Un matrimonio inglés visita a unos amigos en Ámsterdam
No estoy muy convencida acerca de esto.
Mi nombre es Chrissy y como he publicado algunos relatos románticos anteriormente, mi esposo David me persuadió de escribir esta reseña de lo que nos ocurrió hace un par de años.
Uno sueña cosas como ésta, pero hasta la fecha no puedo creer que haya sucedido verdaderamente.
Como un breve preámbulo (Que parece ser lo común en este tipo de relatos), déjenme decirles que David es un «ejecutivo» de una gran empresa en Londres y que él es… bueno, muy bien parecido, supongo, 1.83m de estatura, ojos cafés como de tipo latino en cierta forma.
Yo soy de ascendencia nórdica, con el tradicional pelo rubio, piel blanca y me atrevo a decir, ¡un par de tetas de las que se puede estar orgullosa!
Éramos y aun somos una joven pareja con dos salarios y sin hijos todavía. Estábamos en nuestros últimos veintes y ahora estamos en nuestros primeros treintas.
Por alguna razón decidimos ir a acampar a en Francia un feriado. Dios sabe porqué, pues podíamos haber ha ido a cualquier parte del mundo, pero no, sería Francia. Para acortar una larga historia, pronto conocimos a Piet e Ingrid, una pareja holandesa de un pueblo cercano a La Haya. En solo dos semanas hicimos excelente amistad.
Ellos eran «mayores» que nosotros y tenían dos encantadores hijos que entraban y salían de nuestra carpa todo el día. Pasamos muchas tardes asando carnes y bebiendo afuera de su carpa o de la nuestra.
Creo que ambos trabajaban en la Embajada Americana y su inglés era excelente con un ligero acento.
En sus ratos libres Piet era instructor de tenis semi profesional e Ingrid era una fanática del ejercicio. Piet tenía el cuerpo con que sueñan las mujeres a pesar de haber pasado los 35 años y estar mas allá de su cima.
Y vaya que era bien parecido, rubio, ojos azules y una sonrisa que hacía que se te cayeran los calzones, yo estaba fascinada con él, pero tratando de disimularlo.
Ingrid era una belleza de pelo negro y bien formada, quizá un poco tosca, pero notaba que David no podía quitarle la vista de su pecho, especialmente cuando usaba su diminuto bikini en la alberca.
En fin, cuando llegó la hora de partir, Ingrid nos invitó a visitarlos después en Holanda, como se acostumbra cuando haces amigos en las vacaciones, dijimos que iríamos, pero pensábamos que no volveríamos a saber de ellos.
Pero a la semana siguiente Ingrid nos telefoneó y acordamos ir a verles en julio para una semana de paseo.
Me sentí un poco desilusionada cuando ella me dijo que sus hijos no fueran a estar, pues irían a quedarse con la mamá de ella, en realidad me había agradado mucho tenerlos alrededor.
Ahora me siento abochornada de lo joven e inocente que era en esos días. Casada unos cuantos años y creyendo firmemente en el concepto un compañero para toda la vida, una pareja romántica, bellos hijos y cosas por el estilo.
Llegó julio y nuestros amigos nos esperaron a que arribara el vuelo y nos llevaron a su casa.
Era pequeña, mucho mas chica que la nuestra, pero ellos nos explicaron que se pasaban la mayoría de los fines de semana en la costa norte de Amsterdam, en un balneario cercano al Dique Helder y que iríamos si queríamos al día siguiente.
Parecía una buena idea, así que hacia allá enfilamos la mañana siguiente.
Tomó algunas horas de camino el llegar al balneario, pero no podía yo creer lo hermoso que era la costa del Mar del Norte, kilómetros de playas y arena dorada. El clima tampoco podía estar mejor, con sol ardiente y verdaderamente cálido el día.
Llegamos al anochecer y nos acomodamos. Ellos tenían una especie de departamento, con un recibidor, cocina, baño y una recámara.
Para acomodarnos los cuatro había también un sofá/cama plegable en el recibidor, que ellos insistieron en que sería para ellos, así que David y yo usaríamos la amplia cama doble, de forma ovalada, mientras nuestros anfitriones quedarían en el recibidor.
Ingrid y Piet nos mostraron el balneario la mañana siguiente, después del desayuno.
En medio estaba la alberca en forma de «S» y alrededor pequeños reservados hechos con palmas, en cada uno mas o menos 6 tumbonas para una asoleada encerrada. Solo había un pequeño problema.
Estábamos en la «Europa Liberada» y casi todo mundo, ya fuera bañándose o asoleándose estaba ¡completamente en cueros! No había niños alrededor, era un sitio estrictamente para adultos, la mayoría de parejas jóvenes como nosotros, aunque había algunos mayores también.
Le susurré a David mientras deambulábamos: «Tantas vergas tan duras de escoger» y recuerdo que él replicó: «Tantos gatitos y no saber cuales maúllan» tratamos de no reírnos con tantas vergas, chiches y conchas peludas en exhibición, pero costaba trabajo.
Bien, yo no estaba completamente segura de todo esto, desde luego que había hecho topless, pero esto era otra cosa. ¿Tendría las agallas de encuerarme enfrente de Ingrid y Piet? Aunque la idea era excitante.
Pensaba que haría llegado el momento. Luego pensé que vería a Piet desnudarse y eso era algo que mas bien me excitaba. Él tenía un cuerpo fantástico y bueno, yo me imaginaba que estaría muy bien dotado.
Entonces mis pensamientos me regresaron al problema de tener que quitarme toda la ropa. Bien, vamos a continuar y a ver que pasa.
La mañana no ofreció problema. Fuimos a la playa, nadamos en el mar y nos asoleamos en la playa. No estaba permitido desnudarse en las playas públicas, así que no hubo problema.
Entonces nos regresamos al departamento para comer y tomar algunos tragos de vino, lo que me relajó un poco y me dio algo de sueño.
Ingrid sugirió que fuéramos a la alberca por la tarde, que habría poca gente. Bueno, pensé, ahí viene mi prueba de fuego.
Tomamos unas tumbonas en uno de los reservados. Los primeros minutos estuvimos ocupados acomodado nuestras toallas y cosas por el estilo.
Entonces Piet dijo que se iba a dar un chapuzón, que si alguien lo acompañaba. No hubo voluntarios. «Bien» dijo entonces «Hagan lo que quieran. Voy solo» entonces dándonos la espalda se bajó el traje de baño, lo tiró en la tumbona y caminó hacia la alberca. «Oh – oh » Pensé «Aquí vamos»
«Iré mas tarde, cuando me acalore» dijo Ingrid
«Yo También» dije, acostándome en la tumbona. Estaba con mi bikini mas pequeño, una delgada tira de tela que mostraba generosamente mis pechos y tapaba apenas decentemente mis partes inferiores.
Yo sabía perfectamente que había decidido usar este atuendo para coquetear con Piet y desde luego había notado varias veces como él me desvestía con la mirada mientras estábamos en la playa esa mañana. No me molestaba en lo absoluto de alguna manera era un cumplido y me agradaba llamar su atención.
Decidí acostarme boca abajo, de manera que pudiera desabrocharme el sostén de manera discreta, lo cual hice.
Entonces, habiéndome acomodado modestamente, eché un vistazo hacia Ingrid, quién estaba del otro lado de David.
Ella completamente descuidada de la presencia de David.
Yacía en la tumbona sobre su espalda totalmente desnuda, esa mañana en la playa había usado un traje modesto de una sola pieza, pero ahora se mostraba en todo su esplendor y vaya que tenía un cuerpo voluptuoso.
Sus grandes senos se abrían ligeramente hacia los lados de su pecho, pero su cintura era delgada a pesar de tener dos hijos.
Y ahí estaba en su resplandeciente gloria, un bello matorral de vellos corría a esconderse entre sus piernas. ¿Y David?
Bueno, él había enderezado el respaldo de su tumbona y fingía leer un libro, pero su traje de baño llevaba en el centro una pequeña carpa que lo delataba así que podía yo ver que estaba disfrutando del paisaje de la tumbona junto a la suya. Me pescó viéndolo e hizo un gesto como diciendo: «Bueno, no sé que hacer, pero estoy a gusto hasta ahorita»
Bueno, pensé hasta este punto todo está bajo control y dentro de ciertos límites de decencia, pero pensé, en este ambiente en realidad no tengo porque estar tan apenada por mis tetas, así que olvidando el sostén del bikini, me di la vuelta y tomé una revista..
Entonces todo empezó a encaminarse hacia otro lado. Piet regresó de su chapuzón.
«Vaya» dijo «estuvo grandioso» se paró junto a mí, desnudo para tomar su toalla.
«¿Un buen chapuzón?» Pregunté inocentemente, viéndolo y sonriéndole, como si tener a un hombre desnudo junto a mí sucediera todo el tiempo. Y yo trataba, nunca tan tenazmente, de no verle la verga. En toda mi vida he visto a tres o cuatro «en vivo», pero ninguna como esta.
Piet se estaba secando, con un pie sobre su tumbona, me miró momentáneamente y desde luego que me pescó contemplándolo.
De hecho, mis ojos estaban soldados a él, sin duda alguna, era la verga mas grande que me pudiera yo haber imaginado.
Como un tramo de manguera colgando entre sus piernas. Entonces con una leve sonrisa, se volteó hacia mí, totalmente de frente y continuó secándose.
Su enorme aparato se balanceaba vigorosamente mientras él se secaba y yo trataba desesperadamente de concentrarme en la revista que tenía en las manos.
«Deberás de nadar» me dijo «Quítate esas pantaletitas y libérate, es maravilloso. Ustedes los británicos son muy apretados»
no quería parecer santurrona, especialmente después de que él me había pescado sin lugar a dudas contemplando su balanceante hombría apenas unos segundos antes.
«Mas tarde Piet» respondí «Quizá cuando esté mas acalorada»
«Estaré al pendiente» dijo él estirándose de espaldas sobre su tumbona.
Desde ese momento traté desesperadamente de concentrarme en el artículo de mi revista. Pero los ojos de Piet estaban cerrados así que miré y miré.
Su enorme herramienta sexual yacía inerte sobre su estómago, pero con una promesa de gran placer.
«Nada va a pasar» Me dije «Así que limpia tu mente por Dios santísimo»
Leí un par de párrafos y no pude resistir de echar un vistazo.
Me pareció que estaba mas grande que un rato antes. Coloqué la revista de manera que pudiera ver sin ser detectada y si, definitivamente se estaba moviendo, creciendo y endureciéndose.
Una voz tranquila interrumpió mis observaciones. «¿Qué esperas que suceda si continuas contemplándola así?» dijo Piet.
«Lo siento» murmuré enterrando mi cabeza en la revista.
«No, no te apenes» replicó. «No me molesta en lo mas mínimo, te aseguro. «De hecho es agradable. ¡Por favor sigue mirando y en pocos minutos podrás ver todo lo que tengo para ofrecer!»
Las cosas se están saliendo un poco de control, pensé, pero este coqueteo sexual era divertido. Me volteé sobre mi costado viéndolo de frente, sintiendo que mis senos se iban hacia él. Dejé mi revista, descartando la pretensión de estarla leyendo.
«Ingrid es muy afortunada. Piet» Dije serenamente. «Eso,…. eso es absolutamente magnífico»
«A ella le gusta» Me dijo. «Le gusta muchísimo y le gusta que lo presuma, sabes y a mí no me molesta presumirlo, porque es solo algo natural, ¿No crees? Ingrid quiere que todos sepan lo que la hace disfrutar y todos estamos contentos»
Oí que Ingrid le decía algo a David y al voltear hacia ellos me dijo: «David y yo vamos a nadar. ¿Vienen o están muy ocupados?» Ella me sonrió con complicidad, sabía detrás de que andaba yo.
«Creo que iremos en un minuto» Repliqué «Vayan ustedes»
«Bueno» dijo Ingrid «Pero dile a tu marido que se quite ese absurdo traje de baño, ¿quieres? Como puedes ver aquí nadie usa nada. No estás «encajando» David»
«Está bien» Dijo David riendo «Me lo quito todo» Rápidamente se deshizo de la prenda y los dos se alejaron de nosotros rumbo a la alberca.
Conforme llegaban a la orilla de la alberca vi que Ingrid lo tomó de la mano y por supuesto que empecé a pensar.
Esto luce como un intercambio, Piet conmigo y mi esposo con Ingrid. No, no lo creo y no pasará. David no se irá con ella y yo no cogeré con Piet. Sería demasiado complicado. Pero la idea me excitaba bastante.
«Cualquier cosa puede pasar» Dijo Piet con una gran sonrisa «Ahora que se han ido»
«No lo creo, Piet» Replique sonriente «Solo hasta donde estamos, no mas allá» No quería que se terminara la emoción, pero tampoco que las cosas se salieran de su cauce.
De modo que solo nos quedamos Piet y yo recostados un rato, viéndole descaradamente la verga que ya estaba parcialmente erecta.
Era magnífica, un espécimen superior de hombría que no podía dejar de admirar. Piet permanecía sonriéndome, entonces su mano derecha bajó a alcanzar y sujetó la tranca y empezó a moverla. Creí queme desmayaría, viéndola endurecerse aun mas y todavía creciendo el glande.
Empecé a sentir una comezón húmeda entre las piernas donde la Madre Naturaleza me indicaba lo que quería que hiciera. «Dios mío» me dije «Contrólate»
«Sabes, deberías de ser mas natural» me dijo Piet «Fíjate en todos los que andan por aquí.
Es verdaderamente liberador no traer ropa alguna encima, quítate ese ridículo pedazo de tela y relájate un poco. Vamos, no creas que nunca he visto otra dama sin ropa, mira alrededor de nosotros.
Bueno, razoné, si David puede, ¿Por qué yo no? Además Piet tenía razón, de hecho había docenas de mujeres sin ropa jugueteando alrededor de la piscina. «Está bien» dije «Pero solo hasta que David regrese» Me paré a un lado de la tumbona y me despojé del calzón del bikini.
Piet observó mi rubia mata de vellos descaradamente. Entonces se sentó. «El sol te está quemando la espalda» Dijo «Debo ponerte un poco de bloqueador. Piet trabajaba rápido.
«Está bien» Repliqué. No había daño alguno, ¿o si? Solo un poco mas de coqueteo y excitación.
Me recosté boca abajo mientras Piet se arrodilló junto a mí. Dejó caer un poco de loción fresca sobre mis hombros y empezó a esparcirla, suave y sensualmente.
Temblé cuando sus manos frotaron mis nalgas y mis piernas, luego regresó a mi espalda y mis hombros.
Después de unos minutos de esto me dijo: «Supongo que te gustaría que también el otro lado quedara igual, no» Miré alrededor y no había traza de David ni de Ingrid, solo Piet y yo.
No dije un palabra, solo giré quedando sobre mi espalda. Piet me sonrió con el bote de bloqueador en la mano. «Soy mejor de este lado» dijo.
Cerré los ojos y sentí el fresco cremoso del bloqueador caer en mi vientre y la caricia de sus manos sobre mi piel. Él extendió lentamente la crema hacia mis senos, alrededor de ellos y en mis brazos. Dios mío pensé ¿Qué estoy haciendo? Pero lo dejé que continuara.
«Tus pechos» Dijo «Están muy blancos, deberías usar Factor 20, creo» Esperé temblorosa a la expectativa, mientras él rebuscaba en su saco y sacó la loción F20. Sonriente vertió una generosa dosis en sus manos y se las frotó.
Cerré los ojos cuando empezó el masaje.
Sus manos recorrieron primero abajo y luego sobre mis senos que se resbalaban y temblaban, sus dedos oprimían ligeramente mis pezones provocándome una exquisita agonía, luego empezó a bajar sus manos mas y mas, hacia mis caderas y piernas. Entonces su manó rozó sobre mi matorral e instintivamente cerré las piernas.
«Lo siento» Me dijo «Está bien» contesté «Es que me hiciste saltar»
No estoy segura de que hubiera pasado si no hubiera sido porque en ese momento regresaron Ingrid y David de la piscina. «¡Oh!» dijo Ingrid «Te pescó con el bloqueador ¿Verdad? Parece que regresamos a tiempo o hubieras estado frita»
Miré a David que tenía a Ingrid de la mano y me sonreía. Cabilé sobre que habrían estado haciendo en la alberca. A David no pareció molestarle absolutamente que estuviera totalmente desnuda frente a Piet.
«El sol ya se metió» Dijo Ingrid «En caso de que no lo hayan notado y me gustaría tomar un trago. ¿Nos regresamos Piet?»
Tomamos rumbo al departamento envueltos en las toallas, acarreando nuestra ropa y trebejos.
Pensé que sería todo por el día y que todos nos vestiríamos nuevamente. Pero Ingrid y Piet tenían otras ideas. Ingrid soltó sus cosas y se dirigió al baño desnuda, Piet hizo prácticamente lo mismo, soltó lo que traía y procedió a preparar algunos tragos, aun desnudo. Yo no hallaba que hacer, así que me senté a esperar mi bebida.
David se sentó junto a mí con su toalla sobre el regazo y yo me quedé enrollada mi toalla en la cintura dejando mis pechos descubiertos.
No me parecía correcto vestirme cuando nuestros anfitriones no llevaban nada encima.
Además empezaba a adentrarme en ello y la sensación de estar desnuda era mas bien excitante y como había dicho Piet liberadora.
De repente empecé a entender porque los nudistas o naturistas (Como quieran ser llamados) les gusta andar siempre sin ropa. Era grandioso. Me empecé a sentir relajada y mi pena inicial empezaba a desvanecerse rápidamente.
Ingrid regresó del baño y se sentó en una silla enfrente de Piet. La única concesión a la decencia que le noté fue cruzar las piernas.
Entonces Piet regresó con las bebidas dándonos una a cada quién. Y estoy segura de que con todo propósito, cuando me trajo mi bebida su verga quedó meciéndose a solo centímetros de mi nariz. Innecesario decir que pude darme un buen taco de ojos en acercamiento antes de que él se fuera a sentar al lado de Ingrid.
Tan solo nos quedamos sentados riendo alegremente y haciendo comentarios subidos de color. Ingrid y Piet nos estaban diciendo que los británicos somos apretados e inhibidos, que nunca podemos disfrutar de nosotros mismos y que como pueden embarazarse las esposas si jamás se quitan la ropa.
Todo el tiempo me la pasé observando a Piet, no podía evitarlo, era demasiada atracción.
No solo su grueso miembro, sino también su cuerpo musculoso y bella figura. Innecesario también decir, que mientras tanto David se llenaba los ojos con la silueta de Ingrid, que tiene los mas perfectamente torneados pechos que creo haber visto.
La envidiaba pues creo que los míos son grandes y suaves, aunque muchos hombres no están de acuerdo conmigo.
Las bebidas tuvieron el efecto esperado, pues me sentí realmente relajada aunque mas bien estimulada al mismo tiempo. Era algo irreal, sentada frente a mis desnudos amigos.
Recuerdo que pensé que debería haberme quitado la toalla para tener la sensación de absoluta libertad, pero no se me ocurría ninguna forma de hacerlo ahora sin que los otros me hicieran comentarios picarescos.
En cuanto a mi esposo, ¿Qué pensaría David si su esposa de repente brincara y se desnudara así? Pero era algo piadoso pensé estar viendo a mis anfitriones en pelotas era al mismo tiempo erótico y estimulante.
Creo que estuvimos bromeando y platicando cerca de media hora antes de que ocurriera.
Pensando en ello, supongo que debí saber que algo iba a pasar, pero no esperé que fuera tan pronto. Piet se paró y cruzó la habitación hacia mí, me tendió su mano y dijo: «Ven» Esbozando una enorme sonrisa sensual «Hay algo que quiero mostrarte en la recámara»
Ingrid reaccionó inmediatamente con una especie de animación «Hey» Dijo ella «¡Yo tendría mucho cuidado si fuera tú Chrissy! Pues sé exactamente que es lo que él quiere mostrarte» me dio algo de pánico y volteé hacia David, pero él estaba sonriendo de oreja a oreja «David» dije medio bromeando «¡Sálvame por favor!»
«No necesitas ayuda alguna» Replicó David «¿Por qué no vas y averiguas que es lo que él quiere enseñarte?»
«David» dije de manera asombrada «Creo que sabes bien lo Piet quiere enseñarme. ¿No te molesta?»
«Realmente no» replicó aun sonriente «solo hay una forma para que lo averigües con seguridad, ¿no crees? Así que levántate y nos vemos mas tarde»
No podía creerlo. Piet continuaba parado frente a mí, su mano estirada en mi dirección, esperando que me parara y fuera con él. Era salvajemente obvio lo que quería hacerme, su verga ya estaba durísima. Mi corazón latía fuertemente por la presión que sentía de coger con él.
«Piet» dije tan gentilmente como pude «Verdaderamente no creo que esto sea una buena idea, quiero decir que si me gustaría, pero las cosas se pueden complicar, sabes…»
«Mira» dijo Piet «Todos aquí estamos, siendo buenos amigos y pasando un rato agradable. David no tiene problemas acerca de ti y de mí juntos y dices que te gustaría tener sexo conmigo. ¿Qué estás esperando?» Él se inclinó y me tomó de la mano y me jaló tratando que me parara, yo retrocedí aun insegura acerca de la situación.
«Chrissy» dijo David «No seas tan Mojigata, ve» Entonces se paró y me tomó de la otra mano haciendo que me parara.
«Ay Dios» dije con una risita nerviosa «Verdaderamente no creo que sea una buena idea» Pero era demasiado tarde y mis protestas no eran buenas.
Estaba siendo jalada, llevada a rastras hacia la recámara. Ingrid riéndose se paró y nos siguió cuando pasé remolcada junto a ella.
«Ay querida» Recuerdo que decía «Ahora si estás en problemas Chrissy! Echa un vistazo a Piet, yo creo que ahora si puedes ver claramente lo que quiere enseñarte» Para entonces ya Piet caminaba de espaldas sosteniéndome por ambas manos y jalándome hacia él.
David estaba detrás de mí empujándome de los hombros. Y la enorme verga de Piet estaba parada, verdaderamente parada tan dura como un hasta bandera, cabeceando obscenamente mientras me remolcaba a mi inevitable destino.
Al entrar al cuarto de alguna manera cayó mi toalla de mi cintura de manera que quedé totalmente desnuda (Y lista para la acción, alguien dirá).
Aunque lo niega hasta la fecha, estoy segura que fue David quién me la quitó como una invitación abierta para que Piet me tomara.
Entre ambos me arrojaron a la cama oval y decidí darme por vencida y aceptar lo que tuviera que pasar. No tenía caso decir mas veces que no, no iban a aceptarlo. Iba a haber sexo, era inevitable y tenía que participar, quisiera o no.
Me tenían sujeta en la cama, con mis brazos extendidos. «Finalmente» Exclamó Piet «Ahora bien, ¿Por donde debemos empezar?»
«Yo sé exactamente por donde empezar» Dijo Ingrid. Ella estaba arrodillada al pie de la cama, sonriente y frotándose las manos gustosa mientras sus ojos recorrían mi cuerpo desnudo.
Entonces ella se hizo hacia delante empujando mis pies para separarlos y se colocó entre ellos, se inclinó recorriendo con sus manos hacia mis caderas y vientre. Sonriéndome ella dio un masaje suave en la parte baja de mi cuerpo.
No dudaba yo que era lo que iba a hacerme. Lentamente su cara bajó y bajó hasta que suavemente lamió mi estómago.
Mientras lo hacía sus manos separaron mis muslos abriendo mi vulva a ella, su lengua lamía mas y mas abajo.
Nunca en mis mas descabellados sueños pense en otra mujer haciéndome esto, pero ahora encontraba la idea increíblemente excitante.
«Ingrid es muy buena en esto» dijo Piet «Te va a gustar, solo relájate y deja que ocurra» Piet estaba arrodillado a un costado de mí y David del otro.
Cada uno de ellos acariciaba uno de mis pechos pellizcando suavemente mis pezones entre sus dedos.
Podía sentir mi excitación sexual creciendo con toda esta estimulación, todas esas manos recorriendo mi cuerpo desnudo, pero lo mejor todavía estaba por acontecer.
Los dedos de Ingrid se deslizaron entre mi matorral y encontrando mis labios los separó exhibiendo mi clítoris. Ya no podría evitarlo, separé mis piernas lo mas que pude y esperé el toque de su lengua.
Ingrid volteó a verme por sobre mi vientre y empezó a provocarme sacando y metiendo su lengua sin tocarme, una promesa de lo que estaba a punto de hacerme.
El corazón me brincaba en el pecho en anticipación a su cálida y húmeda lengua deslizándose entre mis labios vaginales y lamiendo mi clítoris. Su cabeza por fin se agachó y el toque de su lengua en mi clítoris fue como choque eléctrico que me hizo brincar. Grité «Aaaaaaaahhhh» y luego suspiré «Oooooohhh» donde ella extendía su humedad junto a la mía.
David estaba ahora acostado a mi lado, acariciando aun mi pecho, mientras Piet arrodillado del otro costado, miraba a su esposa lamiendo entre mis piernas.
«¿Lo estás disfrutando querida? ¿Te arrepientes ahora?» Me susurró David al oído. «Mira la verga de Piet tan grande y dura, ¿No es fantástica? Además…» agregó mientras me besaba el cuello «Te va a dar una cogida tan fantástica que nunca la olvidarás.
No puedo esperar, Cariño, a verlo montarte y penetrarte» Sentí una descarga de humedad entre mi piernas mientras David me susurraba estas obscenidades al oído, no podía tener sentimientos de culpa por esto, mi esposo quería ver que me cogieran e iba a disfrutar la visión de la enorme verga de Piet empalándome.
Volteé para ver a Piet y al mirarme a los ojos sonrió, tomó su dura verga en la mano e inclinándose hacia delante la acercó a mi boca. «Tómala» susurró David «Tómala y chúpala con ganas»
Aunque estaba mareada de erotismo y con poca habilidad para concentrarme, tomé su verga con la mano y la deslicé entre mis labios. ¡Que verdaderamente grande era!» La enorme cabeza llenó mi boca y cuando él empezó a empujarla y retirarla lentamente, pensé que me darían arcadas.
«Así Cariño, hazlo gozar» Dijo David bajito «Ponlo duro y húmedo, listo para cogerte. Vamos, dale mas duro, así, así, mas duro» Logré liberar mi brazo izquierdo y tomé sus peludos huevos en mi mano, masajeándolos suavemente mientras su estaca entraba y salía lentamente entre mis labios.
Si le chupara fuertemente hasta que mis mejillas se contraigan, él jadearía y empujaría sus caderas, amenazando con eyacular en mi garganta, entonces lo sacaría de mi boca y me lo frotaría en la cara, mirándolo a los ojos y sonriéndole seductoramente.
Pero tuve que detener mi jugueteo con Piet, conforme sentí que se formaba el clímax dentro de mí. Ingrid estaba succionando mi clítoris entre sus labios y lo lamía frenéticamente mientras me metía y sacaba lentamente dos de sus dedos en la vagina.
Podía sentir la presión formándose en mi interior, mas y mas, hasta tenerme a punto de estallar. Pensé que me vendría rápidamente, como acostumbro, pero en vez de eso empecé a sentir que me elevaba, mas y mas alto, gimiendo y jadeando, buscando aire.
Con mi mano libre continué masturbando la verga de Piet, mientras David continuaba susurrándome palabras desde sensuales hasta obscenas en el oído, diciéndome lo que muy pronto Piet me estaría haciendo con su enorme herramienta. Mis caderas se convulsionaban ahora empujando contra la boca de Ingrid, como pidiéndole que me succionara mas fuerte y me enterrara mas rápido sus dedos.
Y de repente EL ORGASMO, el mas poderoso que haya experimentado hasta ese momento se estrelló contra de mí. Todo, la plática sexual y las imágenes durante toda esa tarde, la picardía del cotilleo y bromas pre sexuales al desnudo, el haber sido remolcada contra mi voluntad a este foso de placeres para disfrutar de ese soberbio y endurecido miembro, todo había influido en mí.
Grité y envolví con mis pierna el cuello de Ingrid, sosteniendo su boca sobre mi sexo, mientras mis caderas saltaban y se convulsionaban. Mis pezones se tornaron hipersensibles y el sudor salía d mi pecho y vientre. Estaba volando muy lejos del suelo y la sangre corría como el viento en mis oídos.
Podía oír voces a lo lejos, como en un sueño. «Vaya, si que lo disfruto, ¿no creen?» Escuché que decía David «Dichosa ella»
«Ingrid es muy buena haciéndolo con chicas» dijo Piet «Es porque ella ha sido bisexual desde adolescente y realmente sabe lo que le gusta a las mujeres y se tira a fondo en ello»
Ya estaba de regreso al mundo real, aunque mi vulva necesitaba mas. Mas de lo que fuera, mas lamidas, mas sexo, mas dedos, una buena cogida. Abrí los ojos y ahí estaba, el objeto de mi deseo, Piet. Se colocó encima de mí, su gigantesca verga sobresaliendo de su cuerpo como un hasta bandera, diciéndole al mundo: Quiero cogerte y lo voy a hacer»
«Hola Chrissy, bienvenida de regreso al Planeta Tierra» Dijo «¿Lo disfrutaste? Ella es verdaderamente buena, ¿No crees? Si te portas bien, quizá te dé otro poco mas tarde. Pero ahora tú vas a darme placer y yo voy a dártelo con esto» Tomó su rígido bastón y lo agitó frente a mí lascivamente, sonriendo «Y ahora ¿Cómo lo quieres recibir? Continuó «¿De espaldas? ¿Desde atrás? ¿De perrito? Tú escoge»
No sé que fue lo que me hizo decidir por la última sugerencia, quizá me pareció que era lo natural con él. No hablé, solamente me volteé y me coloqué sobre mis manos y rodillas. Sin decir una palabra Piet tomó su posición entre mis piernas abiertas y empezó a frotar su verga de arriba abajo entre mis resbalosos labios. Podía sentir como se endurecía el frotamiento y se intensificaba la presión.
Entonces el glande me penetró y yo jadeé. Hizo una pausa «Y esto Chrissy, es lo que tu marido me pidió que te hiciera cuando nos conocimos en Francia en mayo. Me dijo que quería verte cogida, así que aquí estás, siendo cogida.
Ahora David, fíjate cuidadosamente, porque así es como se coje un hombre con una gran verga a la esposa de otro hombre.»
Grité cuando él tocó fondo de un solo empujón. La punta de su verga penetró profundamente dentro de mí y el grosor de su herramienta me llenada totalmente. Temblé con la realidad de ser empalada por este macho, como una yegua copulada por un semental en un establo. Tan primitivo, tan brutal y con tanta necesidad del acto.
Y entonces: ¡DIOS MÍO! Empezó a moverse, su estaca ahora recorría suavemente dentro y fuera de mi resbalosa vulva, sus manos enormes sujetaron mis caderas y me acercaban y retiraban como una máquina de coger, hecha para complacer a su verga y nada más.
Mis grandes pechos empezaron a columpiarse mientras él se apoderaba de mí y entonces ¡DIOS MÍO! Volví a sentir que se iniciaba dentro de mis entrañas otro orgasmo, creciendo en mi vulva mientras todo lo LARGO de su engrasada estaca entraba y salía rozando mi clítoris. Se expandió dentro de mi vientre y se asentó ahí, como animal enjaulado que espera la señal adecuada para ser liberado.
David continuaba acostado en la cama, solo que estaba ahora debajo de mí. Subió las manos para acariciar mis pechos en vaivén, pellizcando mis excitados pezones entre sus dedos.
De repente, para mi sorpresa llevó una mano a mi vulva. «Mmmm» Exclamó «Chrissy, puedo sentir como él te llena, abriéndote. ¿Lo disfrutas mi Amor?» Tan solo gruñí mi respuesta, disfrutando cada instante de mi cópula.
Oí entonces que David suspiraba y volteé hacia debajo de su cuerpo, vi a Ingrid que se había metido la verga de David en la boca y le mamaba rápidamente, su cabeza bombeaba sobre mi marido y este suspiraba en éxtasis. ¡Ella podía con hombres igual que con mujeres!
De repente sentí que Piet se salió de mí y casi me colapso como globo desinflado. No podía creer que hubiera dejado de cogerme estando tan cerca del clímax.
Miré hacia abajo para ver que estaba haciendo y lo encontré acomodándose detrás entre las piernas de su mujer, su enorme verga brillosa y resbalosa con mis jugos la acomodaba en su concha. Y empezó a darle empujones de manera rápida y brutal.
Oh Dios, quería yo esa verga nuevamente dándome placer, debía tentarlo, pero ¿Cómo? Así que me senté y acerqué a ellos, tome sus huevos con una mano y acerqué mi boca abierta, ofreciéndosela.
A él le encantó la idea de variar un poco. Se salió de su esposa y me dejó que se la mamara y masturbara algunas veces y la regresó a la concha de su mujer, sentía en mi boca el sabor de los jugos de Ingrid. En que puta me había convertido. Pero lo peor todavía no pasaba.
Después de la cuarta o quinta vez que se la mamé, me le quedé viéndole y le rogué: «Por favor Piet» le pedí «Cógeme, cógeme fuerte hasta que me venga. te quiero ya dentro de mí, por favor házmelo» y con esto me volví a colocar en mis manos y rodillas, meneando mi trasero hacia él, dándole mi concha para que me cogiera.
No pudo resistirse a mi invitación sexual e hizo lo que le pedí. Sentí la delicia de ese enorme falo deslizándose dentro de mí, llenándome completamente.
Entonces inició lentamente su experta cogida y gradualmente fue incrementando la rapidez y la potencia, hasta que estaba él machacándome y sentía nuevamente como un orgasmo se forjaba dentro de mí.
Ahora la mano de Ingrid estaban en mi clítoris y las de David pellizcaban mis pezones. Todos sabían que estaba a punto del clímax y todos ellos querían verme perder el control y convertirme en un animal completamente sexual.
«¡Oh, oh, oh!» Gruñí al mismo tiempo que recibía los empujones de Piet. «Cógeme, Piet, si cógeme, así, así, mas fuerte, vamos, cógeme mas duro, si, si» Yo jamás había hablado de esa manera, pero ahora quería mas y tenía que hacerlo. Piet estaba machacando mi concha mas y mas aprisa y podía yo sentir que estaba a punto de terminar.
De repente tuve la visión erótica de ese enorme pene arrojando su semilla dentro de mi útero y eso es lo que deseé que sucediera mientras alcanzaba el clímax.
«Me vengo, Chrissy, me vengo» siseó Piet a través de sus apretados dientes, mientras golpeaba contra mi trasero, pude sentir su estaca endurecerse y sus empujones se volvieron mas urgentes y profundos. «Arrrrrgh» gruñó con su verga aun pistoneando dentro de mí.
Entonces Ingrid acabó conmigo, rápidamente se colocó debajo de mí y presionó sus labios sobre mi rígido clítoris. ¡¡PUM!! Estaba ida, hacia el cielo y mas allá. David me comentó mas tarde que todos los huéspedes del campamento deben haberme oído gritar «¡¡¡SI, SI, CÓGEME, CÓGEME, CÓGEME!!!» en el tono mas alto de mi voz, pero no recuerdo haberlo hecho. Todo lo que recuerdo es la dura verga de Piet palpitando en mi concha, enviando chorros y chorros de su potente semen a mi útero.
Tuve la esperanza de que me preñara, para tener algo que compartir de ese momento erótico para siempre.
Me colapsé boca abajo en la cama después de que la verga de Piet de deslizara fuera de mi concha seguida por un flujo de su esperma. Ya todo lo que quería era dormir, pero nuestro cuarteto no había terminado aun.
«Háganme un lugarcito» Dijo Ingrid juguetonamente, empujándome cariñosamente «Tú ya te divertiste esta noche, ahora es mi turno» Se recostó en medio de la cama. «Bésame» Dijo. Yo me enderecé hacia ella y la besé en la boca. «Ahí no» Dijo «Mete tu lengua en mi concha Chrissy y dame el placer apropiadamente»
Bueno, este era un nuevo reto para mí. Aunque Ingrid me había hecho muy feliz, no estaba tan segura en cuanto a regresarle el favor. Miré a mi esposo pensando que le parecería a él ver a su esposa en un acto lésbico.
«Prepáramela, Cariño» Dijo David «De la misma forma como ella te preparó para Piet» Así que me incliné y enterré la nariz en el oloroso matorral. No necesito decir que mi lengua empezó a explorar lugares en los que definitivamente nunca había estado. Ingrid estaba hermosamente excitada con mi toque y apasionada.
Sus caderas brincaban y se contorsionaban como lo habían hecho las mías mas temprano. En unos cuantos minutos la tenía yo al borde del orgasmo, mis dedos profundamente enterrados en su vagina y mi lengua lamiendo su clítoris.
David permanecía sentado a un costado de nosotros, masturbando mientras nos miraba. De repente, con la excitación de Ingrid, se acostó a un lado de ella y le levantó una pierna y acercó su verga para metérsela.
«Agárramela, Chrissy y entiérrasela» Obedientemente hice lo que me pidió, pero para su deleite, primero le di una buena mamada y luego guié su lanza hacia el blanco y observé mientras él la enterraba en el fondo del muy receptible cuerpo de Ingrid. «Fantástico» murmuró «¡Que buen palo eres Ingrid»
Me gustó realmente hacer esto con David, los dos excitando a Ingrid. Mientras él deslizaba su dura estaca dentro y fuera de ella, continué lamiendo y chupando su vagina y su clítoris.
David le acariciaba las tetas mientras la cogía y mis manos jalaban y frotaban la suave piel del interior de sus muslos.
Los quejidos de Ingrid aumentaron y su cuerpo entero palpito y se convulsionó. Sus manos sujetaron mi cabeza fuertemente contra su sexo.
De pronto lanzó un grito con el cual se vino poderosamente mientras que David simultáneamente se vino abundantemente en su interior y luego todavía eyaculando, sacó su herramienta del estuche aterciopelado y disparó chorros de semen sobre el matorral y el vientre de Ingrid, a unos cuantos centímetros de mi cara.
Bueno, después de esto absolutamente todas y cada una de mis inhibiciones y prejuicios estaban desechadas.
Habíamos estado los cuatro en una sola cama sin barreras de acoplamiento sexual. Después de esa primera sesión de sexo estábamos todos razonablemente cansados.
No bañamos todos juntos y bebimos algunos tragos antes de comer. No usamos ropa durante todo ese tiempo, ni un pañuelo. Todo lo hacíamos desnudos y, por supuesto, seguía cachonda con el cuerpo musculoso y la verga de Piet.
Esa noche dormí con Piet mientras que David lo hizo con Ingrid. No me molestaba el hecho de que él se estuviera divirtiendo con ella en el cuarto de al lado, porque tenía a Piet para encargarse de mis requerimientos y lo hizo muchas veces.
El resto de ese largo fin de semana, fue una experiencia sexual extensa con algunos momentos extraordinarios de placer bizarro.
Como un medio día cuando estábamos sentados comiendo y Piet sugirió que me sentara en su regazo.
Por supuesto que su verga estaba tiesa y ahí me tienen empalada por él mientras como mi ensalada, entonces David, excitado de verme haciendo esto, colocó a Ingrid boca abajo, aun comiendo del plato que tenía enfrente y mientras la sujetaba de las caderas se la cogió de perrito.
Lo mas extraño ocurrió después, que a pesar que este comportamiento fuertemente sexual, cesó en el momento que regresamos a su hogar.
Como que no era algo que ellos hicieran en casa.
No se volvió a mencionar el sexo y no hubo mas coqueteo.
Fuimos todos muy amigables al despedirnos en el aeropuerto, pero de alguna manera, todos sabíamos que no repetiríamos la experiencia.
Nunca volvimos a saber de ellos, ni siquiera una postal navideña.
Me pregunto cuantas parejas jóvenes habrán seducido desde entonces.
Desde luego que mi esposo y yo hemos tenido otras aventuras sexuales, pero serán otras historias.