En el sex-shop

Muchas veces mientras hacíamos el amor le había dicho a mi mujer que le iba a regalar un vibrador para darle mas placer con una segunda polla y además así podría gozarla cuando la dejaba sola en la cama por las mañanas para ir a trabajar.

A ella le agradaba la idea y le dije que un día iríamos a un sex-shop a ver que tenían, pero le daba vergüenza entrar en un sitio así. Un día la convencí y fuimos a uno que había en la ciudad en una calle poco transitada.

A mi mujer le gusta vestirse provocativa y que los hombres la miren y la deseen y a mí me excita mucho verla así.

Ese día se puso una falda que le llegaba por debajo de las rodillas pero era blanca con flores y casi transparente, se le notaba perfectamente el tanga que llevaba.

Arriba se puso una blusa muy corta que dejaba al aire el ombligo y le tapaba de milagro sus grandes tetas que rebosaban por el escote de los botones desabrochados que dejó.

También lucía unas hermosas sandalias negras de una sola tira ancha justo donde empiezan sus hermosos dedos dejando sus pies desnudos casi por completo y culminados en unos altísimos tacones finos que hacían que su redondo y hermoso trasero y sus grandes tetas bailasen a cada paso.

Vestida así de sexy nos fuimos al sex-shop dejando a muchos tíos babeando a nuestro paso y yo con una erección de mil demonios.

Al entrar vimos que no era un sitio muy oscuro y era como un pequeño supermercado lleno de juguetes y películas.

No había mucha gente, un hombre leyendo detrás del mostrador, y otros dos hombres entre las estanterías. Todos ellos se giraron para ver quién entraba y al ver a mi esposa vestida así no la quitaron la vista de encima.

Nosotros nos dirigimos a la zona donde abundaban los vibradores y penes artificiales que habíamos ido a comprar.

Mi mujer estaba un poco avergonzada y me dijo que no estaba cómoda y quería irse.

Yo la tranquilicé y dándola un beso le dije que no se preocupase, que compraríamos lo que habíamos ido a buscar y nos iríamos.

Eligió dos penes de entre todos, que eran los que más le gustaban, uno era mediano de color carne casi real y otro era más grande y con función eyaculadora, tenia un depósito en los testículos falsos para meter liquido y al oprimir salía como si fuera una corrida real.

Al acercarnos al mostrador para pagar, mi mujer me susurró que se había puesto cachonda y yo sabía que cuando se ponía así se desinhibía por completo, de hecho la note más cómoda y sin acobardarse como al principio.

Mientras dejaba los dos juguetes en el mostrador le preguntó al vendedor que parecían reales a lo que él le respondió que estaban hechos de un material especial que simulaba incluso la tersura y el tacto de la piel humana.

Ella se alegró aún más y dijo que parecía increíble, al oír esto el vendedor lo sacó de la caja y se lo dio a mi mujer diciéndole que lo probara para comprobar que era cierto.

Ella lo tomó en sus manos y lo acaricio sonriendo, incluso gimió de placer y dijo que estaba deseando probarlo, que era casi real.

Yo veía a mi mujer y estaba realmente cachonda, con los ojos como platos mirando su preciado juguete.

Sus duros y grandes pezones se marcaban por encima de la blusa mostrando a los allí presentes, que no quitaban ojo de la escena, que estaba a mil por hora.

Ella incluso acercándoselo a la cara le dijo al vendedor con voz mimosa que si podía probarlo haciendo un claro gesto con la lengua y sus labios de que quería darle una chupadita a aquel artilugio como si de un caramelo se tratase.

El hombre ya fuera de sí le dijo que adelante, que podía probarlo a su antojo, quería que los clientes quedasen satisfechos de sus compras.

Y dicho esto ella lo metió lentamente en la boca, lamiendo la punta a la vez que lo acariciaba con la otra mano.

Todos los que estábamos viendo esto creo que tuvimos una erección simultánea al ver a aquel bombón hacer una mamada a aquella polla que parecía real.

Ella seguía chupando y ahora se acariciaba con las manos los pechos que estaban casi fuera por la abertura superior de la blusa.

Yo que no podía mas la puse la mano en el culo y acariciándola me empecé a tocar el paquete por encima del pantalón.

Los dos tíos que estaban en las estanterías se acercaron para presenciar la escena y el vendedor se había sacado la polla y se masturbaba tras el mostrador.

Mi mujer estaba cada vez más cachonda y sacándose la polla de plástico de la boca le dijo al vendedor que si podía probar la otra también.

El apresuradamente sacó el enorme pollón de la caja y se lo dio a mi mujer que fue acariciándolo de arriba abajo sintiendo su tacto real y diciendo que cómo hacía para que eyaculase.

El vendedor le dijo que tenia que quitar el tapón que tenían los testículos y llenarlo de un líquido, preferiblemente leche normal caliente para que fuese más real, y cuando ella quisiera apretando un botón accionaba una bomba que expulsaba el chorro por la punta de la enorme polla.

A mi mujer le gusto la idea y dijo que era grandísima, que no había pollas así. Uno de los hombres dijo que la suya era como esa de grande y mi mujer girándose hacia él le dijo desafiante que eso habría que verlo.

El hombre se bajó la bragueta del pantalón y le dijo que lo comprobase.

Ella alargó su mano hasta la bragueta del hombre y al meterla dentro del pantalón exclamó en alto y sacó una enorme tranca similar a la de juguete.

Sin soltarla empezó a masturbarla agachándose se la llevó a la boca tragándose todo lo que pudo que no fue mucho ya que la boca no le daba para tanta polla.

Yo estaba muy excitado y ya con la polla en la mano como los demás me masturbaba lentamente viendo como mi mujer disfrutaba de aquella tarde en el sex-shop.

Me acerque a ella y agarrandola por las caderas la subí al igual que su falda y bajándola el tanga metí mi cara entre sus nalgas y lamí su ano y su coño que estaban chorreando de la excitación mientras ella seguía chupando aquella polla con verdaderas ganas.

El vendedor dijo que la tumbásemos en el mostrador y así lo hicimos después de desnudarla por completo dejándole sólo las sandalias puestas.

Ella dijo que quería llevarse la enorme polla llena de leche auténtica de hombre y el vendedor dijo que así lo haríamos entre todos después de hacerla disfrutar.

Uno de los hombres dijo que ella debería vaciarla después sobre su cara y sus tetas a lo que mi mujer dijo que sí.

Yo me puse junto a su cara y ella se metió mi polla en la boca y al otro lado del mostrador tenia agarrada la polla del vendedor que chupaba alternándola con la mía.

Mientras los otros dos hombres se dedicaban a comerle el coño y el ano.

Uno de ellos dijo que había llegado el momento de follarsela y subiéndose a una silla se colocó entre sus piernas y metió la polla en su coño comenzando un mete-saca frenético que hacía que gimiera de placer y sus tetas se movieran descontroladas.

Estuvo así un buen rato hasta que saco su polla y metiéndosela en el agujero del vibrador descargó toda su leche dentro.

Su lugar lo ocupó el vendedor que metió su polla en el coño y empezó a follarla lentamente pero empujando muy fuerte a cada embestida.

Mi mujer gritaba de placer en cada empujón y ya solo nos masturbaba. Estuvo mucho rato hasta que hizo lo mismo que el anterior y sacando la polla la metió en el agujero del vibrador apresuradamente vaciándose dentro.

Era mi turno, yo dirigí mi polla a su ano y empujando despacio entró suavemente sin producirle dolor ya que estaba muy mojado de los líquidos que emanaban de su coño dilatado y enrojecido.

Era un placer enorme follarmela por el culo en aquel mostrador y ella estaba teniendo uno de sus mejores polvos.

Con la cara de placer, despeinada y medio sonriendo me miraba como dándome las gracias por la idea de comprar aquellos juguetitos.

Ya no pude mas y saque mi polla de su ano que quedó abierto y me corrí dentro del pene artificial que estaba lleno de semen de los otros hombres, había llegado el turno del hombre que tenia la polla enorme y que mi mujer sin duda esperaba con más ansia.

Este la acomodo a la entrada del coño y empujo despacio metiendo casi toda.

Mi mujer lanzó un grito diciendo que no la metiera toda ya que le dolía.

El hombre empezó a follarla lentamente haciendo que toda su polla entrase y saliese casi por completo y ella gritaba que le gustaba mucho que la llenaba toda por dentro que quería más, y que no parase nunca.

Estuvo así un buen rato y mi mujer debió de tener varios orgasmos, estaba fuera de sí, gritando de placer.

El hombre sacó su polla pero no había acabado, ahora la empezó a meter en su ano ya dilatado por mi aunque la polla que le taladraba el culo ahora era bastante más gruesa y grande.

Ahora los gritos y gemidos de placer se entremezclaban con los de dolor pero pedía más y después de un poco al desaparecer el dolor inicial ella misma empujaba contra el hombre agarrándose a los lados del mostrador.

Los demás estábamos otra vez empalmados de ver aquel espectáculo que no parecía acabar y nos acercamos a su cabeza ofreciéndole nuestras pollas otra vez y ella no dudo en tragárselas una a una completando sus orgasmos.

Después de un largo rato siendo follada por aquel semental nos fuimos corriendo sobre su cara y ella tragó lo que pudo.

El hombre sacó su polla y llenando el pene artificial hasta que reboso, hecho el resto sobre el cuerpo de mi mujer y su coño dejándola bastante mojada.

Le dimos el pene a mi mujer que seguía tendida sobre el mostrador y chupando un poco apretó el botón y un enorme chorro de semen salió directo a su cara y boca. parecía un grifo que no terminaba de echar la mezcla de nuestros líquidos.

Ella se relamía y se llevó el pene a su culo metiendo dentro y simulando que era follada de nuevo yo cogí el otro vibrador y se lo metí en el coño.

La escena era espectacular y digna de la mejor película de porno.

Cada vez que metía el pene en su ano rebosaba semen de su interior que le escurría hasta el mostrador y cuando lo saco del todo, de su ano totalmente enrojecido emanaba un reguerillo de semen.

Ella se retorcía de placer y dijo que había perdido la cuenta de los orgasmos que había tenido. Estaba toda mojada de semen pastoso y tras secarse, se vistió y nos fuimos.

Ah, por cierto, el vendedor no nos cobró los vibradores y además le regaló unas bolas chinas de metal que ella ahora se pone alguna vez cuando salimos por ahí, y sus efectos son muy explosivos, pero eso ya lo contaré otra vez.