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Pisa el acelerador VI

Pisa el acelerador VI

Llegué al bar y sólo había un matrimonio tomando café.

Debían ser amigos del dueño por que les daba conversación.

Pedí un cubata y hojeé el periódico.

Ese bar tan triste en muchos aspectos tenía sus ventajas.

Siempre tenía cuatro periódicos dos nacionales y dos deportivos.

Yo durante la mañana no tenía tiempo a leer, por eso me gustaba ir después de comer.

Aunque hacía unos días que no iba por los diarios sino por ver que nuevas perrerías me haría K. El matrimonio se marchó y me quedé sólo.

El día anterior K había progresado en su control sobre mí. Después de gastarme mucho dinero en comprarle la ropa más exclusiva y molona para los de su edad, le había dado dinero en tres ocasiones.

Mientras él pensaba que me humillaba, frotaba su rodilla contra mi paquete y había conseguido que me corriera (el primero que lo hacía 2 veces y el segundo hombre que lo conseguía directamente, indirectamente llevaba varios días pajeándome pensando sólo en jovencitos. Me había hecho reconocer que él mandaba y que yo era una cerdita.

Me había excitado mucho cuando se calificó de mi chulo diciendo que era su putita. Cada vez me sacaba más fácil el dinero y yo sabía que el dinero da poder.

Mientras lo tenía a mi lado invitándolo a cervezas y tabaco me pisaba y me ahumaba, y yo eso lo disfrutaba.

Me puteaba y me manipulaba la copa echándome esgarros, esputos y mocos (aún no había conseguido que me ¿obligara? a beber su leche).

Cuando le daba pelas se iba a jugar a las cartas o a estar con los de su edad, y yo me perdía sus puteos y sus roces con mis botas, mi pierna y demás (lo de demás no era poca cosa había hecho que me corriera en dos ocasiones). Llegó K y como saludo me dio una palmada(demasiado fuerte para ser amigable) en la espalda.

Disimulé y lo saludé dócilmente. Llevaba la misma ropa de ayer, seguía disfrutando estrenar ropa de marca(me quedé pensando como conseguir sus calcetines y su slip, cuando los hubiera llevado varios días y tuvieran su aroma.

Me pisó(últimamente sus pisotones eran fuertes, recios, sentía que no tenía que disimular). Dijo: tardas en pedirme una cerveza y tabaco.

¿Qué, estás tonta?. Se lo pedí, le pregunté amablemente, ¿Qué tal?. Bien, me dijo, y tu cerdita. Bajé la cabeza como si me molestara ser amable y recibir insultos. Te he preguntado tú que tal Putita . ¡Ah!, bien disimule.

Su zapa no paraba de pisarme, me dijo: sabes que hace un momento pisé mierda. Supuse que era un nuevo puteo, pero fingí interés para que mi derrota fuese mayor.

Sí, contestó, y la sigo pisando ahora. Cargó todo su peso sobre la zapa que pisaba mi bota remarcando la explicación del chiste. Yo hice como que no entendía y me aparté, diciéndole que me estaba pisando. Volvió a pisarme diciendo, ya te he dicho cerdita que acabo de pisar mierda.

Apretó su zapa (esa zapa que esperaba que algún día fuese mía). Yo hice como que entendía el chiste y consentí. Por primera vez yo le demostraba a k que sabía que me pisaba y lo aguantaba. Era el que mandaba y si me decía que me pisaba cuando quería, yo tenía que tragar.

Entraron tres chavales amigos de K y este les saludó.

Me dijo dame pelas putita(últimamente utilizaba casi más putita que cerdita, a mí me gustaba pero cerdita me lo llamaba por las guarradas que yo ¿hacía?, mancharme con barro, pisar mierda y hacerme una paja en el servicio de un bar.

Pero no me hacía las cosas que yo desearía para ser su putita, aparte de chulearme y sacarme cuartos). Abrí el billetero, previamente preparado y le di cuatro billetes de 5 euros.

Se fue con esos chavales y empezó a pagarles cervezas. Jugaron un rato a la máquina y se sentaron los cuatro a jugar a las cartas.

Otra vez el darle dinero me perjudicaba. Cuando tenía pelas no andaba encima de mí( nunca mejor dicho lo de encima de mí, se montaba en mi bota).

Darle dinero era ceder(eso me hacía feliz, cumplía mis deseos de ser un objeto de su propiedad) pero también era perder momentos reales que incorporar a mis fantasías (cuando estaba en mi ático y me pajeaba).

Sin contar que en los últimos días había conseguido correrme gracias a la acción combinada de sus palabras, el roce de sus labios en mi oreja, la fuerza de su mano en mi nuca, el peso de su cuerpo sobre mi bota y claro la presión de su rodilla en mi polla.

Perdió a las cartas y vino a por más dinero, le contesté que tenía que ir al cajero.

Pues vete rápido o necesitas una patada en ese gordo culo para arrancar. Me insultaba y me puteaba como quería, pero aunque eso me hacía feliz yo sabía que el dinero lo alejaba de mí.

Tan pronto como se lo diera volvería con sus amigos y yo estaría sólo en la barra sin nada con que disfrutar. Fui al cajero pensando que tenía que darle la vuelta a esta tortilla, pero no se me ocurría como.

Volví y disimuladamente (chocándole la mano le di un billete de 20 euros).

Como me temía volvió con sus colegas y siguió pidiendo cervezas para ellos y jugando a las cartas.

Cuando llevaban un rato y K había perdido casi todas las partidas (no juega mal pero desde que me tenía como cajero automático no prestaba tanta atención al juego), llegó un chico y quiso hablar con k a solas.

Se fueron al fondo del bar y yo intentaba recordar de qué conocía al recién llegado.

K se me acercó y me dijo dame 30 euros, sin ningún comentario se los di. Él se acercó al chico y disimuladamente le dio el dinero mientras con el mismo disimulo cogía lo que le entregaba.

Estas manipulaciones me hicieron recordar las fotos de los detectives en las que K compraba chocolate (cannabis) a ese chico. Se volvió a sentar con sus amigos, pero al poco rato salía del bar.

Yo me imaginé que su camello le acababa de vender e iría a fumar al callejón que salía en las fotos (muy cercano al bar y muy discreto, pues los vecinos difícilmente podían verlo). Pensé en aprovechar los datos de la agencia de investigación y fui al wc.

Desde allí llame por mi teléfono móvil a un teniente de la policía (mi posición social me hacía tener amigos en muchos sitios).

Le dije que quería que detuvieran a un menor de edad que estaba fumando porros en un callejón ( le facilité la dirección).

La legislación en España no considera delito el consumo de cannabis (el cultivo y la venta, sí) pero sanciona administrativamente el consumo público, con multas que van de 300 a 3000 euros y si es un menor se le lleva a comisaría y se avisa a sus padres o tutores legales porque tienen que hacerse cargo de la multa.

Le pedí al Tte. que le aplicara una multa grande (pueden ser 300 por fumar, 300 por tener más droga, 300 por tener papel, 300 por tener tabaco y 300 por llevar mechero, así sumar 1500 es fácil), pero que la policía no llamara a su casa y que le dejara hacer una llamada.

Es más, le insistí al Tte. que si no se le ocurría hacer una llamada él le preguntara si no tenía ningún amigo importante que lo pudiera asistir.

Con estas maniobras esperaba que K se viera obligado a recurrir a mí. No tenía el número de mi móvil.

Pero si el del bar y esperaría encontrarme aquí. Pasaron veinte minutos y sonó el teléfono del bar, lo cogió el dueño y dijo que era para mí.

Cogí el aparato y al otro lado oí. Tienes que ayudarme cerdita.

Colgué. Yo le consentía que me llamara de todo cuando me dominaba pero si me pedía ayuda no debía llamarme así.

Al poco rato el teléfono volvió a sonar (le había dicho al teniente que le facilitara el hablar por teléfono)

El dueño se acercó al teléfono y yo le comenté que a lo mejor era para mí que la llamada anterior se había cortado.

Él me dijo que así era y lo cogí. Al otro lado K casi llorando me llamó por mi nombre, con diminutivo (digamos que si soy Daniel me dijo Dani y si soy Gabriel me dijo Gabi).

Nunca me había llamado así, pero la necesidad aprieta. Me contó que estaba en la comisaría y que fuera a ayudarlo. Le pregunté en que comisaría (como si no lo supiera) y le dije que iba inmediatamente.

Llegué y le expliqué al Tte. lo que quería que hiciera (para disimular le conté lo mismo que a la agencia de detectives, que una primita salía con ese chulito y yo quería protegerla).

Llegué, acompañado por el Tte. al calabozo en el que estaba K, que al verme casi estalla de júbilo.

Dirigiéndome al Tte. le ordené. Sáquelo de ahí ahora mismo, quiero hablar con él en un despacho.

El Tte. (siguiendo mis instrucciones me dijo que no era lo que marcaba el reglamento). Le contesté que el reglamento me lo pasaba por los cojones que su superior le había ordenado complacerme y que si quería que lo llamase.

Demostrando un gran respeto el Tte. sacó a K de la celda y lo condujo a un despacho (fingía como parte de la comedía pero el respeto me lo tenía de verdad, porque sabía por experiencia que complacerme era rentable y llevarme la contraría traía muchos disgustos).

Yo entré tras ellos y le pedí al Tte. que nos dejara solos. El Tte. (una vez más ejecutando su papel), dijo que no podía dejar a un caballero con un delincuente.

Yo le dije muy seco, si no se va ahora mismo pasa a ser sargento.

El Tte. me saludó militarmente y salió del despacho. Yo me dirigí a k, lo abracé y le pregunté cariñosamente, ¿te han hecho daño estos cabrones?.

Mientras lo abrazaba me frotaba, disimuladamente, contra él. K me contestó que no, pero que estaba muy preocupado, que si su padrastro se enteraba que tenía que pagar 300 euros, lo mataba.

Ojalá ese fuera el problema, le dije yo para desesperarlo.

K nervioso me preguntó por qué. Te han fijado una multa de 1500 euros pero eso no es lo peor (le explique que de 300 a 3000 aplicaban según querían).

Como no proseguía en mi explicación K angustiado me preguntó que había peor que la multa. Le contesté: un ciudadano hace unos días estaba sacando fotos y sacó varias tuyas forzando la puerta de un coche y robando en su interior.

Al revelarlas se dio cuenta de la comisión de un delito y las entregó a la policía. Las he visto y no hay duda sobre quien es y que hace.

K se sintió derrumbado, le fallaban las piernas y casi se cae al suelo. Me dijo, ayúdame, tú aquí mandas mucho, todos te hacen caso.

Le dije que el fiscal quería mandarlo dos años a un correccional de menores, pero como le quedaban pocos días para los 18 a lo peor lo metían en la cárcel (no era conforme a la legislación pero disfrutaba viéndolo sufrir).

Ayúdame ¡-! (otra vez el diminutivo), le dije que no quería mezclarme en asuntos de delincuentes y que él no se había portado bien conmigo.

Eran bromas, dijo, bromas de colegas. Ya, contesté (mientras le pisaba la zapa), pero las bromas a veces son pesadas. Y apoyé todo el peso de mi cuerpo sobre su zapa.

Él no estaba para discutir, me dijo, son bromas, bromas de amigos, nos lo pasamos bien charlando y eso. Levanté la bota de su zapa y comprobé que ya no era tan blanca. Le dije, eres una cerdita, mira como has puesto tu zapa.

Él miró y asintió en silencio, pero yo quería humillarlo cuanto más lo jodiera más desearía vengarse. – Dime cerdita que eres. – Soy una cerdita, contestó. – Claro que sí y una putita, ¿verdad?. -Sí, dijo. – ¿Quieres que te saque de este jaleo?. -Sí, por favor. – Bien pues te salvo si te echo un esgarro en la boca, te lo tragas y como muestra de sumisión y respeto me das las gracias. Dudó, pero poco tiempo. – Haré lo que quieras. – Abre la boca del todo.

Lo hizo y pegué mi boca a la suya(era como darle un beso en la boca pero mucho más excitante). Le eché el lapo más grande que pude, casi vomita pero se lo escupí bien dentro de la garganta y lo tragó. – Gracias. – De nada Putita.

¿Te ha gustado?. Dudó, pero no estaba en condiciones de desairarme. – Sí. – ¿Te apetece otro?. No tardó en contestar. – Sí. – Pues abre la boca que te voy a complacer con el más grande que pueda.

La abrió mientras me oía buscar en el fondo de mi garganta los esputos más profundos.

Me acerqué a su boca(otra vez rozando sus divinos labios) y le eché un gigantesco gargajo por debajo de su campanilla. K.

Se retorció como queriendo vomitar y le dije que si lo hacía tendría que ponerse a cuatro patas y lamería el suelo hasta volver a tragárselo.

Fue mano de santo, se contuvo como pudo y lo tragó. No me lo agradeces, le pregunté. Sí, perdona muchas gracias.

La mirada intentaba ser amable pero reflejaba un odio inmenso (varias veces lo había picado hasta odiarme, pero su venganza lo relajaba.

Ahora mismo estaba en mi poder y eso lo jodía de una manera inimaginable). Bueno, le dije, has sido obediente voy a ver que consigo hacer por ti. Salí del despacho y fui a hablar con el Tte. le di mis últimas instrucciones.

Y esperé a que las cumpliera. El Tte. entró en el despacho acompañado por dos agentes. K se acojonó al ver la cara de odio que ponía el Tte..

Este le dijo, por tu culpa me he tragado un par de broncas de ese señorito que manda más que Dios, ahora vas a pagarlas, los dos agentes lo sujetaron mientras el Tte. le daba una paliza, siguiendo mis instrucciones le dio dos puñetazos en el estomago y otros dos rodillazos en la entrepierna.

Si le dices algo a ese señorito me caerá una buena pero iré a por ti y se tu dirección. K quedó en el suelo tumbado de dolor mientras los tres policías se iban. Al minuto entré yo. Lo vi en el suelo y le pregunté que le pasaba.

Él disimuló y me dijo que era por lo que le había hecho tragar. Parecí apesadumbrado. Le dije que no quería putearlo así, que me caía bien, pero que él llevaba días pasándose conmigo y por eso me había excedido. Le pregunté si éramos amigos y él me dijo si había arreglado algo.

Le dije que sí que de momento se podía marchar y le repetí la pregunta. Con un brillo de odio en la mirada me dijo claro que somos amigos, lo que has hecho hoy no lo olvidaré nunca y te aseguro que encontraré la forma de devolverte el favor (lo dijo de la manera más fría posible, parecía que me perdonaba y me agradecía sacarle de ese apuro).

Pero yo sentía que aludía no a la ayuda sino a las vejaciones a lo que lo había sometido y que me aseguraba que me devolvería el favor (es decir, la humillación).

En el coche camino del bar, K volvió a encogerse de dolor. Le pregunté si era por lo de los lapos y me dijo que sí. Volví a pedirle perdón, le dije que de ahora en adelante era mejor olvidar lo pasado. Él sonrió pero había un brillo en su mirada de odio contenido.

No yo no olvidaré nunca lo que has hecho hoy y sabré encontrar la forma de devolvértelo. Era una amenaza pero sonreí como si creyera que me estaba agradecido.

Ya en el bar pedí un cubata y una cerveza, bebí un sorbo pequeño y fui a la tragaperras. K cogió el cubata y vertió un poco en el suelo (mi sorbo había sido muy pequeño, intencionadamente, y él quería añadir muchas cosas).

Le vi por los espejos manipulando mi bebida, buscaba los esgarros tan grandes y profundos que hasta lo escuche carraspear. Luego se sonó los mocos de la manera más bestial que había visto nunca. Llegué disimulando quejándome de lo puta que era la máquina y K sonreía.

Cogió su cerveza y me dijo, chócala. Aproveché para ver el vaso casi desbordado con la habitual masa blanquecina con grumos y dos lombrices amarillentas.

Cogí mi cubata y brindé. Bebí un gran sorbo y me dediqué a fingir igual que la otra vez que había bebido algo así.

Con mi cabeza echada para atrás entrecerré los ojos para abrirlos y ponerlos en blanco (había estado practicando, y el efecto simulaba un intenso éxtasis) suspiré y me froté el paquete con la mano izda. (con la dcha. sujetaba el cubata) encima del pantalón.

Seguí bebiendo y retirando la mano me froté la polla contra la barra de una forma descarada. Me pasé la lengua por los labios y solté un pequeño bufido mientras seguía como si me follase la barra.

K me dijo, por qué brindas y le dije por lo bien que lo pasamos juntos (sobre todo yo, visiblemente para los dos). Él sonrió. Se me ocurrió intentar forzarle a que me hiciera lo que yo más deseaba y le pedí al camarero un vaso de leche.

K sabía que de vez en cuando tomaba leche para la acidez de estomago (la leche es básica o alcalina y calma el ácido clorhídrico de la digestión). K me preguntó si estaba bien fingiendo preocupación.

Sí, dije pero me va a sentar bien un poco de leche. K sonrió se le iluminó la mirada y me pasó la mano por el cuello (casi una caricia).

Mi padrastro la toma en dos tragos dejando diez minutos entre los dos y dice que así sienta mucho mejor (era mentira pero sonaba bien para mis planes).

Bebí de un trago más de la mitad del vaso(quería dejar poca leche para así identificar el sabor del semen de mi machito) y miré el reloj, para que viera que iba a esperar ese lapso de tiempo. Él se disculpó diciendo que iba al wc.

Tardó unos minutos y cuando volvió me fije en varios detalles. Parecía mucho más cansado que antes de ir y traía un rictus de dolor en la boca (tal vez por pajearse después de dos rodillazos).

También me fijé que su mano izda. iba cerrada de una forma poco natural como si llevase algo en su puño. Me fui a la tragaperras observando por los espejos vi como K se inclinaba sobre mi vaso y con su mano derecha barría la palma de la izda.

Pensé en que reacción debería fingir al tomar su leche, eché un par de monedas y volví a la barra. Miré el reloj y cogí el vaso. K me miraba expectante.

De un trago, dijo. Lo tomé así y dejé escapar un ¡Dios mío!. Aún a pesar de estar mezclada con leche sabía más fuerte que la mía pura.

Sobre el sabor de la leche(estaba acostumbrado a esa marca) se alzaba un sabor viril, generador de vida. Me mordí el labio inferior y empecé a frotarme otra vez contra la barra.

Pero esta vez con más presión y velocidad. Llevaba varias horas empalmado y no tuve que fingir correrme, lo hice de verdad. Volví a soltar un ¡Dios! y intenté apurar al extremo el vaso buscando la última gota. Fui al servicio y me limpié. Cuando volví K estaba feliz pero al mismo tiempo escamado.

Me volvió a pasar la mano por el cuello (otra vez como una caricia ) y me acercó sus labios a mi oreja (casi como si me la besara) y me dijo, te corriste coleguita (huelga añadir que desde que habíamos vuelto de la comisaría no me había pisado y apenas me había echado el humo, no se sentía con fuerzas para enfrentamientos).

Yo no contesté, pero mi polla se levantó de nuevo (pese a lo reciente de mi orgasmo) por esa casi caricia y ese casi beso.

K acariciándome la nuca y rozándome aún más sus labios contra mi oreja repitió la pregunta y le contesté que sí. Que no sabía que me pasaba, que iba a ir al médico que llevaba unos días muy salido.

Dije que me marchaba a ducharme y quise que tuviera una victoria aún mayor el día que lo había derrotado de tantas formas.

Le dije tenemos que ser grandes amigos, juntos lo pasamos muy bien (yo no paraba de correrme) y te siento cada vez más dentro de mí.

Esto último lo dije lentamente posando mi mano derecha sobre el corazón pero sabía que K lo asociaría con que cada vez más fluidos suyos estaban en mi interior (saliva, esputos, mocos y ahora su leche).

K contestó diciendo que íbamos a ser inseparables y que cada vez lo sentiría más dentro, que me debía mucho y sabría como pagármelo. Fui a casa y me pajeé con su camiseta, calcetines, slip y claro está, zapas.

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