Pongo las dos palmas abiertas sobre su estómago todavía tapado por el picardías y están van acariciando su cuerpo sobre la tela. Encuentran un pequeño lazo de tela que cierra el picardías y con los dientes consigo desatarlo.
Fui y golpeé su puerta, me atendió vestida con un conjunto pijama de pantalón largo y chaqueta, en ese momento no sé si fue mi imaginación o una premonición de lo que vendría pero creí ver, por la forma en que colgaban sus tetas bajo el pijama
Me desaflojó la correa, bajo el cierre de mi pantalón y eso me comenzó a gustar, al sentir sus cálidas manos en mi pene me hizo sentir más rico todavía. Lo tenía bien erecto y ella se puso a mirar, me tocaba con sus dedos el glande y quiso remangarlo hasta abajo, pero la mitad de mi prepucio estaba pegado todavía a la piel, la parte del frenillo la tenía intacta y pegada al glande.
A la tarde llamo a Pedro, también me cogió, yo lloraba, mientras lo hacía, pero creo que lloraba, más por Oscar, que había perdido la oportunidad de que lo amaran.
Ella se me acercó y comenzamos a besarnos, comencé a acariciar su espalda hasta llegar a sus nalgas, ella se estremeció cuando las sintió y se excitó más cuando mis dedos comenzaron a buscar su culito.
Esta vez su pareja será también su esclava junto con su amiga, cuando a él se le apeteciera, y ellas le obedecerían en todo, como buenas chicas.
Un hombre posee por entero a sus esclavas. Es su Amo y ellas lo saben y lo aceptan, intentando satisfacer todos sus deseos. Los más refinados castigos son su placer. Y en la obediencia y la sumisión encuentran su delirio...
En ese instante agarro mi pene y sin vacilar lo metió en la vagina, al principio se sentía algo apretado, sensación que cambió cuando empezó a moverse de arriba a abajo y francamente era sensacional percibir esa humedad deslizándose por mi miembro que no soportaba más padecimiento
Desde los quince años siempre tuve fantasías con un hombre, hoy de cincuenta años, que siempre quiso acercarse , siempre nos ayudó, y siempre vi su mirada, ante mi presencia, pero siempre estuvo a un paso, un día subí a su auto, me llevo a mi casa y no intento nada, me sentí frustrada, porque ese día yo estaba con ganas
El padre de Alicia pasa de mirarla como una hija a mirarla como a su mujer, su esposa, su amante.