El otro lado de Sondra I
Nunca se acaba de conocer a las personas. Este jefe apenas empieza a descubrir a su empleada cuando ella se pone a bailar.
Relatos eróticos
Devoción a los objetos mas sexuales.
Nunca se acaba de conocer a las personas. Este jefe apenas empieza a descubrir a su empleada cuando ella se pone a bailar.
Desde jovencito, cuando se produjo el despertar sexual en mi cuerpo, tenía la idea de que unas bragas usadas me darían a conocer algo de esa parte del cuerpo femenino que resultaba tan prohibida como apetecible y atrayente.
Me confieso totalmente fetichista de la ropa interior femenina y en especial de las pantaletas, especialmente de las muy sexis, coquetas y atrevidas, no importa el modelo, color o talla, la única condición es que hayan sido usadas por una mujer y si ésta es cachonda mas apreciadas son para mí.
Me gusta mucho ver películas porno, de hombres obviamente, y tengo una colección de mas de 300 videos, desde las mas románticas y eróticas hasta las mas sucias y fetichistas.
Esto fue como si estuviera fumigando, olor puro y concentrado de pie en mi cara, cada ves que frotaba entre sus dedos…
La primera vez que la vi, ella estaba entrando a la casa donde trabajaba, y pude ver aquellos fantásticos diminutos pies que lucían unas bellísimas sandalias rojas que se amoldaban perfectamente a la formas de sus graciosos pies.
Hay otras cosas que en un principio me dieron asco, pero luego, a fuerza de probarlas les he tomado el gusto y ahora, cuando la chica con la que estoy me obliga a hacerlas, me excito mucho.
Comencé muy chico a oler, chupar y hacer el amor a las sandalias viejas y usadas de mi sirvienta.
Había viajado hasta las islas para conocerlo en persona, mientras me arreglaba en el apartamento, recordaba varias conversaciones que habíamos tenido, casi siempre acabamos hablando de sexo, de nuestros gustos, fantasías…
Me felicitó y antes de que ella lo hiciera me ofrecí a reponerle el calzado a lo que ella accedió complacida. Esto es lo primero que sucedió que aunque para muchos no significa nada, para mi abrió un mundo interior que tenía encerrado de amor sin límites y fetichismo hacia los pies de las mujeres y al estar sometido a ellos.
Historia sobre la evolución de un fetiche viviendo con tres mujeres.
Ya he escrito algún relato sobre la humillación de ser alimentado a la fuerza. Es un fetiche más o menos reciente y queda mucho por descubrir. He recibido algún correo de alguien que también le ha interesado y me propuse escribir un cuento. Espero que les guste, sino te gusta este tipo de humillación mejor no seguir leyendo.
Al terminar la platica le insinue que me gustaba, a lo que ella respondio que por algo lo habia soñado y asi se fue dando la cosa hassta que llegamos los dos a confesarnos que no nos desagradaba la idea de pasar un buen rato juntos.
Fui a casa de una amigo ha hacer un trabajo, después de un rato planeando como hacerlo lo escribimos en el ordenador y lo fuimos a imprimir, pero nos dimos cuenta de que no había papel.
Tras varios minutos succionándola y saboreándola como si fuera un caramelo, de nuevo sus pies se hicieron cargo de la situación… siguió acariciándome con sus dedos… toda la saliva que había dejado en mi miembro hacía que estuviera más brillante y que sus pies se resbalaran y deslizaran a la perfección por mi pene. Era increíble, sus pies se manejaban con gran maestría, pero a la vez muy lentamente
Detrás de mi cabeza está sentada mi Ama, de modo que me da a chupar sólo sus puntiagudos tacones. Disfruta haciéndome sufrir, ya que retira sus tacones en ocasiones, o bien me los acerca a la boca con la suficiente distancia para que no llegue a ellos mi lengua extendida, creciendo así mi ansiedad.
Lleva un sujetador negro que atrapa unos pechos abundantes, una minifalda negra con cremallera en un costado y, como he dicho antes, unas apetitosas medias negras y zapatos de tacón del mismo color.
Me explicó que la única forma de controlarme es cuando estuviésemos juntos, a escasos metros, por lo cual ya nunca se separaría de mí, por mucho que yo protestase; ya podía ir olvidándome de todo, de mi novia, de mi familia, de mis estudios, de mi vida, y que a partir de ese día solo viviría por servirla, adorarla y darle placer.
Me pidió por favor que guardara sus fotos en mi habitación, por que su madre tenía una sospecha y cuando Natalia no estaba en la casa la madre le revisaba la habitación en busca de las fotos.
No, mi niña, esto te prometo que no lo vas a olvidar en tu puta vida dijo el gigante y la sujetó de los muslos para separárselos aún más pese a que ya las chicas la tenían sujeta de los pies, apoyada sobre el cuello, de forma que María sintió que iban a partirla en dos.