Su manera de hablar era pausada pero siempre con un dejo de humor y una sensualidad que hacia que yo contestara a sus preguntas pero que mi mente no procesaba realmente, pues lo único que quería era besarlo y cogerlo.
Entonces cuando tuvimos que hacer otro ejercicio el largó atrás mío y cuando llegamos al otro lado el me llamó antes de que largue y me preguntó si último no había sido accidental como los otros y le dije que sí, entonces el me dijo que no creía lo mismo ya que con los anteriores ni se le cruzó la idea por la cabeza y con este último sí.
Con varias horas por delante realmente no se me ocurría nada apasionante que hacer. Inexplicablemente estaba muy caliente; quizás la adrenalina acumulada durante el viaje por la tensión de una entrevista de trabajo tan importante me había preparado el cuerpo para un interrogatorio tipo tercer grado, pero la reunión fue tan corta y tan sosa que casi salí igual que entré; osea, que necesitaba expulsar la tensión de alguna manera y no sabía como.
Yo seguía dudando, cuando veo que lleva la mano a su entrepierna, se agarra el paquete con la mano, haciéndome señas para que fuera, a la vez que me ofrecía su polla, girándose e indicándome aquel pasillo estrecho y oscuro.
Mientras estaba agachado bebiendo, noté que me agarraban por detrás, al principio pensé que era alguno de mis 2 compañeros, pero pronto pude comprobar que no se trataba de ninguno de ellos, ya que, aunque noche cerrada, pude divisar como ambos compañeros, iban andando por el camino. Iban ambos hablando, y no se percataron de lo que estaba pasando allí en la fuente, donde me habían dejado bebiendo.
Me llamo Ismael, y desde que tuve uso de razón supe que me gustaba ser puto como generalmente se nos hace llamar, yo vivía con mis padres y dos hermanos mayores que yo, y un tiempo vivió con nosotros un primo lejano llamado Miguel, él en ese entonces tenía recién cumplidos 18 años, era moreno delgado muy atractivo, yo tenía como 12 años, era muy finito moreno claro.
Me agache un poco, y puse mi boca en aquellas nalgas que parecían una roca. Las mordisquee y luego saque mi lengua para dar con ella círculos sobre sus nalgas casi carentes de vellos.
Llegó el domingo y a eso de las 3 de la tarde me encontré con él y empezamos a hablar de muchos temas, hasta que yo empecé a hablar de que raro lo nuestro que casi nunca nos hablábamos y ahora somos re amigos, entonces por fin le pude sacar lo que quería y fue ahí cuando me dijo que sentía algo por mí y que no era amistad solamente.
Me di la vuelta, me sentía observado, humillado y cachondo a la vez. Todo junto. Odiaba y amaba esa sensación que tenía cuando Santi me "obligaba" a hacer lo que él quería. Era una sensación extraña, no me trataba como esclavo, pero parecía que tenía autoridad sobre mí. No sé si sabréis lo que quiero decir.
Mientras estaba esperando a que saliera mi padre, un señor de más o menos su misma edad, desde la puerta se puso a hacerme insinuaciones para que entrara, eran insinuaciones de carácter sexual, o al menos así las interpreté yo, y es que no dejaba de echar mano a su entrepierna, tocando aquel paquete que se le abultaba, y con la cabeza señalaba hacia los retretes, y me decía que entrara. Ven, no tengas miedo.
Después de estar por lo menos una hora ayudando al viejo marinero, cuando íbamos devuelta en el bote para el muelle; este lo amarraba en la dársena de La Coruña; me iba hablando de sexo, de que, si había que tener cuidado al hacerlo, que hacerlo con mujeres era peligroso, que se podía contraer muchas enfermedades, que hacerlo entre nosotros no nos contagiábamos, y bla bla bla.
Que hijo de puta el viejo, se puso a cimbrear aquel pedazo de cipote con todo el descaro del mundo, miraba para mí sonriéndose, enseñándome el ciruelo que le colgaba. Yo con cara de asombro y algo asustado, no podía dejar de mirar. Cada vez parecía crecerle más y más, hasta los huevos había sacado el viejo, mostrando todo de manera orgullosa.
Cuando trajo la segunda botella hice lo mismo y aquí si que se quedo mirándome, a mí eso me ponía más cachondo todavía y lo deje en la puerta mientras yo entre en el comedor para coger el dinero y poder pagarle las bombonas mientras simulaba que se me caía la toalla y sin ni darme cuenta lo tenia al lado de mi por lo que me puse un poco nervioso pero en un momento me tiro de la toalla y me dijo.
Estaba sentado en el sofá de la casa del quiosquero, desnudo por completo, chupándole la polla, y ahora el cabrón del quiosquero, de pie delante mía metiéndome el rabo en la boca y en pelotas al igual que estaba yo, me pedía que le comiera los huevos.
Me levante y camine con el mientras notaba que sus nalgas estaban redondas y duras. Llegamos hasta la mesa y el orgulloso abrió la libreta. Mi expresión, seguramente fue de sorpresa al ver que lo que Frank había dibujado era unos desnudos varoniles en posiciones insinuantes.
No la tenía muy larga pero su grosor compensaba la falta de centímetros, su glande rosado resaltaba sobre el color oscuro del resto de la piel, ya que brillaba debido al líquido que lo empezaba a cubrir, lo cual provocaba aquel sonido tan característicos de polla en movimiento.
Desde que me había levantado el sábado, llevaba todo el día nervioso, apenas había podido comer a causa de los nervios y stress que tenía, era como un hormigueo que me recorría todo el estómago, y todo era por causa de aquella cita con el quiosquero. No le había prometido nada, pero llevaba 2 días que no dejaba de pensar en ello.
En un lateral había una entrada que supuse eran los servicios, me colé por ella y al entrar vi un espectáculo digno de la mejor película porno, un tío a cuatro patas era follado por un gorila enorme, mientras le chupaba la polla a otros dos gorilas que se estaban morreando entre ellos. Me puse ante uno de los urinarios y sacando la polla, me quité el preservativo que tiré a una papelera que había al efecto en casi todos los urinarios.
Yo estaba encantado, cuanto más tiempo pasase con él, mejor. Estuvimos charlando como una hora y necesitaba mirarle el paquete que había sobado por eso fingí que se me caía el tabaco al suelo y contemplé la dimensión que tenía su polla... marcaba un rabo gordo, al menos el pantalón le hacía mucho bulto...
Yo cerraba los ojos y gemía de excitado y caliente que estaba. El cuerpo me ardía y moría porque me hiciera suyo de nuevo. Quería que el quiosquero me poseyera de nuevo y me ensartara su tranca, dejándome bien empalado en ella.
Nada más ver las 2 primeras revistas, los ojos se me fueron a una de ellas, era una pequeña revista y en la portada ya se veía a 3 asiáticos desnudos manteniendo sexo, uno estaba dándole por el culo a un jovencito asiático, y el otro le estaba comiendo la polla mientras el otro le daba por el culo. Dios, aquella visión ya me puso bien palote, sujeté la revista con mis manos, y empecé a ojearla.
Cuando pase de regreso de la cocina a mi cuarto, Eric se había quitado la camisa dejando a la vista un pecho precioso con unas tetillas paraditas y unos cuantos vellos alrededor de estas. Había puesto su camisa sobre el sofá. Estuve tentado a tirarme encima de el, pero me contuve, no estaba seguro que el sintiera lo mismo por mi.
Lo eche en el depósito del consolador y me dediqué a chuparlo, en mi habitual entrenamiento (quería hacerlo todos los días y así practicar), pero esta vez pensaba que era la polla de I en vez de la de K. A los pocos minutos presioné la pera y me tragué esa eyaculación.
Comenzó a serrucharme suavemente, y empezó a cogerme con una calidad pocas veces vista. Abría mis nalgas con sus manos para observar como su pija entraba y salía de mi culo, mientras yo apretaba con él esa carne dura que tanto placer me estaba dando.
Esta es la gran historia de una gran noche de romance, en la que nunca antes la he pasado tan bien y sentirme tan satisfecho como esa noche, en la que con gran placer y ternura entregue, aunque ya había sucedido en ocasión atrás una vez, mi apretado trasero al chico de quien estoy super agradecido por tanto placer.
Anda, se bueno y ve sacándome la polla, ya verás cómo me tienes. Me has puesto como un toro moviendo este culito cuando jugabas en la máquina, eres una nenita muy mala, ¿eh? Me decía sin dejar de meterme mano.
Bueno pues sácamela para que veas, claro que yo no era tan confianzudo y pues le dije que el se la sacara, pero el insistía en que yo lo hiciera, y aunque me moría de ganas de hacerlo, pues no lo hice total de que pasaron los días y una noche llega de un partido de basket todo sudado y con una película en la mano
Me gusta como mueves el culito cuando juegas, me decía mientras me sobaba el culo. Yo no sabía que hacer, me quedé paralizado, lleno de vergüenza y enrojeciendo por la situación en que me encontraba. El hijo de perra me estaba metiendo mano, sobándome el culo sin ningún reparo y delante del otro cliente que allí se encontraba.
Cuando dejó encima de la mesa la botella la llevé para la casa, la destapé y olí, era un olor acre, ácido estaba templado y exhalaba un aroma intenso, la guardé en la nevera, pensé si me atrevería a beberla (para analizar bastaba con unas gotas y la razón de pedírsela es que la orina me excitaba desde muy joven debido a un incidente que algunos de mis lectores conocen a través del correo electrónico).