Síguenos ahora en Telegram! y también en Twitter!

La travesti sumisa

Cuando se harta de follarme, ayudado por su padre, me la mete hasta la garganta y allí eyacula. No me deja ni tirar ni tragar el semen, sino que con la boca llena, pasamos al salón y allí me folla él desesperadamente.

Sor Angustias de la Palma II

Antes de comenzar a relatar el difícil y sacrificado camino hacia la santidad de Sor Angustias de la Palma, me detendré en referir a mis lectores la magna obra educativa que desde hace quinientos años viene desarrollando la orden de las Carmelitas Lacerantes de Las Llagas de Jesús.

Club privado

Me piden que me desnude detrás del biombo, dejándome solo las braguitas blancas... Lo hago y al salir siempre mirando al suelo noto que me sonrojo no soy capaz de volver a mirar los negros y brillantes zapatos de los caballeros ni los de la chica miro sólo los míos.

Esclava puta-cerda609. Mi Historia IV

Porque aunque de cara a la galería, éramos novios, y se suponía que dormíamos juntos en una hermosa cama de matrimonio que tenía en su piso, en la intimidad yo no era más que su puta, su fulana, y sobre todo su esclava, y por tanto me reservaba un cuarto, pequeño y oscuro para que durmiera.

Esclava puta-cerda609. Mi Historia II

Nada que ver con lo que, por voluntad propia es ahora. Un sumiso "cornudo chupaleches", como le llaman mis Amos, obligado a presenciar y colaborar en la degradación y emputecimiento extremo de su esposa, que tiene que suplicar para poder cubrirme alguna vez, y cuando le permiten hacerlo es solo después de que otros hayan descargado sus fluidos sobre esta ramera. Siempre el último, y siempre debe limpiar a la puta con su lengua.

Amor de madre a hija

Le acompañe y ayude acostarse, mientras sacaba su ropita, traje una crema y le pase por la zona castigada, sentía en mis manos el calor que su piel irradiaba en cada una de las marcas que su cuerpo tenia, surcos rojos que cruzaban su nalgas, algunos se perdían en su entrepierna, otros recorrían desde arriba hasta debajo de las pantorrilla, una maraña de marcas, surcos de color Rosado y rojo que se cruzaban sobre una piel blanca. cuya suavidad se había perdido por las magulladuras que la varilla le había provocado.

Mensaje en una botella

Advierto que deseo someterla en mi isla, atraparla en ella, hacerla mi esclava, sin más compromiso que el de sentirse mía en el interior de su mente, en sus húmedos sueños liberados. Inexperta en el dolor y en la sumisión, posiblemente nunca atraída por estas sensaciones, pero que al leer mi mensaje, sienta deseos de descubrirlos.

El señor del mar IV

Con extrema suavidad, la verga fue penetrándola, hasta quedar atrapada por completo en la húmeda caverna de su ardiente sexo. Una oleada de placer sacudió a Miriam que, frenéticamente, cabalgó sobre el miembro de SeaLord, enloquecida, poseída por un deseo desmedido que aniquiló sus miedos y complejos.

Esclava puta-cerda609. Mi historia I

Me llevaron a un ginecólogo chino clandestino, y en el sótano de un sucio restaurante me extirparon los ovarios, y con ello mi dignidad femenina. En pago a sus servicios, el "doctor" pudo despacharse a gusto conmigo antes de la operación. Pero esa historia la contaré más adelante.

El señor del mar III

Aparentaba cuarenta y pocos años. El nunca consistió decirle su edad. "El mar es intemporal", le escribió en uno de sus mensajes. De fuerte complexión, se adivinaban unos brazos poderosos bajo aquella camisa azul que vestía. El Señor del Mar. Miriam lo había imaginado muchas veces, pero la realidad no se parecía en absoluto a sus creaciones mentales sobre él.

El señor del mar II

SeaLord le ofreció trabajo y cobijo, le enseñó, pacientemente, un idioma del que no conocía más allá de diez o doce palabras y le mostró un mundo insospechado de perversión y de placer. Aquel era un lugar extraño, gobernado por un ser extraño, donde ocurrían cosas extrañas.

Queridos primitos

Cuando llegue al salón, vi dos culitos preciosos ofreciéndose para el castigo, completamente desnudos y esperando su ración de cinto, uno junto al otro. Nos les hice esperar y creo que no les defraude. Subí el volumen del televisor, aunque les cambie de canal y les quedé sin fútbol, pues no era de recibo que los vecinos oyesen lo que en mi casa sucedía.

El señor del mar I

Jamás había hecho a nadie partícipe de sus fantasías, las cuales alimentaba en la contemplación de fotografías y videos en la red. El chat le atemorizaba, ante la posibilidad de que le propusieran un contacto real. Sin embargo, aquel anuncio captó su atención e hizo crecer su inquietud y sus deseos de probar.