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Indefensa y sometida I

No se atrevía a mirar a Javier directo a los ojos, pero sus tetas que debido a su juventud parecían estar siempre erectas daban la impresión de  apuntar hacia él, lo cual la hizo sentirse apenada. Javier no desperdició el tiempo y se aferró a sus pezones, apretándolos y torciéndolos, Karina dejó escapar un gemido. Su entrepierna se calentó casi por inercia, y la joven sintió un ligero humedecimiento.

El Dinero

Una proposición indecente que es aceptada por dos bellezas, esposas de sus amigos que, en ausencia de sus maridos, aceptan ser esclavas sexuales de un nuevo rico durante un fin de semana por un millón de pesetas por cabeza.