Detrás del culo de mi marido

He de reconocer que me da cierto pudor contar esta historia.

Me llamo Julia.

Lo que me sucedió es lo que puede y suele ocurrir a las parejas jóvenes.

Conocí a otro y cuando digo esto me refiero a que no se trataba de mi marido Ricardo.

Y paso lo que no tenía que pasar.

Terminamos en la cama.

Y por si fuera poco nos descubrió haciendo el amor.

¡Qué bochorno!. Me juré a mi misma que tenía que recompensarle de alguna manera.

Bueno Ricardo tampoco es un angelito y sabía que en cualquier momento me la pegaría. Y así fue. Le vi subirse a casa a una mujer de piel morena.

Compañera suya de una academia donde estaba estudiando por las tardes.

Era de la India. Me pareció muy atractiva. Y es que mi marido tiene muy buen gusto para las mujeres.

No voy a describirme porque sino esto parecería un cuento pornográfico y no se trata de eso.

De todas formas por si alguien tiene un poco de morbo, soy rubia natural, de ojos azules y con pinta de princesa. Mi marido tiene un cuerpo de impresión. Es musculoso.

Les vi llegar y les vi meterse en el dormitorio. Pusieron música y les vi bailar.

Ella no hacia más que tocarle el culo. Tanto es así que le metía mano por debajo del pantalón y le sobaba todo.

Y voy más lejos todavía. Ricardo se bajo los pantalones y hubo un momento que los calzoncillos se le deslizaron.

Pudo ver que el dedo de ella estaba metido en su culo.

¡Qué vergüenza!. Y él se lo estaba consintiendo. Luego lo sacaba pero al rato se lo volvía a meter. Mientras morreaban.

Yo ya estaba maquinando algo.

Acababa de descubrir uno de los secretos de mi marido. Esa es la prenda que yo pagaría. Siempre he sido muy caliente y muy calientapollas.

Se lo que a un hombre le puede gustar. Intuir. Yo no le metería un dedo. Pero le encantaría y de paso a mi también.

La india se desnudo del todo.

Pero antes se metió en el servicio. Salió ya preparada. Se sentó sobre mi marido viéndose ambos las caras.

Se la metió por detrás. Yo nunca he follado por el culo de esa forma. Luego se la saco y Ricardo se puso de pie.

Ella se la metió en la boca, babeando por comérsela. Era el momento de que yo entrase en acción.

Mi marido giro la cabeza pero su gesto parecía decir «no me digas nada porque esto se lo estabas haciendo el otro día a otro hombre».

La otra que es muy descarada ni se inmuto seguía a lo suyo.

Por cierto que bien que la chupaba y que hombría la de mi marido que aguantaba sin correrse.

Yo tengo una teoría de que los verdaderos hombres son los que aguantan en la cama, y además saben imponerse a los demás aunque tenga que dar una buena hostia.

Luego decimos que nos gustan amables, pero no es verdad. Si me fui con otro hombre es que este estaba siendo demasiado bueno.

Pero ahora ya no. Le conozco. Es un canalla que acaba de robar mi corazón.

Ella seguía chupándosela retorciéndosela con la boca y yo lo que hice fue tirarme a por su culo.

Le metí mi lengua. Lógicamente no lo tenía limpio como la otra que se había puesto un enema antes de que se la metiese por el culo. Pero no me importo.

Es mi marido. Cuando una tiene marido le haces de todo y no hay mujer en el mundo que le pueda hacer las cosas que tu le hagas.

La otra se tumbó en la cama y mi marido con sus poderosas manos le masturbaba, metiéndole dedos o frotando.

La tía aullaba levemente como una tonta.

Yo todo el rato con mi cara pegada al culo de Ricardo.

Viendo esto la india se ponía celosa se levantaba, empujó a mi hombre y le hizo una paja de oriente.

Me fijé en que los brazos de ella eran atléticos. Yo le seguía chupando el culo y con lo que le hacíamos las dos mi marido no podía disimular sus jadeos, que la verdad es que nos ponían muy cachondas por eso nos miramos y sonreímos.

Luego mi marido volvió a coger a su compañera y le lamió allí donde una mujer lo pasa mejor, en su vagina.

Ella cerró los ojos y pasó los dientes por encima de su labios.

Sus ojos entornados revelaban que estaba al borde del orgasmo. Mi marido ansioso se precipito y se la metió entre las tetas.

Su movimiento fue tan brusco que me separé un momento de él.

– ¿Dónde vas. Dónde vas?- me dijo.

Rectifiqué rápidamente. Lamiendo detrás. En su culo.

Luego se puso boca abajo.

Y se lo lamimos las dos. Las pelotillas del culo.

Nos peleábamos por encontrar un hueco. Como si fuera una agenda telefónica y tuviéramos que llamar a 40 personas en un día.

Llegó el momento cumbre.

Ella se volvió a sentar sobre mi marido, con la misma posición, pero con la diferencia de que esta vez era por delante.

Y con un preservativo claro. Por higiene y otras cosas.

Le puse una almohada y un cojín para que mi marido se apoyase en la parte final de su espalda.

Así quedaba levantado. Le dije que abriese bien las piernas.

Y así follándosela, subiéndola y bajándola, con el culo de ella en pompa, le lamí el trasero por su abertura a Ricardo.

Pero muy astuta supe darme cuenta de que ella estaba al borde del orgasmo y él también y supe esperar hasta el momento propicio en que ella se convulsionó de una forma muy brusca para que mi lengua haciendo de las suyas reventase de placer a mi hombre y este explotase también con espasmos (por cierto nunca le había visto así).

Luego me dijo que lo acabamos de hacer esta tarde no es de maricas sino de hombres puesto que se lo ha visto hacer a Rocco Siffredi en sus películas.