No hay nada mejor que el olor de unos pies hermosos, o su sabor o su textura.
Un sábado por la mañana entre en una tienda de ropa. Me quería comprar unos pantalones. La chica que me atendía era rubia, alta, estilizada, muy bonita. Me di cuenta enseguida de que me miraba con ojos seductores.
Cuando tenía aproximadamente 18 años la empleada doméstica de mi casa pidió repentinamente su renuncia, pero debido a que nuestra familia siempre la trató muy bien, ella se puso en la tarea de encontrar una sustituta para evitarnos la molestia de buscar y encontrarnos con una desconocida en casa.
Esta es una clase de sandalia muy popular en los países tropicales, y son lucidas tanto por hombres como por mujeres. El materia es hule muy suave lo que hace que puedas masturbarte con ellas, su olor es penetrante parecido al de una pelota de basketball.
Nunca se acaba de conocer a las personas. Este jefe apenas empieza a descubrir a su empleada cuando ella se pone a bailar.
Desde jovencito, cuando se produjo el despertar sexual en mi cuerpo, tenía la idea de que unas bragas usadas me darían a conocer algo de esa parte del cuerpo femenino que resultaba tan prohibida como apetecible y atrayente.
Me confieso totalmente fetichista de la ropa interior femenina y en especial de las pantaletas, especialmente de las muy sexis, coquetas y atrevidas, no importa el modelo, color o talla, la única condición es que hayan sido usadas por una mujer y si ésta es cachonda mas apreciadas son para mí.
Me gusta mucho ver películas porno, de hombres obviamente, y tengo una colección de mas de 300 videos, desde las mas románticas y eróticas hasta las mas sucias y fetichistas.
Esto fue como si estuviera fumigando, olor puro y concentrado de pie en mi cara, cada ves que frotaba entre sus dedos...
La primera vez que la vi, ella estaba entrando a la casa donde trabajaba, y pude ver aquellos fantásticos diminutos pies que lucían unas bellísimas sandalias rojas que se amoldaban perfectamente a la formas de sus graciosos pies.
Hay otras cosas que en un principio me dieron asco, pero luego, a fuerza de probarlas les he tomado el gusto y ahora, cuando la chica con la que estoy me obliga a hacerlas, me excito mucho.
Comencé muy chico a oler, chupar y hacer el amor a las sandalias viejas y usadas de mi sirvienta.
Había viajado hasta las islas para conocerlo en persona, mientras me arreglaba en el apartamento, recordaba varias conversaciones que habíamos tenido, casi siempre acabamos hablando de sexo, de nuestros gustos, fantasías…
Me felicitó y antes de que ella lo hiciera me ofrecí a reponerle el calzado a lo que ella accedió complacida. Esto es lo primero que sucedió que aunque para muchos no significa nada, para mi abrió un mundo interior que tenía encerrado de amor sin límites y fetichismo hacia los pies de las mujeres y al estar sometido a ellos.
Historia sobre la evolución de un fetiche viviendo con tres mujeres.
Ya he escrito algún relato sobre la humillación de ser alimentado a la fuerza. Es un fetiche más o menos reciente y queda mucho por descubrir. He recibido algún correo de alguien que también le ha interesado y me propuse escribir un cuento. Espero que les guste, sino te gusta este tipo de humillación mejor no seguir leyendo.
Al terminar la platica le insinue que me gustaba, a lo que ella respondio que por algo lo habia soñado y asi se fue dando la cosa hassta que llegamos los dos a confesarnos que no nos desagradaba la idea de pasar un buen rato juntos.
Fui a casa de una amigo ha hacer un trabajo, después de un rato planeando como hacerlo lo escribimos en el ordenador y lo fuimos a imprimir, pero nos dimos cuenta de que no había papel.
Tras varios minutos succionándola y saboreándola como si fuera un caramelo, de nuevo sus pies se hicieron cargo de la situación... siguió acariciándome con sus dedos... toda la saliva que había dejado en mi miembro hacía que estuviera más brillante y que sus pies se resbalaran y deslizaran a la perfección por mi pene. Era increíble, sus pies se manejaban con gran maestría, pero a la vez muy lentamente
Detrás de mi cabeza está sentada mi Ama, de modo que me da a chupar sólo sus puntiagudos tacones. Disfruta haciéndome sufrir, ya que retira sus tacones en ocasiones, o bien me los acerca a la boca con la suficiente distancia para que no llegue a ellos mi lengua extendida, creciendo así mi ansiedad.