Llevaba seis meses sin mi novia, me dejó por otro, y los calentones ya no tenían bastante con mis masturbaciones diarias, necesitaba sexo, y sexo del bueno, por lo que cansado de recibir calabazas recurrí al periódico.
Apoye mis manos en la camilla y encorve un poco mi cuerpo hacia delante a petición de la Celadora, esta empezó a examinar detrás de mi pelo como si buscara algo, luego bajo la mano por mi espalda y antes que me diera cuenta de un tirón bajo mis bragas hasta los tobillos.
Clara tenía 18 años y vivía con sus padres, su hermana Mariana de 19 y su hermano Abel de 20. Sus hermanos siempre la molestaban con esa tendencia que tuvo desde pequeña hacia la religión, siempre dijo que sería monja, que su vocación religiosa estaba por encima de cualquier cosa y ellos se burlaban, no podían entender como Clara prefería quedarse horas y horas en la parroquia antes de estar jugando con sus amiguitas o sus muñecas.
Narración décima de la II Jornada del "Decamerón" de Giovanni Boccaccio (1348).
Una solicita cuñada ayuda a una joven a descubrir su cuerpo y a llegar a degustar las mieles lésbicas.
Una joven tiene un encuentro inesperado con una criatura de la noche y la eternidad.
Un ingeniero acoge en su casa a una joven mujer, madre de un hijo y con una triste y dura historia a sus espaldas. Poco a poco la relación entre ellos va haciéndose más íntima...
Una muchacha relata la forma en que un amigo de su padre, medio borracho, la usa por todas partes haciéndole perder su virginidad.