Capítulo 3
- El piso I: Dos son pareja, tres… mejor
- El piso II: La mejor amiga de una mujer
- El piso III: La cocina es un buen lugar…
El piso III: La cocina es un buen lugar…
Jorge quería hacer algo que le permitiera estar en una situación en la que, si todo seguía su curso normal, él acabaría follando con las dos.
Desde hacía dos semanas no había mantenido relaciones con ninguna de ellas, por un motivo u otro siempre había alguna escusa.
Comenzó a pensar que tal vez ellas preferían hacerlo sin él, incluso los últimos días habían cerrado la puerta de su cuarto y sólo podía oír sus gemidos a través de la pared.
El sábado por la mañana Jorge se levantó y vio que estaba solo en casa, una simple nota en la nevera era la explicación : «hemos salido a comprar».
Entonces pensó que esta podía ser su oportunidad y comenzó a idear un plan: Se daría una ducha y esperaría a que llegaran, después saldría del baño con una pequeña toalla como si no supiera que habían llegado.
Si ellas lo deseaban tanto como él, la situación podía acabar con una follada a trío.
Esperó con paciencia una hora hasta que oyó la puerta, entonces entró en el baño y se metió en la ducha.
Nuria y Esther entraron en la cocina y después de dejar las bolsas se sentaron dispuestas a desayunar.
La cocina no era excesivamente grande, lo que más abultaba era una gran mesa de madera que normalmente utilizaban para comer.
Sobre ella colocaron todo lo necesario para un buen desayuno, café, pan, mermelada….charlaban animadamente cuando vieron entrar a Jorge desnudo y con una pequeña toalla cubriendo sus partes.
La toalla era realmente minúscula y aunque la situación no era normal, ellas no parecieron sorprenderse.
– oh, lo siento. Pensé que estaba solo – dijo Jorge aparentando estar sorprendido de la presencia de sus compañeras.
Nuria miró a Esther que le guiñó un ojo, se levantó y fue hacia Jorge.
– No importa, lo hemos hablado y es el momento ideal..
– ¿Qué habéis hablado? – dijo Jorge sin entender nada.
– Tranquilo, ya has conseguido las piezas que le faltaban a tu colección.- respondió Nuria
Jorge estaba de pie frente a ellas sin entender lo que Nuria decía, aquella situación le empezaba a resultar incómoda, pues ya no era él el que la controlaba sino Nuria que se acercaba peligrosamente (o felizmente).
Ella se colocó frente a él y soltó la toalla que cayó al suelo dejando su pene expuesto a la vista de sus dos compañeras de piso.
En otra situación, su polla se hubiera puesto dura solo de sentir como el aire la rozaba teniendo a dos preciosidades como aquellas delante, pero los nervios de ser el cazador cazado no se lo permitieron, de manera, que ahora colgaba flácida entre sus piernas.
Nuria cogió un frasco de mermelada que había en la mesa y arrodillándose delante de él cogió su pene con suavidad derramando sobre él la fría mermelada que chorreó a lo largo.
Entonces y sin mediar palabra se lo metió en la boca. Jorge sintió perder el conocimiento cuando notó el cambio de temperatura.
La boca era caliente frente a la frialdad de la mermelada mientras que la lengua que le acariciaba la punta de su capullo era húmeda y juguetona.
Casi al instante su rabo comenzó a crecer y a adquirir su dureza ideal en el interior de la boca de Nuria que ya casi tenía que hacer esfuerzos para cogerla toda.
Con su mano izquierda ella cogió sus pelotas mientras con la derecha agarraba la polla recorriéndola con la boca.
El la miraba y ella a veces levantaba la vista para poder ver sus reacciones ante sus caricias, eso a Jorge le ponía a cien, porque los ojos de ella mostraban deseo, morbo, lujuria.
Sentía como la mano que estaba en sus huevos se deslizaba y le rozaba ligeramente la zona entre su polla y el ano, una zona que le hacía temblar las piernas.
Al levantar la vista vio a Esther que se había despojado de su vestido y se acercaba en ropa interior a su compañera con el frasco de mermelada en la mano.
Derramó otro poco del viscoso frío y dulce líquido sobre su polla y volvió a sentir aquel excitante cambio de temperatura al tiempo que las dos se lanzaban a lamerlo compartiéndolo.
La sensación de dos lenguas jugando y luchando por su polla era indescriptible, Jorge sabía que en esa situación no aguantaría mucho y como si hubieran oído sus pensamientos se levantaron las dos a besarle compartiendo entre los tres su sabor.
Sus tres bocas juntas eran como un torrente de saliva que iba de una boca a otra impulsada por las lenguas que se encontraban dentro y fuera de ellas.
Esther se separó y fue a la nevera de dónde sacó unas cosas que Jorge no alcanzó a ver. Mientras, Nuria se tumbó en el suelo con sus piernas abiertas ofreciéndole su sexo abierto como un agujero negro atrayente y húmedo.
Esther antes de que Jorge se acercara con un spray llenó de nata montada toda la entrepierna de su amiga.
– ¡cómetelo!- dijo Esther.
El obedeció metiendo toda su lengua y su cara en el coño de Nuria que gimió de gusto al sentirlo recorriéndole todos sus pliegues. Su excitación llegó al límite cuando Jorge alcanzó su clítoris haciéndola gritar de gusto.
– ¡aaaahhhhh!, ¡cómetelo!…¡todo!…¡todo!…¡fóllame con tu lengua!…-gritaba Nuria.
Observando esta escena,Esther llenaba su boca de nata y besaba a Nuria compartiéndola toda.
Era impresionante verlas con la nata derramándose por los bordes de sus bocas al besarse y con sus caras llenas de manchas blancas que pronto desaparecían al pasar las lenguas.
-¡Túmbate! – le ordenó Nuria a Jorge.
Jorge obedecía sin poner trabas todas las ordenes de aquellas dos salidas hembras que le estaban dando la mejor sesión de sexo de su vida(hasta ese momento…)
Una vez tumbado Esther le llenó su polla con la nata y colocándose sobre ella la dirigió hacia la entrada de su vagina, metiéndosela de un golpe.
La nata se esparció por todo su coño y los pelos de la polla de Jorge. El sonido de la polla al entrar y salir rodeada por toda la nata era como el chapoteo de un pato en un estanque.
Nuria cogió una lata de cerveza y la abrió colocándose de pie a la altura de la cara de Jorge.
Derramó la cerveza sobre sus pechos que le chorreó hasta su coño y desde ahí caía sobre la cara y boca de Jorge.
-¡Dame un poco! – pidió Esther.
Nuria derramó un poco sobre la boca de Esther y esta lo mantuvo en ella para después besar a Jorge y pasársela boca a boca.
La diversión de Nuria consistía en coger buches de cerveza y después escupirlos sobre sus dos amigos que follaban bajo ella como si de una lluvia dorada se tratara.
– Tengo un regalo para ti – le dijo Esther a Jorge.
Se levantó y se colocó a cuatro patas ofreciéndole su culo algo que él siempre había deseado.
– te dejo que me lo hagas por el culo – le dijo con voz sugerente.
En esa posición Esther acariciaba con un dedo la entrada de su ano, y lo introducía ligeramente para después chuparlo y humedecerlo. Jorge pudo ver aquel orificio pequeño y prieto que tanto deseaba.
Era sonrosado y bajo él se observaba el pequeño bulto del sexo de Esther rodeado de una pequeña mata de pelo rubio que se encontraba mojada y goteando por la cerveza que ella misma había derramado sobre el.
Su ano por el contrario se encontraba límpio y sin ningún pelo que pudiera estorbar aunque también estaba ligeramente mojado por la poca cerveza que había resbalado desde su coño.
Era una visión que incitaba a lamérselo y humedecerlo con saliva.
Jorge rápidamente fue hacia ella para no perder aquella oportunidad que tal vez fuera la única.
– quieto, tranquilo, …- dijo Nuria impidiéndole acercarse -… primero déjame preparártelo.
Nuria se acercó al trasero de su amiga que estaba levantado y que parecía mirarla.
Con sus manos separó sus nalgas y dejó expuesto a la vista todo su precioso agujero que comenzó a acariciar con sus dedos.
Después de acariciarlo durante un corto tiempo que a Esther le pareció una eternidad, escupió sobre el y dejó a su saliva correr entre las nalgas para a continuación extenderla con su lengua sobre el orificio. Jorge observaba con detenimiento como Nuria metía incluso parte de su lengua dentro del ano produciéndole a Esther una sensación de gozo que exteriorizaba con grandes gemidos de gusto.
– ¡escupe! – pidió Nuria a Jorge.
El se acercó y dejó caer su saliva sobre el orificio que Nuria mantenía abierto con sus manos.
Cuando su saliva cayó sobre él, Nuria lo extendió y lo llevó hasta dentro todo lo que su lengua le permitió.
Para finalizar la preparación untó con sus dedos mantequilla por todo el orificio, incluso metiéndole dos dedos dentro para lubricarlo mejor, dejándolo brillante y resbaladizo.
– ¡ahora es tuyo!,…¡encúlala!- le dijo Nuria.
Jorge con nerviosismo y deseo acercó la punta de su capullo a la entrada de aquella cueva que le había estado esquivando durante tanto tiempo.
El primer intento fue fallido y resbaló por el canalillo que formaban sus nalgas. Al segundo intento y con ayuda de Nuria, comenzó a entrar con cierta dificultad al tiempo que Esther gritaba no se sabe si de gusto, de dolor, o quizás por las dos cosas.
Los gritos de Esther eran explosiones de gozo que cada vez que se acercaba al orgasmo aumentaban de volumen de tal forma que Nuria y Jorge tenían miedo de que los vecinos pudieran oírles y avisar a la policía.
Esther podía sentir la polla perforándole su recto y los músculos que rodean su ano extendidos y tirantes abrazando el duro tronco que la estaba empalando y que rozaba sus paredes produciéndole un placer para ella indescriptible y que sólo podía expresar con sus gritos.
Nuria acariciaba los testículos a Jorge colocada detrás de él siguiendo toda la operación y escupiendo sobre la polla cuando entre embestida y embestida quedaba medio fuera del estrecho orificio.
Después de tenerla dentro y debido a la excitación del momento no aguantó más de cinco o seis embestidas y sacándola se corrió derramando todo su esperma sobre las nalgas y dentro del gran agujero que, debido a su dilatación, había dejado su polla.
Nuria se acercó a lamer toda la leche que corría por las nalgas de su compañera sin dejar una gota limpiándole todo el interior de su ano con la lengua.
– lo siento – decía Jorge – no pude aguantar más.
– Tranquilo, ve al baño, y después seguiremos. Tenemos todo el día. – dijo Nuria.
Jorge se fue al baño a limpiarse su polla que estaba pringosa de la mezcla de la mermelada, la nata y la saliva.
Una vez dentro no pudo sentir otra cosa que rabia, no solo él no había controlado la situación sino que además se había corrido como un quinceañero en su primera experiencia sexual estropeando el momento que más había deseado.
Mientras tanto en el exterior del baño, en la cocina, Nuria seguía besando el trasero de Esther al tiempo que las dos se reían:
– Pobre, no ha podido aguantar – decía Nuria.
– Lo calentaste demasiado.
– Tranquila ahora volverá con más ganas y aguante.
Las dos se besaron apasionadamente abrazándose en el suelo. Esther sintió deseos de lamer la rajita de su amiga y abriéndole las piernas comenzó a hacerlo.
Nuria gemía y con su mano acariciaba su sexo entre la lengua de Esther.
Después de un rato pensando en lo ocurrido Jorge se decidió a salir y reunirse con sus compañeras que seguramente estarían riéndose de él.
Cuando entró en la cocina sus dos amigas seguían en el suelo, Nuria estaba sentada literalmente sobre la cabeza de Esther mientras ésta le chupaba coño que mantenía abierto con sus dedos permitiéndole penetrar hasta lo más profundo de su vagina.
Sus cuerpos brillaban por la humedad de la cerveza derramada sobre ellos y estaban salpicados de manchas blancas de la nata, y rojas de la mermelada.
Contempló la escena callado y sin decir nada, pasado un momento tosió y Nuria se giró para mirarle.
– !Hey! ¿Qué tal?
– Bien,…. perdonad lo que pasó…yo…estaba muy..
-tranquilo, era lógico, estabas muy caliente, pero eso lo puedes solucionar ahora…
Nuria se acercó de rodillas a Jorge y cogió con su boca la polla que colgaba entre sus piernas como si estuviera desinflada.
Esther se acercó por su espalda y acarició su culo metiendo su mano entre sus piernas y agarrándole sus pelotas.
Jorge las veía juguetear entre las piernas disfrutando de aquella sensación, hasta que notó algo nuevo en el orificio de su ano. Miró hacia atrás y vio a Esther con su cara metida entre sus nalgas:
– ¡Esther! ¿Qué haces?…
– Tu qué crees, ¿es que no te gusta?
– sí…pero…
– calla y espera…
Esther se levantó y salió de la cocina dejando a Jorge con la palabra en la boca y a Nuria con la polla en la boca.
Pasado un momento regresó con un pequeño consolador en su mano.
– ¿no irás a hacer lo que yo pien…
– ¡sssshhh!, déjame hacer y verás…
Esther chupó el consolador y lo untó con mantequilla para seguidamente colocarlo en la entrada del culo de Jorge. Despacio lo fue hundiendo centímetro a centímetro sujetándolo con su boca.
Nuria había dejado de chupar la polla para seguir con atención la operación de su amiga. Esta la miraba con cara de complicidad y sonreía al ver la cara de placer de su compañero de piso.
Nuria abrió un frasco de guindas de las que se usan para pasteles y tartas, cogió una y la empezó a chupar mirando fijamente a Jorge. Después se tumbó con sus piernas abiertas todo lo que pudo y colocó la guinda en su coño :
– El postre está servido ¿quieres?
Jorge se puso a cuatro patas lamiendo su coño y comiéndose la guinda que pronto sería sustituida por otra.
A su espalda Esther seguía follándole con su pequeño consolador y acariciando desde detrás sus cojones y su rabo. Aquella sensación nueva de ser desvirgado por su culo al principio no le hizo mucha gracia, pero la sensación de tenerlo dentro y la cara de Esther junto a su ano tirando con su boca del consolador le estaba poniendo tan cachondo que su polla era ya como una roca. Podía notar su esperma hervir y acumularse deseando salir.Cansado ya de chupar el coño de Nuria y ayudado por Esther dirigió su capullo a la entrada de la gruta de Nuria. Entró con suma facilidad por la humedad y comenzó a follarla con la seguridad de que esta vez tardaría más en correrse.
Esther sacó el pequeño consolador del culo de Jorge y se lo dio a Nuria para que lo chupara mientras se colocaba sobre ella formando un 69 lo que aprovechó Nuria para clavar el consolador en el orificio del culo de su amiga y amante.
Esther lamía la polla que entraba y salía a gran velocidad del sexo de su compañera, la visión del falo duro entrando como una estaca en el coño excitaba sobremanera a Esther que se sentía fascinada por aquella máquina de gozar.
Después de follar en esta posición durante un buen rato, Jorge se tumbó en el suelo y llamó a Esther:
– Vamos ven, ¡siéntate sobre ella!..¡disfruta!.
– voy, espera…mmm…así…si…¡qué gozada!…ahora si que la siento…
– ¡Nuria!, acercate, déjame comerte el coño…- decía Jorge controlando ahora la situación..
– aaaahhh, toma…¡bébetelo todo!…estoy chorreando…- respondió Nuria.
Ella se colocó sentada sobre la cabeza de Jorge y mirando hacia Esther de manera que podían besarse y acariciarse al tiempo que eran folladas, una con la polla y la otra con la lengua.
Sobre el suelo la escena sugería un acoplamiento perfecto, los cuerpos se habían adaptado los unos a los otros y ahora buscaban el punto de máximo placer.
Concentrada en acariciar a Nuria, Esther pensaba en lo que estaba viviendo: «ohhh,… qué gusto,..ójala esta polla no se corra nunca…», «Nuria, Nuria, amiga mía qué viciosa eres, como me gustas…».
Por su parte Nuria pensaba en la lengua de Jorge: «¡Dioooossss! …ummm…¡chupa!…¡joder como me pone!…, debo estar ahogándolo con mis jugos», mientras que Jorge estaba demasiado ocupado en controlar todos los movimientos de su cadera y su lengua como para pensar demasiado.
– aaaahhhh,…ya…ya…me corro…¡¡¡¡me corroooooo!!!!- gritó Jorge.
Rápidamente Esther se separó de él sacándose la polla de forma que Nuria pudo agacharse en la posición del 69 agarrándola y moviéndola rápidamente como si lo masturbara mientras que Esther acercaba su cara justo a tiempo para ver como un gran chorro de esperma saltaba por los aires como si de una fuente se tratara. Los siguientes chorros producidos por el rápido movimiento arriba y abajo de la mano de Nuria los recibieron Esther y ella en sus caras y bocas sin dejar una sola gota, lamiendo y compartiendo todas las que caían sobre el vello del pubis y el estómago de Jorge.
Una vez que acabaron estuvieron un rato charlando sobre el suelo abrazados los tres juntos:
-uff, me habeis dejado seco.
– ya será menos- respondió Esther.
– fíjate como nos has puesto – decia Nuria mientras mostraba su pelo lleno de cuajarones blancos de semen.
Los tres se reían y se besaban…
– esto hay que repetirlo más a menudo – decía Jorge pensando ya en la próxima vez.
– por supuesto, todas las noches ¿o no? – preguntó Esther.
– ¡¡¡Ehhh!!, mira la modosita como ha cambiado- dijo riendo Nuria.
Desde ese día las relaciones se volvieron más activas y abundantes, ya no importaba hacerlo por separado o juntos, simplemente bastaba que dos tuvieran ganas para lanzarse a follar, aunque lo ideal era que los tres tuvieran ganas.
Las reglas habían desaparecido e incluso en algunas ocasiones andaban desnudos por la casa, lo que favorecía que se produjeran relaciones en cualquier sitio y momento: en el baño, en el suelo del pasillo, de pie apoyados en una pared, sobre el sofá o una silla etc…
Continuará….