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Indefensa y sometida I

Indefensa y sometida I

Karina no hablaba absolutamente nada de español cuando pisó por primera vez suelo mexicano, más aún, ni siquiera sabía que dicho país existiera o que en él hubiera gente adinerada y poderosa igual que en todo el mundo, sin embargo su falta de habilidad para comunicarse no era un inconveniente, ya que su belleza y sexualidad natural la exentaban de la necesidad de comunicarse claramente y aunque esos atributos ya le habían causado dolorosos problemas en el pasado, en esta ocasión fueron de gran ayuda para que la joven pudiera escapar de Kosovo.

Otros compatriotas tuvieron que pasar mil peripecias para lograrlo, en cambio todo lo que Karina tuvo que hacer para lograr salir fue llorarle con agradecimiento a Javier, quien fue su boleto de salida.

El viejo se encargó de darle la bienvenida  a América y gracias a él Karina no sólo aprendería a dormir tranquila, sino también a llamarle a la verga por su nombre.

Aunque parezca extraño fue en el aeropuerto cuando ambos se vieron por primera vez frente a frente.

Dócil y moldeable, la chica bien pudo haber sido la nieta de Javier.

Su trenza roja y holgada se enredaba en sus suaves y blancas mejillas y con sus labios que se erguían como haciendo un puchero.

La adolescente llegó enfundada en unos jeans desproporcionados para su talla y con un viejo top que se escurría por su piel,  realzando  sus tetas de quinceañera, sus erguidos pezones debajo de ese haraposo top parecían estar hechas de piedra.

Javier sabía que se veía fuera de lugar desde el momento en que la vio.

A pesar de que Karina tenía sólo 17 años su cuerpo se veía maduro y listo para ser poseído; sin embargo, y eso fue lo que le atrapó desde el primer momento, sus ojos siempre parecían suplicar caridad.

Karina era su novia por correspondencia, provenía del este de Europa, faltaba poco para que Karina se convirtiera en una nueva ciudadana, apenas lo suficientemente grande como para poder votar, y ya le pertenecía completamente a Javier; su marido tenía rasgos otoñales y un cabello blanco y lacio que le recordaba a Karina la imagen de un general.

Cuando los problemas en Kosovo comenzaron, Karina era el juguete sexual de un comandante militar serbio, por fortuna para la chica al comandante parecían atraerle las mujeres mayores y a ella sólo la empleaba para presumir a sus amigos que su puesto privilegiado le daba la oportunidad de cogerse a adolescentes hermosas del bando contrario.

Luego de algunos meses, cuando el militar fue fusilado la joven pasó a formar parte de los prisioneros serbios, donde se las ingenió para no ser asignada a los trabajos pesados, en lugar de eso se encargó de conseguir la protección de un oficial que, a cambio de los favores orales de Karina se encargaba de no permitir que la chiquita fuese violada por las bandas de jóvenes pandilleros que se dedicaban a recorrer los campos de concentración, disfrazándose con uniformes militares y abusando de las chicas suculentas que encontraban, forzándolas a realizar todo tipo de actos sexuales con la amenaza de herirlas dolorosamente con cuchillos o cosas peores.

Fue un día inesperadamente, cuando un reportero internacional, fascinado con la hermosa carita de Karina, le tomó una apresurada sesión de fotos que no tardaron en ser publicadas en Internet, de inmediato a la joven le llovieron cartas con proposiciones para sacarla de aquel basurero, a Karina sólo le tomo entonces buscar entre unos cuantos cientos de candidatos para dar con el hombre que, según ella, podría darle paz y estabilidad, se decidió por Javier, un hombre maduro, millonario y que residía en un país muy alejado del conflicto y de sus dolorosos recuerdos.

Cuando por fin llegaron a su nueva residencia Karina no daba crédito, su nueva casa era una mansión enorme, apenas abrió Javier la puerta la adolescente entró como bala sin notar siquiera que Javier echaba cerrojo detrás de sí; sin que Karina lo supiera, había comenzado su entrenamiento.

– Ahora eres mía Karina. Es tiempo de que aprendas algo de español – dijo Javier.

Karina se congeló. Sintió cómo la ardiente mirada de Javier se posaba en su espalda. Giró para verle a la cara, sus ojos dejaron escapar una lágrima, ¿como pudo haberlo olvidado? Se preguntaba como pudo haber sido tan ingenua e infantil para creer que él la vería en verdad como su esposa, para Javier ella era sólo un objeto, una posesión.

– ¿Español? – preguntó.

No se atrevía a mirar a Javier directo a los ojos, pero sus tetas que debido a su juventud parecían estar siempre erectas daban la impresión de  apuntar hacia él, lo cual la hizo sentirse apenada. Javier no desperdició el tiempo y se aferró a sus pezones, apretándolos y torciéndolos, Karina dejó escapar un gemido. Su entrepierna se calentó casi por inercia, y la joven sintió un ligero humedecimiento.

– Estamos casados Karina-

– … Casados- repitió  ella tímidamente.

Javier la abofeteó, seca y duramente, Karina no comprendió porque la agredía, sin embargo respondió a aquella agresión poniendo la otra mejilla para dejar que la mano de Javier se estrellara en ella de vuelta. Los ojos de Karina rogaban por su aprobación, esperando haber pasado la prueba.

– ¡Casados! ¿no tienes la menor idea de lo que eso significa?- Javier se apunto a sí mismo con el dedo índice al tiempo que decía “Amo”, la apuntó a ella y dijo “esclava”. Se apuntó de nuevo y dijo: “Javier, amo” clavó pesadamente su dedo índice en el pecho de la vone y dijo: “Karina…”

-Esclava- Contestó Karina sabiendo a medias lo que eso significaba, aunque la conducta de su amo era muy clara, Javier señaló el suelo mientras miraba a Karina con una frialdad que no dejó lugar a dudas, la adolescente comprendió y, aunque dudó por un momento entre obedecer o salir corriendo, terminó dejándose caer de rodillas y sintiéndose inmensamente sola y desamparada por dentro. Karina sabía cuan doloroso podía resultar hacer enojar a un macho, así que enjugó sus lágrimas y trató de contentar a su dueño con el único recurso que conocía, instintivamente bajó el cierre del pantalón de Javier y buscó dentro hasta que encontró su tiesa riata, la hizo emerger del pantalón y la refrescó untándole su saliva tibia con la mano. Llevó aquel miembro erecto hasta las profundidades de su boquita para darle una mamada. Karina estaba sorprendida por el tamaño del miembro que tenía en sus manos, el palo de Javier era largo y grueso, suave, perfecto. Hasta entonces Karina sólo había conocido penes sucios y mal olientes, así que tener aquel ejemplar limpio y terso dentro de su boca no le pareció tan desagradable, muy a su pesar sentía que le debía cierta reverencia al miembro que la había sacado del agujero, así que sin proponérselo siquiera lo acarició con su lengua.

Javier la tomó de los cabellos y la forzó a tragarse otro pedazo de carne. La boca de la adolescente se abrió casi por completo, esforzándose por continuar succionando. Karina levantó la vista y dejó que sus ojos conocieran por fin los ojos de Javier.

– Bien, a pesar de tu edad eres muy buena para mamar- Dijo Javier.

– …Mamar- repitió ella mientras le sonreía.

Javier extrajo su pene de la boquita de la joven, lo sostuvo frente a ella y dijo: “Verga”, restregándole su erección en los labios.

Karina tomó aquel miembro hinchado y rodeado de venas dilatadas por la erección entre sus dedos largos.

“Verga” repitió Karina y anticipándose a las intenciones de su amo se abofeteó suavemente con aquel palo, muy a su pesar el impacto en sus mejillas la hizo excitarse y súbitamente deseó tener aquella riata dentro de su boca pero se contuvo, sabía que debía esperar las órdenes de su señor.

Aquel palo comenzó a segregar gotitas seminales que caían sobre la barbilla de la joven, sin embargo ella permaneció inmóvil, esperando atentamente a que su esposo le diera la orden.

– ¿Qué esperas perrita? Sigue manándomela – dijo Javier.

Karina separó sus labios y se propuso congraciarse con su comprador dándole una mamada lo más placentera posible.

A pesar de su corta edad había mamado el suficiente número de vergas como para saber que un palo grande requería consideraciones especiales, así que primero calculó la longitud de su nuevo falo y se lo llevó a la boca por sí misma, procurando que la cabeza de la riata pasara justo debajo de su garganta.

El esófago de Karina comenzó a vibrar con un ritmo salvaje, golpeando el glande de Javier con una intensidad electrizante.

Tenía ya mas de diez minutos chupando rigurosamente, de hecho empezaba a acostumbrarse al sabor de la saliva mezclada con la segregación seminal cuando de pronto Javier le sacó la tranca y la sostuvo frente a ella, Karina lamió la macana de aquel hombre como si su lengua extrañara el sabor del falo.

Karina dejó escapar un suspiro. Súbitamente Javier la obligó a levantarse tirándola fuertemente de los cabellos y manteniéndola suspendida en el aire hasta tener su hermoso rostro a la altura de sus ojos.

–          Quiero que tus labios me den una buena mamada – le dijo mirándola profundamente dentro de aquellos ojos azules llenos de timidez e incomprensión.

–   …Buena ma… mada… – repitió la adolescente por imitación.

Javier la obligó a hincarse de nuevo asiéndola fuertemente de su cabello cobrizo y estrellando el  rostro de la chiquilla contra su pelvis como si se la quisiera coger por la boca; Karina trataba de amortiguar los golpes más era inútil, aquella barra de carne la golpeaba una y otra vez en el rostro dejándola húmeda  y adolorida.

Ante aquel escarceo la adolescente sufrió una nueva ola de excitación involuntaria y abrió bien grande la boca para contener dentro de ella el pene de Javier que parecía seguir endureciendo.

Karina comenzó a mamar con fuerza y desesperación, succionando el miembro hasta que el vacío creado dentro de su boca concentrara toda la sangre del falo e la cabeza para luego liberarlo y lamerlo delicadamente, Javier se dio cuenta de las intenciones de Karina, él no quería tener un orgasmo todavía  y tiró de sus cabellos para obligarla a sacarse unos momentos el palo de la boca mas era inútil, la joven seguía mamando fuerte y deliciosamente provocando en su dueño oleadas de placer incontenibles; Javier comenzó a golpearla en la cabeza buscando parar aquella mamada mas era inútil, el esfuerzo de la joven por apresurar el orgasmo de su amo era digno de reconocimiento, Karina se aferraba  aquella macana con todas su fuerzas, la jadeante hembrita mamaba, chupaba y exprimía el dilatado pene deseando intensamente sentir el orgasmo de Javier dentro de su boca para así poner fin a aquel crudo encuentro sexual de una vez por todas.

Finalmente y sin poder evitarlo el arma de Javier explotó.

Un potente chorro de espesa leche comenzó a brotar de su hinchada cabeza, la carne tiesa e hirviente se convirtió en gelatina. Javier se colapsó sobre su sillón favorito y Karina calló junto con él, pegada todavía a su entrepierna como si fuese una aspiradora pegada todavía a su miembro viril.

Javier temblaba sintiendo como una descarga de electricidad recorría su cuerpo, entreabrió los ojos para contemplar a la dulce jovencita con los labios cubiertos por un borbotón de leche que resbalaba por su barbilla mientras la adolescente lamía tímidamente el viscoso líquido que se había quedado adherido al glande de Javier.

Para Karina la prueba había pasado, demostrando que tenía una impresionante capacidad sexual.

Para Javier, el entrenamiento de su esclava solo acababa de comenzar.

Continúa la serie Indefensa y sometida II >>

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