La infracción de tránsito

Esta nueva historia es una nueva fantasía donde el protagonista es un amigo de la red, hoy es para Ignacio, un amigo de México.

Por sí alguno recién me lee por primera vez, les cuento que soy de Argentina, de pelo castaño largo, mido 1.70 y mis medidas son 100 – 60 – 92.

Esta historia surgió de una de nuestras sesiones de cibersexo y comienza así.

Volvía de casa de una amiga en el auto, era de madrugada, al llegar a una esquina tenía el semáforo en rojo, pero estaba muy oscuro, tuve un poco de miedo de que me robaran al detenerme y seguí de largo cruzando en rojo.

Enseguida escuche la sirena de un auto de la policía que me ordenaba detenerme, lo hice y se acercó a mí un oficial y otro quedó dentro del auto.

Me dijo que había pasado la luz roja, le contesté que tenía razón pero le explique lo del miedo a detenerme.

No me prestó mucha atención y me pidió mis documentos, se los entregué y empezó a mirarme fijo, me pidió que bajara del auto al hacerlo noté como su mirada cambió, yo llevaba puesto un vestido corto y ajustado que resaltaba mis grandes pechos y mis nalgas duras.

Comenzó a dar vueltas a mí alrededor, contemplándome con una mirada lasciva, me asusté un poco, pero traté de mantenerme tranquila, hasta que me pidió los papeles del auto, los busque donde siempre los llevo y para mi sorpresa no estaban allí, entonces sí, me puse nerviosa, recordé cómo los había sacado para unos tramites por la mañana y olvidé guardarlos otra vez.

Le dije oficial, y leyendo su nombre en su placa, Ignacio Pérez, no los tengo, los olvide en mi casa, enseguida dijo, que debía detenerme para hacer las averiguaciones correspondientes.

Mi cabeza comenzó a dar vueltas, no podía creerlo, quería llevarme presa, le pedí por favor que no lo hiciera, pero no pude evitarlo, llamó a su compañero que se llevaría mi auto y yo lo debía acompañar en el patrullero hasta la seccional que quedaba a unas pocas cuadras, me tranquilicé un poco y pensé que allí todo se aclararía.

Al llegar me dejaron sentada un buen rato allí sola, Ignacio y el otro oficial, hacían unas averiguaciones y buscaban algunos papeles, entonces Ignacio se acercó y me dijo que estaba en graves problemas que mi auto figuraba como robado, rompí a llorar, le dije que no era cierto que debía ser un error, él dijo que su compañero lo estaba verificando pero necesitaba que yo le brindara toda la colaboración, le dije que haría cualquier cosa para ayudarlo, entonces me miró y me dijo, vamos a ver sí eso es cierto y me pidió que lo acompañara.

Entramos por una puerta por donde había dos celdas, una vacía y otra con cuatro presos dentro, al verme todos empezaron a decirme cosas y dar gritos, me asusté y cuando esperaba que Ignacio me ayudara noté como su mano se enterraba entre mis nalgas y escuché como les decía a los presos la putita que se iba a comer, entonces me tomó por la cintura y me empujo contra la reja de la celda y de un tirón abrió todo mi vestido y me arrancó el sostén, mis tetas saltaron desnudas frente a él, se abalanzó sobre ellas y comenzó a chuparlas fuerte, pese a la situación mis pezones no tardaron en reaccionar, entonces mirándome me dijo, veo que lo empiezas a disfrutar putita, entonces me hizo arrodillar y sacó su verga del pantalón, me ordenó que se la chupara, la lleve a mi boca, era una verga de buen tamaño, la puse en mi boca y la sentí crecer aún más en mi boca, tomó mi cabeza y empujando me clavó toda su verga hasta mi garganta y empezó a cogerme fuerte por la boca, me ahogaba en su verga la sentí hincharse y metiendola toda en mi garganta sentí como su leche caliente inundaba mi boca, y me obligaba a tragármela toda.

Tragué toda su leche y limpié toda su verga que con mis lamidas volvió a reaccionar poniéndose dura de nuevo, entonces me levantó y me hizo sacar la tanguita, les dijo a los presos que miraran que rica putita tenían para disfrutar, me apretó contra la reja metiendo uno de los barrotes entre mis nalgas y clavó dos dedos en mi concha, que no pude evitar que se mojara, se puso contra mí y refregó su verga por mi concha húmeda, y de un golpe me enterró su pija dura y caliente, di un grito y empezó a bombearme fuerte, mi concha se mojó mas y el me decía que gozara que sabía lo puta que era desde que me vio, no dejaba de clavarme fuerte y rápido, ya no me resistía y debo admitir que comencé a gozar.

Mientras me cogía Ignacio, sentí otras manos acariciando mis nalgas, recorriendo mi culito, eran los presos, pero Ignacio me cogía sin compasión, muy fuerte y duro, hasta lograr que alcanzara un orgasmo intenso que me hizo estremecer, él no dejaba de cogerme y noté como otra verga quería entrar por detrás, pero Ignacio me quito de la reja y dijo que sí una verga iba entrar en ese culo era la de él, tomé un poco de conciencia de la situación y volví a resistirme, para que no lo hiciera.

Solo logre enojarlo, me dio vuelta, me puso en cuatro patas y tomó un cinturón y ató mi cabeza a la reja, de manera que mi cara quedaba mirando a los presos entre los barrotes y los podía ver a los cuatro con sus vergas en la mano, pajeandose, Ignacio sujetó fuerte mis piernas y metió dos dedos en mi concha, sacó mis jugos y los pasó por mi ano, mojó el agujerito de mi culo con mis propios jugos y lo abrió con sus dedos, entonces puso su verga en la entrada de mi culito, yo gritaba pidiéndole que no lo hiciera pero no podía moverme, y de un movimiento hundió su verga en mi culo, como hasta la mitad, grité de dolor y mi respiración se entrecortó, no soy virgen del culo, pero me lo hizo brutalmente y de otro golpe la enterró hasta el fondo, el culo me ardía y sentía como se dilataba engullendo esa gran verga, el dolor por suerte no duró demasiado, mi culo se adaptó rápido y él no dejaba de cogerme fuerte, me decía que buen culo de puta tenía, les dijo a los presos que vieran como mi culo se devoraba su verga.

Me ordenó abrir la boca, y les dijo a los presos que se acercaran, enseguida tuve cuatro vergas bien paradas y duras frente a mi cara y las fueron alternando en mi boca, Ignacio les decía que no pararan hasta que me regaran en leche, y así lo hicieron mientras él siguió cogiendo mi culo, uno a uno los presos descargaron toda su leche en mi boca y mi cara, sentía como me chorreaba por todos lados.

Entonces entró el compañero de Ignacio que por cierto era un hombre regordete bastante desagradable, de mediana estatura e hizo alejar a los presos, y le dijo a Ignacio que me llevara a la otra celda, había una pequeña cama, Ignacio se sentó y de espaldas me hizo sentar sobre su verga clavándomela por el culo, su verga se deslizó sin dificultad de lo dilatado que estaba, su compañero empezó a desnudarse, al tiempo que Ignacio me decía, putita ahora sí vas a disfrutar de una buena sorpresa, no entendía a qué se refería hasta que vi a su compañero desnudo, tenía una verga descomunal, aún estaba semierecta y ya debería medir más de 20 cm y era gordísima, de todas maneras la imagen de él era bastante desagradable con una gran panza de donde solo sobresalía su tremenda verga.

Se acercó a mí y tomando mi cabeza la llevo a su verga para que se la chupara, no me cabe casi nada en la boca, me obliga a tragar mas, siento que mi boca se desencaja tratando de tragarla, logra meterla un poco más allá de su cabeza y se mueve cogiendome la boca, mientras Ignacio no deja de coger fuerte mi culo, gimo ahogada en la enorme verga, estoy así un rato y lo oigo decir, putita ahora es tiempo que tengas esta enorme verga en otro lado.

Me hacen dar vuelta me siento sobre Ignacio pero ahora por la concha y el otro se puso detrás de mí, ya no tenía fuerzas para resistirme, sabía que estaba a punto de ser sodomizada por una verga descomunal pero no podía evitarlo, así que traté de mantener las pocas fuerzas que me quedaban para soportar lo que venía, Ignacio se quedó quieto y la otra verga se apoyó en la entrada de mi ano, empujó y lo abrió, ya con esfuerzo a pesar de lo dilatado entró solo la cabeza, me habló y me dijo, disfruta zorrita, me tomó por los hombros y me clavó fuerte, sentí como mi culo se desgarraba, estirándose más allá de lo posible, la dejó solo un momento quieta y volvió a clavar mas, yo daba gritos ahogados de dolor, Ignacio comenzó a bombear mi concha y eso alivió la tensión en mi culo, lo que le permitió entrar toda aquella verga entera en mis entrañas, sentí sus huevos chocar contra mis nalgas, casi no podía respirar, entonces ambos empezaron a cogerme tomando ritmo, las dos vergas llenaban totalmente mis agujeros, mi excitación no dejaba de crecer, mis sentidos no respondía, estaba siendo cogida a la fuerza por dos vergas que me llenaban por completo y no pude evitar gozarlo, mi cuerpo se estremeció y un orgasmo me alcanzó, pero fue el primero de una serie de no se cuantos seguidos, los dos machos sin dejar de cogerme duro, me decían de todo, de cómo disfrutaba, de lo puta que era, ya no sentía nada totalmente exhausta cuando noté como ambos casi al mismo tiempo acababan en mis interior.

Mi concha y mi culo se llenaron de leche caliente, ambas muy abundantes, entonces salieron de mi y parándose enfrente de mi cara, me dijeron que les limpiara las vergas, ya casi sin voluntad, tome sus vergas y las chupe y lamí hasta dejarlas toda limpia de cualquier rastro de leche, los dos quedaron satisfechos y escuché que se dijeron algo entre ellos sin entenderlos bien, hasta que pude ver como me apuntaban con sus vergas blandas, pensé que querían volver a empezar, pero supe que no cuando de una de las vergas salió un chorro amarillo que impactó directo en mi cara, y luego otro desde el otro lado, los chorros eran cada vez más fuertes y abundantes, descargaron toda su meada sobre mi cara y por mis tetas, entraban en mi boca y me decían que los tragara, hasta que se vaciaron por completo.

Quede allí tirada en la cama desnuda y llena de semen y meados mezclados en mi cuerpo, me tiraron mi vestido y ropa interior, dejándome allí, diciéndome, bueno putita el asunto de tu auto está arreglado ya que pudimos comprobar que era un error, pero seguramente nuestro jefe por la mañana querrá hacerte algunas preguntas antes de irte.

No podía creer cómo había sido todo un engaño y que todavía me faltaba pasar por algo más, pero por suerte, por la mañana vino una mujer policía que se apiadó de mí y me dejo en libertad antes de que llegara el jefe.

Me fui en mi auto, pensando en lo que me había pasado, el culo y la concha me ardían mucho, pero no podía evitar pensar en todos los orgasmos que había tenido.