Sara volvía a casa, su familia la esperaba. Giró la esquina, miró asombrada y quedó petrificada. Un ave de fuego, en la cima de aquel gran edificio, la miraba fijamente.
Una ejecutiva dominante pierde a su antigua secretaria debido a su jubilación... Le pide a su jefa de ventas, una señora mayor de 55 años, que le busque una nueva secretaria y ésta le trae a su hija desempleada, aunque pronto lamentará haberlo hecho.
Me acerqué a la cama de mi hija Lanie con mucho cuidado. Arrodillándome a su lado, le acaricié el pelo y le di un ligero beso en la mejilla. "Buenas noches, cariño", susurré.
Los Dickboys - Violamos a nuestra profe y la volvimos nuestra puta barata!!! Una bandilla de malvivientes y compañeros universitarios de diferentes clases sociales, se proponen vivir cada día como si fuera el último para cumplir todas sus degeneraciones y perversiones sexuales.
El amor, después del amor tal vez, Se parezca a este rayo de sol, Y ahora que busque y ahora que encontré, El perfume que lleva el dolor, En la esencia de las almas, En la ausencia del dolor, Ahora sé que ya no puedo, Vivir sin tu amor.
Todo su cuerpo sufrió un espasmo y se puso rígida, arqueándose sobre la cama con mi boca y mi lengua acariciando su húmedo agujero y clítoris. Solté su coño y me incorporé mientras su cuerpo temblaba con fuerza en su orgasmo. Pareció pasar mucho tiempo antes de que soltara la colcha y se desplomara.
Elise se arqueó hacia arriba y gritó cuando su coño se espasmó en mis dedos. Sentí su ano apretarse en mi dedo y empujarlo hacia afuera mientras jadeaba en busca de aire. Su cuerpo se estremeció y sus piernas temblaron cuando su orgasmo la recorrió.
Sentí que su coño dejaba de latir sobre mi miembro y retiré mi pene, ahora flácido, y nuestro semen goteó de su agujero húmedo mientras bajaba sus piernas a un lado y me tumbaba a su lado, acariciándole el pelo. Abrió los ojos y sus manos relajaron las sábanas.
Volvió a su posición anterior y parecía aún más deseable, con los pechos estirados contra su pecho y la rodilla levantada, dejándome entrever su coño. Mi polla empezó a endurecerse, pero después de comer quise relajarme, así que me tumbé en la tumbona de al lado y cerré los ojos sintiendo el calor.
Reencuentro casual con Martín y presentación de Andrés, un colombiano negro de 23 años, sobre el que nunca imaginé la posibilidad de tener algo con él.
Estallé dentro de ella mientras su coño se contraía sobre mi polla. Arqueó la espalda, echó la cabeza hacia atrás y soltó un grito corto antes de desplomarse sobre mi pecho con la cabeza en mi cuello, sus pezones presionándome y sus dedos tirando de mi pelo.
De repente, mamá dejó de retorcerse. Echó la cabeza hacia atrás y gimió. Juntó los tobillos, atrapando a mi hermana en su lugar. Tiró de su pezón derecho de forma impactante y empezó a vibrar. Su respiración se volvió aguda y entrecortada mientras gritaba de placer.
Metí el dedo índice en la abertura de la ropa interior de mamá. Su coño húmedo y excitado cedió deliciosamente, pero no era para eso que estaba allí. Tiré hacia abajo, le arranqué la prenda del cuerpo y la arrojé al otro lado de la habitación. Mamá ya me abría las piernas.
“¡Joder, mamá, me está llenando de lo lindo! ¡Se está corriendo en mi coñito apretado y me encanta! ¡Córrete dentro de mí, hermano mayor! ¡Lléname el coño de puta con tu lefa! ¡Joder, tu carga caliente me está haciendo correrme demaa ...
“Hazlo, Kevin. Córrete dentro de mí. Quiero sentirlo. Córrete dentro del coño de tu hermanita”. Para subrayar esas palabras, Cora se empujó hacia abajo sobre mí, alojando mi polla lo más profundo posible en su coño. Mi mano quedó atrapada entre nosotras, jugando lo mejor que pudo con su clítoris.
El vuelo a Montreal fue tranquilo, solo aburrido a pesar de ser en clase ejecutiva. Leí los horarios del trabajo por hacer y, por lo que leí, no habría retrasos. La línea que el cliente había pedido venía directamente de la planta de producción, sin extras, y el equipo asignado para la instalación tenía suficiente experiencia como para que no previera ningún problema.
Mi hermana no solo se había sentado a observar mientras mi madre y yo hacíamos el sesenta y nueve como las adolescentes más cachondas del planeta, sino que además se había corrido. Mi hermana se había masturbado hasta el clímax viendo a su madre y a su hermano follarse la cara.
Ambos yacíamos jadeando en la oscuridad. Periódicamente, una pequeña sacudida recorría a mamá haciéndola retorcerse contra mí. La abracé y sonreí como un idiota. Una parte de mí quería quedarme despierto y observar a esta mujer insoportablemente sexy alcanzar su brillo postorgásmico.
Quitándose los tacones de una patada, llegó al borde de mi cama, donde se sentó riendo. El olor a sudor y vodka impregnaba el aire. Mamá tenía el pelo despeinado. Todavía llevaba el vestidito negro, francamente escandaloso, con el que había salido.
Mi señor me ha vuelto a pedir que escriba otro relato, en el anterior ya os conté que me he comprado casa, y la verdad que estoy deseando poder estrenarla