Capítulo 2

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Algo especial II

No se imaginan ustedes como se tomó mi amiga Eli el relato que envié sobre nuestra especial relación.

No comprendió, y sigue sin comprender del todo, la razón de publicarla «a los cuatro vientos», así que me puso como los lindos trapos y ha estado todo este tiempo preocupada por si alguien nos identifica.

Visto desde ese punto de vista, tal vez lleve razón, aunque a mi ya me importa un bledo.

La cuestión es que desde que le enseñé la web donde esta colgado el relato, hemos estado ojeándola frecuentemente y nos hemos reído un montón con alguna de las historias.

Poco a poco le ha visto la gracia y la posibilidad de escribir a algún/a de los lectores que, amablemente, me escribieron comentándolo.

La cosa es que hoy la tengo a mi lado convencida de escribir, entre las dos, la continuación de nuestra historia.

Soy Elisa. Yona es demasiado optimista respecto de mi convencimiento, pero me ha insistido tanto para escribir esto que no he podido negarme.

¿Quién le negaría algo cuando te mira con esos ojos?

También es verdad que algo de morbo me ha despertado la posibilidad de contar nuestra intimidad.

Es como una exhibición sexual pública. (Me da un poco de vergüenza, la verdad)

Los siguientes meses a nuestro primer descubrimiento, (véase el relato anterior) fueron de auténtica locura, los encuentros casi cada día a lo largo de aquel verano, estaban marcados por la más absoluta pasión.

Aquello era puro fuego, un auténtico volcán que parecía no tener fin.

Tal era nuestra pasión que aprovechábamos cualquier ocasión y lugar para seguir explorando, y disfrutando, de esa nueva sexualidad. Desde la playa, nuestras casas, el insti, los aseos de la disco hasta el cine, cualquier lugar era idóneo para acariciarnos, besarnos y hacernos el amor.

Yona parece, tal como se desprende del primer relato, como si yo la hubiera empujado a esta relación de alguna manera. Pero teníais que verla tomar la iniciativa en situaciones realmente «peligrosas», como cuando veíamos «Otoño en New York» (Winona es una de nuestras musas), con el cine lleno y metiéndome mano bajo la falda.

(Gere llorando su pérdida y yo teniendo un orgasmo, mientras me decía lo que me quería hacer después. Imagino que mis gemidos serían interpretados como reacción a la película. Que fuerte!!)

Ja ja ja, es cierto, en aquellos días es que te quería comer todos los días.

Creo que pasaron 4 o 5 meses hasta que la riada del desbordamiento de la presa se calmó, aquella fue nuestra «luna de miel». Después nuestra sexualidad se normalizó y se desprendió de tanta fuerza que casi era dolorosa.

Durante el siguiente curso (2º de Bachiller) no hubo mas amigas que nosotras dos, aunque salíamos con nuestra pandilla de siempre, los contactos con los chicos fueron esporádicos, y las veces que nos quedamos a «estudiar» una en casa de la otra fueron innumerables.

Fuimos al Viaje de Estudios, a Barcelona, ¿Te acuerdas? y aprovechamos para añadir algunos juguetitos a nuestros encuentros.

Era una curiosidad que nos había despertado el ver algunas pelis, con un poco de morbo y excitación.

Pasamos mucha vergüenza al comprarlas y eso que no nos reconocerían ni nuestras madres, de las pintas que teníamos.

Ni que decir tiene que esa noche les encontramos todas las posibilidades a los aparatitos. Ummmmm.

Tiemblo al recordar aquella noche. Compartíamos habitación, naturalmente, y fuimos las primeras en acostarnos.

Los compañeros decían que estábamos majaras, el segundo día en Barcelona y a las 11 en cama, y nosotras que estábamos cansadas, que la noche anterior no habíamos dormido apenas, lo que era cierto, jajajaja, y que había muchos días por delante.

Cuando nos quedamos solas, cerramos con llave y pusimos una silla atrancando la puerta, como hacíamos siempre, por si las moscas.

Nos duchamos juntas y entre caricias, besos y lo que nos esperaba sobre la cama…. Pues estábamos a mil por hora. Aquella si que iba a ser una noche especial.

Habíamos comprado dos juguetes, uno de esos flexibles, útil por los dos extremos, que elegí yo, y otro más fino y rígido, totalmente pulido, que compró Eli, la puñetera con su idea en la cabeza.

No sabíamos como empezar, así que juntamos las dos camas y agarré la cara de Yona con las dos manos y la besé, enredando mi lengua con la suya, mientras nuestros pechos se acariciaban y los pezones ardían.

Bajé mis manos por su espalda hasta acariciar sus nalgas.

Deslicé un dedo entre ellas, acariciándola el ano, siempre le ha gustado, y llegando hasta su coñito,(la concha, que dicen en Sudamérica).

Se tumbó de espaldas y la besé y la acaricié con la lengua todo el cuerpo, (me encanta el sabor de su piel y su suavidad, no se imaginan lo suave que es), cuando llegué al clítoris, se dio la vuelta y empezó a chuparme a mi también, hasta que llegamos al orgasmo.

Yona insistió en utilizar el aparato que ella había comprado, el que nos penetraba a las dos….

Déjame continuar…

Hasta ese día había especulado con la fantasía de ser penetrada por Eli, así que al ver la posibilidad de ese juguete, pues…

Tomé el juguete y, lentamente lo introduje en el coñito de Eli, no hizo falta ningún lubricante, mientras la besaba y acariciaba.

Eli se estremecía de placer, después me senté a caballo sobre sus caderas y me puse el otro extremo, iniciando un movimiento adelante-atrás delirante.

Me tumbé sobre ella y con ayuda de una mano y de los movimientos de nuestros cuerpos los orgasmos estallaban uno detrás de otro.

Yo «me voy» muy rápido cuando estoy muy excitada y ese día iba a 2000 por hora.

Nunca olvidaré esa primera sensación de poseer y ser poseída en el mismo acto.

Comprobamos todas las posturas hasta que nuestros cuerpos quedaron bañados en sudor.

Poco después Eli cogió su aparatito y puso cara de mala, con una sonrisa entre lasciva y burlona, me dijo: -Ahora vas a ser mía de verdad, cariño-

-Soy tuya y tu mía, desde hace tiempo, ¿Cuál es la novedad?-

-Ahora mismo lo vas a ver-

Yo sigo. Le pedí que se pusiera a 4 patas sobre mí, como para hacer un bonito 69, ya sabéis.

Me recosté hacia atrás sobre la almohada y el cabecero y le pedí que recostara el pecho sobre mi cadera.

Ummmmm, la posturita era deliciosa, tenía su coñito al alcance de mi boca y me dedique a jugar con mi lengua en su deliciosa cavidad.

Yona se estremecía de placer, mientras sus pechos acariciaban mi pubis.

Lentamente acaricié su ano con el dedo con pequeños círculos, jugando con su pequeña entrada… Mojé el dedo meñique en su flujo y muy despacito lo introduje en su ano.

Ahí me di cuenta de sus intenciones… La sensación era totalmente nueva para mí. Nunca había entrado nada en ese hueco, pero la sensación era deliciosa.

Entre su lengua y su dedo me estaban dejando semiinconsciente. No obstante me dio miedo pensar que me metería ese juguete y se lo dije.

-No te preocupes, yo no te haría daño- Así que me relajé y disfruté del nuevo placer que estaba descubriendo. Eli continuó metiendo un dedo y moviéndolo dentro-fuera, suavemente, muy suavemente. Las oleadas de placer recorrían todo mi cuerpo.

Con un poco de crema que tenía en la mesilla, lubricó el aparato y lo situó en la entrada de mi cuevita, y haciendo girar lentamente lo fue introduciendo muy despacio.

¿Cómo explicar esa sensación? Jugaba adentro y afuera, aumentando la velocidad cada vez más, sin olvidarse de besar mi clítoris y lamerlo furiosamente con la lengua, mientras yo me balanceaba, empujando hacia atrás cada vez más fuertemente, deseando que el juguetito penetrara hasta el fin de mis entrañas.

Estallé en un orgasmo totalmente diferente a cuantos había disfrutado anteriormente. Caí sobre la cama, todavía con el aparato en el ano, y con los ojos bañados en lagrimas.

Eli fue a sacármelo y le pedí que lo dejara en ese sitio, que lo moviera un poco más, pero ella lo sacó completamente dejándome con una sensación de frustración insoportable. Pero…

Yo quería otra cosa. El primer orgasmo anal de Yona me había puesto como una moto, así que tomé el aparatito doble y lo lubriqué a conciencia.

Yona se relamía de placer ante la nueva perspectiva, se le notaba en el brillo de la mirada.

Continuaba tendida boca abajo con las piernas muy abiertas (Ummmm, esas interminables y preciosas piernas) me introduje mi parte en el ano y me costó retener el orgasmo que me venía, me puse sobre ella y la fuí penetrando hasta que nuestras nalgas quedaron unidas.

Desde ahí todo fue cabalgar en todas las posiciones posibles y estallar en una corriente de orgasmos casi interminable.

La cosa es que acabamos despatarradas sobre la cama sin poder movernos, completamente agotadas. El culo dilatado y enrojecido de la paliza que se había llevado.

Esa fue la primera vez que me lo hacían por detrás, pero ha habido otras muchas desde ese día. La verdad es que en estos años hemos explorado múltiples variantes sexuales.

Lo único que nunca hemos aceptado es introducir a un tercero en esta relación.

Esto es amor femenino en estado puro y no necesitamos a ningún hombre en ese momento. Ellos tienen su tiempo y, por supuesto, es delicioso.

Hemos considerado nuestra bisexualidad, y por mi parte la asumo sin problemas, pero es curioso que yo sea monógama respecto de las mujeres y polígama respecto de los hombres.

Solamente me interesa Eli de entre las mujeres, mientras que de los hombres me interesan muchos, demasiados según Eli.

Esto fue lo que ocurrió en aquel Viaje de Estudios. La profe de Lengua, que nos acompañaba, nos llamó la atención por las ojeras que teníamos a la mañana siguiente.

«-A ver si os dedicáis a dormir un poco más, que vaya cara tenéis!!-»

-Ya sabes, es que charlando, charlando se nos ha hecho tardísimo…- (Si ella supiera, con lo mojigata que es….jajajaja)

Hemos empezado este relato a las 10 de la noche del martes y son ahora las 2,40 del miércoles.

¿Se imaginan en que hemos empleado el tiempo en que no escribíamos? 😉

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