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Espiado mientras me daban por el culo

Espiado mientras me daban por el culo

Ese sábado había
ido a bailar a la discoteca Xornes, de mi ciudad, La Coruña. Era una discoteca
donde acudían muchos homosexuales, aunque no era estrictamente de ambiente gay,
pero donde además de pasarlo bien, podías encontrar algún ligue. Además, que
allí era a donde solían ir los pocos amigos gay que tenía.

Me había costado
mucho empezar a frecuentar esa discoteca, tenía miedo de que descubrieran mi
homosexualidad. Pero poco a poco y gracias a que era de ambiente mixto, empecé
a acudir a ella. Solía ir solo, salvo unos meses en los que acudí con, digamos
pareja, aunque oficialmente no lo éramos, más bien éramos folla amigos, o
amigos con derecho. Vamos que solíamos estar todos los días juntos, días en los
que siempre terminábamos follando. Ese amigo o pareja, se llamaba Juan, en el
ambiente gay, le llamaban “ricitos de oro”. Por aquellos días aun no conocía a
Juan, por lo que ese día estaba yo solo.

Cuando entré en la
discoteca, serían sobre las 12:45 de la noche, en aquellas fechas era cuando empezaba
a haber marcha en estos establecimientos, siendo la hora punta a las 2 de la
madrugada, y las 4 de la madrugada la hora de cierre, la cual siempre se
alargaba un poco más. Pero esas eran por aquel tiempo los horarios, los cuales
fueron cambiando debido al auge de los Pub, que eran la competencia directa de
las discotecas.

Como solía
hacer, primero me situaba en la barra, y allí solía estar hasta que llevaba
encima un par de cacharros. Así que me animaba, solía salir a la pista, bailar
un poco si la música era de mi agrado, y luego ya no salía de las proximidades
de esta.

Ya llevaría unos 4
o 5 cacharros, cuando acudí a los baños, tenía si o si que ir a desbeber.
Estando allí en los urinarios, un chico algo mayor que yo, más o menos unos 4 o
5 años, va y me toca el culo. Yo que era un cortado en estas lides, además muy
pero que muy tímido, y bastante vergonzoso, quedé paralizado por la sorpresa
que me llevé. El al ver mi enrojecimiento y lo tenso que me había puesto, me
pidió perdón, empezando a entablar una conversación.

Enseguida se dio
cuenta de lo vergonzoso y tímido que yo era, por lo que sin haber salido
todavía de aquel baño donde estábamos los 2 solos, me preguntó si entendía.

Yo que por aquel entonces era un total pardillo en esas
lides, no sabía a qué se refería, por lo que mirándole a la cara le dije que no
se lo que quería decir.

Por lo que él viendo mi cara de sorpresa y candidez. Me dijo
si yo era del ambiente.

Dándome yo cuenta
en ese momento a lo que se refería, me encogí de hombros, sin poder ser capaz
de decirle claramente que sí, que era del ambiente o que entendía.

El todavía algo
sorprendido por mi timidez, va y me dice: O sea que no sabes si eres gay…

Yo me volví a
encoger de hombros, empezando a abrocharme el pantalón.

Entonces va él y me
suelta, ¿eres virgen?

No, le contesté a
la vez que movía la cabeza de forma negativa.

El sonriendo, al
ver que tenía enfrente del a un auténtico pipiolo en la materia, viendo que
podía tener chance conmigo, va y acariciándome la cara, me dice que me invita a
una copa, si se la acepto.

Yo volviendo a
encogerme de hombros, le digo que bueno, por lo que, saliendo de aquel baño,
nos vamos ambos hacia la barra, donde después de preguntarme lo que quiero
beber, le pide al barman las 2 copas, donde seguimos, más bien seguía él,
charlando, ya que yo solo me dedicaba a contestarle sin apenas decir nada.

Ya nos habíamos
presentado, al igual que ya sabía que yo me encontraba solo en la discoteca, como
también se había dado cuenta de mi timidez y lo vergonzoso que yo era. Por lo
que viendo la poca conversación que yo tenía, y temiendo que se le escapase
aquella oportunidad que se le había presentado, me pregunta arrimando su cabeza
a mi oído, evitando que nadie pudiera escuchar lo que me decía y por causa del
alto ruido que allí había, si tengo sitio.

Le contesto que no,
a la vez que movía en señal de negación la cabeza.

En esto va y mira
la hora en su reloj de muñeca, viendo que ya pasaban de las 4 de la madrugada,
y que, en poco tiempo, la discoteca se empezaría a despejar, quedando bacía, ya
que pasaba de la hora de cierre.

¿TE apetece venir
conmigo? Me dice.

Como siempre, yo me
encojo de hombros a la vez que le digo que bueno.

No me desagradaba,
y aunque no es que fuese un adonis ni me volviera loco, con la calentura que
tenía encima, el colocón que ya empezaba a notar, estando cada vez más
desinhibido, estaba dispuesto a irme con él a follar. No sabía si el tenía
sitio a donde ir, pero ya todo me empezaba a dar igual, iría con él a ver a
donde me llevaría para follar.

Cuando salimos de
la discoteca, me dijo que él tampoco tenía sitio, pero que sabía de un lugar a
donde podríamos ir.

Empezamos a andar
rumbo a la plaza de María Pita, saliendo por Puerta Real, cruzando hacia la
dársena. Al principio creí que iríamos a coger el vehículo, que él tendría, y
que lo habría dejado por allí aparcado.

Pero no, seguíamos andando,
viendo que nos dirigíamos hacia los varaderos que había en aquel costado de la
dársena, recordándome en esos momentos, la vez que me había dado por el culo el
viejo lobo, como le llamaba yo, al caza jovencitos, allí en aquellos varaderos
no hacía mucho de eso, que me había dado por el culo, como cuento en el relato
titulado: De cancaneo (cruising), en la ciudad.

El al ver que yo
dudaba y mis pasos eran más lentos, cogiéndome de la mano, me llevaba pegado a
él, tratando de tranquilizarme, diciendo que allí sabía de un buen sitio, donde
nadie nos molestaría ni nos verían.

Yo que ya tenía
encima un buen colocón, y la calentura cada vez era mayor, me dejaba llevar
como un ternerito al matadero.

Después de llevarme
casi hasta el final de aquellos varaderos, arrimándonos a una de las paredes de
una de aquellas casetas donde guardaban los pertrechos los carpinteros de Ribeira.
Donde también se encontraban apilados un montón de palés, así como varias
maderas, y algún que otro bote que estaba en reparación. Allí nos paramos
resguardados de posibles vistas por los palés.

Nada más llegar allí, me abrazó a él,
empezando a comerme la boca. Dios, era como un animal salvaje saltando sobre su
presa. No dejaba de morder y succionar mis labios, metía su lengua en mi boca,
succionaba la mía a la vez que saboreaba y sorbía mi saliva, pegándome cada vez
más a la pared. Era como un auténtico ciclón envolviéndome en sus brazos
atrayéndome hacia él.

Con una
desesperación inusitada, me sacó la cazadora haciendo lo mismo con la camiseta
que llevaba puesta, echando ambas prendas sobre una pila de palés y siguiendo,
abrazándome a él, mientras no paraba de besarme y meterme mano.

Dios, no me daba tregua, ya me tenía desnudo de cintura para
arriba, con un empalme y calentura cada vez mayor, sin yo poder haberle dicho
todavía nada de nada. No me gustaba hacerlo allí, aquello me estresaba temiendo
que nos pudiesen ver o ser pillados en plena faena. Si llegase esa noticia a mi
casa, de que fui detenido siendo pillado manteniendo relaciones homosexuales en
plena vía pública, el mundo se me caería a los pies. Dios, no sería capaz de
volver a casa, ni de mirar a la cara a mi familia.

Pero a pesar de la
vergüenza y el estrés que aquello me producía, la calentura del momento era más
fuerte, dejándome llevar por la lascivia y excitación que en aquellos momentos
sentía.

Después de un buen
rato donde no paró de meterme mano, besarme, morder y succionar los labios
dejándolos enrojecidos e hinchados, empezó a aflojarme el cinturón al igual que
le iba haciendo yo, intentando sacar su polla de la cárcel donde estaba
recluida. Notaba su excitación, y lo dura que se le notaba la polla, estaba
deseando tenerla entre mis manos y acariciarla.

Mientras tanto él, ya me había aflojado el cinturón, estando
ya terminando de desabotonarme el pantalón tejano que llevaba puesto. Una vez
lo hubo desabotonado, tiró de él para abajo, dejándolo caer sobre mis tobillos,
haciendo luego lo mismo con el slip.

Ya me tenía desnudo
frente a él, con el pantalón y slip sobre los tobillos, la polla tiesa,
enrojecida e hinchada, y una calentura desesperante.

Agarró mi polla con
sus manos, empezando a descapullarla mientras me acariciaba los genitales,
mientras yo terminaba de sacarle su verga.

Dios, que sensación
al tener aquel rabo entre mis manos. Una corriente recorrió todo mi cuerpo,
excitándome aún más de lo que ya estaba. No era una polla gigante ni muy
gruesa, era una polla de tamaño promedio, pero muy que muy suave al tacto. Se
curvaba un poco hacia arriba y a la izquierda, pero muy bonita y apetecible, la
hija de puta.

Miraba con lascivia
como asomaba por la piel del prepucio un glande rosadito, invitándome a meterlo
en mi boca y chuparlo como si fuese el más rico y apetecible de los manjares. Y
eso fue lo que hice, ayudado por sus manos que colocadas sobre mis hombros me
empujaban para que me agachase, me fui poniendo de cuclillas, hasta apoderarme
de aquella verga la cual metí en mi boca, empezando a chuparla.

¡ohhh! ¡ooohhh!
Gimió él a la vez que impulsaba su pelvis mientras enredaba sus dedos en mi
pelo, sujetando mi cabeza, haciéndome tragar prácticamente toda su polla.

Que sensación más
placentera tuve al acariciar aquellos cojones, mientras chupaba aquel rico
falo, que iba deslizándose por mi boca, entrando y saliendo.

¡Ohhh! ¡ooohhh!
¡ooohhh ohhh! Gemía él con sus manos sobre mi cabeza teniendo los dedos
enredados en mi pelo, impulsando su pelvis tratando de meter todo lo que podía
su verga en mi boca.

Yo lamía y chupaba
aquella rica verga, a la vez que le iba acariciando sus suaves pelotas. Cada
vez yo estaba más caliente y salido, y aquella situación en la que estaba,
totalmente desnudo, con el pantalón y slip sobre los tobillos, en aquella
especie de callejón solo medio tapados a la vista por aquellos palés, en los
varaderos de la dársena de mi ciudad, La Coruña, agachado de cuclillas, con una
polla metida en la boca la cual chupaba a la vez que acariciaba los genitales
de aquel tío, pudiendo ser descubiertos en cualquier momento. Aquella situación
que me estresaba y hacía subir la adrenalina, me excitaba y calentaba
haciéndome perder la razón.

Lo que ambos no
sabíamos, era que estábamos siendo espiados por otra persona, la que nos había
visto ir a ambos cogidos de la mano, cruzando hacia la dársena, dirigiéndonos
hacia los varaderos, por donde no había salida alguna, por lo que supo al
momento a lo que íbamos.

Así que no dudó en
seguirnos, y quedarse espiando, viendo lo que estábamos haciendo.

Nos había visto
desde el principio, por lo que vio como me desnudaba, quedándome totalmente
desnudo, con el pantalón y slip sobre los tobillos, como me agachaba de
cuclillas, empezando yo a comerle la polla. No se movía de su escondite, desde
donde disponía de una perfecta visión de lo que estábamos haciendo. Sabía que
lo mejor estaba por llegar, que aquel joven le iba a dar por el culo al otro
jovencito, que no era otro más que yo, al que ya había despojado de sus ropas,
y no tardaría en empitonarlo por el culo, follándoselo allí mismo delante de
sus ojos.

Mientras yo seguía
tragando aquella verga que en muy poco tiempo sería introducida por mi culo,
sin sospechar que estábamos siendo vistos por el hombre que nos espiaba, hombre
de aproximadamente 40 años, chupaba y lamía la polla a la vez que acariciaba
aquellas pelotas que tanto me excitaban y calentaban, me gustaba la suavidad de
su piel.

Sin esperar más, ni
dejarme que le bajara de todo el pantalón y slip, ni siquiera dejarme
acariciarle el pecho y abdomen, ya que me retiró la mano cuando se la metía por
debajo de su camiseta, intentando acariciar aquel torso, me hizo poner de pie,
me agarró por la cintura dándome la vuelta, pegándome contra la pared de
aquella caseta donde guardaban los pertrechos.

Allí pegado contra
la pared, llevó su mano a mi culo, tanteó mi agujerito, y luego de escupir en
su mano volvió a pasarla por la entrada de mi ano, lubricando de esta manera mi
ardiente y caliente agujerito.

Yo miraba, girando la cabeza a ver que hacía, viendo en ese
momento como acercaba aquella polla que hacía unos instantes estaba chupando,
la colocaba en la entrada de mi agujerito, y sin más contemplaciones,
sujetándome por las caderas, enterraba toda su virilidad en mí.

¡Oh! ¡ooohhh ohhh!
Grité a la vez que me erguía, pegándome a la pared de aquella chabola, notando
como entraba por mi culo aquella verga.

Que hijo de puta,
me había metido la polla de una estocada, no había tenido ningún cuidado ni consideración.  Poco le importó al muy cabrón que yo
estuviera preparado o no lo estuviera. Ni siquiera me había dilatado un poquito,
entró a saco y listo, ya me tenía empitonado en su mástil.

Despacio, ¡ooohhh!
Despacio, ve despacio, le pedía yo, pegado a la pared, erguido todo lo que
podía, estando ensartado en aquella polla.

El muy hijo puta me
había hecho daño, y por encima, todavía impulsaba su pelvis, queriendo
ensartarme su verga bien profundo. Cosa que prácticamente era imposible, tenía
sus pelotas pegadas a la entrada de mi ano, teniendo enterrada toda su hombría
en lo más profundo de mis entrañas.

El muy cabrón
bombeaba sin parar, metiendo y sacando su polla de mi culo, haciendo que esta
se fuese deslizando por mi interior, profanando mi ardiente y caliente culito.

Poco a poco el
dolor fue pasando, y ahora empezaba a disfrutar de la follada que me estaba
metiendo aquel cabronazo, notaba como su polla rozaba mi próstata, sus pelotas
y pelvis golpeaban mi caliente culito, haciéndome gemir a la vez que procuraba
pegar mi culito todo lo que podía a su pelvis. Quería sentir aquella verga
dentro mía, y notar como su leche preñaba mi culito, derramándose dentro de él.

Escuchaba sus
jadeos y el plof plof plof, de su pelvis y pelotas golpeando mi ardiente
culito, mientras gritaba: ¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto!

Yo que apoyado a la
pared me inclinaba procurando mantener todo lo que podía pegado mi culo a su
pelvis, veía mi polla bamboleándose al ritmo de las culeadas que me daba, empezando
a soltar pequeñas gotas de semen, que caían en el suelo.

Empecé a notar como
sus jadeos aumentaban, al igual que sus arremetidas eran más rápidas y fuertes,
cuando noté como su polla se hinchaba más, empezando a soltar varios trallazos
de leche dentro de mi culo, a la vez que clavaba sus dedos en mis caderas y
gritaba que se corría.

¡Ohhh me corro! Me
corro, me corro, gritaba derramando su esperma dentro mía, dejándome preñado el
culo con su semen.

Apoyó su cabeza
sobre la mía, mordiéndome en la nuca, mientras su polla terminaba de soltar las
últimas gotas de semen dentro de mi culito, e iba recuperando el aliento. Fue
dejando que su polla se fuese desinflando, mientras mordía mi nuca y hombro, a
la vez que jadeaba ¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! Hasta que esta salió por
si sola.

Yo que sudando y
caliente como estaba, esperaba apoyado contra la pared, cuando escucho como el
muy pedazo de hijo de puta se marchaba después de subirse la cremallera y
abrocharse el pantalón, dejándome allí tirado desnudo con el pantalón y slip
sobre los tobillos, con una calentura y empalme de campeonato.

¿Te vas? Le
pregunté extrañado que me dejara allí tirado, sin ni siquiera esperar a que yo
me corriera.

Sí, lo siento, pero
es que tengo mucha prisa, va y me suelta el pedazo de cabrón, ya nos veremos.

Yo que aún estaba medio
colocado por todo lo que había bebido en la discoteca, caliente y salido como
una perra en celo, no me lo creía, aquel cabrón me dejaba allí tirado, desnudo,
con una calentura y empalme descomunal. El muy hijo de puta se había limitado a
darme por el culo, correrse dentro mía, y si te he visto no me acuerdo.

Miraba para los
varaderos, viendo como el mar bañaba estos, pudiendo escucharse las pequeñas
olas rompiendo sobre la orilla. No sabía que hacer, si pajearme allí mismo y
vestirme marchándome luego para casa, o vestirme y marcharme y pajearme al
llegar a casa. Además, iba ir andando, y si tenía suerte hasta podría encontrar
alguien por el camino. Claro que viendo la suerte que había tenido esa noche,
hasta lo dudaba.

Iba a agacharme para subir el slip y
pantalón, cuando de repente escucho unos pasos saliendo de entre unos de los
pilares de palés que había allí, viendo luego como salía de allí, un hombre de
unos 40 años.

Quedé asustado al
ver aquel hombre aparecer de repente, pillándome allí desnudo. Joder, de donde
hostias había salido, aquello me extrañaba. Y si llevaba allí tiempo, habría
visto como me daban por el culo.

¡Ufff! Un sudor
frío recorría mi cuerpo, no sabía que hacer, por lo que, sin sacarle la vista
de encima, empecé a subirme el slip y pantalón, cuando me fijo que este viene
con la polla de fuera.

Joder, pedazo de
rabo que tenía el tío, el cabrón además de un buen rabo venía empalmado a tope.
Seguro que este nos estuvo espiando y vio cómo me daban por el culo.

Veía como seguía
acercándose a mí, llevando su mano a aquella verga que me parecía enorme, como
diciendo, no te muevas que ahora te voy a meter yo por el culo esta verga.

Quedé paralizado
mirando como se acercaba a mí, sin terminar de abrocharme el pantalón, cuando
ya lo tenía encima mía.

Echó su mano a la
cintura de mi pantalón, impidiendo que terminara de subírmelo y abrocharlo, a
la vez que me decía si no quería seguir follando.

Espera, no tengas
miedo que no va a pasar nada, no te apetece probar mi rabo, me decía. El cabrón
que te dio por el culo, te ha dejado bien caliente y excitado, ni siquiera ha
esperado a que te corrieras, se marchó dejándote aquí tirado y parece que bien
caliente. Me decía tirando de mi pantalón hacia abajo impidiendo que me lo
abrochara.

¡Ufff! No sabía que
hacer, tenía una calentura y excitación descomunal. Por supuesto que tenía
ganas de polla, pero ver aquel rabo y aquellas pelotas, me asustaba un poco.
Aquello me iba a destrozar el culo. Pero… ¡Ufff! La calentura que llevaba
encima era demasiada, por lo que poco a poco fui cediendo, y dejé que me bajara
de nuevo los pantalones y slip, quedándome de nuevo desnudo, con la polla
enrojecida e hinchada, viendo como aquel hombre me sujetaba por la mano,
llevándola a su verga.

Cógela, me decía, no
tengas miedo que no va a pasar nada. Mira como me la has puesto. He visto todo,
os he visto cruzar desde Puerta Real para aquí, y como te daba por el culo. Y
joder estás muy bueno, tienes un culito muy apetecible, no entiendo como te
dejó tirado, con lo bueno que estás. Me decía mientras yo agarraba aquella
enorme pija, acariciándola y relamiéndome mientras miraba embobado aquel órgano
sexual.

Dios, era enorme, y
los cojones no se quedaban atrás, tenía unas pelotas descomunales. Aquello me
iba a destrozar, me iba hacer chillar cuando me la metiera por el culo.

¿Te gusta? Me
preguntaba acariciando mis pelotas y abdomen con sus manos, haciendo que me fuese
calentando y animando.

Contesté que sí,
moviendo la cabeza en señal afirmativa, mientras miraba con lascivia aquel
órgano sexual que acariciaba con mi mano. Iba descapullando aquella verga,
viendo como asomaba un enorme enrojecido e hinchado glande. Ya tenía pringada
toda la cabeza de líquido preseminal, a causa de la excitación que tenía por
haber estado espiando y viendo cómo me habían dado por el culo.

Chúpala, me decía
empujando con su mano por mi nuca.

Dejé que fuese
acercando mi cabeza a su polla, echando la punta de mi lengua a aquel
enrojecido e hinchado glande, bañado de líquido preseminal.

¡Ohhh! ¡ooohhh
ohhh! Gimió a la vez que se estremecía, al notar mi lengua pasando por la punta
de su capullo, lamiendo y saboreando aquel líquido preseminal.

¡Ohhh! ¡ooohhh!
Métela en la boca, me decía suspirando a la vez que se estremecía e impulsaba
su pelvis, mientras sujetaba mi cabeza poniendo su mano sobre mi nuca.

Abrí todo lo que
pude mi boca, empezando a succionar aquel enrojecido e hinchado glande. Empecé
a tragar todo lo que mi cavidad bucal me permitía, mientras con mi mano
acariciaba aquellas enormes bolas.

Después de chuparle
la polla durante un buen rato, llevándome de la mano, nos arrimamos a los palés
que había allí apilados, y sentándome sobre una pila de ellos que quedaban a la
altura de mi cintura, se agacho, empezando a sacarme los zapatos para luego
quitarme por completo el pantalón y slip, quedándome ahora desnudo por completo,
sentado sobre aquella pila de palés.

Empezó a aflojarse
el cinturón bajándose luego el pantalón y calzoncillo, dejándolos caer a la
altura de los tobillos, y luego de hacerme tumbar de espaldas, mientras mordía
mis labios e iba bajando, dándome pequeños mordiscos por mi cuello hasta llegar
a mis tetillas donde empezó a morderme los hinchados pezones, haciéndome
suspirar y gemir de placer, mientras llevaba mis manos abrazándole por el
cuello, y abría mis piernas enlazándolas a su cintura.

¡Ohhh! ¡ooohhh!
¡ooohhh ohhh! Gemía abrazándome a él, notando su órgano sexual pegado a mi
culito, mientras él no paraba de morder mis hinchados y excitados pezones.

Te gusta, ¿eh?

Estás muy excitado
y calentito, el muy cabrón te dejó a medias, ¿eh?

Pero no te
preocupes, que yo te haré gozar y que te corras como nunca te has corrido, ya
verás que orgasmo te voy a hacer tener.

Dios, aquello sí
que me gustaba, aquel hombre me estaba haciendo gozar y retorcer de gusto. Me
tenía caliente y deseoso de verga, me estaba llevando al clímax del placer.

Con su mano agarró
su polla mientras seguía mordiendo mis hinchados pezones, y mientras yo seguía
abrazado a él con mis manos por su cuello, y con mis piernas abiertas y
enlazadas sobre su cintura, fue buscando la abertura de mi ojete, y una vez lo
encontró, colocando la punta de su polla sobre su entrada, presionó un poco
mientras seguía mordiendo mis pezones, haciendo que la punta de su glande
quedara encajada empezando a abrir mi esfínter.

¡Ohhh! ¡ooohhh!
¡ooohhh ohhh! Grité al notar como mi esfínter se abría quedándome medio metida
la cabeza de su polla.

Ya, ya, decía
tranquilizándome mientras ahora subía sus manos sujetándome por los hombros, a
la vez que me pedía que me relajase.

Ahora respira hondo
y relájate, que ya casi la tienes dentro, decía tratando de relajarme y
tranquilizarme.

Así maricón, así,
respira y relájate, me decía acariciándome con sus manos.

Tranquilo mariconcito,
tranquilo que ya falta poco, ya verás como vas a disfrutar, decía sujetándome
por las piernas a la vez que las levantaba, colocándolas sobre sus hombros. Volvió
a poner sus manos sobre mis hombros a la vez que se echaba sobre mí, haciendo
que mi culito se fuese respingando hacia arriba al hacer que mis piernas
apoyadas sobre sus hombros, se fuesen acercando más hacia mi pecho, al echarse
él sobre mí.

Dios, notaba como
mi culo se abría, quedando totalmente expuesto y a punto de ser sodomizado de
nuevo. Su polla que ya la tenía en la entrada de mi esfínter con el agujerito
medio abierto, terminó de abrirse dejando que se colase poco a poco en mi
interior, cada vez que él se echaba más sobre mí.

¡Ohhh! ¡ooohhh!
Gritaba yo, notando como aquella polla abría mi culo entrando en mí. Espera,
espera, le pedía yo, notando como aquella enorme verga me iba abriendo el culo
a la vez que se incrustaba dentro mía.

Sin escuchar mis
súplicas, terminó por dar un movimiento a su pelvis, terminando por enterrarme
todo aquel pollón, en lo más profundo de mi culo.

¡Ohhh! ¡ooohhh
ohhh! Grité al sentir como era ensartado en aquella verga. Notaba sus pelotas y
pelvis pegadas a mi culo, con aquel pollón dentro mía.

Ya maricón, ya está,
ya la tienes toda dentro, ahora relájate para que puedas disfrutar. Ya verás
como vas a gozar con mi polla dentro tuya, me decía empezando a mover su pelvis,
haciendo que su verga se fuese deslizando por mi interior, sodomizándome allí
tumbado sobre aquellos palés, desnudo por completo en plena vía pública.

¡Ohhh que culito! ¡ohhh
que culito! ¡ooohhh que culito, maricón! ¡Ay que gusto! ¡ay como me gusta!
Gritaba sin dejar de mover su pelvis, ensartándome una y otra vez su polla. Pellizcaba
con su mano mis pezones, viendo como yo gemía sin parar, metiendo y sacando su
polla por mi culo.

Yo que me aferraba
con mis manos a sus hombros, gemía como una puta, gozando de aquella polla que
me estaba dando por el culo, ¡ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Gritaba cada vez que
aquel pollón rozaba mi próstata, sus enormes cojones y pelvis golpeaban mi
culito, escuchándose plof, plof plof plof, plof, plof plof plof, cada vez que
estos golpeaban mi culo.

Mi polla no paraba
de gotear semen, resbalando por mi polla y huevos, pringándola toda junto a mi
vientre. Estaba seguro de que no tardaría en empezar a correrme, era demasiado
placer el que estaba soportando, notaba como una corriente se iba incrementando
a la vez que iba subiendo por mis cojones, hasta que mi pobre polla, empezó a
palpitar, empezando a escupir semen.

¡Ohhh me corro! Me
corro, me corro, ¡ooohhh ohhh! Gritaba empezando a soltar varios trallazos de
esperma, 1, 2, 3, y hasta 4 trallazos salieron disparados de mi polla,
manchando mi pecho y cara, siguiendo luego eyaculando sobre mi vientre, el
resto de semen que quedaba en mis pelotas.

Dios que gusto,
había quedado exhausto. Aquel cabronazo, me había llevado al orgasmo,
haciéndome correr sin tocarme, mientras me daba por el culo.

Así maricón, así,
ves como te hago gozar, te he hecho tener un orgasmo y hacerte correr sin
tocarte.

Te gusta, ¿eh?

Te gusta que te den
por el culo, ¿eh mariconazo?

Ahora te voy a
llenar este culito de leche, te voy a dejar bien preñado con mi semen, gritaba
sin dejar de bombear su pelvis dándome por el culo.

Cada vez sus
envestidas eran más rápidas y profundas, hasta que, apretándome por los
hombros, empezó un frenético mete y saca, empezando a gritar que se corría.

Ya, ya maricón, ya
me vengo, ya me vengo, ¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto!
Gritaba derramando su semilla dentro de mi culito.

Noté como su verga
se hinchaba empezando a palpitar, a la vez que empezaba a eyacular dentro mía,
derramando todo su esperma en lo más profundo de mis entrañas, dejándome
preñado con su lechita.

¡Ohhh que guuusto!
¡ohhh que guuusto! ¡ooohhh ohhh!

Dios que gustazo me
has dado, maricón, tienes un culito divino, joder que bueno ha estado. Decía
mientras su polla terminaba de escurrir toda la leche que le quedaba, a la vez
que iba recuperando el aliento.

Una vez ya no salía
nada por su polla y esta se fue desinflando, saliendo por si sola de mi abierto
y sodomizado y dolorido culito, dejó que mis piernas cayesen de sus hombros, y
luego de morderme los labios y meterme su lengua en la boca saboreándome, se
puso de pie ayudándome a incorporar a mí.

Me ayudó a recoger
mi ropa que estaba esparcida, y luego de limpiarme un poco, ayudado por él, me
vestí, saliendo de aquellos varaderos que hay en la dársena de mi ciudad, La
Coruña, marchando ambos juntos. Fue acompañándome un buen tramo del camino a mi
casa, dándome una palmadita en el culo además de una buena metida de mano junto
a un morreo, cuando nos despedimos, marchando cada uno para su casa, él iba
satisfecho por el polvo que me había echado, y yo feliz, con el culo abierto y
algo dolorido, pero eso sí, bien preñado y llenito con la leche de 2 machos en mi
culito.

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