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Semana sexual I

Abrí casi sin poder creer lo que descubrí: era dulce, quien con una sonrisa me dijo, espero no molestarte, claro que no, le dije yo, sólo vengo por mi bolso, lo dejé en tu cocina, ojalá que aún esté ahí, le dije sonriendo, y ella me respondió con una sonrisa, que si bien no fue del todo espontánea, sí podría calificar sin problema alguno de hermosa.

Semana sexual II

Ella acercó a mi su pie derecho y se puso a juguetear con mis testículos, que seguían muy grandes pero un poco más duros, asido ya mejor a ellos mi escroto, y luego seguía con sus dedos por mi pene, haciendo que este se columpiara, logrando la tercera vez que lo hizo que este se erigiera casi en pleno.