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Indefensa y sometida I

No se atrevía a mirar a Javier directo a los ojos, pero sus tetas que debido a su juventud parecían estar siempre erectas daban la impresión de  apuntar hacia él, lo cual la hizo sentirse apenada. Javier no desperdició el tiempo y se aferró a sus pezones, apretándolos y torciéndolos, Karina dejó escapar un gemido. Su entrepierna se calentó casi por inercia, y la joven sintió un ligero humedecimiento.

Indefensa y sometida II

Acto seguido se colocó encima de ella deslizando fácilmente su miembro dentro de Karina y el cuerpo de la sirvienta comenzó a contorsionarse. Sorprendentemente la joven no dejó escapar ningún gemido, ya que estaba determinada a no regalarle por lo menos la satisfacción de verla llorar.