Mi mujer me calienta más que ninguna

a ventaja que tengo sobre mi mujer radica en que mientras yo sé todo de ella, ella no sabe nada de mí, no sabe por ejemplo que me he ido de puticlubs con amiguetes o que me he emborrachado gastándome lo que no debía. ¿Es gilipollas mi mujer o pasa de mí?, a veces pienso que lo último, aunque creo que aún profesa un apego marital desinteresado, es decir que todavía hay amor… pero, ¿cuál es su secreto?, pues simplemente que le chifla provocar, es lo que se dice una calientapollas de lo más vulgar aunque se cuida de que yo no me entere de sus pequeños deslices, los que cabría calificar de inocentes aunque no menos peligrosos. La primera vez que lo supe fue cuando aún éramos novios. Su padre, dueño del bar en que mi mujer trabaja patrocinaba hace años un equipillo de fútbol-sala. En una oportunidad mi mujer, entonces mi novia, me cogió de la mano y me dijo eufórica vamos a felicitar a los chavales. Entramos en el vestuario cuando la mayoría de ellos estaban desnudos, imaginaros la reacción de los chavales, algunos de ellos tenían cuerpos perfectamente desarrollados, otros aun mostraban las señas de la pubertad. Muchos tiempo después he recordado esa escena y otras, también inocentonas, creadas a partir de una aparente casualidad como cambiarse detrás de un arbusto en el pantano a sabiendas que la estaban viendo o usar tangas excesivamente provocadoras para su edad.

Todo eso no es nada comparado con la que hizo hace unos días y que os contaré; porque me pone ultracaliente esta cualidad de mi mujer, aunque no dejo de pensar hasta dónde seré capaz de combinar gozo con celos, es decir me calienta que provoque, pero no me haría ninguna gracia que me pusiera los cuernos. Creo que la situación está controlada, pero a veces me paso mal rollo. En fin, la cuestión es que hace unos días comenzó a irse más temprano al bar para fregar, tarea que hacía una chica que se despidió, a los pocos días contrataron a un aprendiz de camarero así que ya tiene un ayudante, pues bien un día me vino una amiga suya con el cuento que había visto a mi mujer desvestirse en la despensa frente al chico y que este entraba y salía sin que ella se diera prisa en vestirse o hiciera además de cubrirse. El chico en cuestión no debe tener más de 19 o 20 años, o sea encaja perfectamente en el tipo de los que le gustan. Yo disuadí, como es prudente, a nuestra amiga de sus malos pensamientos y la convencí de que Isabel era súper despistada y no se habría dado cuenta, y hasta me lo creí. Sin embargo el sábado pasado noté que al vestirse para bajar al bar se ponía unas tanguitas bancas de esas que sólo tapan las delanteras para evitar que, a ponerse pantalón , se marquen las bragas, la cuestión es que al despedirse me llamó la atención que saliera con sus vaqueros y como estoy un poco mosca me imaginé que tal vez preparaba alguna. Bajé al bar detrás de ella y me escondí en un pasillo cerca de la puerta de la despensa, y bueno, ¡qué pasada!, mi mujer se comienza a quitar los pantalones mientras llama a Arturo para que suba unas cajas de botellines, cuando baja el chaval le ordena que vaya subiendo las cajas para colocarlas en la cámara y mientras comienza a bajarse los pantalones. Cuando el chaval vuelve a por la segunda caja estaba sin pantalones y se quita la camiseta quedando con todo el culete expuesto y un sujetador que le deja ver sus tetas casi enteras. El chaval, la miraba con disimulo pero se adivinaba que estaba más cortado que película muda, entonces mi mujer se pone la bata y sale de la despensa como si nada.

¿Cómo debo interpretar esa conducta? – ¿cómo un acto de exhibicionismo a tope o como desinhibición total?. Yo creo que lo primero porque Isabel, aunque ya tiene 42 años tiene un culazo de ensueño y unas piernas que quitan el hipo.

He vuelto a bajar hoy por si veía algo pero nada, parece que mi mujer o es un poco lunática o es que ya ha satisfecho su fantasía. El caso es que esta historia me pone demasiado caliente y anoche la follé con unas ganas que no os quiero ni contar.