Capítulo 10
- Pisa el acelerador I
- Pisa el acelerador II
- Pisa el acelerador III
- Pisa el acelerador IV
- Pisa el acelerador V
- Pisa el acelerador VI
- Pisa el acelerador VII
- Pisa el acelerador VIII
- Pisa el acelerador IX
- Pisa el acelerador X
- Pisa el acelerador XI
- Pisa el acelerador XII
- Pisa el acelerador XV
- Pisa el acelerador XVI
- Pisa el acelerador XVII
- Pisa el acelerador XVIII
Pisa el acelerador X
Amaneció un soleado domingo, hace años tomé la decisión de madrugar todos los días del año.
Dormir es morir un poco y la cama (después del descanso necesario) sirve para cosas mucho más gustosas que perder el tiempo planchando la oreja.
Si el fin de semana te levantas más tarde coges malas costumbres para el lunes. Si acostumbras tu cuerpo al mismo ritmo es mejor.
De todas formas duermo poco y me han recetado en ocasiones varios tipos de barbitúricos: somníferos, hipnóticos, ansiolíticos, tranquilizantes y relajantes musculares.
Todos tienen la misma finalidad, inducir al sueño, pero lo hacen a través de sistemas muy diferentes.
Los somníferos ayudan a dormir si hay ligeros problemas, los tranquilizantes si hay preocupaciones, si es un problema de ansiedad lo que te impide conciliar el sueño se utilizan los ansiolíticos y los hipnóticos, porque te duermen aunque no tengas sueño atrasado.
Por último los relajantes musculares te duermen el cuerpo y el cerebro, una vez que lo detecta, pasa a descansar.
(Me disculpo por el rollo que acabo de soltar, pero el lector de esta serie sabe que aquí no va a encontrar sexo rápido, aquí va a leer lo que soy y lo que me pasa).
Quería tener una experiencia sexual más intensa que las anteriores (hasta ahora sólo había tenido masturbaciones, hechas por mí o por la zapa de X o la rodilla de K).
No me llegaba con beber la leche quería chupar del biberón (estimado lector que me conoces, sabes que me gustan los juegos de palabras y las comparaciones).
Llamé al móvil privado del dueño de la tienda de seguridad que me había instalado las dos cámaras en la piscina (ser un buen cliente te permite ser un poco pesado).
Me disculpé por la hora y el día ( 08:15 de un festivo), le dije que pagaría una buena propina al operario que pudiera instalarme otra cámara, esta sobre la piscina.
Le mentí diciendo que era para comprobar si en mi ausencia los empleados o sus hijos la utilizaban, creyó mi excusa, los ricos tenemos fama de egoístas.
Me dijo que me mandaría a un empleado a la hora que le dijera y quedé en abrirle yo mismo a las 10.
Llamé a un médico amigo (él que me había recetado los fármacos y le pregunté sí podía aumentar la dosis, de hecho le dije que ya la había doblado.
Me dijo que sí. Le pregunté si podía tomar dos y dos en el mismo día.
Dijo que sí pero que no tomara más de seis dosis que me podría causar PRIAPISMO (se denomina así cuando la sangre no refluye de los cuerpos cavernosos del pene y se mantiene una erección dolorosa durante horas o días, pudiendo causar gangrena.
Su nombre se debe a un personaje bíblico, Priapo, que debía estar MBD «muy bien dotado»).
También le pregunté algo un poco más delicado (tengo mucha intimidad con este médico puesto que le pagué los últimos cursos ayudándole a terminar la carrera, cuando murió su padre y quería ponerse a trabajar de enfermero para sostener la economía familiar).
Le dije, ¿Qué le puedo dar a una tía, para que se quede dormida pero sienta placer si le estímulo el clítoris?. (Yo no estaba pensando en una tía, precisamente).
Tardó en contestarme seguramente el código deontológico (la deontología trata de la aplicación de las normas éticas y morales de una sociedad en el desarrollo de una actividad profesional) y el juramento hipocrático (Hipócrates, fue un médico griego considerado el padre de la medicina moderna, redactó un juramento que deberían aceptar los que van a adquirir conocimientos de doble uso, para sanar o para dañar a una persona, negándose a utilizarlos en perjuicio del paciente).
Al final pesó más la consideración que me tiene y me contestó dos pastillas de un hipnótico y una de un ansiolítico harán dormir unas tres horas y durante el sueño sentirá placer (eran medicamentos que tenía en casa).
Luego molesto por haberme contestado me pidió que considerara someterme a una terapia en una clínica de adicción al sexo, que empezaba denotar rasgos enfermizos. Le acepté el duro comentario (él no sabía hasta que punto estaba liando mi antes organizada vida, lo malo es que yo tampoco lo sabía.
Escribo los relatos más de una semana después de los hechos y la situación actual está totalmente fuera de control de hecho dudo que quiera publicar, o que esta página de relatos desee publicarlos, por GORE, lo que pasa después del XII).
Cogí mi molinillo de azúcar glass y vertí cinco dosis de las pastillas que cambiaban de hora mi reloj más querido (no es lo mismo tener la polla a las 6:30 que a las 12:00.
Hago referencia a la posición de las manecillas del reloj analógico a las 6:30 las dos están abajo, a las 12:00 las dos miran para arriba).
Cinco dosis no eran excesivas pero viendo el efecto que le habían hecho tres me lo iba a pasar muy bien. Lo guardé en papel de aluminio, luego cogí los dos hipnóticos y el ansiolítico y los molí, guardándolo separado. Lo metí en una bolsa junto con el bañador para hacérselo poner a K.
Fui a la finca y saqué las grabaciones de las cámaras de fuera dejando las cámaras listas para grabar.
Preparé la cámara del servicio (la que mejores grabaciones me había proporcionado, cinco veces vi correrse a K y dos veces mear, por no olvidar su imagen con espuma en la ducha). Vino el técnico de la empresa de seguridad e instaló la cámara, disimulada, según mis instrucciones, captaba toda la piscina y las tumbonas que había en el borde. Le di una buena propina y una botella de buen vino y una caja de seis botellas para que se la llevara a su jefe (me gusta mantener a la gente contenta).
Era casi la hora y fui a buscar a K , estaba allí con una bolsa en la mano. Me fastidió que fuera puntual, así no podía quejarme y me escamó la bolsa, no me gustan las cosas que no planeo y no contaba con esa bolsa.
Llegamos a la finca y le di el bañador y las botas, él cogió las botas y de la bolsa sacó un mono de trabajo, dijo que era de su padrastro y que se lo había cogido.
La puta bolsa me iba a joder, no le vería desnudarse para cambiarse ni disfrutaría de su bronceado y fibrado cuerpo con ese minúsculo bañador y además como no se iba a manchar luego no se ducharía. Pensé rápido, si quieres conseguir cosas hay que hacerlo. Le dije, ponte igual el bañador, no vayas a manchar los calzoncillos, que aún te los lavaron ayer. Además luego puedes ir a la piscina.
Entró en el servicio y conecté la cámara. Desde el almacén vi como se desnudaba y me obedecía, su polla estaba en reposo pero yo sabía que dentro de poco crecería. Me froté la polla mientras veía como se ajustaba su paquete en el speedo (huelga decir que junto a K yo estaba permanentemente empalmado).
Se puso el mono y se lo cerró casi del todo. Era de una talla grande y no me iba a permitir gozar del prieto cuerpo de K. Apagué la cámara y le di las herramientas. Le dije que metiera el pantalón por dentro de las botas, para mancharse menos (ya que iba a tener que verlo con el mono quería aprovechar el morbo de unas botas de goma sobre los pantalones). Lo hizo y el resultado me hizo descapullar, estaba imponente.
Empezó a cavar y yo conecté las cámaras y fui a preparar bebida con medicamentos, no utilicé té, quería que sudara y que se quitara el mono o por lo menos que se bajara la parte de arriba hasta la cintura y allí atase las mangas dejando su apolíneo pecho expuesto a mis ojos y los de las cámaras.
Cogí una botella de 1 litro de cerveza y le eché el equivalente a tres dosis de las pastillas que llenaban mi vida (y mi polla).
Cogí unas patatas fritas y las salé aún más y unas banderillas (aperitivo compuesto por un palillo largo y aceitunas y otras variantes de encurtidos, entre ellas guindilla de Bilbao, similar al chile mexicano, y cebollitas en vinagre, muy sabrosas pero saladas) clásicos aperitivos tramposos pues después de tomarlos tienes más ganas de beber que antes.
Le dije a K que bebiera que no convenía deshidratarse cuando se trabaja fuerte al sol. Con tal de parar de trabajar vino y bebió un buen trago, le dije que le había complacido y que en vez de té le traía cerveza, pero que tenía que comer algo para que no le hiciera daño.
Para no desairarme probó unas patatas y acabó el vaso de cerveza se sirvió otro y dio un buen sorbo.
Le dije que probara las banderillas mientras me comía una (Voy a México dos veces al año por negocios y por placer y me encanta la comida Tex-Mex, soporto muy bien el picante). K la probó y se acabó el vaso de cerveza, me dijo que picaba y se sirvió otro.
Yo aproveché para insultarlo y le dije que era un mariquita, que el pollo de ayer le picaba, las banderillas le picaban, que yo no quería nada con mariquitas (es verdad yo quiero ser poseído y sometido por un heterosexual o todo lo más un bisexual 100% activo y dominante).
Le dije que se tomara dos banderillas seguidas y me demostrara que era un hombre. Se quedó mirándome y lo hizo, luego iba a beber pero le dije que un hombre podría esperar un poco y que no quería que se emborrachara. Se fue resignado y siguió cavando.
Pero al rato el esfuerzo por la dura tarea asignada junto con Lorenzo (al Sol se le denomina Lorenzo por una canción popular que lo llama así, llamando a la Luna Catalina).
Además el medio litro de cerveza más la dosis y media de pastillas junto con el picante de tres banderillas estaba haciendo efecto. Se quitó la parte de arriba y ciño las mangas a la cintura.
Ver su pecho brillando por el sudor, esa selva de pelos negros en sus sobacos, sus pezones destacando en sus pectorales como las guindas de un pastel y la tableta de chocolate de sus abdominales me hizo desearlo más que nunca.
Empezaba a tener problemas con el bañador y lo vi colocando la polla que ya debía de tener un gran tamaño. Pensé rápido y fui a la casa a por una botella (de 1 litro de zumo de manzana y de cuello muy ancho). La quité de la nevera vacié su contenido y la enjuagué un par de veces. Salí al jardín y K estaba bebiendo de la cerveza, le dije.
– Poco hombre eres que no has aguantado nada sin beber.
– Mintió diciendo. No es por las banderillas, es por cavar.
– Demuéstralo tomando otras dos.
– Se lo pensó pero no tenía muchas opciones y lo hizo después de acabarse el vaso de cerveza echarse otro y dar un trago (sabía que no le iba a dejar beber luego y así se refrescaba). Disimuló el sabor picante y siguió cavando. Sudaba a mares y no paraba de tocarse el paquete.
– ¿Qué vas a querer comer?
– Lo mismo que tú ayer.
– No esa es comida de señores y tú no mereces ni tener carnet de identidad.
– Me miró con odio mal disimulado dijo Pizza entonces.
Encargué en un telecomida un centollo cocido y un cóctel de gambas con aguacate y salsa rosa, y una pizza que pedí que salaran mucho y le dieran toquecitos de tabasco para que picara. Pasó lo que yo esperaba y me dijo que iba a orinar. Lo llamé
– Ven aquí.
– Tengo ganas que he bebido mucha cerveza.
– Toma este frasco y orina todo adentro.
– ¿Por qué?
– Porque estas trabajando en mi finca y voy a mandar tu orina analizar. No quiero nada con drogadictos, si sólo tomas porros (cigarrillos de hachís), pase pero no quiero tener en mi casa a un yonqui.
– ¿Y qué crees que tomo?.
– Heroína, Anfetaminas, Sulfato de anfetamina (Speed), MDMA (Éxtasis), Pasta base (Cocaína), Clorhidrato de cocaína (Coca) o GHB (Ketamina, un poderoso anestésico animal). Un gitano como tú puede tomar todo eso y más. Orina ahí y ya veremos lo que dice el laboratorio.
Fue a orinar y se puso de espaldas a mí pero de frente a una de las cámaras, acabó y me trajo la botella de zumo de manzana con más de medio litro (de zumo de pera, ya estáis acostumbrados a mis, no siempre afortunadas, metáforas).
Cuando dejó encima de la mesa la botella la llevé para la casa, la destapé y olí, era un olor acre, ácido estaba templado y exhalaba un aroma intenso, la guardé en la nevera, pensé si me atrevería a beberla (para analizar bastaba con unas gotas y la razón de pedírsela es que la orina me excitaba desde muy joven debido a un incidente que algunos de mis lectores conocen a través del correo electrónico).
Volvía junto K cuando llamaron al portalón abrí y cogí las bolsas al del restaurante, era el mismo chico de ayer, con las mismas zapas que me habían gustado mucho, era un diecisiete añero guapo y muy simpático por su permanente sonrisa pero hoy no la lucía y aparentaba muy triste le pregunté que le pasaba y me dijo que cuando oyó que hacía un pedido se encargó de meter prisa en la cocina y que al venir para aquí se metió por una dirección prohibida (algo muy habitual en las motos de telecomida) y que le había parado la policía y le había puesto una multa de 90 euros.
Saqué un billete de 100 y lo añadí a la cuenta de la comida diciéndole que yo sabía agradecer a la buena gente. Se quedó contentísimo pero un poco cortado de que pagara más de propina que de la factura de marisco y pizza.
Le pregunté su nombre, me dijo I y yo le dije el mío con diminutivo y le estreché la mano, mientras con la izda. le acariciaba, amistosamente, el hombro. Se marchó muy contento.
Llevé la comida a la mesa y cogí otra botella de cerveza en la que eché las dos dosis de pastillas que faltaban y en una de whisky la vacié hasta que quedara un vaso y le eché los barbitúricos.
Cogí una de vino blanco, y fui a la mesa. Llamé a K y vino, le dije que no se había manchado y que no necesitaba ducharse, (para mis planes lo quería sudado) le dije que se quitara el mono que a mi mesa no se sentaba con barro.
Se descalzó y se bajó el mono al levantar la pierna derecha le asomó la polla por la pernera izquierda del bañador, se la colocó hacia la derecha, pero al levantar la pierna izda. casi le sale entera por abajo.
A cada momento K se tocaba para colocarla y esas manipulaciones contribuían a aumentarla de tamaño.
Se sentó, apagué las cámaras y empezamos a comer, me vio servirme las gambas y preguntó si podía probar, le di una pequeña prueba y dijo que estaba delicioso y era muy refrescante. Probó su pizza y cogió el vaso de cerveza y lo bebió de un golpe se sirvió otro entero y casi lo acabó.
– Pica mucho y está salada.
– Mira, eres un auténtico mariquita, pareces una niñita.
– Claro como tú tomas cosas buenas y frescas ya puedes.
– Si fueras listo habrías especificado que pizza querías, según los ingredientes puede picar.( Cogí un trozo y lo comí). Esto no pica casi nada eres una nena. K siguió comiendo poco y bebiendo mucho. Me comí el centollo y le di a probar una pata, le encantó dijo que era muy rico. Luego le dejé probar un poco de pan mojado en los corales del centollo (previamente le añadí un poco del vino blanco, muy poco). Dijo que era lo más rico que había probado nunca. Apenas comió la mitad de la pizza (me convenía que comiera poco y bebiera mucho) y ya había acabado el litro de cerveza (con lo que ya sumaba cinco dosis).
Fui a por dos raciones de tarta al whisky, y le di una. Era un postre helado y K necesitaba refrescarse. Le eché un poco del whisky con somníferos por encima de la tarta, diciéndole.
– No debería de gastar esta maravilla en alguien como tú.
– ¿Por qué?
– Cuesta 95 euros la botella, lo traje para mi pero tengo un poco de acidez y no voy a tomarlo.
– Está riquísimo me dejas probarlo sólo. Quería que lo bebiera pero también quería putearlo.
– Es demasiado bueno para ti, no te conviene acostumbrarte a vicios caros.
– Porfa, para tomar con la tarta.
– Vale. Le eché toda la botella en el vaso. Acabó la tarta y se bebió todo el whisky tragando toda la medicación psicoactiva.
Le dije que cómo habíamos quedado ya no curraría más hoy que íbamos a tumbarnos un poco en las tumbonas de la piscina y luego se bañaría.
Me dijo que era mejor que se bañara ahora que tenía un poco de sueño, pero le convencí diciendo que tenía que esperar para no tener un corte de digestión.
(Durante la digestión afluye hacía el estomago la sangre para absorber los nutrientes, si se realiza un ejercicio fuerte durante ese proceso o se produce un choque térmico, como cuando nos bañamos en un agua varios grados inferior a nuestra temperatura, la sangre abandona el estomago y se produce el corte.
Además ese es el motivo de que la gente tenga sueño después de comer, la sangre va al estomago y al no afluir en la debida cantidad al cerebro lo pone en estado de descanso, pero el sueño de K era debido al alcohol y las medicinas y yo no quería que K se despejara).
Nos tumbamos pero K estaba inquieto, luchaba por no dormir y eso retrasaba mis planes. Se me ocurrió algo que lo relajaría, yo fumo a veces mariguana (de la misma planta CANNABIS SATIVA, cáñamo indio se extraen dos sustancias: una la resina de las flores «hachís» la otra las hojas «mariguana». Esta última tiene una tercera parte, aproximadamente de THC, «tetrahidrocannabinol» el principio activo que coloca). Fui a buscar y ante los desorbitados ojos de K me lié un cigarrillo sólo con hojas, sin tabaco.
– Y a mí me quieres analizar la orina, eso es droga.
– Si pero es legal si lo tomas en un lugar privado la ley no lo persigue en España, no es legal pero no es ilegal.
– Me darás un poco.
– No se, te estoy acostumbrando mal.
– Anda ¡-¡, (otra vez el diminutivo cariñoso, mientras como una caricia, me pasaba la mano por el cuello). Me empalmé al máximo y le dejé que se lo fumara todo mientras intentaba tapar el bulto de mi entrepierna.
Puse el hilo musical con canciones suaves y esperé, al cabo de un cuarto de hora K roncaba. Encendí la cámara de la piscina y me acerqué a K, respiraba pesadamente, casi roncaba.
Me senté en su tumbona y le pasé la mano, con una suave caricia, por el pecho y vientre.
Respiró un poco más fuerte pero no mostró otros síntomas. Le seguí acariciando y prolongué las caricias a los torneados muslos.
Su erección aumentó (¿ Cómo podía seguir aumentando?). Me acerqué a su entrepierna y olisqueé (como el gourmet que capta primero el aroma de lo que va a saborear). Verdaderamente ese olor me abrió el apetito.
Cogí su mano y me acaricié la polla. Le levanté el brazo derecho y le olí el sobaco, se había duchado ayer pero olía a sudor masculino, un olor animal y pasional. Le lamí el sobaco y luego hice lo mismo con el izdo. Besé sus labios, (al fin besaba esos labios) él se movía un poco pero seguía soñando.
Le bese los pezones, los lamí, pero no me atreví a morderlos, no quería despertarlo.
Besé sus abdominales y su ombligo. Cogí el elástico de su bañador, pero antes de hacerlo lo moví un poco brusco para comprobar la profundidad de su sueño. Apenas reaccionó y le bajé el bañador, poniendo en libertad un miembro gigantesco.
Era la primera vez que veía, tan de cerca, una que no fuera la mía y era mucho más grande y gorda. Le di un beso en la punta y pude probar la mezcla de orina y liquido preseminal. Me encantó el sabor, empecé a pajearlo con todo el arte que pude.
De vez en cuando, con grandes esfuerzos para abarcar esa circunferencia, me la introducía en la boca y la chupaba.
También le chupaba los huevos mientras lo pajeaba, incluso llegué a meterle un poco un dedo en el ano. A todo esto K reaccionó aumentando el ritmo de la respiración y su cara reflejaba un placentero sueño. Le besé los pies y lamí los dedos concentrándome en los pulgares.
Recorrí con mi lengua sus velludas y fuertes piernas, y volví a su gloriosa polla. Seguí pajeándole y besándole los huevos y la polla hasta que pensé que se iba a correr y haciendo un gran esfuerzo logre tragar la mitad de ese cilindro de casi 24 cm.
Subiendo y bajando mi boca al ritmo más frenético que me permitía mi nula experiencia y mi necesidad de respirar. Seguí con ese ritmo mientras le acariciaba los pezones, el perineo y el escroto. La primera andanada de leche me tomó por sorpresa pero me retiré para recibirlas en la lengua y poder saborearlas. Era la primera vez que la tomaba pura y se me antojo deliciosa. Sabía mucho mejor que la mía.
Al acabar de correrse su erección disminuyo un poco y probé a introducirme toda la polla. Su diámetro ya no era tan molesto de asumir pero antes de llegar al pubis y los huevos me rozo la campanilla y casi le muerdo al darme una arcada.
Me la saqué pero al rato me la volví a introducir no sabía si tendría otra oportunidad así. La fui tragando hasta llegar a la campanilla y sin dudarlo me la enterré hasta que mi nariz aspiró el aroma de sus pelos. Había vencido mi resistencia inicial y había traspasado la barrera de la campanilla.
Seguí disfrutando de esa sensación de que el glande traspasara la frontera, pero ese viajero tenía un visado en regla y el aduanero (la campanilla) no ponía objeciones, cuando pasó lo que tenía que pasar cuando se bebe mucha cerveza.
Noté que un liquido me empezaba a resbalar por el esófago, estaba caliente y era abundante, me di cuenta de lo que pasaba y me retiré.
Al pasar por la boca pude probarlo, era fuerte pero no desagradable (a mí de K no me desagradaba nada). Me quedé bebiéndola, intentaba justificarme diciendo que si se meaba encima a lo mejor se despertaba, pero estaba disfrutando de un fluido nuevo de K.
Acabó de mear y no debió ser mucho menos de un litro. Sentí mi vejiga llena y acabé de limpiarle la polla con mi boca. Ya había recobrado su máximo tamaño y me era difícil abarcarla.
Con cuidado la coloqué en la posición que estaba cuando la liberé y volví a subirle el bañador. Fui a mear y me costó porque tenía una gran erección, al acabar me pajeé dos veces relamiéndome de gusto por los sabores que aún mantenía en mi paladar.
Cuando volví K seguía dormido. Fui a la casa y cogí dos litros de agua helada. Los eché en un caldero y me acerque a K (mi intención era despertar a K pero también que se cabreara conmigo por la broma pesada y borrar las huellas de lo que le había hecho. Mojado no se daría cuenta que se había corrido ). Se la arrojé encima y se despertó alarmado y confuso.
– ¿Qué pasa?
– Que va a pasar. Que has bebido mucho y comido poco y llevas ya más de una hora roncando.
– Pero me has congelado, tengo mucho frío.
– Pues báñate y entraras en calor.
Dio unos largos a la piscina y ya se sentía mejor. Apagué la cámara y le pedí que se marchara que tenía una reunión de negocios ( era mentira pero quería quedarme sólo).
Conecté la cámara del servicio mientras se ponía su ropa. Le pedí un taxi y recogí el bañador, las botas y las cuatro grabaciones, (piscina, dos del jardín y servicio) junto a las dos del jardín del sábado.
Cogí la botella de » zumo de pera » y la temple un poco en el microondas, para reproducir su temperatura natural de salida.
Subí a mi cuarto con todo y oliendo y lamiendo botas y speedo tuve una paja genial.
Luego puse las cintas, mientras me masturbaba, dejando la de la piscina para el final.
Cuando estaba viendo mi mamada me corrí otra vez y cuando vi como tragaba su orina cogí la botella y me la bebí mientras me pajeaba frenéticamente pero no llegué a correrme.
Quedé cansado y dolorido con el glande hinchado y rojo pensando como estaría la polla de K.