Vivía sola con mis abuelos, pues seguía soltera, aunque nunca le faltaron pretendientes dispuestos a casarse con ella, pero mi tía resulto demasiado exigente con ellos y finalmente termino por desanimarlos uno tras otro. Por lo que supe, mi tía había tenido una desilusión amorosa con su primer pretendiente y eso la había marcado para siempre.
Yo no tengo ningún problema de que tus instintos y los míos se unan, me encanta el sexo, no te pasaré ninguna cuenta, si tus pensamientos de hacer algo conmigo, se hacen realidad.
Montsum había sido formada fundamentalmente, como esclava del placer y ahora iba a ser vendida en el mercado de esclavos.
Mis manos toman el relevo y siguen acariciándote los pechos, mientras subo con mi boca hasta llegar a tu cuello. Lo encuentro caliente y palpitante, lo adivino muy sensible. Mis besos y lametones en tu cuello hacen estremecerte levemente, pero yo continúo subiendo hasta alcanzar tu boca, donde mi lengua se encuentra con la tuya, que parecía esperarle.
Cuando me pongo a follar con mi novia, se convierte en una pelea salvaje de lujuria y flujos corporales, pero aun así ella es muy clásica para según qué cosas y me cuesta mucho ser natural y espontáneo en la cama con ella.
Nos dirigimos al dormitorio. Habíamos convenido poner un vídeo porno para ayudarme a ponerme en condiciones. Nos echamos sobre la cama; yo me había quitado los pantalones y la camisa, pero no los calzoncillos. Sólo era capaz de mirar la televisión: una rubia y una morena se tiraban a un negro bien dotado en la playa, sobre una toalla.
La relación de ellos había empezado a enfriarse debido a la frialdad de Manuel en la cama, la que se traducía en una falta cada vez mayor de actividad sexual, lo que Flor resentía y le tenía en estado de permanente insatisfacción. Y a su edad, que ahora se empinaba a los 37 años, esa situación era explosiva y sus deseos de satisfacer sus ansias sexuales cada vez eran mayores, con todas las implicaciones que ello tenía.
Proponemos un juego, ¿puedes dejar alguna idea, para mejorarlo?
Llego al fin a su habitación, entro y cerró la puerta, yo estaba con el corazón en un puño, pero al final salió y se dirigió a la cocina a comer algo, en ese momento aproveché yo para entrar y llevarme la cámara apagada a mi cuarto... Termino y se fue a su habitación.
Cecilia se levantó tarde esa mañana, después de una noche inquieta. Se bañó y perfumó. Se puso unas pantaletas que se ajustaban al entorno del bulto de su sexo y a las nalgas apretadas, que aun lucían suaves y frescas. Descartó el brasier pues prefería andar con los senos libres cuando estaba en casa.