Note como la punta del calabacín recorría mis labios vaginales de arriba a abajo pero no llegaba a introducirse, cosa que de alguna manera me ponía nerviosa, entonces esa punta empezó a bajar aproximándose a mi culo y buscando mí agujero. Intuyendo lo que iba a pasar intente decir algo pero la lengua de Sonia penetro con fuerza en mi boca y me acallo mientras Mónica me introducía el calabacín por el culo sin piedad.
En ese momento de excitación en silencio, sabía que esas imágenes se me estaban grabando en lo más profundo de mi retina, por lo que suavemente pero decidido me quite el pequeño pantalón de baño, quedando así en igualdad de condiciones con mis anónimas compañeras.
Desde que Carla, que comentó que le dijo al cura en el confesionario, que quería hacerle el amor, que se dejara de embromar, que era joven, que porque no la hacía gozar (el cura estaba lindo), en ese momento tenía 17, el cura no se dio por enterado, pero la calentura de Carla, la saciaba con el novio de su hermana (23) (esa y otras confesiones las publicaremos en otra oportunidad)
Se separó, y se abrió de piernas tumbada sobre la cama, y le hizo un gesto a su hermana, que se agachó, y acomodándose cogió uno de sus pechos y empezó a frotarlo arriba y abajo de la vulva de Mónica, que mostraba una sonrisa en la que se adivinaba el placer que sentía en ese momento.
Percibí en Isabel el avanzado estado de embriaguez. Pese a molestarme la altanería con la que me hablaba, quise seguirle el punto sirviéndome también un vaso lleno de licor y bebiéndomelo de un trago.
Noté que Liu se ponía de rodillas detrás de mía y comencé a sentir que una masa carnosa de textura sensual, sus pechos se rozaban contra mis nalgas y subían por mi espalda hasta volver a bajar y luego recorrer mis muslos y llegar a veces hasta las plantas de los pies. La chica alta se puso frente a mí y la Morena puso la cabeza en mis muslos y comenzó a frotar sus senos, flexionando sus piernas, contra mis propios pechos y mi vientre, rozándome entonces los senos con su cara.
Cogió el vibrador y lo lubrico con sus jugos y sin pensarlo se lo metió por el culo, Eva gritó y pido que pararan, pero calló en cuanto Vea alterno la enculada con una concienciada comida e coño, al mismo tiempo Ali le metía los dedos por el coño de Eva y probo de meterle otro dedo de la otra mano en el culito
La noche, es peligrosa, para muchos, pero para mí es encantadora, esconde, muchas cosas y deja al descubierto, siempre, los instintos sexuales de hombres y mujeres, ese verano, yo recién había cumplido 17 años, un grupo de amigas (cuatros) fuimos de vacaciones al departamento de mi padre, salimos fuimos a Constitución (un barrio de la ciudad) y nos fuimos a bailar entre nosotras, sentada en un momento, se acercó...
Cuando la invitó su amiga a su casa a pasar la noche, le advirtió que sólo llevaba lo puesto. Fue todo normal hasta que el alcohol y las posturas las puso calientes y empezaron a jugar.
Las gotas de lluvia golpeaban en el cristal de la ventana incesantemente, el viento doblaba las ramas de los árboles y el frío era tan intenso que se iba colando por las paredes.
Nuestro protagonista propone a su novia que llame a su hermana para que le dé unos masajes en los pies, mientras él, escondido en el placard del dormitorio, observa la escena que empieza a tomar tintes muy calurosos entre las dos hermanitas.
Tres muchachas, compañeras de clase en la universidad, se reúnen en una casa de la playa para hacer un trabajo. Una vez terminado dedican su atención y energía a gozar del sexo.
Un joven acompaña a una pareja lesbiana a un concierto. De vuelta al apartamento, ellas le incluyen en su juego amatorio y los tres experimentan el goce de compartir los cuerpos y el sexo.
Únicas supervivientes de un accidente aéreo, nuestras protagonistas son llevadas al interior de la selva por un grupo de lascivas mujeres que disfrutan a diario de sus cuerpos llevándolas a cimas de gozo lésbico.
La directora de una academia es requerida por un alumno expulsado para que le haga justicia y a la vez por su secretaria que revela sus tendencias lesbianas. Y terminará alternativamente en los brazos de ambos.
Nuestro protagonista narra la experiencia que tuvo al quedar con una lesbiana y dejar que ésta le poseyera penetrando su ano con un consolador atado a su cintura.
Dos bellezas caribeñas se solazan en la playa. Aceptan la invitación de un anciano y rico paseante y terminan montando un tórrido número lésbico a cambio de una generosa suma en dólares.