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Convertí a Mar en esclava de mis deseos, entre ellos verla follar por varios hombres

Se dejó vendar los ojos mientras su cuerpo temblaba, entremezclados el miedo y la excitación.

Los sonidos de la fiesta llegaban claramente del salón.

Dejé a Mar un momento para retirar los objetos de la mesa de la cocina.

Luego me acerqué a ella por detrás y la abracé, mis manos recorrieron su cuello bajando por los pechos, con un movimiento circular, después por su vientre hasta su sexo.

Notaba pequeños espasmos.

La empujé suavemente hacia la mesa, inclinándola por encima.

Tomé la cuerda de encima del mostrador y anudé sus muñecas, juntándolas.

Pasé la cuerda por la parte posterior de la mesa y até el otro extremo a las patas. Así Mar quedó tendida de bruces en la mesa, inclinada, su trasero ofreciéndose.

Tomé posición detrás de ella y levanté su vestido.

Me quedé mirándola. Mostraba un aspecto lujurioso, los zapatos de tacón, las medias, el tanga oculto entre las nalgas, invitaba a poseerla en ese instante.

Pasé mi mano por el interior de sus muslos, obligándola a abrir las piernas, y luego recreándome allí donde el tanga se hundía profundamente entre los labios de su sexo, acariciándolo hasta que noté la presencia de humedad.

Abrí la puerta de la cocina. Luis estaba esperando ansioso, su mano moviéndose por encima del bulto de su pantalón. Ante una seña mía entró mirando con apetito desmedido hacia Mar. Nos acercamos a ella, acariciando su piel.

Tomé la tira del tanga y la hice a un lado, dejando al aire sus agujeros prometidos. Introduje uno de mis dedos en su vagina iniciando un ligero movimiento de entrada y salida, hasta que noté que la humedad mojaba mi mano. Luis ya estaba desnudo de cintura para abajo, su polla apuntado hacia Mar mientras se masturbaba ante la visión.

Me retiré para permitir que la penetrase, lo que hizo sin medimiento, de manera algo salvaje, haciendo que Mar diese un pequeño grito ante la invasión de su interior. Los movimientos de Luis empujaban a Mar contra la mesa, al principio pausadamente, aumentando a intervalos hasta llegar a ser frenéticos.

Mar los encajaba, su respiración entrecortada por cada embestida. Cuando Luis notó que se corría sacó rápidamente su miembro del interior y eyaculó dejando que el semen mojase el trasero de Mar, desahogándose. Luis se vistió y salió de la cocina.

Le quité el tanga mientras Jorge hacía su aparición. A diferencia de Luis se había quitado la ropa previamente y su polla venía preparada para el combate esperado.

Antes incluso de indicarle nada la introdujo en Mar, sin espera, de manera que ella, sin aviso previo, se encontró de nuevo ensartada, ahora por un miembro diferente.

Los empujes de Jorge fueron todavía más fuertes que los de Luis y Mar, ya perdido el rumbo de lo que pasaba, empezó a gemir, a pedir más, alcanzando un orgasmo casi descontrolado, perdiendo fuerzas.

El éxtasis de Mar llevó a Jorge a su punto crítico, quedándose quieto. Entonces estalló al mismo tiempo que la sacaba, chorreando entre las piernas de Mar, mojando sus muslos y las medias, jadeante por el esfuerzo. Jorge salió mientras Mar, debido al esfuerzo, doblaba en parte sus rodillas, totalmente derrumbada.

No hubo tiempo para el descanso, de inmediato Sergio llegó a por la parte que le correspondía, desnudo, masturbándose. Vi la polla de Sergio erguida, mucho más gruesa y larga que las de sus compañeros.

Me miró y yo le asentí. Movió su miembro cerca del ano de Mar, rebozándola contra sus nalgas y por los labios de su coño, para a continuación abrirlo y de una manera suave, limpia, entrarla completamente. Este movimiento hizo que Mar volviera a tensar sus piernas al mismo tiempo de separarlas más y emitir un sonido casi de admiración.

Sergio se movía despacio, llegando a que en momentos sólo la punta estuviera dentro, para a continuación sacudirse y penetrar profundamente, golpeando en el límite.

Mar recobró de nuevo los ánimos y comenzó a gemir de placer en cada rebote. Me acerqué a Mar, su cara reflejaba el goce, la boca entreabierta. Ahora llegaba mi turno.

Saqué mi polla largo rato embutida, hinchada, deseosa de disfrutar y la puse en los labios de ella, notando su sensación calenturienta. Al contacto abrió más la boca y se la introdujo, sorbiendo, bajando y subiendo la cabeza en lo que la cuerda le dejaba.

Su movimiento se acompasaba con los de Sergio, cuando él entraba en su cuerpo Mar rellenaba su boca con mi polla, cuando él salía de su interior, lo mismo hacía ella conmigo. No había descanso para ninguno, Sergio aumentó su ritmo gradualmente hasta que se corrió, esta vez dentro de Mar.

Casi al mismo tiempo noté una corriente recorrer la longitud de mi miembro y exploté en la boca de Mar, que al principio lo tragó y luego dejó escurrir, saliendo por sus labios, mojándome.

La pregunté cómo se encontraba, tan solo pudo responder- cansada. Pero sabíamos que todavía no se había acabado la fiesta, que aún quedaba mucho. Su coño todavía rezumaba el semén de Sergio y las manchas de Jorge se habían secado en sus medias produciendo puntos mates.

Tomé la cánula de donde la había dejado esa misma tarde, rompí el precinto y puse el aplicador dentro de su ano, apretando el tubo.

Luego deshice el nudo de las patas de la mesa, no de sus muñecas y ayudándola a levantarse la conduje a la habitación, quitándola ataduras, vestido, zapatos y medias pero no la venda que cubría sus ojos, la dejé tumbada en la cama y me marché.

No tardaría en regresar pues la canula haría efecto en poco tiempo.el salón mis tres amigos estaban viendo películas porno mientras la música sonaba a través de los altavoces. Trataban de mantener sus pollas preparadas. Me senté junto a ellos viendo la televisión.

Las imágenes correspondían a una orgía bestial, lío de cuerpos entremezclados. Regresé a la habitación. Mar estaba recostada, aguantando en buena medida antes de vaciar sus intestinos. La conduje al baño, donde dejé que se sentara en el wc y desaguara su interior.

Me avisó de la terminación y entré. Abrí el agua caliente de la ducha y la lavé con meticulosidad, inclinándola para acceder al área de su ano.

Apliqué vaselina alrededor y con cuidado fui abriéndolo, introduciendo dos dedos, limpiando cada vez, hasta que noté la facilidad en su entrada y la limpieza del mismo.

Terminé la operación, la sequé y apliqué nuevamente otra buena capa de vaselina, extendiéndola e incluyendo su coño, la aureola de sus senos. En el dormitorio la ayudé a ponerse un body especial para la ocasión.

De color negro, tenía recortados la parte de los pechos y abertura en la entrepierna para permitir lucir sus atributos más codiciados. De nuevo anudé sus muñecas y así, como una esclava, la hice entrar en el salón.

Sergio, Luis y Jorge quedaron maravillados de la presentación, dejaron de menear sus pollas. Entonces exhibí a Mar, acariciando sus pechos, pegando pequeños pellizcos en sus pezones que reaccionaron poniéndose en punta. La hice girar y agacharse resultando una visión de los más encendida.

Por fin se puso de nuevo en pie y la acerqué donde ellos estaban, sentándola en las piernas de Luis. Sergio y Jorge tomaron cada uno un seno y empezaron a lamerlo mientras Luis metía la mano por debajo de Mar acariciando su concha.

Yo aproveché para desnudarme completamente y acercarme a Mar para besarla, sumergiendo mi lengua en su boca y jugando con su lengua.

La levanté separándola de ellos, llevé mi mano a su sexo para comprobar el grado de humedad. Me pareció que aún no estaba preparada.

La hice sentarse con las piernas abiertas y uno tras otro probamos los caldos que emanaban de su raja, abriéndola con nuestras lenguas, girando en las posiciones, aplicándonos a su cuerpo y dejando que paladeara el sabor de nuestros miembros, sin excederse, para aumentar las ganas.

Cuando comprobé que Mar trataba de encontrar nuestras pollas, de seguir con el juego pareció que llegaba el momento.

Le indiqué a Luis que se sentara, colocando encima a Mar, la polla de Luis apuntando a su agujero negro, su ano, intentando dilatarlo, al principio con dificultad, pero poco a poco ampliándose gracias a la vaselina para alojar en su interior el vástago endurecido.

Mar cambió su gesto a un riptus de dolor para luego empezar a disfrutarlo. Yo trataba de ayudarla masajeando su clítoris hasta que su cabalgue encima de Luis se convirtió en placer y ella misma se masturbaba.

Luis no tardó en descargar dentro de Mar, que ahora cambió de posición para sentarse encima de Jorge e iniciar el mismo ciclo, más fácil pues su ano ya dilatado admitía la entrada. De nuevo cabalgó hasta que Jorge explotó.

Fué mi turno, noté el ano de Mar totalmente mojado, el semen saliendo a gotitas, me hizo desearla más. Se sentó encima de mi polla y la presión de su ano me encerró la carne, no hubo dificultad para entrar.

Sus movimientos me hacían recorrer la presión desde mi punta hasta notar sus nalgas apoyadas en mi, como un aro moviéndose, tratando de exprimirme.

Y no pude más, eyaculé con toda la fuerza que me quedaba. Ahora le quedaba Sergio, su gruesa polla esperando penetrar en su trasero.

Mar empezó a sentarse pero al llegar al inicio de la entrada no fue igual que con los demás, no entraba.

Mar emitió un grito cuando dejándose caer su culo quedó ensartado en la polla de Sergio, su cara reflejaba el dolor. Sin embargo fué un instante de acomodo.

En el momento que su cuerpo aceptó la tensión comenzó a moverse, despacio, como si subir y bajar tuviese dificultad, pero se la notaba querer hacerlo, le dolía pero no cesaba. Y su compás aumentó, mientras chillaba de dolor y placer alcanzando el orgasmo más increíble que la había visto.

Al mismo tiempo Sergio la levantó sin sacar su polla de dentro y colocó a Mar en el suelo de rodillas mientras que con sus caderas empujaba y retrocedía corriéndose con fuerza.

Cuando Sergio salió de dentro de Mar esta quedó medio tendida, sin moverse, tratando de recuperar el aliento, su trasero enrojecido por las clavadas, su ano parecía no querer cerrarse mostrando un aro de unos tres centímetros, palpitante, escupiendo suavemente la mezcla de semen de los cuatro.

Acompañé a Mar a la habitación y mientras le quitaba la venda la besé con cariño. La dejé descansar mientras despedía a mis amigos prometiéndonos repetir la experiencia.

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