El efecto combinado de todo su peso sobre mi bota, de esa mano fuertemente asida a mi nuca, de su proximidad a mi, de sus labios en mi oreja, insultando y amenazando con gran chulería y esa rodilla huesuda frotándome sin ningún reparo en la entrepierna me había producido dos orgasmos de película que había recreado en casa logrando unas pajas gloriosas.).
Siempre que iba a casa de mi abuelo había mucha gente, y la chica se notaba muy esquiva a mis insinuaciones, siempre se escondía en su cuarto y se encerraba, entonces dejé pasar el tiempo más o menos seis meses y dejé de ir donde mi abuelo, y las cosas empezaron a cambiar me miraba pícaramente
El cámara dedico un primer plano a la cara de María, que aprovecho para soltar los penes y dedicarse de lleno al de Juan. Le hizo de todo: Se la metió hasta el fondo, le chupo de arriba abajo, le comió los cojones. Lo dicho… La actuación de una profesional. Tenia la cara de vicio.
El hombre que estaba excitadísimo me sujetó la cabeza con sus manos y empezó a bombear como si quisiera cogerme por la boca. Fue una sensación muy fea, nunca me había sucedido algo así y me sentí ultrajada.
Cuando entré en esa casa-consultorio jamás pensé que el regordete calvo que me aplicaría esas nuevas técnicas de masajes me haría gozar como lo hizo.
Como el expreso, no es momento de dejar ningún trabajo, a los 26 años me encontraba en otra ciudad, trabajando con compañeros nuevos, jefe nuevo y una actitud personal que me intrigaba, mis hormonas estaban lo más parecida que en esa edad donde todo es sexo, tema tabú para muchos considero que por suerte que siempre pensé en el sexo como un entretenimiento en espera de esa química esperada pero siempre ausente.
Hacia tiempo que iba a esta playa nudista de la capital tinerfeña, solo para ver a una mujer de aproximadamente 45 años, muy bien de cuerpo, unas tetas blancas (se notaba que hacia poco que empezó a hacer nudismo) grandes y muy bien puesta para su edad, con unos pezones rosaditos, culo firme, chocho depiladito haciendo un triangulo con pelos.
Una amiga mía llega a usar gruesas pijas de goma en sus encuentros sexuales. Otra, que es bisexual, disfruta cogiendo tanto con hombres como con mujeres y con estas últimas disfruta el montarla provista con una pija que no se arruga y está siempre parada.
Cuando me tocó el turno me hizo pasar y dijo que me desvistiera totalmente y me cubriera las partes íntimas con una toalla que tenía sobre la camilla. Me indicó ello y se retiró de la habitación para regresar una vez que yo le dijera que estaba listo.
Fuimos al velorio, después al sepelio, fue ahí donde después de un año volví a ver a mi tía, una mujer de 34 años un poco mas baja que mamá, pero tan deseable como ella, en fin, la depresión de Marina duro casi un mes después del sepelio de doña Mary.