Yo me levanté y fui a la habitación de mi madre, y ella estaba con ropa interior haciendo el aseo de su habitación, yo también entré en ropa interior (a todo esto mi madre tiene 38 años, y se mantiene súper bien, yo también me luzco con mi cuerpo).
Los dos estábamos sudados cuando frente al mostrador esperábamos que la dependienta me cobrara el precio del corset y lo envolviera para llevarlo a casa de Adela, por eso no me extrañaba su sonrisa ni sus miradas.
Acompañada por una ajustadísima blusa blanca de algodón, algo transparente, sin sujetador, un escándalo para mis pezones. Casi me corro (es un decir) con tantos piropos. En un momento me crucé en el pasillo con Sergio.
Tomaste tu sostén para ponértelo, pero yo te dije que no, y quitándotelo me miraste sorprendida y me dijiste que como ibas a bajar así nada más, y ayudándote a ordenar tu blusa y abotonarla, te dije que así te quería, me diste un beso y me complaciste, y nos fuimos a desayunar.
Pero después era un suplicio para mi, casi no me divertía pero seguí yendo, ya tendría alrededor de 17 años cuando me sucedió algo inesperado, como me aburría ya de todos los juegos el segundo día de campamento decidí quedarme en la cabaña donde me habían asignado, así que me quede pero hacia un calor tremendo, serian como las 12 del día cuando decidí tomar un baño.
Hace un año cuando lo empecé estaba ilusionado con él, pero ahora después de muchos desengaños, y visto que la cosa no es como me la pintaron en un principio, las mañanas son terribles y las ganas de seguir durmiendo se apoderan de mi cada día.
Nuestra charla iba de lo mas normal, y tal cual como cuando estábamos chateando, y tocamos el tema sexual, se puso muy nerviosa y melancólica.
Llevaba seis meses sin mi novia, me dejó por otro, y los calentones ya no tenían bastante con mis masturbaciones diarias, necesitaba sexo, y sexo del bueno, por lo que cansado de recibir calabazas recurrí al periódico.
Mi negocio se había fundido y debía ya dos meses de alquiler y ya no sabía que hacer, por que no me alcanzaban las horas del día para trabajar y reunir el dinero que necesitábamos. Un amigo me comentó que yo podía obtener buenas sumas de dinero pero tenía que dar algo a cambio.
Después de pasear por la zona observé que había un señor mayor, de unos 50 años aproximadamente, que estaba tumbado desnudo y le pregunté si podía sentarme a su lado, a lo que accedió.