Quedan para enseñarle a manejar los ordenadores y vaya si le enseña

La conocí cuando trabajaba en una empresa de resinas, se llamaba Modesta aunque se hacía llamar Noemí, mucho más exótico.

Era recepcionista de la empresa, así que todo el que entraba pasaba por ella.

El primer día que la conocí se quedó prendada de mi gabardina marrón y de mi mirada.

Ella tenía mucho interés en aprender ofimática y dejar lo de la recepción, ya que en el fondo era tímida para ese trabajo.

Me pidió que le enseñase como funcionaban los ordenadores y quedamos en mi oficina para después del trabajo.

Modesta vestía siempre algo provocativa, pero era para provocar a quién ella quería, falda negra con corte por atrás que dejaba ver la continuación de sus piernas en unos muslos alargados y esa falda que apretaba su culo que se movían de un lado a otro al andar, una blusa rosa o blanca suelta, a veces desbotonada en exceso para asomarle sus pechos compactos entre su lingerie también blanca.

Una de las veces que estábamos trabajando uno al lado del otro, sin darnos cuenta, nuestros muslos empezaron a rozarse y yo le cogí la mano en la que ella tenía el ratón,

Modesta se pintaba las uñas de colores diferentes cada dedo y además hacía dibujitos en cada uña, ella nerviosamente con la mano libre me la puso en el pene y empezó a tirarme de la cremallera, sacó mi pene y empezó a acariciar el glande con sus dedos humedecidos con saliva; estábamos muy nerviosos, ya que mi oficina tenía ventanas al pasillo y nos podía ver algún empleado rezagado o el guardia de seguridad, yo le cogí la mejilla y me llevé su boca carnosa a la mía.

Nuestras lenguas se buscaron y empezamos a chuparnos intensamente.

Aquello no podía seguir haciéndose allí, así que nos fuimos al wc de señoras, entramos en un compartimento y yo me senté en la taza, le quité las faldas y le empecé a enrrollarle las bragas hacia arriba, dejándole al aire su hermoso y redondo culo, continué besando su nalgas y no pude evitar abrir del todo mi boca y comerme literalmente primero su glúteo derecho y luego el izquierdo, mientras ella me masturbaba con su mano muy rápidamente.

Tuve que hacerla parar, ya que me hubiese corrido prematuramente, empecé a besarle los muslos subiendo hasta la entrepierna, le aparté las bragas que le aprisionaban el coño y suavemente mi lengua empezó a rozarle el clítoris, su olor íntimo es inolvidable, seguí chupándole el coño más rápidamente y al final se corrió en mi cara, dejando mi corbata inservible.

Después se arrodilló y me estuvo besando el pene por los lados lentamente, se puso el glande en la boca y poco a poco todo mi pene desapareció en su boca.

Como comprenderás perdí totalmente el poco control que tenía sobre mí y exploté al poco tiempo descargando mi semen en su garganta.

Luego nos besamos apasionadamente y quedamos para otro día ir a un sitio menos arriesgado, pero ésto será objeto de otro relato.