Que le dió frio, dijo, que si le hacía huequito en mi cama...
Abrí casi sin poder creer lo que descubrí: era dulce, quien con una sonrisa me dijo, espero no molestarte, claro que no, le dije yo, sólo vengo por mi bolso, lo dejé en tu cocina, ojalá que aún esté ahí, le dije sonriendo, y ella me respondió con una sonrisa, que si bien no fue del todo espontánea, sí podría calificar sin problema alguno de hermosa.
Cuando la tocaba posó su mano sobre la mía, como indicándola y guiándola hacías donde deseaba ser tocada, por mi parte, puse mi otra mano y cooperaba con la maniobra. al poco tiempo tomó una de mis manos y la puso sobre su conchita, sobre su vestido, gimió y repitió la maniobra, yo estaba a mil.
Ella cerraba los ojos y comenzó a jadear, emocionada por mi inexperta ignorancia. me dijo que me acercara, abrió sus piernas y llevo mi mano hacia la vagina, húmeda hasta el calzón largo de dormir que llevaba.
Lo animó a penetrar hasta el fondo y salir sin sacar del todo la punta, para volver a arremeter hasta juntar los huevos con su culo y el pubis contra el suyo hasta que el chico se corrió llenándole la vagina de semen, pero sin perder la erección.
No tuvimos tiempo de llegar a una cama porque ahí mismo en el suelo y en el sofá de su casa tuvimos nuestro primer orgasmo que nos llevó a veinte escasos metros del paraíso.
El me agarró el pene y bajo su dirección, empujé hacia arriba y con alguna dificultad, poco a poco lo fui penetrando por el culo. El orificio de su ano estaba tan caliente y apretado, que casi me vengo con sólo sentirme adentro, pero logré controlarme. Nos quedamos quietos un momento y luego empezamos un movimiento de ir y venir, de sube y baja, de mete y saca, en tanto él se masturbaba con su propia mano.
De tanto en tanto Marisa introducía su lengua entre los abiertos labios del coño y lamía con profusión aquí y allá. Maite, entre tanto se había colocado a horcajadas encima del pecho de Sole, frotándose su coño con las tetas de mi novia y dejando a veces que le lamiera su exageradamente abierto sexo, mientras se pellizcaba los pezones para mantener su dureza y agarrándose la teta desde abajo se la llevaba a la boca para chupar de su propio pezón.
Un joven en la treintena experimenta algunos problemas de erección. Y su jefa, que está para tirar cohetes, le propone probar unas lentillas revolucionarias que permiten visualizar y sentir las fantasías.