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La profesora

La profesora

Lo que les voy a narrar sucedió recientemente por lo que aún puedo recordar los detalles de aquella experiencia tan placentera.

Comenzaré por contarles que soy un tipo bien parecido que ha tenido mucha suerte con las mujeres.

Varias veces había logrado conquistas de una sola noche, aunque eso sí no duro mucho en los noviazgos.

Hace un par de años terminé el colegio e ingresé a la universidad, por cierto esto de la universidad es bastante excitante, pero de vez en cuando me agarra la nostalgia y me reuno con los compañeros de la escuela, los más allegados.

Nosotros formábamos un grupo terrible en la secundaria, teníamos grandes recuerdos de juergas, chupetas y demás cosas que se hacen común en la adolescencia.

En fin, hace aproximadamente un mes fue el reencuentro de exalumnos; días previos acordamos reunirnos en la casa de Ronald, uno de los patas del grupo. Sus padres viajaron y le habían dejado la casa sola una semana.

El pendejo hizo una fiesta con sus patas de la universidad y no nos invitó, me quedé con pica porque esas fiestas son bien bravas, me hubiera gustado asistir; así que esta vez le tocaba poner los tragos y todo lo demás.

La reunión estuvo bastante animada entre trago y trago se escuchaba por allí un recuerdo burlón del colegio o una sorna, aunque en buena onda, hacia alguno de los presentes.

Las chicas no podían ir con nosotros, además que nuestra promoción era de puros hombres.

Esa fue una de las cosas más jodidas del cole porque cuando es mixto uno puedo sociabilizar con alguna chiquilla del grado y nunca faltan por ahí las desinhibidas con las que uno puedo llegar más allá.

La conversación se tornaba cada vez más amena hasta empezamos a recordar a las profesoras más ricas de por ahí. A Juan Pablo, otro de los de la mancha, se le ocurrió sacar el anuario de nuestro último año y empezamos a chequear las fotos.

Juan Pablo volteó una de las páginas de la nómina de profesoras y fue cuando todos recordamos una figura escultural.

Su nombre era Vanessa Soria, era profesora de Cómputo, bastante joven pues cuando nos enseñó nosotros teníamos unos 17 años y ella apenas nos llevaba unos 3 o 4 años.

Era de tez blanca y pelo rizado castaño claro, tenía labios carnosos y se pintaba con colores bastante llamativos que hacía que cualquiera deseara tener siquiera el mínimo contacto con esa boquita.

Tenía el cuerpo fenomenal dos pechitos que andaban casi siempre al descubierto con esas blusas desbrochadas que vestía; un culito redondito y levantadito como todo hombre espera en una mujer, piernas contorneadas que creaban fantasías, quiero decir que era toda una diosa.

Por supuesto, era la sensación del colegio y no crean que solamente calentaba a los alumnos que de por sí se volvían loquitos por ella, también los maestros que trataban de disimular cuando desviaban la mirada para ver ese culito tan bien formadito que tenía.

Y ella sabía toda la cuestión, lógico más de 2 años en el colegio ¿no se iba a dar cuenta de la situación?. Por supuesto que sí.

Y ella le gustaba esto pues era bastante coqueta, le gustaba ser el objeto de atracción y se ponía tremendas minifaldas que dejaban sus contorneadas piernas al descubierto.

Un día en clase, se le cayeron algunos archivos de su folder y trató de agacharse a recogerlos de manera tal que su corta minifalda no la dejara al descubierto de todas las miradas que se concentraban en ella.

Felizmente (para nosotros) no pudo evitar que la minifalda le corriera más arriba de sus muslos y obtuvimos una vista panorámica increíble.

No usaba medias ni braguitas y andaba como se dice por acá a calzón quitao.

Desde aquella vez las fantasías y los sueños juveniles del colegio estaban siempre relacionados con ella.

Y yo, yo tenía bastante suerte. La miss Vanessa era bastante mimosa y coqueteaba con los muchachos del colegio, le gustaba seguir el juego y poner cachondo a cuanto alumno se le cruzara.

Cuando uno la llamaba para consultarle algo ella se agachaba de forma increíble hacia la pantalla del computador, sus blusas abiertas como un escote permitían ver un poco más allá de la forma superior de sus senos y la minifalda le corría casi hasta la cadera.

Pero como les decía suerte pues por alguna razón la profesora se había encariñado más que con nadie conmigo, me pedía que me quedará hasta después de clases bastante seguido para ayudarla a decorar cuando eran fiestas.

– ¿Yo?, gustoso – con tal de tener el placer de admirarla tan de cerca me hubiera quedado a dormir en la escuela.

Cuando me quedaba hacía siempre uso de mi labia de conquistador para hacer la conversación agradable y así nos volvimos amigos; me enteré que había terminado el colegio hacía 5 años (7 años ahora) por lo que saqué una edad aproximada de 22 o 23 años, por lo que ahora aún no pasa de los 27.

Tremenda tipa fue modelo en una agencia, quebró y tuvo que buscar trabajo terminando en el colegio como profesora gracias a sus estudios en un instituto privado.

Nos hicimos bastante íntimos por lo que los chicos molestaban, bastante envidiosos, cada vez que ella me llamaba o hacían un gran bochorno a lo cual ella sólo atinaba a sonreír por lo que pudo darme cuenta de que era bastante relajada y no le importaba ser vista como un objeto de deseo por todos nosotros.

Muchas veces pensé que podría llegar a algo más que amistad con ella, era bastante coqueta. Un día me invitó a comer en una cafetería cercana al colegio.

Estuvimos conversando hasta después de almorzar y por ahí habían roces de manos, casuales sí, pero que ella no se molestaba en evitar.

Fue cuando se aparecieron los benditos amigos a hacer chongo y se acabó el momento.

Los días pasaron y la graduación llegó, terminé el colegio y jamás me pude sacar el clavo de tener algo con ella.

Los primeros días la llamé un par de veces, se le notaba algo distante, pero poco a poco fui perdiendo la comunicación.

Todos estos pensamientos me pasaron en un segundo por la cabeza y el sólo hecho de tener una excusa para volverla a ver me había exaltado a sobremanera.

– Creo que alguien se puso nostálgico – dijo Ronald refiriéndose a mí

– Hace unas semanas Juan Pablo, Rodrigo y yo estuvimos de vagos por el colegio y nos enteramos que Vanesita aún no se ha casado y sigue sin compromiso – acotó Manolo – no puedo creer que tremenda tipa no haya encontrado a nadie.

– No, no si todavía debe estar esperando a Alvarito – dijo en son de broma Juan Pablo, aunque la idea me hubiera causado una sensación bastante buena.

Durante el resto de la tarde estuvieron hablando a mis espaldas, no sabía que era lo que tramaban e hice el que no le daba importancia. Nos cambiamos y justo cuando nos íbamos me pararon en seco.

Javier tomó la palabra – Mira Alvaro, tú siempre paras diciendo que te puedes levantar a cualquier perrita en una sola noche….te queremos apostar a una.

– Así ¿a quién? – respondí en son de broma

– Vanessa Soria – dijo inmediatamente Juan Pablo

Me quedé frío en esos momentos, por la forma en que me lo dijeron supe que se lo habían tomado en serio los condenados.

Sin embargo jamás he dejado una apuesta, si pierdo, perdí, caballero nomás.

Pero si me ligaba además de tener un momento placentero ganaba algún dinero.

A pesar de todo respondí que no, era muy arriesgado tratar de levantarse a Vanessa en la reunión del Colegio, ellos insistieron y finalmente cedí, aunque estaba decidido a no llegar muy lejos con este juego pues no pensaba llegar a ganar la apuesta.

Cuando llegamos nos sentamos en una mesa cercana al estrado, los chicos se habían emocionado con la idea de la apuesta y eso me asustaba un poco porque sabía que no me dejarían declinar.

La miss Vanessa llegó unos momentos después; estaba espectacular, se había pintado el pelo a un color más claro o al menos eso me pareció, estaba con un vestido celeste apretadito que dejaba observar la figura de su hermosa anatomía.

Los senos levantaditos, una buena talla, cintura delgadita y un culito carnosito que impactó el coliseo, ex-alumnos y profesores por igual, y yo que deseaba que todo saliera bien para poder tirármela por todos lados.

Se sentó en una mesa cercana cruzando sus piernas, su vestido era de esos de abertura y se podía ver la hermosa forma ellas acentuadas con unos zapatos de tacón alto y transparente.

Durante toda la ceremonia no hice más que pensar en ella y en nuestra mesa se la conversación se centraba en la apuesta. Finalmente la ceremonia formal terminó y llegó mi turno.

La saludé, previa pasada por el baño para arreglarme, ella me saludó de manera afectuosa como si jamás hubiéramos dejado de vernos y me invitó a sentarme a su mesa, estuvimos conversando sobre los viejos tiempos y yo no podía dejar de mirar el movimiento de sus senos cada vez que movía su cuerpo de manera brusca.

La conversación se tornó más íntima, me contó que había tenido un novio hacía pocos meses pero lo había dejado porque descubrió que era casado.

Era increíble que me contara todo eso, supe que había confianza entre nosotros y me fui acercando a ella poco a poco.

Mientras todos conversaban en un lado del coliseo nosotros nos sentamos en una banca en la entrada, sólo podía sentir las miradas curiosas de mis patas pendientes de lo que sucedía.

– Tú, tienes novia – me preguntó

– Ahora no, ves que no puedo relacionarme por mucho tiempo….

– Sí, eso de una relación duradera sólo funciona para algunos – la expresión de su rostro cambió de repente y me lanzó una mirada picaresca y agregó – peró podemos divertirnos por un rato.

No tuve dudas de que ya había pescado, no podía creerlo, me volví loco y un poco trabado le dije si no quería salir un rato a lo cual ella asintió.

Mientras recogía sus cosas mis amigos se acercaron y me dijeron que querían comprobar que realmente me la cogiera y para esto serían testigos.

Estaba bastante excitado y no me molestó que quisieran mirar así que les dije que nos siguieran.

No sabía donde íbamos hasta que me sugirió ir a tomar unas copas en un hotel que ella conocía.

Por supuesto, que yo sabía lo que nos esperaba y apresuré el paso.

Apenas terminamos el primer vaso el licor comenzó a hacer efecto en ella, estaba bastante cariñosa, yo aprovechaba para acariciarle las piernas, aunque ella no me permitía subir hasta la entrepierna.

Como en la tercera ronda nos empezamos a besar, yo creyendo que era una santa paloma y ella que me mete la lengua hasta la garganta, no podía aguantar más así que le propuse alquilar un cuarto ahí nomás, como ya estaba todo previsto.

Llegamos al cuarto y yo dejé la puerta sin seguro pues había visto el grupito acercándose para ser testigos.

Ella comenzó a recorrer su mano por sobre mi cuerpo mientras nos besábamos y con una mano le iba masajeando ese culito que me tenía loco.

Fue bajando y me abrió el cierre del pantalón, saco la verga al descubierto, que estaba en su máxima expresión, y de un sólo bocado se lo introdujo en la boca.

Su cálida lengua revoloteando mi pene me hizo pensar que explotaría en su boca.

Ella se dió cuenta de que terminaría en su boca y no hizo nada para terminar.

Finalmente no pude aguantar más y me corrí en su boca, ella se tragó todo el semen que parecía rebalsaba de su boca.

Rápidamente le quité la parte superior del vestido mientras ella me bajaba los pantalones, dejé al descubierto esos senitos con los que había soñado por años y se los empecé a lamer como loco.

Ella misma se sacó la falda y descubrí con sorpresa que fiel a su estilo no llevaba ropa interior y que había dejado descubierto su hermosa conchita.

Abrió las piernas y se sentó encima mío mientras comenzaba a moverse con violencia.

Trataba de contenerme para poder romperla por atrás, aunque no sabía si permitiría follarla por el culo.

Ella se paró antes de que yo pudiera terminar el polvo y se puso en cuatro patas en la cama.

Me tomé un tiempo para admirar ese culito redondito que me esperaba, me excitaba increíblemente el hecho de que no se había sacado los zapatos de tacón y había hecho la pose de una típica pose de puta, pero de las experimentadas.

Se la introduje con violencia, y la empezé a embestir con fuerza mientras ella gritaba como si se estuviera muriendo, pero eso no me detenía, no quería tener compasión de ella.

Además ella había permitido la penetración anal y cuando una mujer te permite esto, te permite lo que sea.

Estuve unos cinco minutos en pleno movimiento dentro de su ano, advertí que no me había puesto condón.

Ella no parecía preocupada, me gritó que no dejara de follarla, que me corriera dentro de ella.

Me asombré, jamás me habían permitido esto y francamente no pensaba cortar ese momento así que me arriesqué.

Volteé la mirada y pude observar las caras de mis patas escondidos detrás de la puerta, me excité aún más que estuvieran mirando como me follaba a la mujer que todos deseaban tener y acabé corriéndome dentro de ella.

Me levanté y cerré la puerta, ya habían tenido suficiente evidencia de mi victoria en la apuesta y me eché en la cama con ella.

Esa noche lo hicimos dos veces más, aunque no volví a correrme dentro practicamos poses de todo tipo, y terminaba casi siempre en una mamada estupenda.

En la mañana ella se levantó y se fué a duchar sin pasarme la voz. Me desperté con el sonido de la regadera, noté que tenía una erección matutina y no pensaba desperdiciarla.

Corrí las cortinas de improvisto pero ella ni se inmutó, parcía que me había estado esperando y allí la alzé de los brazos y me la cogí nuevamente por la vagina.

Terminamos, estábamos bastante cansados y ella se despidió con un apasionado beso, no sin antes citarme nuevamente para la próxima semana en su casa.

Abrió la puerta y cayó Juan Pablo que se había quedado toda la noche, pensé que se molestaría pero en vez de eso volteó la mirada y le dió un beso en la mejilla y se fue con una sonrisa.

Bueno, bueno, me gané 600 luquitas y ahora tengo una cita todos los viernes con la profe, no creo que vayamos durar mucho tiempo y por eso sólo nos vemos una vez a la semana sólo para tener sexo y nada más.

Que más puedo pedir….

¿Qué te ha parecido el relato?


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