Soy Jorge, tengo 35 años y mi esposa Diana tiene 36.
Estamos casados desde hace 5 años y aún no tenemos hijos.
Lo que voy a relatar sucedió cuando empezábamos nuestro noviazgo.
Estudiábamos la preparatoria juntos, ya que ella había perdido un semestre.
La escuela organizaba excursiones, con supervisión de algunos maestros.
Nosotros no íbamos a estas excursiones, ya que normalmente los fines de semana nos íbamos al cine y después a un motel.
En el semestre final, decidimos ir a la última excursión para despedirnos de nuestros compañeros.
La excursión fue al bosque y como nosotros no teníamos equipo, aceptamos la invitación de compartir la casa de campaña con nuestros compañeros.
Diana dormiría con Martha y yo con Daniel.
El jueves después de salir de clases, un camión que rento la escuela nos llevó a Mazamitla Jalisco y nos dejó en la orilla del pueblo, donde nos recogería el domingo por la noche, para llevarnos de regreso a Guadalajara.
El grupo era como de 30 alumnos y 3 maestros. Bajamos del camión y nos penetramos en el bonito y espeso bosque cargando con las pesadas mochilas.
Después de una larga caminata llegamos a una parte plana, donde decidieron los maestros que sería el campamento.
Montamos las casas de campaña por grupos. Uno de mujeres, de unas 5 casas, en medio el de los maestros, de 2 casas; y el de hombres de unas 8 casas.
Mientras unos montaban las casas otros recogíamos leña para la fogata, ya que estaba por anochecer.
Cuando todos terminamos ya estaba oscuro prendimos la fogata.
Daniel, que ya tenía experiencia en esto me dijo que los maestros no permitían el consumo de alcohol, pero que cuando se dormían todos, algunos en sus casas sacaban sus botellitas y se ponían a tomar. Yo iba preparado con mi tequilita por si se presentaba la oportunidad.
Cenamos al calor de la fogata y cantamos algunas canciones de tipo religioso y los que teníamos pareja nos abrazábamos, ya que estaba muy fría la noche, pero no pasaba de eso, ya que no se permitía más, por lo estricto de la escuela.
A las 12:00 de la noche se dio la orden de ir a dormir y nos despedimos de nuestras novias.
Diana me dijo que ella y Martha irían a nuestra casa como a la una, ya que todos se durmieran.
A mí me dio un poco de miedo, pero me dijo que Martha lo hacía en cada excursión y que los maestros se hacían de la vista gorda o tenían el sueño muy pesado.
Al meternos a nuestra casa, Daniel me confirmo lo que me dijo Diana.
Le dije que no me malinterpretara pero que nunca me había tenido relaciones con Diana en presencia de alguien más.
Me dijo que no lo haríamos así que estaríamos un rato todos juntos y que si alguien quería hacerlo, se tendría que salir la otra pareja.
A mí la simple situación de que viera a Diana en pijama, me incomodaba un poco.
Nos desvestimos para ponernos pants, que fue lo que me recomendó Daniel, para el frío.
Cuando se quedó en calzones, vi que tenía un miembro más grande de lo que yo había visto.
No es que estuviera interesado en eso, pero Diana ya me había comentado que Martha se lo había dicho.
Después de una media hora saque mi tequila y le ofrecí a Daniel.
Yo me sentía bastante fatigado, ya que no acostumbraba mucho el ejercicio y para mí la caminata resulto muy pesada.
Esperaba que con el tequila me animaría un poco. Como a la una y cuarto llegaron Diana y Martha vestidas con unas pijamas de franela, largas y flojas y temblando de frío.
Aun con ese frío no se saltaban los pezones de ninguna de las dos, por lo flojo de los pijamas.
Esto me dio más tranquilidad. Nos sentamos, nos abrazamos y les ofrecimos tequila, para que entraran en calor.
El espacio era bastante reducido y aun sin desearlo, nos tocábamos unos con otros. Estuvimos platicando de lo que estudiaríamos al terminar la prepa y Diana y Daniel conversaban que el tenía un tío que podría ayudarla a entrar a la carrera de medicina y no dejaban el tema.
Como una hora después Martha se despidió y le dijo a Diana que la esperaba en la casa. Diana le dijo que enseguida la alcanzaba.
A mi cada vez me pesaban más los párpados y le dije a Diana que por que no seguían platicando al día siguiente. Me respondió que sí, que ya se iba.
Yo cerré los ojos y seguí escuchando la plática, esperando que se fuera y no se en que momento me venció el sueño y me quede dormido en una posición medio sentado, a un lado de la puerta de la casa.
En un momento determinado de la noche me desperté al sentir que me tocaban los pies.
Abrí los ojos y todo estaba oscuro. Cuando me adapte a la oscuridad, vi que Diana estaba a un lado mío, dándome la espalda y al lado de Daniel, que estaba acostado boca arriba y haciendo los dos, los típicos sonidos de alguien que duerme.
Estaban debajo de una cobija y no se veían las manos de ninguno de los dos. Como estaba medio sentado, podía ver todo, pero muy oscuro.
Pensé en despertarla, pero me quede un momento viendo y algo me decía que las cosas no estaban como aparentaban.
Medio cerré los ojos y poco a poco imite los sonidos de ellos, incluso me arriesgué a roncar un poco.
Después de unos cinco minutos me decidí a terminar con la farsa y despertar a Diana, por que vi no sucedía nada.
En eso vi cómo se movía la cobija sobre Daniel. Una enorme carpa como de circo se formó y se movía rítmicamente, pero lentamente.
Estuve a punto de mentarles la madre a los dos, pero pensé
rápido que su decía algo, no tendría más pruebas que la erección de Daniel, ya que estaban bajo la cobija.
En eso me di cuenta que yo también inconscientemente tenía mi pene erecto.
Diana se giró y vi algunos movimientos lentos de sus piernas, y finalmente se escuchó el típico sonido del resorte de la ropa interior. Sentí mucho coraje, pero la verdad, inexplicablemente, estaba muy excitado.
Los tres seguíamos con el teatrito de que estábamos dormidos. Después Daniel se giró para el lado de Diana y yo solo veía como se movía la cobija y me imaginaba que buscaba con su pene, la vagina de Diana.
En ese momento se escucharon unas risas en otra casa, ellos se detuvieron y yo pare un momento mis ronquidos y los reanude poco a poco.
Después de un minuto, Daniel empezó un movimiento lento y corto, que cada vez se hacía más largo.
Luego Diana, empezó a moverse también y sus sonidos de dormida se transformaron poco a poco en gemidos silenciosos, pero rápidos. No tardaron más de dos minutos en detenerse.
Daniel se giró para el otro lado y después Diana se movía lentamente debajo de la cobija, supongo que buscando sus calzones.
Después que se los puso, hizo un estiramiento de brazos y un bostezo fingido. Yo hice como que me desperté y Me dijo que, qué pena, que se había quedado dormida. Me dio un beso y se fue a su casa.
Yo me quede como estúpido con una gran erección y sin decir nada.
Jamás en la vida le he comentado nada y afortunadamente no hemos visto a Daniel ni a Martha desde que salimos de la prepa.
Para Diana, ese pene debió ser el más grande que ha probado.
Yo, cada que me recuerdo esa noche, termino masturbándome.