Capítulo 13
Las cosas ocurren por casualidad.
Como habréis supuesto, nada volvió a ser lo que era con Dani; Aparte de que el se imaginaba que su mejor amigo y yo manteníamos relaciones sexuales (yo mas bien diría que follábamos como obsesos), estaba el hecho de que yo lo veía por primera vez como hombre y no como mi hermano mayor.
No es que quisiera nada con él, ni mucho menos, era solo que hasta ese momento lo había visto de otra manera. Solo eso.
La verdad es que Dani es atractivo, no es guapo como lo puede ser una estrella de cine o un modelo, pero tenía algo que le hacia atractivo. Puede que esos abdominales marcados y esos ojos penetrantes, no lo sé.
Yo no tengo un cuerpo de escándalo como él, pero admito que no estoy mal. Me encuentro también atractivo. Pero no hablábamos de mí, sino de Dani.
Como decía verle me hacia recordar el sueño y cuando lo hacía no sabía dónde meterme.
Vivir en la misma casa hacía que nos viéramos a diario, para mí era un suplicio.
Santi, que sabía todo sobre el relato, se reía cada vez que hablaba de mi reacción cuando Dani aparecía.
Finalmente mi hermano se hartó de que yo le evitara y de que Santi no parara de desternillarse a su costa y se enfadó.
Me cogió de un brazo y me sentó en el sofá cerca de mi novio(¡qué bien suena!) Observó como su amigo se carcajeaba y como yo me ponía de color tomate. Exigió saber que pasaba.
Yo, si cabe, me puse más nervioso. Santi a su vez ya lagrimeaba de risa sin poder contenerse.
Qué ocurre, Santi.
La respuesta fue una sonora carcajada.
Johnny…
Otra carcajada seguido de mi tartamudo «nada».
Dani se puso furioso y grito que calláramos. Se hizo silencio, aunque Santi a duras penas se controlaba.
Qué ocurre.
Yo no puedo decir nada, jajaja. Pregunta a tu hermano.
Traidor – Susurré.
Me guiñó un ojo y contestó:
Yo también te quiero mucho.
Dani me agarró del brazo, otra vez, y me arrastró hasta la habitación de Santi. Me sentó en la cama. Esperó de pié a que yo hablara.
Santi asomó el hocico por la puerta esperando la oportunidad de poder reírse más.
En realidad no es nada.
Dani ni siquiera se movió.
En serio…
Ni pestañeó.
Solo fue un sueño, no fue real. Solo un sueño.
Se cruzó de brazos, pero siguió en su sitio.
Soñé contigo y con Santi. Solo eso. Cuando te veo recuerdo el sueño. Nada más
Dani me miró un rato pensativo, luego comentó:
No me gusta que mi nombre y el de Santi estén en la misma frase que «Sueño», por alguna razón me suenan a algo relacionado con el sexo.
Enrojecí otra vez.
Conque era eso… Tuviste un sueño erótico conmigo. Me halaga, pero no pienses que puedes tener algo conmigo. – Bajé la vista avergonzado y me abochorné – Por lo que más quiera deja de ruborizarte.
Unas risitas contenidas surgieron de Santi.
Tú – Dani le señaló – Largo.
Cuando se hubo alejado, Dani se acercó sonriente.
¿Qué soñaste?
NADA
Dani sonrió mientras se retiraba.
Santi con una enorme sonrisa en la boca entró en la habitación.
No ha ido mal. – Comentó.
Traidor.
Venga – Puso una mano sobre mi hombro – no te enfades.
Por tu culpa sabe que he soñado con él.
Bah, no creo que le importe – Se agachó poniendo sus manos en mis rodillas – Sonríe.
Negué con la cabeza.
Él insistió.
Negué otra vez; Más por verle suplicar que por otra cosa, puesto que no estaba enfadado. E intuyo o supongo que Santi lo sabía.
Apoyó la cabeza en mis piernas y miró hacia arriba con cara de corderito.
Sonríe… – Canturreó.
No – Giré la cabeza hacia la derecha y miré de reojo.
Santi se levantó. Se asomó por la puerta y gritó:
Dani, no quiere sonreírme…
Él se carcajeó.
Ayúdame a hacer que sonría.
No lo hará – Dije.
Si lo hará – Respondió mi hermano acercándose.
Entre lo dos me echaron en la cama e intentaron hacerme cosquillas, pero no dejaba de forcejear; Así que Dani apretó mis brazos hacia abajo y Santi se sentó en mi pecho diciendo:
Deja de moverte.
Me retorcí de nuevo pugnando por soltarme. Ellos rieron. Yo grité pidiendo ayuda con una sonrisa. Intentaron callarme.
Escandaloso. Van a pensar que te estamos violando. Solo me falta que piensen que soy un violador.
Un rato después.
Oye Dani, por casualidad no serás voyerista…
No, que yo sepa… ¿Porqué?
Me estoy calentando teniendo a esta dulzura soltando tacos debajo de mí.
Dani se atragantó, luego rió.
¿Os dejo solos?
A mí me da igual que estés, siempre y cuando no te salga el instinto protector y me muelas a palos.
Yo boquiabierto dejé de forcejear y gritar. Santi me miró desde arriba.
¿A ti te importa? – Antes de que pudiera decir yo algo, se giró hacia Dani – Lo ves, a él tampoco le importa.
Solo es para vigilar que le obligues a nada.
Por supuesto.
No es por nada más.
Claro.
Estaré en el cuarto de estar – Salió y le oí reír.
Por casualidad dejaré la puerta la abierta. – Comentó como si nada Santi.
Claro, por casualidad.
Yo, que hasta entonces había permanecido callado, espeté:
Marranos, asquerosos, depravados, viciosos…
Santi metió un pañuelo en mi boca.
Tiene un buen vocabulario. – Afirmó a Dani.
Sí, pero no sé a qué se refería con esas palabras. ¿Tú?
Yo tampoco. – Los dos rieron.
La puerta estaba totalmente abierta y levantando la cabeza podía ver a mi hermano observándonos.
Santi se tumbó a mi lado y me quitó el pañuelo tras asegurarse de que no haría más ruido de lo conveniente.
Nos miramos un momento y vi que al igual que yo tenía cierto rubor en las mejillas.
Efebo, no veas lo que me pone esta situación. ¿A ti te gusta?
Yo negué con la cabeza de inmediato, pero un bultito en la entrepierna me delató.
Santi lo acarició suavemente por encima.
Efebo, te creo completamente. – Dijo socarrón.
Llevé mi mano hasta su vientre y lo acaricié.
Juntamos nuestros labios, sedientos de sexo y de una ambrosía que solo nosotros podíamos darnos.
Me quito la camiseta ante la atenta mirada de Dani desde el sofá. Se me puso la piel de gallina del frío(ejem).
Santi no pudo contenerse más y estallo en carcajadas. Me levanté y caminé hasta la puerta para pedirle a mi hermano que pusiera la calefacción.
Para qué, yo creo que tienes bastante calor. Bueno vale, no te pongas así ahora lo enciendo.
Santi me agarró por detrás cuando mi hermano se levantaba. Me susurró:
Me gustaría comerte a besos y follar contigo hasta el agotamiento. Lastima que tu hermano esté, no imaginé que esto me calentara hasta este punto.
Volvimos a tirarnos en la cama, seguía agarrándome de la cintura y me atrajo hacia sí. Estabamos mirándonos el uno al otro como si fuera lo único en el mundo. Cerramos los ojos abrazándonos con fuerza.
Cuando volvimos a abrirlos Dani nos miraba desde la puerta con una extraña expresión.
Hacéis buena pareja. – Comentó en voz baja – Se nota que os queréis. – Y para regocijo nuestro dijo – Tengo que irme. Tengo algo que hacer.
Poco antes de cerrar la puerta dijo:
Utilizar condón.
Santi sonrió divertido, yo estuve a punto de ponerme a saltar en la cama como un colegial.