Regreso a mi ciudad natal III

Al día siguiente, me levanté como si nada hubiera pasado, deseando que no se hubieran dado cuenta de que les había visto. Nada mas levantarme me dirigí a la habitación de los padres de Rafa y para mi sorpresa, no había restos de mi corrida de la noche anterior por ningún lado. ¿Quien lo habría limpiado? ¿Me habían pillado?

Bajé a la cocina con un poco de miedo, pensando en lo que me podían decir. Cuando llegué a la cocina estaban todos allí desayunando (excepto Luis Carlos que seguía de viaje). Todo parecía normal, así que di los buenos días, me senté en una de las sillas y me dispuse a desayunar. Todos se comportaban como si nada. Era algo extraño, si estaba limpio era por que alguien lo había limpiado, y sólo podía ser uno de ellos. Ya que no parecía pasar nada extraño, decidí que olvidar lo sucedido y no pensar en quién podía haberlo limpiado.

Cuando acabamos de desayunar subí a mi habitación y me cambié de ropa. Cuando bajé al jardín, estaban hablando Rafa y su madre, y cuando llegué a su altura Rafa me preguntó si me apetecía acompañarle a la ciudad a comprarse un par de cosas que necesitaba. Yo, como no tenía nada mejor que hacer decidí acompañarle.

Estuvimos toda la mañana por Madrid, incluso nos quedamos a comer por ahí. Yo estaba cansado de caminar, y Rafa parecía estar como nuevo, y parece ser que se dio cuenta, así que me dijo que me volviera a casa si quería. Después de decir que no varias veces y de que Rafa insistiera en que me volviera, decidí volverme. Rafa me dio las llaves del coche y me dijo que él ya volvería en un taxi, pero a eso sí que me tenía que negar rotundamente. Finalmente me comprendió y me volví a su casa en taxi.

Cuando llegué no había nadie, excepto su madre que estaba en la cocina. Según me dijo Isabel se había ido con su novio a dar una vuelta, y Sonia se había ido a casa de una amiga. Yo me subí a mi habitación a leer un rato y a descansar de la caminata que me había pegado, pero a los cinco minutos de haber subido, me llamó Lucia. Bajé para ver lo que quería, y cuando llegué a la cocina me dijo si le podía bajar una cafetera que estaba muy alta para ellas. Yo sin problemas se la bajé, y cuando se la di, me preguntó si me apetecía un café, a lo que no me negué, ya que realmente me apetecía. Cuando el café estuvo hecho, nos sentamos en la mesa y empezamos a hablar de todo un poco, hasta que de repente me soltó:

-¿Te gustó mucho?

-¿El qué? – le pregunté yo

-Lo que hicimos Rafa y yo anoche. Te debió gustar mucho porque la cantidad de leche que dejaste en el suelo sólo es posible si te ha gustado mucho.

Estaba claro, ella había sido la que lo había limpiado. Entonces empecé a notar una mano que me empezaba a acariciar la pierna, y no podía ser otra persona que no fuera Lucia.

-Yo lo siento, pero es que…

-No te disculpes, si me siento halagada. Un chico joven y tan guapo que disfrute viéndome follar, me encanta.

Su mano empezaba a dirigirse cada vez más hacia mi entrepierna que se estaba poniendo cada vez más dura. Me estaba excitando con la madre de mi mejor amigo.

-Lucia, no creo que esto…

-Tu calla, o le diré a mi marido que te pajeas mirando como me lo monto con mi hijo.

Finalmente su mano llegó a mi entrepierna, que ya estaba como una piedra, y empezó a acariciarme la polla por encima del pantalón.

-La tienes muy dura Alberto. Esto hay que remediarlo.

Sin esperármelo se levantó, me dio un beso en la boca y se metió debajo de la mesa. Me empezó a chupar por encima de lo pantalones, y a subirme la camiseta. Después me desabrochó el pantalón y la cremallera y empezó a bajarme los pantalones (con mi absoluta colaboración). Le pedí que saliera de allí, que quería verle la cara. Corrí mi silla un poco hacia atrás y ante mí apareció ella con una cara de excitada impresionante.

Entonces me bajó los slips que llevaba puestos y me dijo:

-Joder qué polla mas preciosa. La de mi marido es más larga, pero la tuya es más gorda.

Y sin pensárselo dos veces se la metió toda en la boca. Me empezó a mamar como nadie me lo había hecho. Era toda una profesional. Con tremenda mamada no podía aguantar mucho más, y ella debió darse cuenta porque enseguida paró, me miró y me dijo:

-A ver qué tal comes coños

Se quitó la parte de arriba del bañador, pero antes de que pudiera quitárselo todo, la abracé y la empecé a besar. Su legua jugaba con la mía, recorriendo todos los rincones de mi boca. Era impresionante. La cogí del culo y la apreté contra mí, quedando mi polla entre su barriga y la mía. Le bajé poco a poco el bañador y por fin se quedó totalmente desnuda.

La subí en la mesa y la tumbé boca arriba quedando ante mí un precioso coño rasurado que había podido ver la noche anterior pero que ahora iba a saborear. Acerqué mi cara y empecé a comer como un desesperado, disfrutando. Ella también debía de empezar a disfrutar porque su coñito comenzaba a hacerse agua. Le metía la lengua hasta el fondo, le mordisqueaba el clítoris, le metí un dedo, dos, tres, y ella no paraba de suspirar y de gemir. Entonces miré hacia abajo y vi ese culito.

El ojo del culo pareció guiñarme, y no me pude resistir de comérmelo también. Era bien pequeñito, pero en cuanto lo acaricié un poco, lo chupé y le metí un par de dedos dio mucho de sí.

Yo ya no podía más, necesitaba penetrarla. Así que me senté en una silla y esperé. Tras cinco segundos ella se levantó y se me quedó mirando.

-Qué no piensas seguir – me gritó.

-Ven tú si quieres – le contesté.

Entonces ella se bajó de la mesa, se acercó a donde estaba yo y se montó encima mío. Se metió toda la polla de golpe y se quedó un rato ensartada totalmente por mí. Yo la cogí de las nalgas y empecé a besarle. Mientras la besaba, ella empezó a subir y a bajar. Rápido, empezaba a chorrear cada vez más, hasta que por fin tuvo su primer orgasmo, que debió ser tan fuerte que hasta me mordió el labio.

Tras este primer orgasmo ella siguió cabalgando sobre mí, ella quería exprimirme con su coño, pero yo tenía pensado otra cosa. Me levanté sin soltarla y sin dejar de metersela y me acerqué a una pared donde la apoyé y empecé a darle más duramente y contra la pared. Ella no paraba de gemir, le gustaba lo que le hacía.

-Sigueeee, no pares, me gusta que me trates como unaaa putaaaa

-Es que eres una puta, eres mi PUTAAAA

-SIiiiii seré tu putttaaaa

Entonces la solté y le di la vuelta, la puse a cuatro patas y se la metí por el culo.

-Ahora vas a disfrutar de verdad, puta.

-Siii, méteme ese vergajo por el culo.

Sin pensarlo dos veces le penetré por su culo en pompa que me estaba volviendo loco. Le cogía por la cintura y apretaba fuerte. Le metí un dedo por su coño y noté que estaba bien mojada, cuando de repente tuvo su segundo orgasmo. La abracé por detrás y la besé mientras tenía su segundo orgasmo. Yo no sabía cómo aguantaba, pero lo estaba haciendo y gracias a Dios que lo hacía. Le cogí sus tetas y se las apreté. Fue entonces cuando me corrí sin sacársela del culo recorriendo con 8 o 9 manguerazos todo su recto. Ella entonces se giró y me besó otra vez. Estuvimos besándonos durante cinco minutos, sin sacarle la polla del culo, hasta que se quedó blanda y se la saqué.

Cuando se la saqué Lucia me la limpió y me dijo:

-Hacía tiempo que no disfrutaba tanto. Te prometo que esto lo vamos a repetir.

-Eso espero – le dije yo.

Nos vestimos rápidamente y cada uno se fue a su habitación. La verdad es que era una verdadera folladora, ya que yo había disfrutado muchísimo follándomela. Además era una mujer de palabra y no iba a tardar mucho en cumplir su promesa.

Continuará…