Historia de incesto o amor filial que trata de la relación tía - sobrino, descubriendo que la tía es una mujer liberal y bastante viciosa, que llega a prostituir a su propio sobrino.
Se imaginan!!!! Mi fantasía estaba por hacerse realidad y me hermanita me quería llevar!!!!, el se ofreció a darme raid, mas tarde, y yo le agradecí, mi hermana me dijo, tu sabes, no lo conoces, pero yo lo deseaba, así que decidí quedarme, pero le dije que solo unas dos horas mas, eran apenas las 2 de la mañana, así que nos quedamos solos, yo estaba supercaliente y deseosa
De inmediato dejó el garrote, se inclinó sobre él y lo embistió con su boca hasta que le tocó la profundidad de la garganta. Apretó los labios entre el glande y el prepucio comenzando a pajear a Boris moviendo su cabeza en lentos vaivenes. El chico se desesperaba, gemía.
Mi chica seguía hurgando mi fuente, me llegó otro orgasmo, ella lo sintió lanzando un gemido de placer y replicando con otro; al mismo tiempo apreté con mis labios la pija, desplacé su forro para sentirla mas dentro de mi boca y Boris me lanzó una bomba de leche caliente que llegó hasta mi garganta.
Cuando Raúl vio que la cosa iba en serio, en vez de interrumpir la fiesta, lo que hizo fue vengarse en mi cuerpo. Me hizo tumbar boca abajo sobre la cama, y me penetro, muy violentamente, por el agujero mas estrecho. Todo esto sin perderse ni un detalle de lo que sucedía en la otra habitación.
Besé su boca en un arranque de lujuria, realmente deseaba lamer la boca de Liria y probar el sabor que le había dejado la leche que había tomado; ella dejó hacer, luego me tocó la concha con gran maestría, separando los labios de ella rozó mi coño encendido, al instante acabé.
Su boca se fue abriendo lentamente, hasta que nuestras lenguas se encontraron y comenzó a besarme él. Lo hacía muy bien. El sabor de su saliva se mezclaba con el del alcohol y a mi me enloquecía. Además, mi orto estaba ya que patinaba de tanta saliva que Karlitos me había dejado.
Desde ese día eran ellos los que solían venir a menudo por nuestra casa, o invitarnos a la suya, para hablar de negocios, o pasar la velada. Allí se turnaban en entretenerme; así, uno de ellos me daba conversación, para que el otro pudiera beneficiarse a mi esposa.
Mientras esperaba que le llegará una nueva remesa, mi esposa, comprensiva con sus clientes mas asiduos, cumpliendo así las órdenes que le daba Luis, les dejaba que permanecieran con ella en el interior del probador mientras se ponía las pocas prendas que le quedaban por vender.
Creía que venían, sobre todo Raúl, por mi hija, pero pronto me di cuenta que me prestaban mucha mas atención a mi que a ella. Sobre todo porque en casa suelo vestir con ropas mucho mas ligeras, y sin la odiosa opresión del sujetador, dejando que mis pesados senos se muevan en total libertad.