En la playa con dos amigos de mi novio
Fue un fin de semana que fuimos a la playa mi novio y yo, junto con algunos amigos y amigas.
Éramos en total 3 mujeres y cinco hombres, sólo mi novio y yo éramos pareja, todos los demás, compañeros de la Preparatoria.
Llegamos a una playa desierta e inmediatamente nos metimos a la playa ya que traíamos nuestros trajes de baño debajo de la ropa, a mí me gusta usar tanga, porque se me entierra en las nalgas y en mi puchita, y en esa ocasión traía una verde y un sostén que por lo ajustado hacían resaltar mis tetonas.
Me encanta provocar a los chicos y que se me queden viendo, aunque a mi novio no le agradaba mucho la idea.
Ya todos en el agua sentía que varios de los muchachos me rodeaban para tener algo de contacto conmigo, y al momento de alguna ola, sentía manos por todos lados, pero en medio de la confusión no me daba cuenta quien era, mi novio no estaba en ese momento ya que había ido con otro a comprar cerveza.
El jueguito me estaba gustando siempre y cuando lo disimularan, porque en una ocasión uno de ellos, Jaime, con todo el descaro del mundo se puso detrás de mí y aprovechando la altura del agua que nos tapaba, metió las manos por debajo del sostén sobándome las tetas de una manera muy brusca, lo aparté rápidamente y le dije una serie de cosas.
Salimos del agua para ir a comer algo, en eso llegaron mi novio y su otro amigo con la cerveza.
Comimos y bebimos y después encendimos una fogata pues ya oscurecía.
Creo que tomé demasiadas cervezas y me sentía muy mareada, así que fui a caminar un poco.
Fui detrás de unas rocas y me recosté, de pronto oí que alguien se acercó, era Jaime y Alberto, otro amigo; Jaime dijo que venía a disculparse por lo que paso en el agua, le dije que no había problema.
– Lo que me molestó es que lo hayas hecho frente a todos… Alguien podría decirle a mi novio-, no sé por qué dije eso.
– ¿Y si tu novio no se diera cuenta?-
Yo me desconcerté, pero ellos se rieron y yo lo hice también; cada uno se recostó a un lado mío y Jaime me empezó a hablar al oído mientras ponía su mano sobre mi abdomen:
– Anda déjame acariciarte un poco, no sabes como se me antojan tus chichotas, al cabo que nadie le va a decir a tu novio, sólo déjame tocarte un poco-
Le respondí que estaba loco, mientras le retiraba su mano.
– Anda haré lo que tu quieras si me dejas acariciarte las tetas, sólo eso quiero-
Yo me reía, y por la cerveza que había tomado me sentía desinhibida, él siguió insistiendo y al cabo de unos momentos no me di cuenta que ya tenía la mano encima de mis pechos, pero por encima del bikini, y ya no me hablaba al oído sino que me besaba la oreja y el cuello.
Pensé que no pasaría nada más que unas caricias traviesas, así que me deje hacer. Jaime al ver que no ponía objeción inicio un suave masaje a lo cual se unió Alberto, quien se acercó y me plantó un beso en la boca.
En ese momento Jaime me desabrochó el brasier y me sobaba las tetas como si nunca hubiera tocado unas, mientras me decía:
– ¡Qué chichona estás!… Las tienes deliciosas, ¡no me caben en la mano!-
Cada uno me sobaba un globo y luego sus besos fueron bajando y así ahora cada uno me estaba mamando un pezón.
La escena era increíble, ahí estaba tirada yo, tan caliente como una puta, con los pechos al aire, y a pocos metros de mi novio, con dos tipos metiéndome manos por todos lados, y yo estaba fascinada, tantas caricias y besos me habían puesto muy caliente, ya que las caricias no sólo eran en mis tetas sino que me metían mano entre las piernas.
Alberto no tardo en quitarme la tanga, abrirme las piernas, puse resistencia pero me las volvió a abrir e inmediatamente puso su cabeza en medio para que no las pudiera cerrar, y empezó a lamerme desde mi ano hasta mi clítoris, la sensación me causaba un escalofrío tremendo, mezclado con placer; yo me retorcía y gemía. Jaime se levanto y se quito el short, y me dejó ver su erecta verga, la acercó a mi cara pidiendo que se la mamara, yo no acepté, sino que aprovechó que abrí la boca, mientras gemía por las mamadotas de Alberto, metérmela.
Ya con la verga en mi boca, Jaime se movía metiéndola y sacándola; yo empecé a succionar instintivamente.
En un movimiento rápido me cambiaron de posición y me pusieron en cuatro patas, Jaime acostado frente a mí con su vergota bien parada, que tan pronto como pudo me lo volvió a meter en la boca, pero esta vez era yo la que movía la cabeza.
Alberto aprovecho la situación para empalarme, y para hacerme sentir una experiencia nueva, pues mientras me metía la verga por la vagina, me clavaba su dedo pulgar en el culo. Los dos terminaron adentro de mí, y quedamos los tres tendidos, luego ellos se levantaron y Jaime me dio un beso en la mejilla y me dio las gracias.
Yo me metí al agua para limpiarme el semen, y volví a recostarme, de pronto llegó mi novio, se recostó a mi lado y dijo que me quería tener sexo, yo simplemente le sonreí y le dije que lo había estado esperando.
Estuvimos cogiendo como por media hora, yo ansiaba que me penetrara por el culo, porque deseaba tener esa sensación una vez más, pero no se lo sugerí directamente, pero si ondeaba mi culo para que se diera cuenta de la necesidad que tenía de triturar su garrote con mi ano.
Hacía movimientos para insinuarle lo que quería pero parecía que no me entendía, paré mis pompas en una invitación directa, pero nada de nada.
Terminamos y nos unimos con el resto para irnos a nuestras respectivas casas.
Al otro día Jaime me habló, y me invitó para ir a un día de campo ese día, pero pidiéndome que no llevara a mi novio; dudé un poco pero acepté, pues sabía lo que pasaría.
A las tres de la tarde llegó a mi casa en su carro, y mi sorpresa vino cuando vi que dentro del auto había cuatro tipos más, todos desconocidos para mí, pero con cara de degenerados. Yo pensaba que sólo iríamos él y yo; en fin.
Me subí al auto y el resto ya lo contaré en otra ocasión.