Va de tienda en tienda exhibiéndose ante las atentas miradas de todos los hombres que tienen la suerte de contemplarla en los probadores
Ese sábado llevé Nuria (mi mejor amiga) a su trabajo a las 9:00 y me volví a acostar hasta las 11 y cuarto.
Me desperté con ganas de salir.
Me ducho, me arreglo, tengo ganas de estar guapa.
Me pongo una falda burdeos muy elegante, de estas ceñidas que parecen de traje, que se abre con una cremallera situada atrás.
Me llega a medio muslo y tiene una abertura a la izquierda.
Con esto me pongo una camiseta negra de tirantes que se me pega al cuerpo.
A la hora de elegir la ropa interior estoy indecisa.
Al final decido no llevar ni el tanga.
Me pongo unas sandalias de tacón (no muy largo) negras y me llevo un bolsito, negro también.
Y así muy guapa y sexy decido dirigirme al Centro comercial Gran Vía.
Tengo ganas de ir de tiendas y en este centro además de un Carrefour hay muchas tiendas de ropa de todo tipo.
Cuando me bajo del coche, en el parking abierto de la planta alta, noto esta sensación de frescor entre mis piernas.
Me encanta, me siento como si estuviese en mi piso paseándome desnuda.
El único inconveniente de esta mini falda es que tiene tendencia a subirse y debo de estar constantemente bajándola para no quedarme con el culo al aire.
Cuando entro en el centro comercial a las 12:00 está lleno de gente por todas partes.
Claro, es sábado.
Noto como muchas personas se fijan en mi.
¡Y eso que no saben que no llevo más de lo que ven!
Es que me he hecho guapa hoy, cuando paso delante de un espejo me gusto.
Hay días que una se siente así, una sensación muy agradable.
Ahí, en el medio de toda esta gente me doy cuenta de todas las posibilidades que me ofrece estar aquí en este momento.
Tanta gente que es imposible que ninguno no se fije en mi culo, por ejemplo, pero también tanta gente como para pasar desapercibida pase lo que pase.
Me siento en una terraza, interior, claro, estamos en un centro comercial, todavía no he desayunado.
Al sentarme me doy cuenta que con esta falda me es generalmente imposible no enseñar de vez en cuando el color de mis bragas.
Así que hoy… Tomándome el desayuno, veo a la gente pasando delante de mí.
Algunos me miran fijamente.
Me doy cuenta también que 2 chavales que no tendrían más de 17-18 años sentados una mesa mas allá, enfrente de mí no cesan de mirarme y de reírse.
Uno deja caer algo al suelo y se agacha para recogerlo, pero en realidad es una tonta maniobra para ver el color de mis bragas.
Su tentativa resulta ser un fracaso, no logra ver nada, claro.
Entonces decido echarle una mano separando un poco mis piernas.
Les dejo contemplar lo bien afeitado que tengo mi coño.
Se quedan estupefactos.
Ver como disfrutan de mí viéndome me hace sentir una pequeña ola entre mis piernas.
Cruzo un par de veces las piernas para alegrarles más el día y me levanto ajustándome la falda.
Quiero ir de tiendas.
Para ello tengo que bajar una de estas «alfombras mecánicas» que te llevan de una planta a otra.
Mmmmm de repente me doy cuenta que cualquier persona estando abajo y fijándose me descubriría.
Entro en Zara, elijo un par de vestidos, un suéter, dos faldas y una chaqueta y entró en un probador.
Es uno de estos probadores tan de moda con una cortina y nada más.
Cierro la cortina y, claro, me desnudo para poder probarme lo elegido.
No obstante cuando me quito la camiseta y luego la falda me veo en el espejo, desnuda con tan solo mis zapatos de tacón.
Me acaricio un poco los senos pensando en todo el alboroto que hay a mí alrededor, pero nadie para verme.
Me pongo el primer vestido, y salgo del probador para ver mejor en el espejo como me queda.
No me convence.
Al meterme otra vez en el probador decidido a no cerrar del todo bien mi cortina.
Me pongo de espalda a la abertura y me quito el vestido.
Cualquiera que mirase ahora me vería.
La abertura no es muy grande, pero suficiente como para verme toda.
No me doy la vuelta, me pruebo el otro vestido, me lo quito pensando que quizás alguien me este viendo y eso hace que mi entrepierna se humedezca.
Como me excita la idea de una chica o quizás del novio de una chica pasando por ahí y viéndome.
Repito la operación con las dos faldas y el suéter.
Luego salgo.
No parece que nadie se haya fijado.
Voy a otra tienda.
Ahí también elijo unas prendas y me meto en el probador.
Es igual que el de antes.
Esta vez dejó una ligera apertura y me coloco frente a ella.
Me quito la camiseta, la falda y me quedo en tacones, me empiezo a probar la ropa cuando oigo que en el probador continuo un chico acompaña a su novia.
Se queda fuera.
Al quitarme el vestido que me había probado me doy la vuelta y veo como él me está mirando, no obstante se da la vuelta cuando se cree descubierto.
Ni caso, sigo quitándome el vestido sin mirar hacia él pensando que no podrá evitar echar un vistazo y verme.
Mi excitación sube cada vez más.
Cuando me vuelvo a colocar mi ropa noto al ajustarme la falda como él me está mirando, pero quizás sea solo mi imaginación.
¿Me vio?…. Estoy ya con una excitación difícilmente aguantable.
Me voy a otra tienda.
Y en otra, en todas hago lo mismo.
En la quinta o sexta tienda la música, como en muchas es ensordecedora, hay muchísimas chicas, mujeres, novios y maridos.
Elijo unas prendas, principalmente faldas (quiero comprarme una de invierno que me llegue por debajo de las rodillas) y vestidos.
Cuando entro en el último de los probadores compruebo que este también tiene una cortina, un taburete, y un espejo en cada pared.
Esta vez también dejó entreabierta la cortina.
Nada exagerado, pero lo suficiente para que se me vea con claridad desde cerca.
Me fijo que al lado hay una pareja de unos 35 años.
El hombre hace idas y vueltas cambiando las tallas de las prendas, el color, lo que sea.
Me quito mi falda y me pruebo las faldas, primero una, luego otra, y otra.
En un espejo noto como el hombre me está mirando cada vez con más atención (mi ex novio ya me había avisado que a veces se le iban los ojos en los probadores).
Estoy muy, muy, muy excitada.
Ese hombre desconocido me ha visto toda desnuda y lo sigue haciendo.
Cada vez que me quito una falda sé que él me está mirando.
Seguramente que no se perderá ningún detalle de mi anatomía visto la cantidad de espejos.
En cuanto más me exhibo a ese hombre más sube mi excitación y en cuanto más sube mi excitación más ganas tengo de exhibirme.
Ahora me tengo que probar un vestido.
Para ello me tengo que despojar de toda mi ropa y una vez más quedarme totalmente desnuda.
Tengo muchísimas ganas de tocarme así que al bajar mi vestido me rozo los labios, mmmmmmm.
En ese momento le miro.
Habla con su mujer pero me mira.
Creo que sabe que le he descubierto, pero le da igual. Al fin y al cabo nadie me impide cerrar esa cortina.
El vestido es sencillo pero elegante, me gusta.
Es corto, con unas medias me quedaría estupendamente.
Al levantármelo me doy la vuelta de manera a que mientras mi rostro está cubierto por el vestido mis senos, mi coño se encuentren frente a él.
La humedad entre mis piernas es ya evidente, diría que incluso para él.
Sus miradas son cada vez más descaradas.
No puedo más y decido rozar mis labios con mis dedos, quiero más.
Me empiezo a acariciar los senos con una mano mientras que con la otra empiezo a jugar con mis labios y mi clítoris.
Estoy ahí de pie, desnuda a menos de un metro de él pero tan solo me puede mirar.
De vez en cuando pasa la cabeza en el probador de su mujer (creo que están casados) pero enseguida vuelve a mirarme.
Ahora me siento, frente a él, en la esquina opuesta.
Estoy en un estado en el cual ya he perdido una parte de mi control.
Sé que ya estoy haciendo ruidos más que sospechosos, pero por suerte está la música tan alta.
Me abro las piernas todo lo que puedo y le ofrezco el espectáculo de mi coño abierto, depilado, mojado.
Con una mano separó mis labios y con la otra me empiezo a acariciar.
No tardó en introducir un dedo en mi vulva.
Ver a ese hombre mirándome de reojo pero fijamente, verme a mi misma reflejada en los espejos, todo ello me transporta.
¡No te imaginas lo excitada que estaba! Luego apoyó mis 2 sandalias en el taburete en el cual estoy sentada y abro todavía más si cabe mis piernas.
Le sonrío a la vez que me introduzco un dedo en mi coño, luego lo saco y me lo meto en el ano, luego otra vez en el primer orificio, de vez en cuando en la boca, así varias veces.
A la vez me acarició los senos, juego con mis pezones.
Decido meterme dos dedos en mi coño, luego tres, jadeo cada vez más deprisa, ¡bendita música!
Dejó de acariciarme los senos y decido utilizar esa mano para forzar mi ano con un dedo a la vez que no cesó de mover los otros tres dedos y de acariciar mi clítoris.
En alguna ocasión el hombre desaparece y vuelve con más ropa para su mujer.
Estoy ya tan mojada que se deslizan mis jugos por mis nalgas.
Me muevo cada vez más deprisa, ya me voy a correr, lo sé, falta poco.
Mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm empiezo a convulsionarme pero no saco los dedos de mi coño, los sigo moviendo, poco, mientras rozo mi botoncito, eso si mi otra mano libera mi ano y viene a tapar mi boca.
Para reducir la violencia de mis gemidos me muerdo el puño.
¡Qué gozada! Me recupero poco a poco.
El hombre ya no está.
No sé si se perdió el final.
Estoy sentada en el suelo, empapada, oliendo fuerte a mis jugos.
Sigo disfrutando del orgasmo que he tenido gracias a este hombre, al de la otra tienda, los chavales de la terraza, etc.
Consigo cerrar la cortina. Ahora no me gustaría ser molestada.
Después de unos minutos me reincorporo, me limpio un poco con un pañuelo, me visto, y salgo de ahí, con la sensación que cualquiera que se cruza conmigo tiene que darse cuenta, huelo demasiado.
Voy a un baño, me limpio mejor, me perfumo y estoy otra vez como nueva.
Son las 14:30, empiezo a tener hambre.
Me compraré un bocata y una coca-cola en pan’s and company y me iré a la playa a comer.
Hoy no hace mucho calor y esta un poco nublado, pero se estará bien.
Me alegro siempre tener un tanguita y una toalla en el coche para las emergencias.
Llegó a la playa igual que al centro comercial, solo que aquí se me observa más, o eso me parece.
Encuentro un hueco bastante grande y tranquilo para dejar mi toalla, casi solo hay gente sola o parejas tomando el sol alrededor.
Eso sí, noto como varios hombres me miran, y eso me gusta.
Estarán esperando verme quitar la ropa.
Cuando saco mi diminuto tanga (¿cómo pueden llamar a eso prenda? Tengo que admitir que si fuera más pequeño lo perdería entre mis labios, jejeje) y me lo pongo seguro que más de uno se queda sorprendido.
Me quito luego la falda y la camiseta apretada, hace calor al sol.
Me como el bocadillo y la Coca-Cola, me tumbo y me duermo, estoy cansada.