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Fantasía en la sauna

Fantasía en la sauna

Les voy a contar una de mis mejores historias. Me encantaría intercambiar anécdotas de este y otro tipo entre nosotras.

Les voy a contar una historia que me pasó hace menos de un año que es el día de hoy que me acuerdo y me mojo toda. Fue tanto el placer y no la pude repetir nunca, increíblemente.

En un cumpleaños de una conocida de la facu, a medida que nos fuimos quedando pocos la conversación se hizo más caliente y cada uno empezó a contar, típico, su fantasía sexual. En ese lugar no sabían de mis inclinaciones y conté una fantasía que tenía pero le cambié el sexo de mi “acompañante”. Les dije que me encantaría que un hombre me haga unos buenos masajes, profesionales, y que después una vez, relajada, me chupe la concha hasta hacerme acabar. Cómo verán, nada del otro mundo, pero era lo que se me ocurrió en ese momento. Uno de los chicos que estaba en la fiesta, me llevó a mi casa en su coche y me dijo que le encantaría ser ese masajista profesional, porque él también había tenido esa fantasía, con una mujer, la cumplía muy a menudo, y tenía conciencia lo hermoso que es.

Cómo la mano venía pesada, no tuve otro remedio que decirle que a mí me gustaban las mujeres y que en realidad, mi fantasía era con “una” masajista profesional. Para mi sorpresa, me dijo que el conocía un lugar dónde se podía hacer realidad lo que yo deseaba.

Me contó que su fantasía personal se le hizo realidad, una vez que fue a una “sauna” de lujo, donde atienden masajistas profesionales que después de un excelente masaje le chupan la pija hasta acabar todo. Cómo él iba seguido a ese lugar, que era para hombres, se iba a tirar el lance si yo podía disfrutar del servicio. Yo no sabía qué hacer, dudé mucho, pero al final quedamos en encontrarnos al día siguiente para ir a ese lugar.

Cuándo llegamos nos atendió una morocha que realmente era muy linda y muy simpática. Lo trató a mi amigo con mucha confianza y extrañada porque había ido con una mujer. Él le hizo el verso que era compañera de oficina que estaba muy estresada y que seguramente no iba a haber problema con que alguna de las chicas me haga un masaje. Él le pidió que me atienda Angie. Entré sola a un dormitorio privado que aparte de tener unos sillones muy cómodos, tenía una camilla en el medio. Me bañé, y sin saber cómo seguía la cosa, me puse una bata que había ahí y me senté a esperar. Pasaron dos ó tres minutos y entró Angie. Estaba también con una bata muy cortita, se notaba que no llevaba nada abajo. Si bien era muy menudita, estaba muy bien de cuerpo, y ese físico chiquito le hacía sobresalir unos pechos voluptuosos que se notaban detrás de su bata.

Me pidió que me saque la bata y me acueste boca abajo en la camilla. Me preguntó si me gustaba fuerte ó despacio. Yo le dije normal y empezó. Empezó a masajearme la planta de los pies. Primero tomo una y le dedicó unos cinco minutos. Me apretaba fuerte el talón con sus dedos, me acariciaba la planta y cada uno de los deditos con una suavidad asombrosa. Se dedicó muy especialmente a mis dedos, sorprendiéndome lo hermoso y placentero que era.

Siguió con mis piernas, masajeándome una por vez. Primero la parte de abajo, como veo que le hacen a los deportistas en las pantorrillas. De más está decirte que sus manos eran muy suaves y era una experta en lo que hacía. Siguió subiendo por mis piernas, me masajeaba con una mano cada una de ellas, y a medida que se iba acercando a mi cola lo iba haciendo cada vez más suave. Si bien yo ya estaba excitada, cuándo rozó mi cola por primera vez supe que lo que iba a vivir era fabuloso. Comenzó a acariciarme las nalgas con cierta presión, pero de vez en cuándo dejaba escapar un dedo por la raya que me hacía estremecer. Cómo veía que me gustaba, lo empezó a hacer más frecuentemente hasta que lo único que hacía era pasarme su índice por la raya, cada vez más abierta. No te imaginás lo que me excitaba. Le pedí que me abra más y me meta el dedo en la cola porque estaba por acabar y la muy güacha me dijo, ” ah, entonces esperamos un ratito” y comenzó a hacerme masajes en la cintura. “Te prometo que después vuelvo”, dijo antes de empezar a pasarme la mano por la espalda.

Me hizo masajes en la espalda como una verdadera profesional. Tan bien los hizo que logró relajarme a pesar de la calentura que tenía. Realmente estuvieron muy buenos y muy descontracturantes los masajes que me hizo en los hombros. Con mucha fuerza, puesta en el lugar justo, me deshizo muchos nudos que yo tenía sin provocarme ningún dolor. En un momento, cuándo estaba terminando en los hombros me susurró si quería que se saqué la bata. Recordando esos pechos voluptuosos, obviamente le dije que sí, y ella me dijo: ” ahora vas a ver lo que es bueno”.

Yo seguía boca abajo, por lo que no la podía ver, pero grande fue mi sorpresa cuando empecé a sentir en mi espalda, el roce de unos pechos inmensos. No dejó punto de mi espalda sin tocar con esos pechos espectaculares. Te imaginás el sólo contacto me estremecía toda. A medida que iba llegando a mi cintura sus pezones se pusieron duros y sentirlos fue como un orgasmo. Cerrá los ojos y pensá lo que es sentir un buen par de pechos, con pezones muy duros recorriéndote toda la espalda. Salteó la cola, y continuó pasándome los pechos por mi pierna. Esas tetas tenían vida propia. Cada roce era estremecerme toda. Sentía que iba a acabar en cualquier momento. Cuando apoyó los pechos en mi cola, le pedí que pare, que no aguantaba más. La güacha se subió a la camilla, apoyó sus tetas en mi cola y las empezó a refregar de manera tal que mi concha se pegaba cada vez más a la camilla. Yo me refregaba contra la camilla porque ya no aguantaba más y quería acabar. De repente paró y me pidió que no acabe que me tenía reservada una sorpresa. Yo apenas si me pude contener. Tomó una de sus tetas y me pasó el pezón por la raya del culo. Creí que me moría, cuando con la otra mano me abrió la cola y sentí su pezón en mi agujero. Por favor, qué placer, dios mío. Su pezón estaba reduro, y era como un dedo dentro de mi agujerito. No aguanté más y me deshice en una acabada que nunca había tenido. Un pezón en mi cola, qué divino. Fue una acabada increíble, por favor. Ni siquiera me acordaba de su cara, pero lo que me había hecho boca abajo me hizo más que cumplir mi fantasía.

Después de descansar dos ó tres minutos, me pidió que me dé vuelta que iba a empezar con los masajes boca arriba. Lo primero que hizo fue levantar una de mis piernas y chuparme el pie. Qué divino, increíble. Chupó cada uno de mis dedos con una maestría inolvidable, pasando la lengua entre los dedos, increíble. ¿Nunca les chuparon los dedos del pie? Es increíble cómo me calienta eso.

Siguió dandome besitos en las piernas, iba subiendo muy dulcemente. Todo era como yo lo había soñado. Cuándo llegó a mi concha, que ya estaba por estallar de vuelta, pasó de largo y me empezó a pasar la lengua por mi pancita, su lengua era dulce y dura a la vez. A cada paso me estremecía más. Subió con su lengua a mis pechos, que ya me dolían de tanto placer. Primero los masajeó un buen rato, sin tocarme los pezones que estaban por explotar. Cuando puso su boca en uno de ellos sentí que iba a acabar por primera vez en mi vida sin contacto en la concha, qué placer, por favor. Me lamió y mamó con una pasión increíble. Luego su lengua bajó por todo mi cuerpo hasta mis vellos y su lengua que no era tímida para nada empezó a buscar mi clítoris. Su lengua no paraba de lamerme y meterse en mi conchita. Me veía venir un orgasmo increíble y así fue, qué placer, por favor, fue un orgasmo interminable porque con sus manos me apretaba los pezones y el placer no se terminaba nunca.

Cuando terminé de acabar le pedí que se acueste ella para poder satisfacerla yo pero se negó porque no sabía si le iba a gustar, pobre se ve que nunca le había chupado la concha una mujer, yo insistí pero quedamos en que otra vuelta volvía y ella se entregaba toda a mí.

Lamentablemente, cuando volví una semana más tarde, Angie ya no trabajaba más , ahí y nunca la volví a ver.

Fue la unica vez en la vida que pagué por sexo, bah, en realidad pagó mi amigo y nunca me lo voy a olvidar.

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