Sylvia la puta de Gijón y el desconocido
Esta historia es real.
Me llamo Sylvia y vivo en Gijón, tengo 35 años y estoy casada desde los 30 con mi novio de siempre.
Mi figura es delgada, culito pequeñito, pechitos firmes, pelo negro, ojos marrones oscuros, labios finos, carita ancha, y piernas largas y delgadas.
Trabajo en una entidad financiera de la ciudad y debo atender clientes en mi despacho.
Soy bastante seria y profesional en todo lo que hago y no me gustan las bromas en el trabajo y menos sobre sexo.
No es que sea una mojigata, me gusta el sexo con mi marido aunque tengo que ser yo quien lo inicie y aun así solo follamos una o dos veces al mes ya que el esta muy cansado.
El resto de los días debo pajearme con un consolador de polla negra de látex, ya que nunca se me ha ocurrido ponerle los cuernos.
Y eso que ocasiones no han faltado ya que pongo calientes a los hombres.
Una tarde que llegue a casa, mi marido no estaba por viajes y decidí salir a dar una vuelta.
Me duche y cambie, me puse una minifalda muy cortita, una camiseta blanca ajustada y me fui sin sostén a pasear al lado de la playa.
Los hombres me miraban y a mi eso me gusta.
Termine en un local donde era la única mujer y los hombres rudos me miraban y me magreaban con los ojos como si fuera una puta.
Al lado había un cine porno y sin querer al salir vi el cartel: Follando a todas horas o algo así.
No tenia que volver pronto así que decidí entrar, nunca antes lo había hecho pero es noche estaba caliente y coincidió.
El cine era oscuro, viejo y maloliente, y cuando entre en la sala todos los tíos me miraron como si fuera la tía mas zorra entre las zorras.
Yo por precaución me senté al lado de un viejo de unos 70 años al que se le alegro la mirada.
Era gordo y asqueroso pero pensé que allí no corría peligro alguno. La minifalda al sentarme se me subió muy arriba y el viejo dejo de ver la película para verme a mi.
Puso su mano en mi muslo y se la aparte suavemente.
El insistió y yo le dije, por favor, sea bueno, no quiero líos, pero no servía de nada, el viejo se acero y me dijo al oído, anda putita y me lamio el cuello con una lengua salivosa y asquerosa.
Le volví a quitar la mano de encima pero en la película ya follaban y el viejo insistía con mas fuerza así que le deje acariciarme el muslo ya que eso no era peligroso de todas formas.
Se vio que eso le animo y empezó a abrirme los muslo y a llamarme putita, me pregunto el nombre y le dije: Me llamo Sylvia y el dijo, que bien, hola Sylvia, putita, eres una tía muy zorra no hay mas que verte la cara de guarrilla viciosa que tienes y me beso mientras llego con sus dedos a la braguita de encaje.
Metió un dedo por debajo de la tela y la hundió en mi pelo sedoso del coñito, yo ya estaba mojada mientras el viejo seguía diciendo Sylvia, putita, Sylvia zorrón, que buena estas, cacho guarra que coño mas mojado y de puta tienes. Me morreo dándome lengua y me metió un dedito en el coño.
Total no iba a ser peligroso que me masturbara y estaba muy caliente y lo de aguantar queme llamara puta y zorra, pues bueno, era lo que debía parecerle y seguro que le excitaba tanto como a mi.
Empezó a jugar con el ojete y ahí le pare, me puse firme, por ahí ya no pasaba, entonces me dijo cogiéndome la cabeza y llevándola a su polla: Pues si no quieres que te de por el culo vas a chuparme el rabo, Sylvia.
Pensé que era mejor chupar que tomar por culo, así que me la metí en la boca y empecé a chupar el la verga al viejo.
Se la chupaba y mamaba, mientras el me decia lo puta y zorra que era, le comí el rabo desde los huevos hasta el capullo que era gordo y rosado, le succione y chupe la tranca una y otra vez, dándole lengua y saliva y sin previo aviso, el viejo empezó a disparar esperma en mi boca.
Yo asombrada por la corrida del viejo saque la polla y me salpico la cara y el pelo, pero reaccione y volví a meterla en la boca para tragarme toda su cuajada pastosa, era un esperma denso, una lechada tremenda ya que no paraba de correrse, pero sabia bien y me relamí de gusto.
Al final de la chupada, se la guarde morcillona y flácida pero bien limpia en su pantalón, me dio las gracias y me dijo que hablaría a sus amigos de Sylvia la zorrita del cine que le había mamado la polla y luego al salir juntos resulto que era cliente de mi entidad, ¡que sorpresa!, pero luego me fui a casa y al llegar todavía tenia restos de esperma en mi boca y me dormí como una perrita salida.
Me llamo Sylvia y vivo en Gijón, y soy un putón que se la pongo tiesa hasta los viejos.