentes.
  • Si que están buenas las hermanas y la hija. – comentó Juan.
  • Mañana a las seis en punto estaré aquí, disfrutar de la noche. – dijo Pablo despidiéndose y guiñandole un ojo a Silvia confiando plenamente en ella y sabiendo que iba a desarrollar un magnífico trabajo.

Los tres hermanos se quedaron babeando ante tanta belleza. Don Pablo siempre les había tratado muy bien, pero esta vez era incomparable la selección que había hecho con esas tres bellezas.

  • ¿Quién es la madre de esta preciosa rubia? – preguntó Froilán señalando a Ángela.
  • Yo. – respondió tímidamente Helena.
  • Bien, ahora quiero que vayáis girando lentamente.

Las tres obedecieron y fueron girando sobre sus propios pies, mostrando a los trillizos que irradiaban belleza por todas partes, en esos culos firmes que podían adivinarse realzados bajo la fina tela que llevaban.

  • Vaya, Pablito se ha esmerado con las chicas de la familia… Si además de estar buena sabéis satisfacernos, esto va a ser antológico.
  • Ahora decirnos vuestros nombres. – anunció Toño que se tocaba la polla sobre el bañador.

Las tres chicas fueron diciendo sus nombres, sin apenas levantar la cabeza, como muy bien les había indicado Pablo.

  • Bien, Helena, pues que sepas que esa nena tuya me va a hacer una buena limpieza de sable. – dijo Froilán de nuevo – Tú, rubita, quítate la túnica y ven gateando a chuparme la polla. – añadió el chico.
  • ¡Que jeta tienes Froilán! – dijo Juan.
  • Bueno esto hay que arreglarlo – intervino Toño – Vosotras hermanitas, quitaros la túnica mutuamente y empezad a comeros el coño, así vais calentando y vemos lo bien que lo hacéis.

Ángela soltó su túnica quedando desnuda ante esos tres hermanos, caminando a gatas por la hierba llegó hasta la hamaca de Froilán que llevaba un bañador tipo bermuda, le soltó el nudo y sacó la enorme polla que portaba, al tiempo que las dos hermanas, se iban despojando de sus respectivas túnicas, quedando desnudas frente a frente. Silvia sonrió a Helena para animarla a hacer ese trabajo que ya habían entrenado anteriormente junto a Pablo.

Al momento estaban tumbadas sobre la hierba en un perfecto 69 y comiéndose mutuamente sus respectivos coños, con total dedicación, mientras Ángela devoraba la enorme polla de Froilán. Una verga robusta, de buen tamaño y un grosor casi como su brazo. La lamió hasta meter el capullo en la boca. Se le llenaba entera la boca, su textura suave la invadía y se relamía por dentro degustando esa fenomenal daga caliente. De algún modo, los otros dos hermanos impactados con las tres bellas mujeres en acción se pusieron uno a cada lado de Froilán para ver de cerca el buen trabajo de Ángela que siguió chupando mientras pajeaba a los otros dos, entregada en ese nuevo proyecto, pero sobre todo pensando que esas tres pollas les iban a dar muchísimo placer.

  • ¡Joder, cómo la chupa tu hija… Debes haberla enseñado bien! – comentaba jocoso el bueno de Froilán dirigiéndose a Helena.
  • Tiene a quien salir… -dijo la otra muy ocurrente.

Ángela se sintió pletórica, sabiendo que estaba esmerándose en esa mamada y de pronto un azote la sacó de sus pensamientos.

  • ¡Zas!,  ¡Hummmm rubita que bien la chupas! – gimió Froilán.
  • ¡Oye, cabrón, no seas acaparador! – protestó Toño guiando la boca de la chica hacia su polla.

La chica, sin dudarlo, la tragó con el mismo esmero comprobando que era igual que la de su otro hermano. La chupó y haciendo un esfuerzo consiguió llevarla hasta su garganta, esto provocó que un buen chorro de flujos descendiese por sus piernas, sin duda que disfrutaba de esa nueva experiencia.

  • ¡Jodeeer la rubita, hummmmm! – exclamó Toño ante las maravillas que le hacía la chica.

En esto, Juan se levantó y acarició todo el cuerpo de la joven, notando la suavidad de su piel y las formas tan bien proporcionadas de sus curvas.

  • ¡Si que está buena, la niña…!, ¡ven aquí y cómele el coño a tu hija! – dijo Juan llamando a Helena.

Helena se acercó y metiendo su cabeza entre las piernas de Ángela empezó a comerle el coño como le habían ordenado. Un azote estalló en su culito y por primera vez se empezó a comer un coño, pero con auténtica pasión. Aquel arreón le estimulaba al máximo y lo notó cuando le cayó un segundo azote. Ese sabor era más intenso que el coño de su hermana, más salado y húmedo, pero delicioso y con el aliciente de algún nuevo golpe en su pandero. Conocedora de los rincones de una mujer buscó el clítoris de Ángela y empezó a lamerlo, a sorberlo, a acariciarlo con su lengua hasta lograr que Ángela soltase un fuerte gemido anunciando su orgasmo. Siguió lamiendo y lamiendo, mientras la rubia seguía mamando como podía a pesar de estar corriéndose con la lengua de Helena.

  • ¡Joder, qué fuerte, tíos!, ¡Una madre y una hija en plena acción!, ¡Es mejor idea que lo de las trillizas! – dijo Froilán entre jadeos.

En un momento dado, le indicaron a Silvia que también se uniera a esa mamada compartida y se puso junto a Ángela, mientras que Helena iba cambiando de rajita, unas veces la de su hermana y otras la de la rubia.

  • ¡Guau, qué espectáculo! – dijo Juan al ver a Helena chupando a las otras chicas y las otras mamaban alternando las tres pollas.
  • ¡Si que son buenas estas putas! – añadió Froilán disfrutando de ese momento.

Silvia no pudo evitar reírse al escuchar esa palabra “putas” lo que en realidad eran, aunque trataran de camuflarlo con lo del estudio sexológico.

  • ¡Mira que pezones tiene la madre! – gritó Toño al ver a Helena disfrutando de ese coño que devoraba con todas las ganas.
  • ¡Joder, sí, qué delicia! – añadió Juan pellizcándolos.
  • Guau, cómo se nota que le gusta que le comas el coño, me está haciendo maravillas en la polla. Rubita, te vamos a poner un bonito traje blanco. Me encantaría ver esa cara bien llena de leche – apuntó Froilán muy excitado

Ángela siguió pajeando a Toño con una mano y luego volvía a comerse la polla de Juan, con bastante habilidad, sin duda sus enseñanzas por parte de Pablo y algunos cuantos pedidos, le habían aportado la experiencia y dominio que necesitaba, pese a su juventud. Ella se dio cuenta de que esa polla de Juan era un poco más gorda y debía abrir más la boca, aunque los tres hermanos estaban más que bien “equipados”, las leyendas que hablaban de ellos parecían no ser mentira. Silvia iba aportando la ayuda necesaria a su compañera más joven, pasando de verga en verga procurando sus mejores artes en la felación, los tres hermanos estaban demasiado excitados al tiempo que Helena estimulaba a las chicas por detrás, lamiendo sus respectivos sexos.

En un momento dado, Toño, Sintiendo que estaban disfrutando demasiado de la boquita de la rubia, decidió que preferían jugar un poco antes de correrse, pues esas tres mujeres iban a darles todo el placer que tanto anhelaban y celebraban haber recurrido a Pablo para esa sesión con las tres chicas de la misma familia.

  • ¿Echamos una “gallinita ciega”? – dijo muy excitado.
  • ¡Buena idea! – dijeron los otros hermanos.

Las tres chicas se miraron sin saber de qué iba aquello, cuando los trillizos detuvieron esa mamada en el mejor momento.

  • ¿Con cuál de estas zorras empezamos? – comentó Juan.
  • ¡Con la rubia, con la rubia! – repetía emocionado Froilán.

Los trillizos chocaron sus manos al unísono y con una venda preparada para la ocasión taparon los ojos a Ángela y la tumbaron sobre una mesa. Ella tumbada sintió bajo su cuerpo desnudo el frío y la dureza de esa madera y sin ver nada, estaba expectante ante el nuevo juego de los tres hermanos.

  • Mira bonita… – empezó a explicar Toño junto a su oído – el juego es sencillo… tienes que adivinar cual es la polla que te entra en uno de tus agujeros.

Ángela no pudo evitar una sonrisa con ese nuevo juego tan lascivo mientras que Silvia y Helena permanecieron desnudas arrodilladas en la hierba esperando su turno, observando esa nueva locura de los hermanos.

El primero en acercarse a Ángela fue Froilán, que al tener la chica la cabeza al borde de la mesa, le metió la polla hasta la garganta de una estocada, logrando que saliera un sonido seco de lo más profundo de ella y una arcada al sacarla.

  • ¿Y bien? – preguntó Toño.
  • ¡Joder, casí me ahoras!… ¡Froilán! – dijo ella al fin.
  • ¡Coño, esta putita sí que conoce tu polla, jajajaja! – río Juan.
  • El siguiente en acercarse fue el propio Juan y esta vez se situó entre sus piernas, con su verga totalmente tiesa y sin avisar, se la metió con fuerza en el coño, haciendo que la chica diera un tremendo gemido y se desplazara su cuerpo sobre la mesa debido a la fuerte embestida.
  • ¡Toño! – dijo.
  • No, preciosa… esta vez tienes un castigo. – río Juan que veía brillar su polla después de haberla alojado en ese chochito estrecho.

Los tres hermanos volvieron a chocar sus manos y empezaron a darle castigos alternadamente. El primero fue Froilán quien le propinó varios manotazos a la chica en sus tetas, haciendo que ella soltase algún gritito por esos inesperados golpes, pero cuando estaba acostumbrándose, Toño le plantó un azote enérgico en el culo con su mano abierta, hasta dejarle los dedos marcados.

  • ¡Ah, joder! Protestó Ángela ante ese fuerte manotazo en su trasero.

Poco le duró el momento cuando Froilán le metió un dedo en el culo de forma inesperada.

  1. ¡Cabróoonnn! – gritó ella, sin saber quién le había metido ese dedo sin avisar.
  2. ¡Siguiente! – gritó Juan.

A continuación, fue Helena la que se tumbó en la mesa y le fueron aplicando la misma medicina que a la rubia, le follaron la boca, le insertaron hasta dos pollas a la vez entre los labios y otra en el coño y ella, ante tanta imprevista intromisión, acertó alguna, pero falló la mayoría, por lo que fue castigada del mismo modo, recibiendo sendos azotes, golpes, pellizcos y dedos en su trasero.

  • Ahora quiero que tú te tumbes boca abajo – ordenó Forlán cuando era el turno de Silvia.

Esta, obediente, tumbó sus tetas contra la mesa mientras su culo quedaba al borde de la misma, con la punta de sus pies tocando el suelo y sus piernas totalmente abiertas. Le pusieron la venda y el primero en clavársela en el coño fue Toño de una fuerte embestida haciendo que se desplazará hasta la mesa.

  • ¡Ah, cabrón! – gritó ella al sentir esa enorme polla entrándole con esa fuerza, dándole dos o tres embestidas más, haciendo que su cuerpo se empotrara sobre la dura mesa al tiempo que notaba sus piernas temblando.

Por suerte o por desgracia acertó al decir el nombre de Froilán, pero lo que no se esperaba es que esta vez, fuera Juan, el que se pusiera entre sus piernas y apoyando su polla en el esfínter, se la metieran en el culo hasta lo más profundo y con la misma energía.

  • ¡Ay, me matasssss! – dijo ella al sentir ese dolor y placer mezclado ante esa brusquedad.
  • ¿No te gusta, zorra? – preguntó él agarrándola del pelo y clavándosela de forma bestial en el culo nuevamente.
  • ¡Ahhh, serás cabrón…! tenías que haber lubricado un poco hummmmm. – jadeaba entre gritos

Aquello no hacía más que encenderles tanto a ellos como a las chicas, esperando sumisamente cada una su turno. Y así se fueron cambiando, con ese “juego de la gallinita ciega” y esos perversos trillizos dándoles por todos los agujeros. Lo de adivinar ya era lo de menos, porque resultaba divertido sentir tanto placer y tortura mezclados.

  • Bueno, ahora vamos a cambiar las tornas. – anunció Juan.

En ese momento la venda iba pasando a los chicos y debían adivinar quién de ellas era la que le chupaba o le follaba y él “ciego” no podía usar sus manos.

La primera venda cayó en Juan que se sentó en una silla expectante a saber cuál de esas preciosas mujeres le tocaba en turno. La primera en chuparle la polla sin tocarle fue Silvia y el tipo acertó pues reconoció la habilidosa lengua de ella y todos aplaudieron por su habilidad para reconocerla. La siguiente en acercarse fue Helena que puso su culo delante de él y lo fue bajando sobre la polla sentándose dándole la espalda, pero esta vez falló, creyendo que había sido la más joven.

  • ¡Fallaste, hermanito! – gritó Froilán. – ¡Ahora como perdedor tenéis que hacerle correrse entre las tres con una buena mamada!
  • ¡Joder! – protestó el perdedor, porque él veía que tenía aguante para seguir con ese juego por más tiempo.

En el fondo, perder a ese juego era una auténtica delicia, pues cuando Juan se quitó la venda se encontró con la cara de las tres chicas delante de él, que empezaron a mamarle de forma combinada, de tal manera, que una chupaba la punta de su polla, otra le mamaba los huevos y la tercera por debajo le hacía un beso negro de lo más intenso en su culo.

  • ¡Te van a dejar seco! – gritó Froilán viendo cómo su hermano estaba demasiado excitado con tres bocas ahí abajo.

La primera descarga salió disparada contra la cara de Ángela, y las siguientes las fue dirigiendo a las otras dos caras, de modo que las tres chicas recibieron su buena lechada que parecía no tener fin.

Así continuó el juego, con los otros hermanos hasta que todo se corrieron sobre sus caras y sus tetas, con una intensidad que a ellas les parecía increíble, pues eran chorros y chorros sin parar… llegaron a contar hasta ocho descargas de alguno de ellos con gran cantidad de semen que bañaba sus caras como nunca habían visto en su vida.

Las chicas se dieron un chapuzón en la piscina y siguieron trabajando buena parte de la noche atendiendo a los hermanos, hasta casi la madrugada, en un festín, mezcla de orgía, en la que los trillizos se fueron follando a todas, en todas las posturas imaginables e inimaginables, para acabar regándolas de nuevo.

Ellas, bien desnudas o con aquellas túnicas transparentes con las que habían venido, fueron sirviendo a los hermanos en todos los caprichos que querían, actuando como fieles esclavas sexuales y también atendiéndoles para comer, servirles una copa, liarles un porro… hasta que el sueño venció a todos.

A las dos de la mañana Toño se despertó, en medio de esa noche calurosa y de sexo frenétic. Loco, buscó a Silvia que dormitaba al borde de la piscina sobre una toalla, allí mismo, cuando ella todavía estaba adormilada, la puso a cuatro patas delante de él. Lentamente entró en ella y empezó un suave bombeo. Froilán, que se despertó con los gemidos, hizo su parte con Helena que empezó a gemir cuando apretó sus pezones al tiempo que bombeaba con fuerza su culo, que ya tenía más que dolorido de tanta polla que le había entrado. Las tres estaban agotadas, pero seguían atendiendo con toda la profesionalidad a esos tres lujuriosos tipos.

  • ¡Hummm mami, luego me tendrás que dar el biberón! -gritaba Froilán follándose ese culo de Helena y sujetándola por las caderas.

Al otro lado de la piscina, Ángela chupaba la polla de Juan con ganas y viendo que se había despertado empalmado y excitado por esa inesperada mamada, comprendió que no tardaría mucho en correrse y gritaba de gusto, ante ese arte que le ponía la rubia con su boca, como si fuera la primera vez.

  • ¡Jodeeer qué bien la chupas hummmm me voy a correr siiiii!, Túmbate en el suelo y no te muevas. – decía el chico entre temblores.

Ángela se tumbó en la hierba y Juan empezó a soltar unos tremendos reguerones de semen que cubrieron sus tetas y su cuello, Mientras el tío gemía extenuado. Por su parte Froilán estaba dando con fuerza a Helena rebotando sobre su culo cada vez que su pelvis chocaba contra la de ella. Esta se retorcía sobre la polla ya empapada por sus propias corridas dentro de su culo y gritaba con ganas de más.

  • ¡Hey, tíos… esta rubia quiere un traje! – gritó Juan, soltando los últimos goterones en la frente de la rubia.

Los otros hermanos seguían dale que te pego follando a sus respectivas chicas y Helena gritaba de gusto, mientras se sentía llena a tope con esa polla en su culo.

  • ¡Vamos cabrón, dame fuerte, dame muy fuerte hummm si asiiiii!- gritaba la mayor de las hermanas descubriendo ese sexo salvaje, impetuoso, con juegos de lo más increíbles y con esas enormes pollas que tanto gusto les había proporcionado toda la noche.

Helena, se corrió sobre la polla de Juan a la vez que esté sacaba su polla de su esfínter y corriendo se dirigía hacia Ángela, dándole unos meneos a esa erección para terminar descargando sobre sus tetas, su cuello, su boca y toda su cara, soltando innumerables chorros que llegaban embadurnado hasta su pelo.

Toño tenía a Silvia ensartada en plan misionero, con sus piernas en los hombros, la estaba dando muy fuerte y ella estaba gozando como pocas veces… Tener a ese joven tan guapo taladrandola, le hacía sentirse como flotando en una nube y quería recibir sus pollazos, ella con los ojos en blanco seguía la follada teniendo un orgasmo tras otro, sin creerse la fuerza y el aguante de esos trillizos.

  • ¡Que coñito más buenoooo hummm, quiero aguantar, pero me vas hacer correeer hummmmmm! – gritaba Toño, al sentir los músculos de esa vagina apretándole en cada orgasmo de ella.

El chico sacó la polla del sexo de Silvia y haciendo lo mismo que sus hermanos, se derramó en la tripita y los pechos de Ángela que parecía una momia con tanta leche derramada por toda su anatomía. Grandes regueros se escurrían por sus muslos y especialmente por su cara, totalmente bañada… dejándola sin apenas poder abrir los ojos y casi sin poder respirar.

Las chicas estaban doloridas y extenuadas viendo la capacidad de esos tres hermanos que después de follarlas le dedicaron ese bukake espectacular a Ángela.

  • Id a bañarla, aún queda mucha noche. – les dijo Toño a las chicas

Las tres, obedientes, se fueron al baño acompañando a Ángela que lógicamente no podía abrir ni los ojos y procedieron a darle una buena ducha, aprovechando para bañarse todas ellas, comentando lo sucedido hasta ese momento.

  • Joder, menudas corridas te han echado estos guarros, si las dejas secar, seguro que podías haber hecho un molde. – dijo Helena viendo el cuerpo blanquecino de la rubia.
  • Siii, ¿habéis visto qué manera de soltar chorros? Creía que me ahogaba.
  • Ha sido alucinante. – dijo Silvia. Nunca he visto a un tío soltar tanto.
  • Si, lo he disfrutado mucho.
  • Estos tíos son espectaculares… follan muy bien y esa manera de correrse no es normal. – intervino Helena – por no hablar de esas pollas enormes, ¿no son perfectas?
  • Ya lo creo. Yo estaría follando las 24 horas – dijo graciosamente la rubia que aún tenía restos de semen en sus labios.

Ni corta ni perezosa, Helena recogió con su lengua de labios de Ángela, deseaba aquel esperma que le goteaba, quería saber cómo era el sabor de los trillizos juntos.

  • Además, están muy ricos jajaja. – dijo riendo.

Las otras dos chuparon y lamieron esa mezcla de semen de la cara de su amiga, mientras intercambiaron entre risas, lo bien que se lo estaban pasando y lo mucho que habían gozado del sexo durante toda la jornada, como nunca hasta entonces.

Silvia estaba deslizando el jabón por el cuerpo de Ángela a la vez que iba retirando el semen que tenía pegado. Los pezones de la joven se fueron poniendo duros con esas caricias y esto también excitó a Helena que acercó su boca al cuello ya que no quería quedarse fuera de ese juego lésbico de las tres. Silvia metió su mano bajo los cuerpos de las otras dos chicas para, así, empezar a acariciar sus respectivos coños.

  • ¡Estos coños hacen milagros! – dijo
  • ¡Pues el tuyo ni te cuento! – añadió Helena tocando el sexo de su hermana.
  • ¡Qué putas estamos hechas! – apuntó la más joven.

Aunque se habían corrido varias veces, parecían más cachondas que nunca, como si les faltara la traca final. Las tres chicas alternaban sus bocas y con sus manos acariciaban sus depilados sexos. Lentamente fueron cayendo al suelo bajo el agua de la ducha y formando una rueda, así empezaron a comerse mutuamente unas a otras.

  • ¡Hummmm sí que rico hummmm siiii!- gritaba Helena recibiendo unas veces la lengua de su hermana y otras la de Ángela.

Así estuvieron un buen rato las tres, retozando en el suelo, tumbadas, sentadas, compartiendo caricias, besos, lenguas y comiéndose por todas partes.

  • ¡Pero míralas, que guarras como se lo pasan! – se oyó la voz de Froilán gritando a sus hermanos, mientras veía esa orgía de chicas

Los dos hermanos se acercaron desnudos a la ducha a contemplar esa escena y la excitación los llevó a que sus pollas se pusieran duras de nuevo y en tiempo récord, algo que dejó a las chicas pasmadas.

  • Pero ¿ya estáis empalmados? – dijo Ángela viendo a esos trillizos con sus erecciones apuntándolas sin creer ese poder de recuperación después de no sé cuántas corridas.
  • Somos unos cerdos incansables, jajaja… comentó Toño riendo

Este se acercó a Silvia agarrándola por las caderas y la subió sobre su cuerpo con una facilidad increíble. Dejó que ella se agarrara a su cuello y ubicando su polla en la entrada de su coñito, se la insertó hasta lo más profundo en volandas, sujetándola por el culo.

  • ¡Ah, joder, Toño, qué polla tienes! – gritaba Silvia al sentirse empalada, disfrutando de cómo ese chico aguantaba su peso como si nada. Subiéndole y bajándole sobre su polla y follándola sin parar.

Los brazos de ella se agarraron con fuerza al cuello del chico y rodeó la cintura de él con sus piernas facilitando así esas embestidas enérgicas, a la vez que botaba sobre esa potente polla. Toño con las manos en su culo la subía y la bajaba con fuerza y determinación al tiempo que ella gemía, casi chillando.

  • ¡Siiii así, hasta dentro siiii, siiiii joder que ricooo, cómo follas cabronazoooo!

Toño le daba todo lo fuerte que podía y Silvia saltaba sobre esa verga que llenaba por entero su estrecho coño. El roce de las paredes de su vagina y los músculos que ella misma apretaba, fue calentando ese duro cilindro y este, apoyando a Silvia contra la pared le dio con todas sus fuerzas varias embestidas más apretando su pelvis contra el cuerpo de la chica.

  • ¡Así, así, asiiiii, puta, apriétame la polla siii, te voy a llenar entera siiii… Toma putaaaaa tomaaaaa! – gritaba sin dejar de taladrarla como un animal.

El chico, apretando los músculos de sus piernas para sujetar su peso, descargó sus potentes chorros dentro de ese apretado coño, al tiempo que ella se estaba corriendo por enésima vez gracias a ese portento de hombre. Tras poner los ojos en blanco nuevamente y recobrar el aliento, sentía cómo el esperma llenaba su vagina por completo y rebosaba cayendo por sus piernas y sin descolgarse del cuello de Toño, lo besaba con todas las ganas.

  • ¡Que bien tío, menuda follada hummmm me has vuelto loca y la corrida jodeeeer me ha hecho correrme otra vez! – decía ella entrecortadamente notando como todavía ese pene estaba duro dentro de ella.

Cuando miraron a su alrededor, se dieron cuenta de que los habían dejado solos, caminaron desnudos por la casa, ella con las piernas temblorosas y chorreando tras ese polvo y al pasar por el salón descubrieron a Juan que arrodillado en la alfombra estaba follando a Helena en cuatro y le daba todo lo duro que podía, haciendo chocar su culo contra ella.

Toño y Silvia se sentaron en un sofá y se pusieron a ver el espectáculo de sus respectivos hermanos. Con sus manos en la cintura de Helena, Juan se aplicaba penetrando profundamente el coño de la hermana mayor, con pollazos que retumbaban en la habitación mientras que ella gemía entregada a las buenas embestidas que el otro le daba sin parar y su cara se iba acercando más a la alfombra del suelo. Juan con el sudor bañando su piel, le daba con todas sus fuerzas, haciendo gimiera mientras se corría sin descanso.

  • ¡Síii, síi, qué buenooo! – gritaba abriendo los ojos para cruzarlos con los de su hermana y decirle con la mirada agradecida lo bien que se lo estaba pasando en ese nuevo trabajo.

Helena empezó a temblar entre convulsiones, debido a los enérgicos empellones le daba de forma casi salvaje, sin piedad. Sus ojos estaban en blanco y de su boca salía un hilo de babas, en un orgasmo que parecía no detenerse nunca. Juan arqueó el cuerpo y clavó su polla en lo más profundo del coño de la hermana mayor.

  • ¡Siiiii hummmm que buena puta que bien me has abrazado la polla… siiiii jodeeer tomaaaaaa! – repetía él, para empezar a correrse dentro de ella.

Unos potentes chorros salían de la polla de Juan mientras Helena no paraba de temblar con su cara pegada en el suelo mientras él le sujetaba la cabeza, dándole los últimos golpes de cadera. La corrida fue tan sentida por ella que el calor del esperma le llevó a otro nuevo orgasmo, pocas veces en su vida se había corrido tantas veces seguidas y menos de esa forma.

Un poco más allá, la mano de Toño recorría el coño empapado de Silvia, mientras ella acariciaba sus huevos y es que ambos estaban cachondos de nuevo viendo el espectáculo sobre la alfombra, pero echaron de menos a los otros dos. Fueron buscando por todas las habitaciones de la casa, hasta que llegaron al dormitorio principal. Allí, Froilán, que estaba absolutamente prendado de Ángela, la estaba follando, estilo misionero, pero esta vez con mucha suavidad, muy lento, mientras ella acariciaba su espalda y su culo tiernamente.

  • ¡Sí, qué maravillaaaa! – gemía ella, sintiendo esa polla entrando hasta su matriz.

Froilán, al igual que sus hermanos, era un virtuoso en ese arte de follar y hacía que su polla entrase y saliese de ese coñito estrecho de forma muy, muy lenta. Ángela notaba cómo la llenaba, abriéndola al máximo con ese ritmo suave que le llevaba a sentirla aún más profunda, para luego dejar un tremendo vacío cuando el chico la sacaba y feliz de sentirle de nuevo bien adentro. Algo que la estaba volviendo loca. Llevaba, al igual que las otras dos, un buen rato con orgasmos continuos, pero no quería que ese polvo se acabase nunca.

  • ¡Hummm mi torete, dame así, siii despaaaciitooo hmmm siiii. Que bien te siento y como me llenas hummmm menuda polla! – repetía ella mientras le besaba y sus lenguas se mezclaban en ese ritmo que era casi un baile bien acompasado por ambos

Froilán separó la cara de la chica y soltando un poco de su baba la dejó caer sobre la lengua de esta que devoró ávidamente, tragándosela en merecido premio por ese amante que tenía encima… y el otro siguió con su lento mete y saca dentro de ella.

  • ¡Jodeeer rubita, me tienes loco, me vuelves loco!
  • ¡Y tú a míiiii!

Froilán siguió follándola muy lento, mientras miraba el reloj de la mesita y ver que eran más de las cinco de la mañana y todo se acababa, pero no quería que esa hora fatídica de las seis llegara nunca, ya que ese coño le tenía atrapado en todos los sentidos.

De pronto, Ángela, sintiendo sobre estimulado su punto G y debido a ese lento y continuo folleteo, empezó a soltar un chorro de flujo que los bañó a ambos y las sábanas que tenía debajo.

  • ¡Uf, uf, uf… joder, qué gusto, tíooooo! – repetía ella ante esa nueva experiencia de vivir un squirt con ese chico.

Froilán separándose un poco, bajó su cara hasta ese coño para que ese flujo llegase a su boca. Necesitaba probarlo.

  • ¡Que rica estás rubita, que rica estás!
  • ¡Sí, sí…! – repetía la otra en medio de ese orgasmo, disfrutando de la lengua de ese chico.
  • Te voy a follar como nunca lo hicieron, te voy a destrozar, te voy a llenar el coño con mi leche. Vas a estar pegada a mi para el resto de tus días. – añadió él.

Froilán se arrodilló entre las piernas de ella elevándola sobre él, sujetando con fuerza los cachetes del culo, la embistió haciéndola botar sobre su cuerpo, empezó a darle muy, muy duro, la levantaba hasta casi sacar por completo su polla, para dejarla caer de golpe sobre ella. Ángela estaba en éxtasis sin creerse que un hombre le pudiera dar tanto placer y tantas veces… con su novio no había sentido nada igual jamás en su vida, en unos polvos de lo más aburridos, con una polla que apenas le daba la mitad de gusto que esta, o la dejaba con las ganas la mayoría de las veces y ahora, con Froilán de forma inaudita, conseguía tener orgasmos continuos con esa sensación extraña como de orinarse, que no desaparecía y volvió a ocurrir de nuevo soltando un potente río. Bañando sus sexos, retorciéndose de placer.

  • ¡Siii cabroooon, siiiii dameee asiiiii fueeerteee, destrozameee! – gritaba ella agarrada a su cuello y botando sobre esa polla que la taladraba a ritmo frenético.
  • ¡Tomaaaaa, tomaaaaa!- eran los gritos de él.

Froilán con su boca pegada a la de ella mientras ese sexo le bañaba su polla. Lo que no hizo otra cosa que provocarle un orgasmo también y empezar a soltar chorros que inundaban su interior, pero sin dejar de subirla y bajarla sobre él… Ángela era una muñeca en sus manos y pegando su boca a la de Froilán, volvió a irse en un potente chorro que esta vez se juntó con la corrida del chico.

  • ¡Siiiiiiii, siiiiiii, siiiiiii,siiiiiii!– gritaba ella en medio de otro orgasmo increíble.

Los dos cayeron desplomados sobre la cama, besándose y rodando entre las sábanas hasta quedarse totalmente exhaustos.

  • Hijo de puta, ¿ahora que voy a hacer yo? Me has dejado marcada de por vida. Voy a dejar a mi novio… – decía ella comiéndose la boca del chico totalmente borracha de ese tipo.

Froilán le sonreía, pero pensaba lo mismo… hacía tiempo que no sentía la necesidad de verse dentro de ella continuamente.

  • Sobrinita, creo que debemos pensar en arreglarnos para irnos, Pablo vendrá a buscarnos en breve. – dijo Silvia, viendo a Ángela como hipnotizada por esa polla… y sin que fuera capaz de dejar de besarle.
  • Creo que aún puedes desayunar antes de irte – dijo Toño entonces a Silvia y empujando su cabeza para que volviera a chupar esa polla y así lo hizo, arrodillada a sus pies, sacando el último depósito de leche que degustó tragando hasta la última gota.
  • Joder cabrón casi me ahogas. – dijo Silvia, pues la cantidad que le había entrado apenas le dejaba respirar.

Ellas volvieron a darse otra ducha, pero esta vez, totalmente destrozadas con tanto sexo, solo se limitaron a quitarse el sudor y los restos de esa noche y ponerse las tres túnicas con las que llegaron a la mansión.

  • Habéis sido espectaculares, queremos repetir y pagamos lo que sea. – comentó Juan despidiendo a las chicas en la entrada, viendo que el coche de Pablo se acercaba.
  • Me parece que vamos a volver, pero sin límite de tiempo y sin cobrar, ¿verdad chicas? – comentó Helena.
  • Yo sería capaz de pagaros. – Añadió Ángela apretando la dureza de Froilán que volvía a pegar su cuerpo desnudo sobre ella acariciando su trasero sobre esa túnica fina.
  • Dentro de dos semanas tendremos un bukake con una gran fiesta – dijo Froilán. ¿Te apetece rubita? ¿Os apetece a vosotras?
  • A mí me encantaría. – dijo Silvia.
  • Cuenta conmigo. – añadió Helena a su lado.
  • Serán cincuenta pollas. – apuntó Froilán y las chicas abrieron sus bocas con asombro ante las risas de esos trillizos.

CONTINUARÁ…

Javier & Sylke

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