Mientras entraba en la ducha no dejaba de pensar en ella y fue entonces cuando me percate de ese cosquilleo que tan bien conocia por alla abajo, me estaba poniendo realmente cachonda de solo pensar en como podia ser su cuerpo.
Mi esposa se mordía el puño moviendo la cabeza a uno y otro lado tratando de no gritar; las tetas subían y bajaban con la agitada respiración, hasta que no pudo aguantar más y en medio de contorsiones y gemidos llegó al orgasmo, tapándose la boca con ambas manos.
Cuando la tocaba posó su mano sobre la mía, como indicándola y guiándola hacías donde deseaba ser tocada, por mi parte, puse mi otra mano y cooperaba con la maniobra. al poco tiempo tomó una de mis manos y la puso sobre su conchita, sobre su vestido, gimió y repitió la maniobra, yo estaba a mil.
Sintió un liquido espeso y fresco derramarse sobre ella. Las manazas de su hermano lo esparcieron sobre ella, y la empaparon del todo mientras no dejaba de empujar. Olía a mayonesa. Follaba bien, y tenia una buena poya. Tenia un movimiento rítmico, y entraba y salía de ella con ritmo. Ningún tío la había follado tan bien. O tenían demasiadas ganas, o demasiado pocas.
Nos metimos en el baño y cuando nos desnudamos ellas comprobaron que yo ya estaba empalmado. La japonesa era una auténtica monada. Estilizada; de rostro sumamente bello; pechos finos pero exquisitos. Mi mujer en cambio es más robusta como yo.
Obsesionados mis padres con la idea de que yo aprendiese a relacionarme; a abrirme a la gente habían quedado con unos amigos de Brasil en enviarme a un familiar, un chaval, para que pasase el mes de Agosto conmigo. Mis padres se iban a la playa de vacaciones y yo me quedaba estudiando por haber suspendido los exámenes.
Mientras mi boca seguía buscando la suya, sus pechos, su cuello, mis manos seguían acariciando sus nalgas y bajando cada vez más su falda, cuando iba bajando por sus muslos me arrodillé ante ella y comencé a besar su vientre, su ombligo, sus caderas, a pasar mi lengua por los ribetes de las pequeñas bragas que tenía puestas, su falda se fue al suelo y sus muslos quedaron ante mí, mis manos, mi lengua, me cara, todo era poco, para intentar darle placer.
Ni bien entro al baño, me dirigí al cuarto de servicio, en donde desplegué la tabla de planchar y comencé a planchar un pilón de ropa que yacía arrugada a mi lado. Aun no había finalizado mi tarea cuando sentí al amo salir de su ducha. Como no me dio ninguna orden seguí en concentrada en mi tarea.
Entonces Fran y yo nos agarramos de la mano y avanzamos hacia los baños, esperamos que no mirase nadie y entramos juntos al baño de caballeros donde empezamos a besarnos apasionadamente y a acariciarnos como locos, los dos estábamos cegados por la pasión del momento.
Su hermana era bastante puta, y con aquellas tetas en las que ahora reparaba casi por primera vez, le sorprendía que no follase aún mas. Ahora por ejemplo. En lugar de estar allí aburriéndose, podría haber estado pasándoselo en grande con una buena polla dentro. Esa idea le molestó profundamente. Era una verdadera vergüenza que una tía tan maciza y tan puta, que follaba con cualquier tío con el que se enrollaba, fuese su hermana.