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Prostituida a la fuerza

Prostituida a la fuerza

Llevábamos casados 6 años, y todo entre nosotros había sido una relación de lo más normal.

Vida normal y vida sexual aburrida y rutinaria.

Laura y yo veíamos como pasaba la vida sin aliciente alguno.

Pero sobre todo para mí, pues ella era la que no quería hacer nada que saliera de la vulgaridad matrimonial.

Se había negado a acudir a algún espectáculo sexual, e incluso a visitar algún sex-shop, y no digamos a visionar alguna película X.

Nada de eso pasaba por su cabeza.

Me costó mucho tiempo, a base de ser pesado, de jurarle que nada pasaría y de prometerle que eso haría que aun nos quisiésemos mas, el convencerla por fin, de al menos intentar relacionarnos sexualmente con alguna pareja.

Después de ver cientos de revistas donde anunciaban contactos, y tras un examen de lo más exhaustivo, por fin visualizamos uno que haría cumplir nuestras expectativas.

Decía: ” Pareja madura, totalmente amateur, se ofrece para relación con otra pareja, sin motivo económico, sin ataduras ni obligaciones”.

La dirección era de un municipio cercano al nuestro, y así lo decidimos.

Llamé un día, y una voz de señora me dijo que el próximo sábado, por la mañana, nos veríamos en una dirección indicada.

Laura seguía mostrando oposición, pero logré que continuara con el juego.

Llegó el día esperado -yo hacia días que no dormía- y a las12 de la mañana nos presentamos en la dirección.

Era una casa baja, en las afueras de la ciudad, un barrio tranquilo, y nos abrió la puerta una mujer, de unos 45 años, delgada y no muy atractiva(yo rezaba por que esa fuera la criada) y dijo:

Pasad, pasad, que tal, me llamo María, venga, pasad.

Entramos en un salón espacioso, donde estaba el supuesto marido, que nos saludó efusivamente, Manuel, decía que se llamaba, también de unos 45 años, tirando ya para los 50.

En un momento ya había observado una expresión de mi mujer, de que no le gustaba el tema, eran quizás demasiado mayores para nuestros 30 años y yo también había decidido que allí, no nos íbamos a quedar mucho tiempo.

Ya vería yo la forma de cortar todo aquello y buscar algo mejor.

Pero se empeñaron en tomar una copa, y luego otra, y luego otra, y hablando, hablando, fue pasando el tiempo.

Todo se precipitó. María dijo:

Bien, pareja, creo que la habéis jodido, dijo apuntando mi cabeza con una pequeña pistola. No os mováis y colaborad y todo saldrá bien.

Intenté hablar pero no me lo permitió, Laura quiso gritar, pero no le salió, y yo veía como Manuel me estaba atando a la silla con una gruesa soga.

Esto es fácil, dijo él. Hacéis lo que yo diga, nada os pasa y listo.

Laura y yo afirmamos con la cabeza lentamente, sabiendo que no había otra salida.

Ella empezó a llorar, pero una bofetada le cortó las lágrimas en seco.

María ya le había subido la camiseta, dejando al descubierto los hermosos pechos de Laura, aun con sujetador, que cortó con una pequeña navaja, dejándolos libres.

Manuel se le acercó, se bajó la cremallera, y sacó un cipote de mayor tamaño que el mío y le obligó a abrir la boca.

Abre la boca, zorra, y chúpamela sin pestañear o le meto a tu marido un tiro en los huevos.

Y ya veis. Laura con ojos lagrimosos, tragándose aquello, yo impotente y atado, y María sobándole las tetas.

El no la sacaba y ella le había subido la falda y bajado las bragas en un segundo, y , obligándole a abrir las piernas, le estaba metiendo los dedos y chupándole su chocho mojado todo lo que podía, hasta que él gimió y se corrió en su boca (Laura jamás me había hecho nada parecido).

Parecía que jamás habían tenido en sus manos semejante cuerpo joven y bien proporcionado.

Laura quiso escupir el semen, pero se llevó una bofetada y ella le refregó lo poco que había sacado fuera de su boca.

A partir de aquí, relato lo que luego me contó el fulano.

Yo me quedé atado y amordazado en la casa, solo, pero bien atado.

Calculé que pudieron estar fuera unas 12 horas.

Se la llevaron, con los ojos tapados, en el maletero de un todo terreno y con una simple bata de andar por casa.

Pararon en una casa, donde la metieron y un fulano se conformó sólo con verla desnuda y conque le hiciera una mamada, corriéndose una vez mas en su boca. Vuelta al coche y otra visita.

Esta vez había dos hombres, que la follaron a su gusto durante mas de una hora. Luego a casa de una mujer, que consolador en mano, se lo metió por donde quiso.

Luego a casa de unos macarras, donde hizo mamadas, fue follada, enculada y al final todos se corrieron en su cara.

Cuando por fin oí la puerta abrirse, ya no podía mas de sed.

Me quitaron la mordaza y Manuel me hizo un repaso de las ultimas horas.

Me soltaron, no sin dejar de apuntarme y Manuel me dijo:

Aquí la tienes. Se ha portado como una auténtica zorra.

Lástima que no dispongamos de mas tiempo.

Ahora quiero que la folles tú, para que veas todo lo que ha aprendido esta noche. ¡¡ Venga¡¡

Me acerqué a Laura, que con ojos de haber llorado un montón, se agachó, me la mamó, me besó-olía a semen por todos lados- y me folló de una forma que jamás lo había hecho.

Y a todo esto, Manuel que no dejaba de grabar con una cámara pequeña.

Nos dejaron cerca de una parada de metro en la ciudad, y desaparecieron.

Nos fuimos a casa y al día siguiente Laura, hizo las maletas y desapareció de mi vida para siempre.

Yo pasé un día por la casa, y un cartel de “Se vende” se anunciaba en la puerta.

No quise entrar.

¿Para qué?

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