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Carolina y yo: su cornudo sumiso V

Carolina y yo: su cornudo sumiso V

Así es que ahora llevo tatuado en un glúteo el número 000328 correspondiente a mi SRN (Slave Registration Number), de mi registro como Antonio Cornudo en el International Registry Of Slave que permite que cualquier persona del mundo pueda entrar en esa página web y ver mi ficha, mis fotos y como mi mujer me humilla ante todo el mundo al describirme allí como “un cornudo sumiso que se humilla todos los días suplicándome que le ponga los cuernos, mientras lo mantengo a él en castidad absoluta y le prohíbo mirar a otras mujeres”.

Y también dice en mi ficha del Registro Internacional de Esclavos de esta página web, que, pronto, voy a llevar un piercing en el prepucio que actuará a modo de cinturón de castidad para que así, al estar infibulado, no pueda tener relaciones sexuales ni masturbarme, lo cual que ha sido una sorpresa porque yo no lo sabía.

Porque ella me ama de verdad, lo sé, ya que de vez en cuando me coge de la mano, me lleva a nuestra cama, me desnuda, me lame por todo el cuerpo, me acaricia, me besa, me lame los labios y me dice que me quiere.

Y es verdad, porque me abraza, se abraza a mí, me besa con suma ternura, me da besitos por toda la cara, me acaricia la nuca, me ensortija el pelo, me mira a los ojos, y yo la abrazo y le digo que la quiero.

Entonces ella me lleva a la cocina, me coloca desnudo a cuatro patas sobre la mesa, me pasa sus uñas con manicura francesa por los cojones y por la polla, y me los araña ligeramente, para que sienta la caricia de sus uñas pero nada más, porque según me dice tiene miedo de que al estar tanto tiempo en castidad, al estar con las pelotas llenas y empalmado de deseo insatisfecho, el solo roce de las uñas me provoque una caricia y me corra.

Me acaricia entonces con delicadeza, rozándome los huevos y la polla con sus uñas, arañándome muy suavemente por los huevos, por el tallo de la polla, por el glande, mientras que yo culeo procurando un mayor roce. Pero ella lo evita aflojando la caricia.

– ¿Estás a punto de correrte, verdad? –me pregunta, mirándome a los ojos.

– Sí, sí –le contesto ansioso.

– Me alegro, porque ahora me voy a follar con otro –me aclara, antes de soltarme, cogerme de la mano y llevarme al cuarto de baño para que le arregle el coño, para que le recorte con unas pequeñas tijeras los pelos y que se le vea bien la raja y sus protuberantes labios.

Y mientras me arrodillo y se los arreglo con una tijera pequeña que ella me da, la miro y le digo que la quiero, que la amo con todos los poros de mil piel.

Y ella me contesta que sí, que ella también me ama porque es imposible encontrar a un mejor cornudo que yo, que se excite arreglándole el coño a su mujer para que lo goce otro.

– ¿Cómo se llama el marido que se excita arreglándole el coño a su mujer para que lo goce otro?

– Cornudo, amor mío, se llama cornudo.

– Cierto, cornudo de cornudos.

Y yo me ruborizo satisfecho porque jamás, ni en la mejor de mis fantasías, había soñado con encontrar una mujer como ella, una mujer que me amara así.

Y una vez que hube acabado, se puso la tanga transparente, me pregunto si se le veía bien la raja y los labios del coño y entonces yo la mire y vi que sí, que estaba preciosa enseñando su hermoso coño a través de la tela.

Entonces me cogió de la mano, me dio un beso en la frente que según me dijo se asemejaba al beso que Judas le dio a cristo, porque yo estaría allí, sufriendo por mi ama, mientras ella disfrutaba de mi humillación, y me puso desnudo y de rodillas cara a la pared, precisamente debajo del marco en el que cuelga a todo color mi International Registry Od Slave (irs) SRN: 000328, con el nombre de Antonio Cornudo.

Luego me ató las manos a la espalda y metió sus braguitas entre mis narices y la pared, y apretó mi cabeza contra ellas.

“Procura apretar con la nariz para que no se te caigan al suelo”, me dijo.

Y yo metí mi nariz en la braga para apretar y para olerla, procurando no aflojar mi presión contra la pared para que no se cayera.

“Así sabré que no puedes moverte de aquí porque si te apartas un poco se te caerían y al volver me las encontraría en el suelo”, me dijo, antes de alejarse para ver que tal quedaba.

Luego me ha dicho que mientras yo estaba allí pegado a la pared y aguantando sus braguitas con mi nariz, ella buscaría un buen macho porque quiere sentir de nuevo la sensación de ser penetrada por todos sus agujeros.

– Estaré muy puta cornudo mío, y me acordare de que sin ti esto no seria posible, mi gozo pasa por tu humillación no lo olvides.

Y yo me he quedado allí desnudo, apretando con mi nariz sus bragas contra la pared, oliéndola, apretando para que no se caigan al suelo y esperando sin saber qué.

Y debe de haber pasado una media hora porque he oído la llave de la puerta y por el rabillo del ojo he visto que ella entrada de la mano de su amante, han pasado junto a mí y se han metido al dormitorio, dejando la puerta abierta.

Y por al rabillo he podido ver como se besaban como locos y como ellos miraban de vez en cuando a donde yo estaba, se excitaban más, y seguían besándose y acariciándose, antes de poner se a follar como posesos.

Pero antes de que él se corriera, mi querida Carolina se ha acordado de mí, porque se ha levantado, me ha soltado las manos, me ha quitado las bragas de la nariz y me ha llevado a su dormitorio, donde me he arrodillado junto a la cama porque ella me tiene dicho que ese acto, el de ponerme los cuernos follando con sus amantes, es el ritual más sagrado que hay en mi vida y he de asistir a él de rodillas, con devoción y respeto.

Luego se han puesto a follar arrebatados, mientras ella le decía a él que quería sentir la polla de un hombre, sentirse hembra ardiente, follada hasta la extenuación, hasta que su coño ardiera por el roce de su polla.

Y cuando ha advertido que él se iba a correr se la ha sacado, le ha dicho que se corra sobre sus tetas y una vez que él se ha vaciado sobre ellas, se ha repartido su leche por los pezones, y me ha llamado para que los chupe.

– Chupa y bebe la leche de mi macho sobre mis tetas, mama de mis pezones la leche del macho que te ha hecho cornudo-, me ha dicho, animándome y dando muestras de lo mucho que me quiere.

Porque en mi contrato de cornudo sumiso tengo prohibido que le bese o toque sus tetas sin pedirle permiso, porque dice que son el signo de omnipotencia sobre mí, por lo que siempre que aparece ante mi con sus tetas desnuda, me he de hincar de rodillas para rendirles pleitesía y devoción.

Y luego ella me levanta de la cama, me coge de la mano y me lleva junto a su macho que está ya de pie vistiéndose para marcharse. Y entonces, con la ternura de una madre me arrodilla ante la polla que me ha hecho cornudo y me lleva la cabeza hacia ella para que le dé las gracias y la bese con cariño y devoción, con respeto y reverencia.

– Sé agradecido y besa y mima la polla del macho que te ha hecho cornudo, dale las gracias por haberte hecho feliz –me dice con mucho cariño y ternura, recordándome mis obligaciones porque soy muy desagradecido.

Y yo le dio besitos, la lamo un poco, le vuelvo a dar besitos y más besitos, mientras le doy las gracias por hacerme cornudo.

Continúa la serie << Carolina y yo: su cornudo sumiso IV Carolina y yo: su cornudo sumiso VI: Contrato >>

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