Quería verme masturbarme con cubitos de hielo. Tengo que confesar que la idea me fascinó inmediatamente y de no haber sido por que nos faltaban tres clases, lo habría llevado a mi casa en ese mismo momento.
Mi madre tenía las faldas levantadas en los muslos, estaba agachada, en cuclillas y sus enormes y preciosas tetas le colgaban de una camiseta holgada que tenía puesta, su mano acariciaba las pelotas y la polla del perro, el animal nos miraba con la misma mirada de tristeza que al principio, le gustaba aquello, al cabrón del perro le gustaba que mi madre le tocara la polla.
Yo instintiva y silenciosamente le metí el pulgar en su boca. Recuerdo que llegaba a tocar su campañilla. Luego me beso, me metió la lengua. Yo sobé sus tetas apretándolas. Si mi pene medía 20 ahora medía 21.
Mi verga ya completamente hinchada quería reventar, seguí disfrutando del panorama y vi que los botones de la parte de arriba del vestido se habían abierto y dejaba ver parte de su pecho izquierdo asomándose una parte de su aureola rosita, solo liberada un poco por el brasier que se resistía a dejarlo solo, libre... vi su cara, un ángel, solo un ángel podría estar como ella hermosa.
Nos metimos a la ducha juntos, nos enjabonamos mutuamente y luego le pedí que se sentara en la banqueta para el efecto y yo me arrodillé en el piso para dirigir mi boca a su tranca, con cierta dificultad engullí casi la mitad y el tipo gemía y gritaba de placer. Puse en práctica mi técnica felatoria y lo dejé a punto de acabar.
La semana transcurrió normal, hasta que llegó el Lunes a lo cual yo estaba ansioso de poder ver a la sirvienta otra vez.. yo en cierta forma creo que era exhibicionista no se si sea una enfermedad o algo grave (espero que no), pero me gustaba que me viera desnudo o semi desnudo la sirvienta.. quizás mostrarle mi cuerpo a ella le gustaba en cierta forma a ella y no sabía si ella y había estado con un hombre antes desnudo, lo cual pienso que no.
En aquella época estaba saliendo con un muchacho de otra ciudad, y para ir a verlo debía ir y venir en tren de su ciudad a la mía los fines de semana, casi siempre iba yo a la suya porque había mas marcha de salir en plan discotecas.
Yo comencé a frotar ese clítoris con movimientos circulares y rápidos así que logre humedecerla pronto. Ella se agarro de mi verga y casi me la parte del apretón tan fuerte que me dio, inmediatamente dio la vuelta hacia mi me desnudó rápidamente y comenzamos a besarnos como poseídos.
Entre gritos de los chicos y chicas, me daba toda la prisa que podía para no impacientarles por temor a que me empezaran a romper los estantes donde mi madre colocaba en perfecta armonía montañas de cajitas de todos los colores que contenían azafrán, comino o tomate seco.
Desde que llegó no hubo día que no requiriera de sus servicios de copias, charlábamos unos breves momentos, me hablaba de sus hijos, de la monotonía de su vida etc., siempre ella sacaba mis copias volteada a mí mientras yo me deleitaba con sus formas pensando en ese soberbio culito y lo que podría hacer si fuera mío.