Subiendo y bajando, subiendo y bajando. No lo podía creer, pero ella me estaba haciendo una lenta pero impresionante paja. Era bestial, me sentía como extasiado, como si me hubiera metido una dosis de L.S.D., solo notaba su mano como acariciaba mi polla, que la tenía dura como el acero. Estoy seguro que si un gato me la hubiese arañado en ese momento, no me hubiera enterado de nada, estaba a punto de estallarme. Me dije para mí mismo, que aquella era la ocasión para ver realizado mi sueño. Así que no me corte un pelo.
Elena tenía mi misma edad. Nos habíamos criado juntos. Sólo que ella era muy guapa y sensual. Tenía el cabello castaño, rostro hermoso, era más alta que las chicas de su edad y tenía un cuerpo de diosa. A pesar de ser mi prima, me volvía loco, y me excitaba muchísimo la idea de hacerle el amor, pero yo sabía que sería muy difícil llegar a tener algo con ella.
La profesora estaba realmente asustada al punto de no ofrecer la menor resistencia. Tenía unas piernas bastante delgadas pero bien torneadas que terminaban en finos tobillos y pies pequeños. Aquella noche usaba una tanguita blanca que lucía una rosa bordada sobre el pubis. Tenía el vientre chato y estando así boca arriba, resaltaban los huesos de la cadera.
Se viste rápidamente mientras me lavo la cara y ordeno mis cabellos. Al salir había junto al hombre que golpea una aeromoza que nos miró un poco enojada y sorprendida de vernos salir juntos, ambos le sonreímos sin decir nada y nos fuimos a nuestros asientos, solamente faltaban unos minutos para aterrizar y los aprovechamos para darnos nuestros respectivos números telefónicos para contactarnos en un futuro no muy lejano.
Sonó el timbre, el sábado a las 8 de la tarde, rápidamente dijo que tenía que irse pronto, pero cuando abrí la puerta quede sorprendido, era el día que la veía vestida más sexy y atrevida, venía con una minifalda negra ajustada, y una camisa blanca semiabierta que dejaba imaginar unos pechos preciosos, y con el pelo todavía mojado, ella debió ver mi cara de asombro, y me comento que hoy se iba de juerga con sus amigas.
Después de su marcha, llené el bloc con bocetos de su rostro, que me había quedado grabado a fuego, en todas las formas posibles: seria, sonriente, visto desde la derecha y la izquierda. Ninguno me satisfacía. Eran sus facciones, desde luego, pero carentes de algo que se me escapaba.
Un buen día, mientras discutíamos asuntos de la oficina, me daba cuenta que se le quedaba viendo al bulto que formaba mi polla en el pantalón. Le hablaba, subía su mirada hacia mí y luego nuevamente la bajaba a la polla. No quise decirle nada para no interrumpir el placer que posiblemente eso le despertaba a ella y yo no quería que dejara de verla. Tan es así, que abrí mis piernas un poco más para que ella tuviera una mejor vista de lo que tanto deseaba.
Carmen seguía frotándose contra mi boca y Sonia subía y bajaba a la vez que hacía círculos y refregaba de adelante hacia atrás su sexo contra el mío, haciéndome sentir que explotaría en cualquier momento. Yo no quería llegar tan rápido por lo que me concentré más en Carmen mientras dejaba a Sonia disfrutar de lo suyo.
De repente sentí la necesidad de sentirme una puta terrible y me dedique a darle a ese pene todo el placer posible con mi boca, sus movimientos indicaban que estaba logrando mi objetivo y cuando parecía que iba a acabarse me retire y me senté sobre él, de espaldas y fui penetrándome despacito con esa pija enhiesta y dura, sentí sus manos apretar mis pequeñas tetas y comenzó a pellizcarme los pezones mientras yo cabalgaba cada vez más a prisa sobre él, tras un rato de este placentero juego nos acabamos y sentí su leche caliente inundar mi interior.
Comienzo a moverme muy levemente adentro-afuera, apenas unos milímetros, pero suficientes para que ella se adapte a la nueva situación y le cobre gusto a la cosa. Y en verdad parece que le guste, ya que empieza a moverse ella también. Lo que sí noto, y me vuelve loco, es notar sus senos y su prominente barriga en mi pecho y vientre.